Luteranos de corazón –
Fray Gerundio de Tormes
No
sabría describirlos adecuadamente. Me recuerdan a aquellos de los que hablaba
el Señor cuando decía que quien miraba a una mujer deseándola, ya había
adulterado con ella en su corazón. En aquellos tiempos, todavía no se había
publicado la Amoris Laetitia y las cosas eran más estrictas. Bueno, el caso es
que cuando yo veo a tantos y tantos mirando con el rabillo del ojo el
protestantismo, regodeándose en sus virtudes y maravillas, ensimismándose con
la doctrina y personalidad de ese benefactor de la Humanidad que fue Lutero, se
me hace fácil la analogía con las palabras del Señor: Ya se hicieron
protestantes en su interior, ya se protestantizaron en su corazón. El que mira
el luteranismo deseándolo, ya se unió a él en su corazón.
Tenemos
entre los miembros de nuestra Jerarquía muchos socios del Club del Embobamiento
Luterano. Socios de Honor. Han hecho lo posible y lo imposible por
protestantizar la Iglesia en muchas cuestiones graves. Pero han conseguido que
en el día a día de los fieles llamados católicos, se haya introducido el
protestantismo como quien no quiere la cosa. Sin enterarse. Si ahora mismo
hiciéramos una encuesta sencilla, -entre los que nos rodean-, sobre la doctrina
católica, nos llevaríamos una sorpresa. Hay muchos luteranos entre los catequistas,
ministros sin ordenar y ministros ordenados, monjas sin toca y monjas
retocadas. Hasta el pueblo ha llegado el olor a oveja que han diseminado los
malos pastores.
Casi
se podría decir que entre el pueblo fiel, excepto la devoción a la Virgen que todavía
existe en pueblos y villorrios, se suele pensar que lo importante es la fe y
las obras sirven de poco, que la Biblia la puede interpretar cada uno a su
antojo, que la Iglesia católica no es la única verdadera, que los sacerdotes
son meros representantes de los laicos, que la Misa es una Cena, que la
Eucaristía es un símbolo de Cristo pero nada más, que los curas y frailes estarían mejor
casados, etc, etc.
Estas
gentes han sido adoctrinadas durante los últimos cincuenta años por teólogos,
párrocos y jerarcas que ya no creían en las verdades católicas y habían llegado
a ser protestantes de corazón. Recuerdo a un fraile compañero mío que comenzó a
explicar a los novicios la Historia de la Reforma y fue avanzando con tanto
brío, que al final él mismo se reformó y se hizo protestante contra todo lo que
oliera a doctrina católica.
Si
el problema lo podemos ilustrar desde abajo, no hablemos de lo que tenemos
arriba. Ya he dicho que los doctores y teólogos fueron los primeros en cabeza.
Aunque -todo hay que decirlo-, hubo también quienes se negaron a seguir
semejante locura. Pero hemos tenido que sufrir en los cincuenta años
precedentes gran cantidad de lobos rapaces que andaban encandilados con Lutero.
Y ahora son multitud. Desde aquel Cardenal Bea (jesuíta por cierto), con su
decreto de ecumenismo vaticanosegundista hasta los cardenales actuales, joyas
del embobamiento por Lutero y sus hijos espirituales, hay sólo un paso. Y si
Juan Pablo II besó el Corán, pues entonces a los escritos de Lutero habrá que incensarlos
con toda solemnidad, digo yo. Koch, Schöborn, Marx y muchos otros capelos
germánicos, han arrastrado también a capelos anglosajones, yanquis y
mediterráneos por esta vía maravillosa del ecumenismo memo, que es ese
ecumenismo que consigue que los propios se pasen al bando contrario, tras
escuchar una predicación en la que se ensalza el bando contrario.
En
estos días lúcidos que vivimos, tenemos el impulso de Francisco como carnet de
pedigrí del encantamiento por Lutero. Próximamente se celebrará el 500
aniversario de la división y destrucción de la Cristiandad. Se celebrará
ensalzando y ponderando las virtudes de quien la hizo posible. Y muchos
católicos tan campantes. Y muchos obispos, tan encantados de la vida. Y
Francisco, a Suecia. Merece la pena un viaje para honrar y festejar a uno de
los mayores ultrajadores, insolentes, profanadores, deslenguados y
despotricadores contra la Santa Madre Iglesia. Destructor de los Sacramentos y
de la Santa Misa.
Para
Francisco, Lutero fue un hombre bueno. Un reformador
de las malas costumbres de aquellos papas renacentistas totalitarios que no
gobernaban sinodalmente como se hace ahora (ejem). Aquella Roma corrupta, y no
la Roma de ahora (ejem). En la que se vendían las indulgencias, no como ahora
en la que se venden las nulidades matrimoniales (ejem).
Habría
para escribir un libro. Ya comenté
algo cuando se dio la magna noticia. Eso era en aquel lejano enero de 2016.
Mucho ha llovido desde entonces, en este Pontificado tan lleno de sorpresas. No
se canonizará oficialmente a Lutero en Lund, pero se ejemplificará la Reforma
Luterana como algo necesario y bueno para la Cristiandad. Pobre Jorge Bergoglio
cuando tenga que explicar esto en algunos Tribunales de los que nadie se puede
burlar. Y pobrecitos los luteranos de corazón que le acompañan en la Comparsa
Herética. Lucharemos por la paz juntos, venceremos a la pobreza juntos, y
haremos desaparecer el catolicismo juntos.
Menos
mal que después, llegará Nuestro Señor.
Visto
en: Fray Gerundio de
Tormes
Nacionalismo Católico San Juan Bautista