lunes, 26 de enero de 2015

JORDAN BRUNO GENTA-"El filósofo y los Sofistas"- LECCIONES 3 Y 4


 
JORDAN BRUNO GENTA

Del nacionalismo argentino, durante su basta trayectoria y actividad, han surgido un sinnúmero de maestros y revisionistas dedicados a elevar el sano pensamiento humano y recordar las verdades de nuestra historia patria. Han sido todos ellos, formadores de probada solvencia moral y capacitados por una sabiduría ejemplar, transformados en escuelas culturares necesarias para la formación de la ARGENTINIDAD. A Jordán Bruno Genta recordaremos hoy colgando al blog su magnífica obra "EL FILOSOFO Y LOS SOFISTAS",un eximio pensador católico,  nacido en 1909 y asesinado durante el proceso invasor marxista-leninista "setentista" en 1974, entregando su vida en defensa de Dios y su patria. Creemos en esta obra ver desplegados los valores elementales e inmutables de la formación Católica, fijando el auténtico amor a la Patria. Esperamos  con este trabajo poder contribuir a la difusión de tan antiguos y clásicos pensamientos que son todos coincidentes a lo enseñado por lo TRADICIONAL DE NUESTRA SANTA MADRE IGLESIA.       

"EL FILOSOFO Y LOS SOFISTAS"
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LECCIÓN III
La crisis actual de la Física teórica en su estructura impropiamente llamada “clásica” y la necesaria construcción de su edificio conceptual por medio de un andamiaje hipotético que difiere del utilizado en la etapa newtoniana, no altera lo más mínimo su específica intencionalidad, ni sus bases metodológicas, ni sus límites especulativos. La ciencia exacta y experimental de los fenómenos de la naturaleza seguirá desarrollándose prodigiosamente sobre los mismos lineamientos fundamentales, trazados por Galileo y por Descartes; seguirá construyéndose como una ciencia mixta, formalmente matemática y materialmente empírica. La forma de un saber determinado es tan invariable como la esencia o la forma sustancial de un ser físico o moral; por ello, la Física matemática seguirá siendo una ciencia de fenómenos; una ciencia que hace cálculos y los comprueba experimentalmente. Y en la nueva sistematización ganará seguramente en claridad respecto de sí misma; sus devotos sabrán, incluso, que por ser una matemática universal y no una metafísica o filosofía primera, su tarea no es la explicación real del universo sino la descripción de la estructura matemática de los fenómenos en su exterioridad. Esto significa haber aprendido que una ciencia sin metafísica no quiere decir una ciencia contra la metafísica, contra la humana sabiduría; y que no es lícito seguir repitiendo con Kant que la metafísica no es posible como ciencia por la sin razón de que no es una ciencia exacta y experimental de fenómenos. Es razonable esperar que la reconstrucción de la Física teórica, opere una cuidadosa depuración de su terminología peligrosamente contaminada de metafísica, a fin de evitar que los hombres de ciencia, los pedagogos y los libres pensadores sigan difundiendo el funesto equívoco de presentar las hipótesis científicas de validez siempre circunstancial, como si fueran teorías puras, como si fueran verdaderas explicaciones causales de la realidad. En los últimos tres siglos se ha venido intensificando una obra de confusión y de envenenamiento de la mente y el corazón, so pretexto de enseñanza científica, que consiste en poner en ridículo y como estúpidas sin razones y disparates notorios, las explicaciones teológicas y metafísicas de la Tradición. Germán Mark expone el verdadero significado y alcance de esa crisis de crecimiento que padece la Física teórica: “La mecánica de Newton y la electrodinámica de Maxwell-Hertz fueron apropiadas por mucho tiempo para dar cuenta con gran aproximación en los cálculos, de los fenómenos naturales accesibles a nuestra observación, desde el movimiento de las estrellas en la esfera celeste hasta el de los electrones en los tubos en que ha hecho el vacío 27 ”  Ocurre que los esquematismos hipotéticos y los sistemas de ecuaciones elaborados por la llamada Física “clásica” para interpretar matemáticamente los resultados experimentales, no se aplican en una serie de casos debidamente
                                                 27 GERMÁN MARK , Crisis de la Física clásica por obra del experimento . Sin datos de la edición consultada por el autor.
establecidos; de ahí la necesaria construcción de otras hipótesis como la de los cuanta o la de la relatividad, cuyas fórmulas concuerdan con los resultados de los experimentos. Las hipótesis son contenidos variables de la ciencia exacta y experimental; su vigencia está ceñida por el límite de experiencia alcanzado en un momento dado. Las leyes exactas son, en cambio, inmutables y valen siempre dentro del campo experimental a que están referidas. Importa sobremanera para la conciencia crítica de nuestra mentalidad examinar, en un ejemplo sencillo, la forma del tratamiento matemático de las cuestiones. Seguiremos atentamente el texto de Eddington en el análisis de un problema corriente en los manuales de Física y de ciencias naturales: “Un elefante se desliza por una pendiente herbosa”. El estudiante avisado sabe que no es necesario ocuparse demasiado de esto; está puesto allí sólo para dar la impresión de realismo. Lee más adelante: “La masa del elefante es de dos toneladas.” Ahora se comienza a hablar seriamente: el elefante desaparece del problema y lo sustituye una masa de dos toneladas. ¿Qué cosa son estas dos toneladas, verdadero sujeto del problema? Se refiere a una propiedad que descubrimos vagamente como “peso” y se manifiesta en una región particular del mundo externo... No importa a qué cosa se refieren “dos toneladas”; ¿qué cosa son? ¿Cómo han entrado realmente en nuestra experiencia en modo tan preciso? “Dos toneladas” es cuanto indica el cuadrante cuando se pone al elefante sobre la balanza. Sigamos adelante. “La pendiente de la colina es de 60º.” Ahora la pendiente desaparece del problema y es sustituida por un ángulo de 60º. ¿Qué cosa es un ángulo de 60º?... es la lectura de una división del transportador. Y análogamente para los otros datos del problema. El suelo mórbido y blando por donde se desliza el elefante es reemplazado por un coeficiente de atracción, de condición análoga a la lectura de un índice... Se trataba de encontrar el tiempo de descenso del elefante y la respuesta es dada por la indicación de la aguja de los minutos y de los segundos sobre el cuadrante de nuestro reloj 28  Resulta claro, pues, los aspectos que destaca y los que omite la consideración matemática de los seres y de los valores. Es evidente que la reducción cuantitativa de los fenómenos abstrae sus datos registrables en algún índice numérico y deja de lado todo lo sustantivo e intrínsecamente valioso. Todo lo que distingue y jerarquiza. Sobre el fondo abstracto de la cantidad pura –la exterioridad absoluta, el espacio homogéneo- se recortan magnitudes, figuras, posiciones y trayectorias como los rígidos perfiles de entes vacíos y de su juego ciego. La reducción cuantitativa procede invariablemente en el sentido de los denominadores comunes ;  opera una necesaria declinación hacia la materia amorfa e indiferente. En rigor, cantidad y materia son la misma cosa y sólo difieren, como señala
                                                 28 Cf. SIR A. S. EDDIGNTON , La natura …, o. c., c. 12.
Hegel, en que “la cantidad es la materia en cuanto pensada y la materia es la cantidad en una existencia exterior 29 ”. La unidad sustancial o de forma en un ser determinado –agua o alma-, sometido al punto de vista de la cantidad, deja de ser la identidad consigo mismo, su primordial referencia a sí mismo para manifestarse como un perpetuo salir fuera de sí, como ser absolutamente en otro. El agua deja de  ser agua para resolverse en hidrógeno y oxígeno; el alma deja de ser alma para resolverse en funciones corporales. El agua se anula a sí misma, se disgrega en otro pulverizándose en átomos; el alma se anula a sí misma y se disgrega en un polvillo de partículas sensoriales. Análogamente la unidad moral del Estado se destruye a sí misma, pulverizándose en la atomística del arbitrio y del querer individuales. Lo mismo pasa con la familia y con la corporación sometidas al principio de la extrema exterioridad. El agua, una forma física; el alma, forma que vivifica el cuerpo, forma que anima y que ama; el Estado, existencia en forma de personas, de voluntades libres. Agua, alma y Estado, ya no son nada en sí y por sí mismos; sólo son fuera de sí, en otro, en su exterioridad. La mecánica de la cantidad indiferente, del más o menos implacable, los ha triturado con sus ruedas pesadas y han quedado convertidos en polvillo amontonado, en conjuntos accidentales, en composiciones de partículas separadas y extrañas las unas de las otras: átomos, moléculas, corpúsculos, genes o factores, hormonas o mensajeros químicos, vitaminas; vibraciones nerviosas, localizaciones cerebrales, átomos psíquicos; egoísmos individuales, de clase o de partido. Y luego las múltiples y variables composiciones atómicas de la mecánica, física o biológica, junto a las ocasionales expresiones de la llamada voluntad general, esa atomística política de las mayorías accidentales. Todas composiciones de unos vacíos que permanecen extraños e indiferentes en su absoluta y rígida exclusividad. El conjunto accidental, la composición , se determina en la absoluta exterioridad, en una relación extrínseca y accidental de sus partes. Y “esa relación es ajena a las sustancias, no las tiene en cuenta para nada y no toca su naturaleza, como tampoco la toca todo lo que puede derivarse de la espacialidad 30 ”  La sustancia es lo real por excelencia; “el ser que existe separadamente y es algo determinado 31 ; el sujeto de lo que se piensa y se dice en última instancia, el individuo : Juan y Pedro, Argentina y Estados Unidos, el agua de este vaso y este oro que brilla sobre la mesa. Pero el individuo, la sustancia primera, no se define por lo individual, por su singularidad ni por sus rasgos particulares y contingentes; tampoco se define por su materia, estas carnes y estos huesos por ejemplo. El individuo se define
                                                 29 Citado según la versión italiana: G. G. F. HEGEL , La scienza della Logica , Libro Primo, Sezione Seconda, Capitolo Primo, Nota 1. Traduzione italiana con note di ARTURO NONI , Volume Primo, Bari, Gius. Laterza & Figli, 1924, p. 216.  30 Citado según la versión italiana: G. G. F. HEGEL , La scienza …, o. c., Libro Primo, Sezione Seconda, Capitolo Primo, Nota 2, p. 223. 31 Cf. ARISTÓTELES , Metafísica VII, 4, 1029 a, 28-29. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor.
por su esencia ; por aquello que es en sí y por sí mismo considerado; por aquello que hace que Juan sea Juan , es decir, hombre , nada menos y nada más que un hombre si es como debe ser; por aquello que hace que la Argentina sea Argentina, es decir soberana , nada más y nada menos que una Patria soberana . La esencia, pues, expresa la sustancia; es su concepto y su definición. Y por ello, es lo primero que existe en un individuo; sin ella no existiría nada. La esencia es, en cierto sentido, uno y lo mismo que el individuo real y concreto; es, por ejemplo, el alma de Juan, el alma que anima su cuerpo y el alma que ama en él. Pero la esencia no es la estatura de Juan, ni el color de su piel, ni las fuerzas de sus músculos, ni el timbre de su voz, ni sus pocos o muchos años, ni su salud robusta o endeble, ni sus haberes, ni sus títulos, ni su fortuna, ni nada de lo que está en él y le pertenece, cuando hacemos abstracción de su alma y lo consideramos en la forma de la exterioridad y del accidente. La esencia es individual en la existencia real y concreta; y es universal en la existencia ideal y abstracta del pensamiento. Pero es una y la misma esencia. Cuando pensamos el ser de una cosa determinada, le arrancamos mentalmente su esencia por medio de la abstracción ; la despojamos de su existencia carnal y la convertimos en una idea, en un concepto que la contiene intencionalmente como referencia mental), es un soplo del espíritu que le infunde un significado a la voz, que penetra de intención y de sentido a la letra, que convierte en signos y símbolos las líneas, las figuras, las posiciones y los movimientos exteriores. No olvidemos en adelante; no olvidemos lo que nos enseña una antigua sabiduría: “Ni la longitud, ni la anchura, ni la profundidad son otra cosa que determinaciones cuantitativas y no sustancias. Sustancia no es la cantidad sino, más bien, aquello a lo cual pertenecen originalmente las determinaciones cuantitativas 32 ”  No olvidar esta fundamental enseñanza, importa no incurrir jamás en el error de querer explicar lo principal por lo secundario, lo superior por lo inferior, la sustancia por el accidente, lo que una cosa es en sí misma, por aquello que sólo está en ella y le pertenece. La cantidad es algo que está en la sustancia y en dependencia de ella; de tal modo que sólo una argumentación sofística puede aparecer confiriendo validez a la subversión de ese orden necesario de primacía. So pretexto, repetimos, de educación científica, se ha venido atentando sistemáticamente en contra de la Sabiduría divina y humana. Así la escolarización y vulgarización de tanto simulacro convencional inventado por una imaginación saturada de matematicismo o mecanicismo , hasta el punto de sustituir la entera realidad sustancial por un mundo de fantasmas extravagantes y de sombras geométricas, ha terminado por secarnos el cerebro y envilecer nuestro corazón. No sólo representamos mecánicamente los fenómenos físicos y morales, sino que nos rodeamos de un contorno de cosas cúbicas y de cubismo pictórico, de columnas estadísticas y de test universales, de planos y de planes para obras de ingeniería y obras en las almas. Tal como
                                                 32 ARISTÓTELES , Metafísica VII, 3, 1029 a, 13 -16. 
ya observaba Vico 33 , en las matemáticas, el hombre conteniendo dentro de sí un mundo imaginario de líneas y de números opera en su interior con abstracciones; y lo mismo ocurre con las aplicaciones exteriores del cálculo y de las reducciones geométricas. Las ciencias y las artes de base matemática no tienen que ver, pues, con realidades sustanciales sino con esquemas de la realidad.                               
                                                 33 GIOVANNI BATTISTA VICO (1668 – 1744), filósofo italiano representante, junto con Luís Vives y Gracián, de la tradición humanista de origen latina contrapuesta tanto al racionalismo como al empirismo. Fue profesor de Elocuencia Latina en la Universidad de Nápoles (su ciudad natal)  pero cultivó, además, la Historia y el Derecho. Encarnó una fuerte reacción frente al racionalismo cartesiano y a las ideas de la Ilustración. De acuerdo con Vico, el cogito cartesiano nada dice respecto de la esencia del hombre sino que aporta tan sólo la conciencia de su existencia. Por otra parte, puesto que la ciencia es un saber por las causas, solamente Dios, la Causa Suprema, posee la Ciencia General; el saber humano, en cambio, se limita a aquello de lo que el hombre es causa, la Matemática y la Historia. A partir de estos postulados, Vico desarrolla su “nueva ciencia” que expuso, sobre todo, en su obra fundamental , Principios de una ciencia nueva sobre la naturaleza común de las naciones , publicada en 1725. 
 

LECCIÓN IV
El examen del punto de vista de la ciencia exacta y experimental nos ha permitido aclarar suficientemente, a nuestro juicio, sobre la extrema indigencia conceptual de un sistema de verdades que se declara la única ciencia posible y se reverencia como la Ciencia con mayúscula. El concepto y la teoría se refieren necesariamente a la esencia y al fin de lo que existe o puede existir . Más todavía, la esencia es el único contenido posible del concepto y del principio de toda teoría realmente explicativa de su objeto. Y ocurre, como ya se ha visto, que los llamados impropiamente “conceptos” y “teorías” científicos no son más que simulacros de ambas formas de pensamiento, los cuales, en ningún caso, traspasan el plano exterior y sensible de los fenómenos en procura de su esencia; no son otra cosa que ficciones simbólicas e hipótesis auxiliares que sólo sirven para agrupar y ordenar prácticamente los efectos sensibles que acompañan a la aplicación de las leyes exactas de los fenómenos. El “sistema” solar tanto como la “teoría” de la gravitación, la “teoría” de las fuerzas eléctricas tanto como la “teoría” de las hormonas; los “conceptos” de éter, de masa o de energía tanto como los “conceptos” de pluricelulares, de vertebrados o de mamíferos, no son más que sinopsis o compendios mentales , eminentemente prácticos y económicos; indican un conjunto determinado de mediciones y observaciones verificables, es decir, se refieren exclusivamente a tales o cuales operaciones físicas que pueden efectuarse por medio de la observación y del experimento. Es oportuno transcribir aquí un texto de la Lógica del filósofo italiano B. Croce, que nos ilustra acerca de esas ficciones conceptuales o seudo conceptos que empleamos corrientemente en la vida y que excepto su menor precisión, son similares a los que elabora la ciencia de los fenómenos: “El gato de la ficción conceptual no nos hace conocer ningún gato singular como nos hace conocer un pintor o un biógrafo de gatos; pero en fuerza de tal nombre muchas imágenes que estaban dispersas, agregadas o fundidas en el cuadro complexivo en que fueron percibidas o imaginadas, se ordenan en series y son recordadas en grupos .34 ” La verdad es que tales seudo conceptos que constituyen nuestro caudal de recursos mentales para la economía de la vida, son como la oscuridad para los gatos respecto de la riqueza sustancial y de la variedad de matices que ofrece lo real existente. Así como en la oscuridad todos los gatos son pardos, estas representaciones externas y resumidas, de mero valor práctico-útil, dejan en la sombra todo lo que distingue esencialmente un ser de otro ser, todo lo que pone distancia y jerarquía, para indicar tan sólo el bulto, la masa, las diferencias indiferentes de más o menos . Repetimos que no estamos haciendo un cargo en contra de nuestra manera cotidiana de tratar con las cosas; tampoco en contra de la ciencia exacta y experimental que opera en el mismo plano y responde a la misma finalidad de                                                  34 Cf. BENEDETTO CROCE , Logica come scienza del concetto puro , 4ª Edizione, Bari, Gius. Laterza, 1920. 
uso que la percepción externa y la imaginación ordinaria; y a las cuales supera por la sistematización y exactitud de su conocimientos. Pero es una mirada que sólo atiende al partido que se puede sacar de las cosas y que se recorta sobre su faz aprovechable. Tal como ha precisado Bergson en su fino análisis de Materia y Memoria 35 , la percepción externa se determina en función de nuestra acción posible sobre el contorno físico y del contorno sobre nosotros. Lo mismo acontece con la dirección de la inteligencia científica que tiene en vista las posibilidades operativas de la mano sobre las cosas. La ciencia exacta y experimental de los fenómenos se fundamenta en esa unidad de la inteligencia discursiva y de los órganos motores, cuyo sentido explica tan ajustadamente J. Marechal, S: J., en el Cuaderno V de su trascendental obra El punto de partida de la Metafísica :  “La inteligencia participa, pues, en la función pragmática de las facultades inferiores, gracias a esa porción de ella misma que se adapta inmediatamente al fantasma, y que se puede llamar entendimiento . Bajo este aspecto limitado, la inteligencia no es más que una facultad de generalización de la experiencia sensible . Aplicada a los objetos cuantitativos, ella justifica los atributos que Bergson resumió en la fórmula bien conocida: nuestra inteligencia es «geométrica». Nosotros preferimos decir que el entendimiento función parcial de la inteligencia, es geométrica [...] Es necesario agregar que el entendimiento mismo, por la facultad de abstraer, ocupa un rango elevado en la jerarquía de los factores de acción. Su pragmatismo no es el de una facultad concreta, invariablemente predeterminada a una serie de usos exteriores (como el instinto); su indeterminación superior le deja, en el comando de la acción, juego y «souplesse 36 ». En tanto que una facultad orgánica es prisionera de los órganos que la sirven, el entendimiento mueve los órganos como otros tantos instrumentos , cuya esfera de aplicación toma, gracias a él, una amplitud indefinida; y por medio de estos instrumentos orgánicos, crea a su imagen, instrumentos exteriores, utensilios, que reflejan algo de su universalidad 37 ”  Los recursos de una técnica prodigiosa, al par que documentan los progresos de esa forma de ciencia que funda el poder instrumental del hombre, es el testimonio irrecusable de esa inteligencia que construye instrumentos generales de acción a que se refiere Marechal. El hombre dispone naturalmente de la razón y de las manos que son órganos de órganos, como enseña Santo Tomás, y por medio de los cuales puede elaborar innumerables instrumentos para usos innumerables. Claro está que la inteligencia pragmática que denominamos entendimiento , no se dirige a lo que es, a la esencia y al fin de lo real existente; ni se consuma en la contemplación de la Verdad que el hombre debe servir. Por el contrario, sólo se ocupa de aquellas verdades que son para usar y de las cuales nos servimos para la economía de la vida.
                                                 35 HENRI BERGSON , Matière et mémoire: essai sur la relation du corps à l’esprit , París, 1896. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor. 36 El autor ha preferido mantener el término del original francés, “souplesse” que puede traducirse como “flexibilidad”, “agilidad”, etc.  37 JOSEPH MARÉCHAL , Le point de départ de la Métaphysique , Cahier V, deuxiéme édition, Bruxelles, 1949. Livre II, Section II, Chapitre IV, § 2, p. 247.
El entendimiento, función parcial de la inteligencia, no se eleva hasta el concepto de los seres; tan sólo prepara ficciones conceptuales y simulacros de teorías. Su operación propia consiste en enumerar, calcular, clasificar, compendiar, esquematizar ; todo lo cual no importa un progreso de la multiplicidad hacia la verdadera unidad del ser, hacia la esencia pura; más bien, se trata de una regresión hacia la materia difusa e indeterminada, hacia la exterioridad extrema y absoluta. Se comprende que así sea puesto que la operación propia del entendimiento, en sus diversas aplicaciones, se gobierna invariablemente por el principio de la economía, cuya fórmula es obtener la mayor eficacia con el menor esfuerzo posible. Y el progreso se establece siempre en la dirección que lleva de una pala a una excavadora mecánica o de un pico a una perforadora eléctrica. Pero el hombre verdadero, ¿es el animal económico?, ¿es el homo faber ? El progreso de la humanidad, ¿es el que va de la edad de piedra hasta esta edad atómica, pasando por las edades de bronce, de hierro, del vapor y la electricidad? Y la educación verdadera, ¿es la que prepara al hombre para luchar con ventaja en la vida, la que forma al Robinsón de una economía individualista o socializada? Por lo pronto, será conveniente que meditemos un texto que transcribimos del Prefacio de la Primera Edición de la Lógica de Hegel, escrito en el año 1812, pero que mantiene la más estricta contemporaneidad en este año 1948 y que nos dará la clave para una respuesta adecuada a las cuestiones planteadas. “Así como se nota cuando en un pueblo, por ejemplo, se han hecho inservibles la ciencia de su constitución, sus maneras de pensar y de sentir, sus hábitos éticos y sus virtudes; así también se nota cuando un pueblo pierde su metafísica, cuando en su vida no tiene ninguna real existencia el espíritu que se ocupa de su propia y pura esencia. “La doctrina exotérica de la filosofía kantiana, esto es que el intelecto no puede sobrepasar la experiencia, puesto que de hacerlo se convertiría en aquella razón teórica que sólo produce sueños, ha justificado desde el punto de vista científico, la renuncia al pensar especulativo. A esta doctrina le salieron al encuentro los clamores de la moderna pedagogía; la urgente necesidad de los tiempos que dirige la mirada a la necesidad inmediata, proclamando que así como para el conocimiento la experiencia es lo primero, también para las aptitudes y habilidad en la vida pública y privada, perjudica considerar las cosas teóricamente; en el ejercicio y en la educación práctica está lo esencial y lo único que aprovecha. Mientras la ciencia y el intelecto ordinario se daban la mano para destruir a la metafísica, pareció producirse el singular espectáculo de un pueblo civil sin metafísica, análogo a un templo ricamente adornado pero privado de santuario 38 .” La inteligencia no es todo; pero es casi todo en el hombre. El menosprecio de la vida contemplativa y la sobreestimación de la praxis económica definen a nuestra época y al tipo de hombre que la representa.
                                                 38 Citado según la versión italiana: G. G. F. HEGEL , La scienza …, o. c., Volume Primo, p. 1, 2.

El entendimiento, función parcial, unilateral y subordinada de la inteligencia discursiva, orientada hacia lo exterior y sensible, ha pasado a ser el único y exclusivo hábito intelectual que se reconoce con validez objetiva . Y la ciencia exacta y experimental, producto del entendimiento, se ha convertido en el arquetipo y paradigma científico, en la única forma de saber que se estudia y se enseña en las escuelas públicas y propagan la prensa, la radio y el cine. Volvamos a preguntarnos si el sujeto de esta inteligencia mutilada y envilecida es el hombre verdadero. Nos parece que no; más bien nos inclinamos a pensar que asistimos a una gran depresión intelectual, a una lamentable disminución del tipo hombre. Enseña Platón que lo igual busca lo igual; hay una semejanza cierta entre aquello que somos y aquello que preferimos. Están a la vista las más secretas intenciones de nuestra alma, sus más profundas aspiraciones, los regustos que más nos complacen, reflejados en el espejo de la Idea del mundo y de la vida que adherimos y confesamos verdadera. ¿Quién de nosotros, por ejemplo, no suscribe esta tesis de Carlos Marx?: “El problema acerca de la verdad objetiva del pensamiento humano, no es un problema teórico sino práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y la fuerza, la terrenalidad de su pensamiento 39 ”  ¿Quién de nosotros, por ejemplo, no aprueba estas conclusiones de Engels?: “La refutación más contundente de estas manías, como de todas las demás manías filosóficas, es la práctica, o sea el experimento y la industria 40 ” ¿Quién de nosotros no ha escuchado cien veces y acaso repetido otras tantas, estas rotundas afirmaciones de Stalin?: “La ciencia se llama ciencia, precisamente, porque no tiene fetiches, porque no teme posar la mano sobre las cosas que han hecho su tiempo, que son viejas, porque aguza el oído a la voz de la experiencia, de la práctica. Si fuera de otro modo, no tendríamos ciencia en genera l 41 ” ¿Alguno de nosotros pone en duda siquiera, la validez de esta “definición” del hombre que debemos a J. Dewey, el pedagogo norteamericano más difundido de nuestros días? “El hombre es algo más de un ser que conoce. Es primariamente un ser que obra y hace y que debe hacer para vivir 42 ”  
                                                 39 Cf. KARL MARX , Tesis sobre Feuerbach , obra escrita en 1845 y publicada póstumamente en 1888. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor. Puede consultarse, entre otras, la versión española: KARL MARX y FRIEDRICH ENGELS , Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos , Grijalbo, 1970.  40 Cf. FRIEDRICH ENGELS , Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana , obra publicada en 1888. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor. Puede consultarse en español: FRIEDRICH ENGELS , Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana , Buenos Aires, 1975.  41 Cf. JOSIF STALIN, Discurso en la Primera Conferencia de Stajanovistas, celebrada en el Kremlin, en noviembre de 1935. Sin datos respecto de la versión consultada por el autor. Puede consultarse en español: JOSIF STALIN , “Discurso en la Primera Conferencia de Stajanovistas”, en JOSIF STALIN , Cuestiones de leninismo , Buenos Aires, 1947. 42 Cf. JOHN DEWEY , The sources of a Science of Education , New York, 1929. Puede verse la versión española de LORENZO LUZURIAGA : JOHN DEWEY.

 La ciencia de la educación , Buenos Aires, 1941. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor. 
El buen éxito, la eficacia práctica, la prueba de los hechos, el experimento logrado; he aquí el criterio absoluto de verdad, la pauta infalible para establecer la validez de un pensamiento sea cual fuere su objeto. Todos estamos convencidos y observamos religiosamente sus efectos; todos aprobamos que así sea y que es cosa definitivamente asumida por nuestra mentalidad de modernos, de hombres positivos, de hombres prácticos. Con todo, acaso nos perdamos el tiempo si reflexionamos sobre la probada eficacia del error y del mal, del engaño y de la traición en el orden humano, en la vida de las personas y de los pueblos. Ante las efectivas consecuencias que obran la negación y la contradicción en la realidad moral –personal, social, política, histórica- nos veríamos obligados a celebrar como legítimo, justificado y verdadero, el triunfo del error y de la iniquidad. Se nos ocurre que ese criterio de verdad y esos métodos de prueba tan acertados en la ciencia del mundo físico, resultan inadecuados y hasta monstruosos en la ciencia del mundo moral. ¿Habéis reparado, alguna vez, en que la raíz de las supremas victorias humanas está en ciertos fracasos totales, en ciertas derrotas completas? ¿No os sugiere nada el destino trágico, definitivamente irónico, de los héroes? ¿No habéis meditado nunca sobre las palabras finales de la Apología de Sócrates? 
SÓCRATES . - Pero ya es tiempo que nos retiremos de aquí, yo para morir, vosotros para vivir. ¿Entre vosotros y yo, quién lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios 43 . 
Si alguna incertidumbre nos sobrecoge; si alguna duda nos inspira nuestra mentalidad sólida y positiva de hombres prácticos, entonces ha llegado el momento de dejar que las inquietantes razones del divino Platón nos lleven, como niños asombrados y curiosos, hasta el Pritáneo donde Sócrates tiene su eterna morada, para rogarle nos enseñe, otra vez, los caminos reales de la Filosofía, la ciencia que prepara para saber morir. Acaso discurriendo los áureos caminos, lleguemos a comprender que la ciencia que prepara para la vida es más necesaria para atender a este animal de instintos fuertes y de necesidades apremiantes que también somos; pero que la Filosofía es mejor, la ciencia más libre y soberana porque tiene el cuidado del alma inmortal;  
SÓCRATES . - [...] y hay necesidad de cuidarla no sólo durante la vida, sino también para el tiempo que viene después de la muerte, porque si bien lo reflexionáis, es muy grave el abandonarla 44 .      
                                                 43 Apología , 42 a. 44 Fedón , 107 c
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