FRANCISCO ECHA A DIOS Y PONE AL HOMBRE EN EL CENTRO
Tápense los oídos…
“El vídeo del papa” del mes de septiembre constituye una clara renuncia pública a la fe católica… por acción y por omisión.
Se
sabe que este emprendimiento audiovisual lo promueve el publicista
argentino Juan Della Torre junto con los jesuitas y otros organismos
humanitarios. ¿Qué amplitud de difusión tiene y qué repercusiones
recoge? ¿Será del tipo de los millones que siguen a Bergoglio por
twitter o instagram? No se sabe; y si algún día nos lo dicen,
probablemente será inflado. Porque no se mide con precisión si esos
“seguidores” son favorables, neutrales u opositores.
El
tono del vídeo no es propio a amonestar a fieles católicos sino más
bien a satisfacer a personas mundanas que no viven en los horizontes de
la fe. En todo caso, por las particularidades de su presentación, el
lanzamiento de un tal mensaje no parece venir de quién se dice el
Vicario de Cristo en la Tierra sino de otra galaxia. Sí, y veamos por
qué.
En
el texto, el sonido y las imágenes, Dios y su Iglesia están totalmente
ausentes. Como en videos de meses anteriores, no aparece ningún símbolo
religioso. ¿Es el Sucesor de San Pedro que está hablando? La cruz
pectoral está cuidadosamente escondida; la sustituye un micrófono.
La
figura de Francisco no es la de un padre ni la de un pastor. El tono de
voz es monótono. La expresión del rostro es sombría y antipática. La
música por momentos toma aires patéticos, sin una nota de esperanza que
levante el ánimo. Es una música de esas películas que en su día fueron
de vanguardia pero que ya se volvió anticuada.
Las
imágenes que ilustran el mensaje ateo son lo más vulgares que se pueda
suponer: máquinas, fábricas, movimientos mecánicos y obreros que esbozan
sonrisas forzadas de actores, hechas para las cámaras. Es un mensaje
reduccionista, como si la crisis a que apuntan las palabras no abarcase
todos los campos de la vida humana. Aquí solo se patentiza el trabajo
industrial, nada de la vida de campo, de la familia, ¡de la vida de la
Iglesia o de la parroquia! Nada. Es una filmación de tipo sindicalista
ideada por una mentalidad peronista que es, como se sabe, el credo
político del disertante.
Evidentemente
a las personas de mentalidad bergogliana nada de esto les choca y les
parece normal. Gracias a Dios, no todas las personas son iguales ni
piensan del mismo modo. Francisco, como Obispo de Roma, debería hablar a
todas las iglesias, y no tan solo a la de los padres villeros del
conurbano bonaerense.
Lo
peor, hay que decirlo con dolor, es la “enseñanza” que trasmite y el
apelo que se hace. Se diría que aquí ya no nos habla tanto un
sindicalista sino más bien un rotario, que, además, lo es, según el propio Rotary Club de Buenos Aires.
“La humanidad vive una crisis (….) humana”.
Esta
“evidencia” omite la causa principal de la crisis que debería ser
apuntada y no lo es: el vacío de Dios. O, en otras palabras, la
generalización del pecado.
“Cuando hablamos de crisis, hablamos de peligros pero también de oportunidades”.
Peligros
y oportunidades que dejan de lado, una vez más, a la causa que genera
la crisis y a la solución que la repara. Es otra banalidad sin
consecuencia.
“La oportunidad es la de ser solidarios”.
En
la cosmovisión cristiana de la crisis actual, la oportunidad es a
rectificarse de los errores e iniciar un camino de conversión, mediante
la oración y la frecuencia de los sacramentos; eso es lo que siempre
aprendimos y que estas aseveraciones políticamente correctas no nos
harán renunciar. Francisco nos propone como remedio otra cosa, la
solidaridad, un valor al fin y al cabo humano, sí, pero aconfesional y
del gusto de todo el mundo, como los principios de libertad, igualdad y
fraternidad que, en la práctica, fueron tan antisolidarios.
“Vení, ayudame… para construir una sociedad que ponga al centro la persona humana”.
El
argentinismo “vení, ayudame” puede llegar a pasar, pero su concepción
personalista no. Aquí no escuchamos más a un sindicalista ni a un
rotario sino a un filósofo que, contrariamente a lo que predica,
transforma la religión en ideología.
Es
la civilización del hombre la que Francisco quiere construir con su
vídeo. Pues bien, el hombre no es la causa ni el fin de la creación.
¡Sólo nos faltaba un obispo de Roma antropocéntrico que empuja a Dios de
su lugar y se sienta en su trono! El humanismo de hace quinientos años
desplazó, tristemente con el apoyo de algunos papas, el pensamiento
medieval y la concepción escolástica de la sociedad. El personalismo
presentado sin matices en este vídeo por Francisco, contesta lo que la
doctrina católica, inclusive en su vertiente social, nos viene enseñando
desde hace más de un siglo.
Al ver un video demoledor como este, uno se pregunta ¿qué quedará de pie cuando Francisco pase a mejor (o a peor) vida?
Un sacerdote argentino, para el Denzinger-Bergoglio