martes, 13 de septiembre de 2016

"Y en el mismo lodo, ¡todos manoseaos!" Por Manuel FERNÁNDEZ ARROJO

Publicado Por Revista Cabildo Nº 118
Mes de Agosto 2016-3era.Época

NACIONALES



Manuel FERNÁNDEZ ARROJO


 "Y en el mismo lodo, ¡todos manoseaos!"
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Los viejos tangos, que no fueron contaminados con la procacidad de los que nos le­gó y está legando el modernismo, "tienen un no sé qué... ¿viste?"
Quizás, con un poco de esfuerzo, no resulte tan difícil descubrirlo, al menos para aquellos que ya hace muchos años portamos canas y tuvimos el guiño del Señor para na­cer en Pompeya. Claro, en la Pompeya de antes; que estaba "identifi­cada" -diríamos hoy con castiza pureza-, por gallegos y tanos laburantes, por criollos más o menos apegados al yugo y, por supuesto, por algunos conocidos "amigos de lo ajeno". Pero esto último, tam­bién era importante, conocer a los malandras. ¡Pobre de la sociedad que no los llega a distinguir! ¡Menu­das sorpresas se va a llevar! Nos atrevemos a imaginar que sería tan complejo como no alcanzar a dis­tinguir a las meretrices de las muje­res que no lo son. Debe ser muy fá­cil... ¿o no?

En otras palabras: "siempre ha habido chorros". Pero antes eran "junados".

Ahora la cosa parece más com­pleja, ya que los malandrines han crecido exponencialmente en canti­dad y status social. Hoy cuesta más diferenciar lo que es "un afano", de lo que es "un buen negocio". Ya no sólo es una cuestión cuantitativa, también es cualitativa. Señores, seamos realistas, no es lo mismo un arrebatador de barrio que empresa­rios como Cristóbal López o Lázaro Báez (nos cuesta sí, ubicar en esas categorías, especialmente en la se­gunda, al ex vicepresidente Amado. .. ¿quizás un "punga"?). O acaso vamos a aceptar que "¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un la­drón!" ¡De ninguna manera!

Fíjense, por ejemplo, el ímprobo trabajo que le está costando al pre­sidente Mauri Macri lograr que se juzgue y condene a los malvivientes que durante una década asolaron las arcas públicas sin límite alguno. Ni las limpiezas energéticas en las que se prodigó le han permitido ejercer los poderes del súper héroe que sus votantes le asignaron.

¿Y qué es lo que impide este decidido acto de justicia? ¿O acaso alguien, de buena fe, puede creer que la fortuna declarada -entiénda­se bien; declarada, ¿se entiende?-por la familia Kirchner es fruto de la austeridad y el ahorro? O que un empleado bancario como don Lá­zaro Báez pueda tener más de 250 propiedades y cada día le aparecen más, como a los alimentos natura­les? ¿O que el chofer y el jardinero del ex matrimonio presidencial ha­yan mutado en poderosos empresa­rios por haber trabajado horas extras? ¿O que Hebe de Bonafini, Milagro Sala, Sergio Schoklender y sabe Dios cuántos más, hayan ma­nejado honestamente millones y millones de pesos de los argentinos?

¿O que Cristóbal López sea pro­pietario de infinidad de casinos, medios de comunicación masivos, bancos, etc., etc., etc, por sus solas cualidades empresariales? ¿O que Julio de Vido y Ricardo Jaime no hayan estado presentes en varios de los negociados, alguno de los cuales llegó a costar muchas vidas de ar­gentinos? Y la lista de preguntas sigue y sigue.

Pero, si así de grave es la cuestión, ¿quién lleva al ministro Garavano a pedir "prudencia" a los jueces federales? (Varios de los cuales militan orgullosamente en el "Movimiento Nacional Oficialista", otra en la nostalgia de la década anterior y alguno al que debiendo haber sido echado y encarcelado, se le aceptó la renuncia y hoy menea su lisonjera cola en bailes sindicales). ¿Cuál la preocupación del ministro ante posibilidad que la ex presidenta vidte la "sórdida gayola"? ¿O acaso juzgamiento de las tropelías no en una de las promesas del Hood Robin Mauricio?

Pero, a poco de intentar désenrollar esta madeja, comienzan aparecer indicios, variados y concurrentes,  a  contrapelo  del  nuestro Código Civil y Comercial, de que  hay sociedad sino es de dos.   Efectivamente, baste recordar el interés denunciado a los cuatro vientos, Laura Alonso, titular de la Oficina Anticorrupción, de hacer público contrato  suscripto  entre  YPF Chevron que, por otra parte, ya la Corte había ordenado, sin suerte su publicidad. Poco después de asumir cambió 180 grados su discurso manifestó haber visto el contrato que estaba todo bien. Juicio que nos despierta muchas inquietudes pues Alonso no es ni abogada, economista y mucho menos acreditó ser experta en cuestiones energéticas. ¡Y como fin de fiesta, el señor Galludo se retiró de la petrolera estatal con la friolera de 72 millónes de pesos!   ¿En El Calafate habrá brindado con champagne, como hicieron cuando se privatizó, ver­gonzosamente, YPF -que fuera la empresa de mayor facturación de América Latina-, durante el opro­bioso menemismo?
Pero hay datos más concretos y alarmantes; por ejemplo, que el contador -no público, sino de dine­ro- Lázaro Báez, sería un virtual socio del señor Angelo Calcaterra, a la sazón, primo del actual presiden­te y asiduo beneficiario de la obra pública en tiempos del kirchnerismo. Algunos medios consideran y la realidad parece confirmarlo, que la petulancia postural del señor De Vido -vinculado a una decena de causas de corrupción-, tiene sólidos basamentos: un pacto con el macrismo, impunidad a cambio de no recordar los "negocios" de Calcate­rra y de Nicky Caputo en la "década ganada".

Y hablando de Caputo, debemos recordar la moralizadora frase que citó el propio Mauri: "Yo le dije, ahora Nicky se acaba­ron los contratos con el Es­tado". Lo que no sabemos es si eso se lo dijo antes o des­pués que el actual gobierno le adjudicara una obra en la Comisión Nacional de Ener­gía Atómica -licitación N° 129/15-, por apenas 800 millones de pesos. Pero a no alar­marse, esta duda será revelada, seguramente, ahora que Caputo vuelve a integrar la "mesa chica" en el asesoramiento presidencial (si es que alguna vez dejó de integrarla).

Dudas parecidas nos genera la actitud con el señor Cristóbal Ló­pez. Está fuera de sospechas y ha sido saludable a la vida republicana, que se haya estigmatizado el trata­miento por parte del señor Echegaray, de la deuda de 8.000 millones de pesos que el laborioso López mantenía con la AFP. Pero nos vi­no a la memoria que, no hace tan­to, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, con el voto del kirchnerismo y del macrismo, le condo­nó a don Cristóbal una deuda tribu­taria de 2.000 millones de pesos. ¿Algo no se entiende, no? O quizás encuentre alguna explicación, si tenemos en cuenta que las actuales autoridades de la AFP le han conce­dido generosos planes de pago al inescrupuloso empresario.

Y ya que hablamos del señor Echegaray, creemos recordar que tenía una muy buena relación con Mauricio, al punto de haberse consi­derado, muy seriamente, su conti­nuidad en el organismo recaudador. ¿La habrán acordado en los periódi­cos almuerzos que tenían hasta diciembre de 2015? Vaya uno a sa­ber.

Pero no todas deben ser críticas que desalienten las esperanzas de los argentinos. Veamos, por caso, lo ocurrido en Lanús. Grindetti, el candidato de Cambiemos, se impu­so al señor Julián Alvarez, conspi­cuo integrante de La Cámpora que llenó de una legión partidaria -tan inoperantes como él-, al Ministerio de Justicia, del cual era Secretario y promovió, sin suerte, la candidatura de su esposa como jueza provincial, insistiendo y haciéndola superar etapas a pesar de su supino desco­nocimiento del derecho que quedó evidenciado en los exámenes. Y para los detractores de siempre, para aquellos que hurgan maliciosa­mente en la búsqueda de debilida­des, les decimos que, desde el mes de marzo de 2016, el señor Grindetti no se encuentra más en la lista de buscados por la Interpol por defrau­daciones en Brasil. ¿Está claro? Eso sí, pensamos que lo estaba cuando manejaba las finanzas de la Ciudad de Buenos Aires.

Podríamos y quizás, deberíamos seguir, pero ya tenemos en claro que "¡Todo es igual!, ¡nada es me­jor!"

Y otra vez nos invade "Cambalache". ¡Qué cosa "Cambalache"! ¿Se acuerdan?: "los inmorales nos han igualao". Y hablando de in­morales, en el gobierno anterior, las diputadas Di Tullio y Norma Conti, estaban ansiosas por legalizar ese homicidio agravado por el vínculo, que se llama aborto. En aquella oportunidad, según algunos medios, Cristina se negó por encontrarse tendiendo puentes con el Papa.

Justo es comentar que, para otros, ello obedecía a traumáticas situaciones vividas. No es el objeto juzgarla por ello. Pero hoy tenemos nuevos portavoces: el gurú de Mau­ricio, Duran Barba "el que quiera abortar que aborte"¡ y a la señora gobernadora de la Provincia de Buenos Aires: "hay que debatir so­bre el aborto". ¿Qué hay que deba­tir, señora? ¿Si legalizamos o no un homicidio agravado por el vínculo y por alevosía?

Pero hay algo más bajo esta suerte de acápite: el matrimonio homosexual. Y esto que quede cla­ro para quienes quieren silenciar nuestro pensamiento: los que quie­ran ser homosexuales, que lo sean -mientras no resulte obligatorio-, no pensamos en matarlos como lo hacía el "heroico Che Guevara". Lo que no compartimos, ni com­partiremos jamás -paradojalmente como los aliados kirchneristas Evo Morales y Rafael Correa-, es que una unión entre ellos se considere un matrimo­nio.

Ahora bien, fue Macri el primero en ordenar que se consienta una sentencia de un juez "municipal" que declaró inconstitucional al régi­men del matrimonio, ya que "todos tenemos derecho a ser felices" (menos mal que todavía nadie se declaró enamorado de una oveja, como en la vieja película de Woody Alien). Y es la actual Vicepresidenta de la Nación la que manifestó que se había opuesto al "matrimo­nio igualitario", pero que hoy reco­noce que se equivocó.

Comprenderán ustedes que "Igual que en la vidriera irrespe­tuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida... ¡Dale nomos, dale que va, que allá en el horno se'uamo a encontrar!"

Pero, si algo faltara en nuestro "Cambalache", tiene que ver con la actitud de Francisco. Como si tam­bién debiéramos reconocer que "da lo mismo que sea cura". Y nos vamos a ceñir exclusivamente a la audiencia que la ha concedido a Hebe de Bonafini. Es verdad que no son los sanos, sino los enfermos, los que necesitan ayuda. Pero para re­cibir la ayuda que transmite el in­menso amor de Dios debe mediar, aunque el corazón no esté educido, al menos un espíritu de enmienda.

La señora Bonafini, que lamen­taba no estuvieran los fusiles de sus hijos -cuya desaparición fue motivo de muchas dudas, según diversas pu­blicaciones- en el museo de la "me­moria selectiva", no sólo tiene mu­chas cosas que aclarar en orden al desfalco de los "sueños comparti­dos" -por pocos-, sino que fue y no ha demostrado dejar de serlo, una blasfema. De la larga lista de abe­rrantes afirmaciones de esta perso­na, sólo citaremos aquella que, socarronamente, tuvo lugar cuando "tomó" la Catedral Metropolitana: "Habían cerrado los baños y tuvi­mos que improvisarlos muy cerca del altar". O los cánticos de "Igle­sia, basura, vos sos la dictadura". Sepa entender el lector, nos repug­na seguir citando las atrocidades de este personaje. Preferimos sacudir­nos el polvo de las sandalias, ya que Sodoma y Gomorra serán juzgadas con más misericordia.

En síntesis, escribir más sobre todos estos lamentables hechos, no cambiaría la sustancia de lo que pre­tendemos transmitir. Nos han que­dado en el tintero -eufemismo que sustituye al "buche"- un montón de temas de igual o aún mayor impor­tancia, entre ellos el tratamiento que ha dado este gobierno a los jui­cios de "lesa venganza". Con algu­na serenidad de espíritu, volveremos sobre ellos. Por ahora y sólo por ahora, nos dejamos transportar a la vieja Pompeya, la de tanos, gallegos y criollos más o menos apegados al yugo y recordar, ¿qué momento más oportuno?, la frase final del tango que le dedicaran al autor de "Cambalache": "No ves que están bailando! ¡No ves que están de fiesta! Vamos que todo duele, viejo Discepolín!"