Andrés Carballo Rodríguez: La imaginación al poder… o por no poder…
SEDE Y JURISDICCIÓN IMAGINADAS
Hacía ya tiempo que no quería entrar en
este juego de prestidigitadores para encantar a imbéciles; pero esta vez
ya no he podido más con mi condición y me he visto obligado a salir de
nuevo a la palestra; porque lo que he leído últimamente va más allá de “Alicia en el país de la maravillas”, y creo que se ha instalado no muy lejos de los Montes Cárpatos de Transilvania.
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Muy probablemente, el irlandés Bram
Stoker no barruntó nunca que su novela, publicada en 1897, tomase tanta
relevancia a la altura de 2015…
Pues esta historia de los liberales, de
Putin, de Akita, de María Valtorta, de la jurisdicción de Roma
modernista, del “sedevacantismo” liberal, de la jurisdicción que sólo
Roma puede dar…, todo esto y muchas cosas más, ¡perdón! muchas
mentecadas más, serían las historias para no dormir.
No cabe ninguna duda, por cuestiones
cronológicas, claro, que Bram Stoker no las tuvo a su alcance, sino su
novela del Conde Drácula tal vez hubiese tenido otro desenlace, y muy
probablemente el remoto castillo del Conde Drácula no lo hubiese ubicado
en Transilvania, sino más al occidente de Europa, quizás en la parte
más extrema del ocaso.
Claro que la dificultad con la que se
hubiese encontrado Stoker habría sido que este drácula del siglo XXI no
tendría afinidad por la sangre: en este caso sería un chupacerebros, es
decir un libaenkéfalos, ¿por una deficiencia neuronal sintomática?,
probablemente sí.
Pero vayamos ya al quid de la cuestión: “Los
Papas Conciliares, ¿parecen haber sido abandonados por Nuestro Señor?
No, si Él paró que la pérdida de Fe de ellos fuese total”
Si analizamos esta frase en profundidad, vemos que el mitrado irretractable le
da la vuelta a la “tortilla” y resulta que no son los papas conciliares
los que han abandonado a Nuestro Señor. ¡Nooooo! podría parecer que
fuese Nuestro Señor quien los habría abandonado a ellos. Pero tampoco.
Él fue el que paró que no lo abandonasen del todo, es decir que les
permitió que les quedase un poquitito de fe.
¿Verdad que es para echarse a reír, si la cosa no fuese tan grave?
“La iniquidad de papas verdaderos que no dejan de destruir todo lo católico”. O
sea que: un inicuo, cuyo objetivo es destruir todo lo católico es
(agárrense fuertemente a la silla para no caerse) un papa verdadero, que
a su vez mantiene la jurisdicción, jurisdicción que sólo Roma puede
dar.
¿Fue
esa jurisdicción la que le permitió, sotto voce, la consagración de
otro comparsa para completar el dúo? Porque es muy raro, demasiado raro,
que no haya habido un pronunciamiento oficial de la Roma que solo puede
dar la jurisdicción, de la excomunión latae sententiae que llevaría
aparejada la consagración episcopal sin la autorización que solo Roma
podría dar porque solo Roma tiene la jurisdicción.
El sufragáneo irretractable más tarde nos
hace mención de Monseñor Lefebvre para decirnos que nunca aceptó el
sedevacantismo; pero claro, nos habla de la “época de las cavernas”,
1976.
Casi cuarenta años después de haber pasado tal cantidad de agua bajo el puente, no hay otro argumento.
Pero yo le voy a dar unos cuantos más.
Cuando uno se llena la boca poniendo de
ejemplo a Monseñor Lefebvre, habría que plantearse estas cinco
preguntas. Después de las consagraciones episcopales de 1988:
1ª) ¿Habría aceptado y
defendido Monseñor Lefebvre el peyorativo y odioso Motu Proprio del 7 de
julio de 2007 que dio carta de soberanía a la misa de Paulo VI y redujo
a un plano inferior a la Misa de siempre, y que para mayor desfachatez
afirma que las dos representaban la misma fe?
2ª) ¿Habría pedido,
aceptado y agradecido Monseñor Lefebvre, el levantamiento de las
inexistentes excomuniones de enero de 2009, con un Magnificat incluido?
3ª) ¿Habría aceptado Monseñor Lefebvre la farsa de las discusiones doctrinales?
4ª) ¿Habría tolerado Monseñor Lefebvre “la preciada regularización que solamente Roma tiene el poder de otorgar”?
5ª) En el hipotético
caso de que Monseñor Lefebvre hubiese “metido la pata” como el 5 de mayo
de 1988 (porque “errare humanus est”) en alguno de los cuatro puntos
anteriores, ¿no habría tenido la valentía, y por qué no decirlo la
humildad, de retractarse para no culminar con la frase de Séneca: “sed
perseverare diabolicum”?
Pero quiero además, ya que el
irretractable metropolitano se empeña en citar a Monseñor Lefebvre de
una manera sesgada, citar yo varias frases del celebérrimo Arzobispo,
que tuvo la desgracia de no tener pupilos a su altura, donde de manera
diáfana deja bastante clara la posibilidad de la sedes vacantis. Citas
con bastante posterioridad a la cacareada anteriormente por el
irretractable ordinario:
Sermón del Domingo de Pascua del 30 de Marzo de 1986 en Ecône: (10 años después de la cita dada) Nos
encontramos verdaderamente frente a un dilema gravísimo, que creo no se
planteó jamás la Iglesia; que quien está sentado en la Sede de Pedro
participe en los cultos de los falsos dioses; creo que esto no sucedió
jamás en toda la historia de la Iglesia. ¿Qué conclusión deberemos quizá
sacar dentro de unos meses ante estos actos repetidos de comunión con
los falsos cultos? No lo sé, me lo pregunto; pero es posible que estemos en la obligación de creer que este Papa no es papa. No quiero decirlo aún de una manera solemne y formal, pero parece, sí, a primera vista, que es imposible que un Papa sea hereje, pública y formalmente.
Conferencia dada en Ecône el 15 de Abril de 1986: (10 años después del cacareo) ¿El
papa es papa cuando es hereje? ¡Yo no sé, no zanjo! Pero pueden
plantearse la cuestión ustedes mismos. Pienso que todo hombre juicioso debe
plantearse la cuestión. No sé, entonces ahora, ¿es urgente hablar de
esto?… Se puede no hablar, obviamente… podemos hablar entre nosotros,
privadamente, en nuestras oficinas, en nuestras conversaciones privadas,
entre seminaristas, entre sacerdotes… ¿Es necesario hablar a los
fieles? Muchos dicen: no, no habléis a los fieles, van a escandalizarse,
eso va a ser terrible, eso va a ir lejos… Bien, les dije a los
sacerdotes en París cuando los reuní, y luego a vosotros mismos ya les
había hablado, les dije: pienso que, muy suavemente, es necesario, a
pesar de todo, esclarecer un poco a los fieles. No digo que sea
necesario hacerlo brutalmente y lanzar eso como condimento a los fieles
para asustarlos… no, pero pienso que, a pesar de todo, es una cuestión
de fe. Es necesario que los fieles no pierdan la fe.
Pueden ver otros textos, publicados el 25
de marzo próximo pasado en Radio Cristiandad. Podría citar muchos más
sermones de Monseñor Lefebvre, donde hace una clara alusión a la
posibilidad real sobre el sedevacantismo; y podría seguir llenando
páginas y más páginas analizando las mentecatadas del irretractable,
pero imaginen a Monseñor Lefebvre en la tesitura de 2015 y con Bergoglio
en Roma.
Creo que no haría falta tener mucha
imaginación, mucha menos, por supuesto, que la que tiene el propulsor de
Akita, de María Valtorta, ¡y de Putin!, próximo “Cid Campeador” del
siglo XXI.