EL SECRETO DE LA SALETTE
APARICION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LA SALETTE
El
19 de septiembre de 1846 se apareció la Santísima Virgen en La Salette
(Francia), a dos pastorcitos naturales de Corps: Melanie Calvat de
quince años, y Maximin Giraud de once. La Santísima Virgen les confió un
secreto, unas advertencias para los tiempos venideros: “el secreto de
La Salette.”
MELANIE
CALVAT provó en varios conventos, no fué admitida a los votos
perpetuos. Melanie, estigmatizada y bajo constante dirección espiritual
del obispo de Lecce, un virtuoso varón, murió en Italia, el 14 de
diciembre de 1904, a los 73 años de edad. MAXIMIN GIRAUD quiso estudiar
teología, después medicina. Fué siervo papal; murió en su patria a los
38 años de edad.
La
Aparición de La Salette fué aprobada oficialmente por el obispo de la
Diócesis, y reconocida por S. S. Pío IX.
El 19 de septiembre de 1851,
(quinto aniversario de la aparición), Monseñor Filiberto de Bruillard,
Obispo ordinario de la diócesis de Grenoble (Francia), a la que
pertenece la aldea de La Salette, publicó un decreto en el que entre
otras cosas, dice: «Juzgamos que la aparición de la Sma. Virgen a dos
pastores el 19 de septiembre de 1846, en la parroquia de La Salette,
arciprestazgo de Corps, (Grenoble, Francia), presenta todas las
características de verdadera y los fieles tienen fundamento para creerla
como indudable y cierta. Aumenta la certeza el concurso inmenso y
espontáneo (de gentes) al lugar de la aparición, así como multitud de
prodigios, de los cuales es imposible dudar sin ir contra las reglas del
testimonio humano. (…) Por tanto prohi-bimos a los fieles y sacerdotes
de nuestra Diócesis hablar públicamente o escribir en contra del hecho
que hoy proclamamos.»
El
24 de agosto de 1852, Su Santidad Pío IX, concedió que fuera
privilegiado el Altar Mayor del templo de La Salette; el 7 de septiembre
fundó la Asociación de Nuestra Señora Reconciliadora de La Salette. La
Hermadad Misionera de La Salette, los SALETINOS, cuyos frutos fueron y
son muy provechosos para la Iglesia y para las Misiones. León XIII elevó
el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de
“Nuestra Señora de La Salette”, efectuada por el Cardenal de París, el
día 21 de Agosto de 1879. Nuestra Señora reveló en La Salette dos
secretos, uno a Melanie y otro a Maximin. El secreto dado a Melanie
constituye lo que comúnmente se conoce como el”el Secreto de la
Salette.” Un extracto del mismo fué publicado en 1879 por Melanie, con
imprimatur del Obispo de Lecce, – Italia.- En 1922 se dió a conocer el
texto completo, con Licencia del Rvdo. Padre Lepidi O.P., Maestro del
Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo
Oficio, (la Congregación de la Fé.)
EL SECRETO
«Melanie,
esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes
publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los
Sacerdotes…, por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al
celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a
los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los
Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los
sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y
mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas
consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la
venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore
misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni
persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del
mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los
habitantes de la Tierra…! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá
sustraerse a tantos males juntos. ¡Los jefes, los conductores del Pueblo
de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha
oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes
que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios
permitirá a la serpiente antigua poner divisiones entre los soberanos,
en las sociedades y en las familias. (…) La sociedad está en vísperas de
las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se
verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz
de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el soberano Pontífice
Pio IX, no salga ya de Roma después del año de 1859; pero que sea firme y
generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con
él. (…) Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo
del Señor de los Señores. (…) La sangre correrá por todas partes. Las
Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán
perseguidos.(…) Muchos abandonarán la Fé, y el número de Sacerdotes y
religiosos que se separarán de la verdadera religión será grande. Entre
estas personas se encontrarán incluso Obispos. Que el Papa se ponga en
guardia contra los obradores de milagros, pues llega el tiempo en que
los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires.
(…) Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno;
abolirán la fe, aún entre las personas consagradas a Dios. (…) Muchas
casas religiosas perderán completamente la fe y perderán a muchísimas
almas. Los malos libros abundarán en la Tierra y los espíritus de las
tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo
lo relativo al servicio de Dios. Habrá Iglesias para servir a esos
espíritus. (…) ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado
únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y dominar
con orgullo!
El
Vicario de Mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la
Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las
tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la
santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser
superior a sus semejantes. (…) El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré
con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán
muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él
ni su sucesor verán el triunfo de la Iglesia de Dios. Los gobernantes
civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer
todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo,
(…) a toda clase de vicios. Que los que estén al frente de las
comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque
el demonio usará toda su malicia para introducir en las órdenes
religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el
amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra. Francia,
Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por
las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el
italiano… habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún
tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio
de Cristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su malicia.
Al primer golpe de su espada fulminante las montañas y la naturaleza
temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los
hombres traspasan la bóveda de los Cielos. París será quemado, y
Marsella engullida; varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas
por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que
homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos
sufrirán mucho, sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán
hasta el Cielo, y todo el Pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e
implorarán su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de
justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles
que destruyan a todos sus enemigos. Los perseguidores de la Iglesia de
Cristo y los hombres dados al pecado perecerán de golpe, y la Tierra
quedará como un desierto.
Entonces
será la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será
servido, adorado y glorificado. La caridad florecerá en todas partes.
Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será
fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de
Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres
harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros
de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios.» (…)
(Las profecías de La Salette no parecen haber sido dictadas en orden sucesivo, no son correlativas. Continúa:)
«La
Tierra será castigada con todo género de plagas. Habrá guerras, hasta
la última que la harán los diez reyes del anticristo, los cuales tendrán
todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán al mundo. Antes
que eso suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se
pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase
de pecados; pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis
verdaderos imitadores, creerán en el amor de Dios y en las virtudes que
me son más queridas. Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu
Santo, Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la
edad. La naturaleza clama venganza contra los hombres, y tiembla de
espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra encharcada de
crímenes. Temblad Tierra, y vosotros que hacéis profesión de servir a
Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismos, ¡temblad!,
pues Dios va a entregaros a sus enemigos, porque los lugares santos
están en la corrupción. Muchos conventos no son ya casa de Dios, sino
pastizales de Asmodeo. Durante este tiempo nacerá el anticristo… Hará
prodigios y no se alimentará sino de impurezas. … Se cambiarán las
estaciones… Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no
reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en
el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos.
ROMA
perderá la Fé y se convertirá en la sede del anticristo. Los demonios
del aire, con el anticristo, harán grandes prodigios en la Tierra y en
los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará de sus
fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será
predicado por todas partes. Todos los pueblos y todas las naciones
conocerán la verdad.
Hago
una apremiante llamada a la Tierra, llamo a los verdaderos discípulos
del Dios que vive y reina en los Cielos, llamo a los verdaderos
imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero salvador de los
hombres. Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me
han consagrado a fin de que los conduzca a mi Divino Hijo, los que
llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido de mi
espíritu. Finalmente… Llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos. Los
fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del
mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en la oración y en
la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios. En el
sufrimiento, y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a
iluminar la Tierra: Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con
vosotros y en vosotros, con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine
en esos días de infortunio. … Luchad hijos de la luz, vosotros pequeño
número… pues ya está aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.
La Iglesia se oscurecerá, el mundo quedará consternado. Pero he ahí
ENOC y ELÍAS, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de
Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas
serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu
Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo. ¡Ay de los
habitantes de la Tierra…! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y
enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso… …
Tempestades que destruirán ciudades, terremotos que engullirán países;
se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los
muros, llamarán a la muerte. … La sangre correrá por todas partes.
¿Quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por
la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos, Dios se dejará
aplacar. Enoc y Elías serán muertos. ROMA pagana desaparecerá, caerá
fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero estará
preso del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al
verdadero Cristo, que vivía entre ellos. Ha llegado el tiempo. l sol se
oscurece, solo la fé vivirá. Aquí está el tiempo. El abismo se abre. He
aquí el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus
súbditos, llamándose el salvador del mundo. Se elevará con orgullo por
los aires para subir hasta el Cielo. Será sofocado por el soplo de San
Miguel Arcángel. Caerá. Y la Tierra, que llevará TRES DÍAS en continuas
evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego. Será hundido para siempre,
(el anticristo), con todos los suyos, en los abismos eternos del
infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las
obras del orgullo de los hombres y todo será renovado. Dios será
servido y glorificado.»
Los
hechos referidos en el secreto de La Salette no parece ser dictados en
orden sucesivo, no podemos entenderlos en forma cronológica. A veces se
repite lo que se dijo anteriormente. ( “Estilo cíclico”, característica
Apocalipsis de San Juan.) Se habla del triunfo definitivo de la Iglesia,
después del Juicio de las Naciones o purificación de la humanidad, en
el que todo será renovado y habrá entonces un solo rebaño y un solo
pastor. También se habla del nacimiento y de la actuación del
anticristo. Referirse al anticristo es llegar al máximo grado de
apostasía universal. También hace referencia a los dos testigos, que
condenarán los errores del anticristo y exhortarán al mundo a hacer
penitencia. Testigos que al final serán vencidos y muertos. ( Apoc. cap.
XI.) Algunas profecías ya se han cumplido:
A.-Que
el Papa no saliera de Roma después de 1859, año a partir del cual,
vencida Austria, querían que el Papa abandonase Roma para conseguir la
unidad italiana.
B.-La
profecía de Napoleón también se cumplió al pie de la letra: cayó “sobre
la propia espada de la cual quería servirse para obligar a los pueblos a
ensalzarlo”; esa fué Prusia, de ella se sirvió para debilitar a
Austria, la potencia católica. etc.
El
punto central del mensaje de La Salette es que: 1.- “Vendrán una serie
de castigos y catástrofes…”, Por causa (o producto), de los pecados de
los hombres. 2.- “Muchos sacerdotes se apartarán de la sana doctrina.”
Una triste realidad hoy en día, de la que nosotros tenemos mucha culpa
por no haber rezado suficientemente por ellos. Y ahora satanás ha cegado
las inteligencias de muchas almas consagradas.) 3.- “Muchas casas
religiosas se apartarán de la verdadera fe.” Vivimos en un desconcierto
doctrinal sin precedentes. Nuestra Señora hace referencia al anticristo,
y que Roma perderá la fe y se convertirá en su sede. (Afirmaciones que
no chocan con lo revelado en la Sagrada Escritura.) Dios permitirá a
Satanás tentar a los hombres y al mundo y éste llegará al caos, al
desorden y la desesperación. Y por un acto de su justicia y su
misericordia mandará purificar y renovar al mundo, y a su Iglesia, y la
vida en la Tierra continuará con aquellos hombres justos y orantes que
supieron estar vigilantes a los mensajes marianos y al espíritu
cristiano, y vendrá entonces, -como está profetizado-, el reinado de los
Sagrados Corazones de Jesús y de María.
La
Santísima Virgen clarifica en La Salette los Últimos Tiempos, y hace
una llamada a los verdaderos imitadores de su Hijo, a los “Apóstoles de
los Últimos Tiempos”, que ayudarán al triunfo definitivo de Jesucristo,
con Paz y reconciliación de Dios con los hombres, cuando la Santa
Iglesia será piadosa, fuerte, humilde e imitadora de las virtudes de
Jesucristo. Según la tesis de que estamos en los ULTIMOS TIEMPOS, el
“Final de los Tiempos”, (no el fin del mundo), y que una purificación
dará lugar a la conversión de los judíos y del mundo, lo fundamental del
Secreto de La Salette, referido a la época actual, es “LA GRAN
APOSTASIA” denunciada ya por Pablo VI: “el humo del infierno se ha
infiltrado en la Iglesia”.
Con
una especial responsabilidad del clero. Una crisis espantosa de la
Iglesia, una persecución religiosa, y castigos apocalípticos; castigos
también anunciados en Fátima, y en otras apariciones: “Varias naciones
serán aniquiladas…”
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«En
cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que no creer en
ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz de
que creiste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser
falsas, tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas,
porque creiste que eran verdad.» (Papa Urbano VIII, 1636 )
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