La carta de Perón a Mao llevada por militantes que iban a entrenarse a China
Perón llamaba al dictador comunista Mao "maestro revolucionario".
Perón buscaba instaurar una dictadura socialista, a través del "socialismo nacional"
Jorge Rulli, Cacho El Kadri y otros recibieron en la China comunista instrucción político-militar...
"Desde este difícil exilio, aprovecho la
magnífica oportunidad que brinda el viaje de los jóvenes dirigentes
peronistas del MRP [Movimiento Revolucionario Peronista], gentilmente
invitados por Uds.,….", escribía Perón, en una carta fechada en Madrid
el 15 de julio de 1965, en la que se dirige al presidente de la
República Popular China, como "Mi querido Presidente y amigo" [Ver texto completo al pie de esta nota].
La carta es más bien formal, no alude a los motivos del viaje, se concentra en destacar la lucha y la visión comunes con Mao.
"CHINA POPULAR", escribe Perón, así, con mayúsculas, es un "ejemplo" y la "base inconmovible de la Revolución Mundial". Dice que su caída, en 1955, se debió a "la acción nefasta del imperialismo" que impidió "que nosotros cumpliéramos la etapa de la Revolución Democrática a fin de preparar a la clase trabajadora para la plena y posterior realización de la Revolución Socialista". Perón parece
así adherir a la idea marxista que veía a su gobierno como una etapa
"burguesa" en el camino hacia el verdadero objetivo. (Ya se verá que no
es tan así).
La lucha, dice Perón, es contra "el Imperialismo Norteamericano y sus aliados permanentes -entre ellos ahora, los actuales dirigentes soviéticos". Estas dos potencias, agrega, "se equivocan cuando piensan que con el engaño de una falsa coexistencia pacífica podrán detener la marcha de estos pueblos sedientos de justicia en pos de su liberación".
"Nuestros objetivos son comunes -por eso me felicito de este contacto de nuestros luchadores con esa gran realidad que son ustedes.
En lo fundamental somos coincidentes" – insiste- pero hace la salvedad
de que "quedan los aspectos naturales y propios de nuestros países, que
hacen a sus condiciones socioeconómicas, y que modifican en cierta forma
la táctica de lucha". Y se despide asegurando que "nada ni nadie podrá
detener la hora de los pueblos".
En 1965, Jorge Rulli estaba en
China, recibiendo entrenamiento militar. Junto con Gustavo Rearte, Cacho
El Kadri, Carlos Caride y otros,
integraba los grupos iniciales de la Juventud Peronista que se iba
reorganizando en la Resistencia, en los años posteriores al golpe de
Estado que derrocó a Perón en septiembre de 1955.
¿Perón sabía qué iba a hacer a China este puñado de jóvenes peronistas?
"Sí, sabía, pero en definitiva lo del
viaje puede haber sido sólo para consolidar el vínculo con ese país; o
tal vez para conformarnos a nosotros", reflexiona hoy Rulli, en charla
con Infobae. "Me doy cuenta ahora; nunca estuvimos en otra cosa más que un plan eventual", porque -aclara- "la idea de la guerra prolongada nunca fue peronista".
La carta de Perón no cuenta solo por su contenido, sino por el contexto en el cual fue escrita.
Los primeros cinco años de exilio de Perón fueron de gran inestabilidad; en ese período, transitó por Paraguay, Nicaragua, Panamá, Venezuela, y República Dominicana, antes de instalarse en España, donde tampoco tuvo mucha seguridad, donde sólo le otorgaban visa de turista.
Perón en Caracas |
Tras el derrocamiento de Perón, la
dictadura intenta borrar toda huella de peronismo, hasta en lo
simbólico. Luego vendrán varios ensayos de "normalización", basados
todos en la exclusión del peronismo.
En 1965, ya ha fracasado el pacto con Arturo Frondizi,
que no pudo cumplir la promesa de levantar la proscripción a Perón. Y,
en noviembre de 1964, el gobierno radical de Arturo Illia, tras decir
que no había exiliados políticos, pide a las autoridades del Brasil que frenen a Perón en la escala en Río y lo devuelvan a España.
Pero, desde 1960, a medida que se
evidenciaban las dificultades para estabilizar la situación política en
Argentina sobre la base de la exclusión del peronismo, Perón pudo empezar a recomponer un sistema de relaciones en lo internacional, además de tener creciente contacto con fuerzas del interior.
Perón en Puerta de Hierro con un grupo de jóvenes del MPR. A la izquierda, Gustavo Rearte |
Por esos años, Perón parece evaluar que el camino de las urnas está momentáneamente vedado
y piensa en alguna forma de acción más directa, insurreccional, huelga
general, etcétera. En septiembre de 1964, le escribe a Delia Parodi, una
de las integrantes de la conducción peronista en el país: "Nuestro camino, en el caso de fracasar en la operación retorno, es más bien el de China o de Cuba,
que en la actualidad están ayudando a todos los movimientos de
liberación de América. […] Yo no creo como algunos que el fracaso de mi
regreso cerraría toda solución al peronismo, porque todavía tenemos en
la mano recursos que ni ellos mismos se imaginan. Un viaje mío a China y otro a Cuba podría ser la iniciación de una nueva era en la lucha peronista".
Jorge Rulli matiza esto. "Perón
consideraba la vía insurreccional como una alternativa pero no muy
apasionadamente. Él volvía una y otra vez a la experiencia de (el
general Miguel Angel) Iñíguez [un levantamiento frustrado en 1956]. 'El camión con armas lo hemos perdido',
decía, en referencia a uno de los tantos mitos urbanos del peronismo:
la imagen de un camión repartiendo fusiles a la gente….", señala Rulli.
"La idea de la guerra prolongada nunca fue peronista; lo que sí alentó Perón fue la creación de las primeras FAP [Fuerzas Armadas Peronistas] que -aclara enseguida- no tenían nada que ver con la otra, sectaria y excluyente [N.de la R: en referencia a la que se crea en 1968 y luego se fusiona con Montoneros].
Imagino que las FAP del 64 eran una especie de reaseguro personal de
Perón, para rescatarlo en caso de alguna complicación en su regreso
frustrado en diciembre de ese año".
Rulli también recuerda que Perón habló "un par de veces" con el Che Guevara por esos años y "le desaconsejó, desde
su experiencia militar, ya que no era ajeno al tema, no ir a donde iba
[Bolivia]; Perón pensaba como los grandes líderes de la posguerra en
crear enormes escenarios y ahí si poner todo, desde la huelga hasta el
grupo insurrecto".
Del otro lado, el Mao al que Perón estaba escribiendo era un líder algo debilitado por el fracaso del Gran Salto Adelante,
un plan de desarrollo que causó hambruna y muerte, como muchos otros
experimentos comunistas, en China y otros países, basados en el
voluntarismo, la colectivización y la planificación estatal en toda la
escala.
Un año después, en 1966, Mao lanzaría la
Revolución Cultural, su contraofensiva para recuperar el poder del que
se había visto parcialmente desplazado por dirigentes reformistas (entre
ellos Deng Xiaoping, quien años más tarde pondría a China en la vía de las reformas que iniciaron su transición al capitalismo y que lograron, esta vez sí, eliminar progresivamente el hambre y la pobreza más extremas).
Respecto a las proclamaciones de fe
socialista que el general hace en su carta, no falta quien reitera la
consabida conclusión de que Perón le decía a cada uno lo que quería
escuchar. Pero, ¿pensaba realmente Perón que China era el modelo a seguir? ¿Que el comunismo era la meta final a la cual debía tender? ¿Hasta dónde llegaba realmente la afinidad entre ambos líderes?
¡Mao era casi justicialista! (Perón)
En Yo Perón,
Enrique Pavón Pereyra, biógrafo oficial, pone en boca de Perón la
siguiente reflexión: "Mao había dividido decididamente al socialismo
nacional del internacional, se había negado a hacer causa común con el
despojo internacional que, con el nombre de internacional socialismo, hacía la URSS. Mao echaba así las bases programáticas sobre las cuales podrían sentarse a charlar las jóvenes repúblicas del Tercer mundo. ¡Era casi un justicialista!"
Perón, como se ve, no abandonaba su aspiración a una Tercera Posición, entre las dos potencias. Su anticomunismo era tan intenso como su antimperialismo, quizás más. Para Perón, el comunismo era una consecuencia de los abusos del capitalismo. Y una muy negativa.
En un libro de reciente aparición, El exilio de Perón (Sudamericana, 2017), uno de los autores, Mariano Ben Plotkin dice que antiliberalismo y anticomunismo se combinaban en el pensamiento de Perón. En un texto del 68 (Latinoamérica ahora o nunca)
-escribe Plotkin-, "luego de concluir que la única resistencia posible
frente a las oligarquías eran las revoluciones socialistas -aunque con
prudencia agregaba 'que cada uno haga la suya, no importa el sello que
ella tenga' (…)".
Para Perón, agrega el autor, "rusos y norteamericanos, en el fondo, estaban de acuerdo en 1965, tal como lo habían estado en Yalta cuando se repartieron el mundo".
Aquí radica una de las claves de su
acercamiento a Mao. Luego de unos años iniciales de aislamiento, a
partir de 1960, Perón reconstruye un sistema de relaciones a nivel
mundial.
El historiador estadounidense Joseph Page señala que
Perón
agregaba a "socialismo" el adjetivo "nacional" para "diferenciar la
ideología de su Tercera Posición del comunismo al estilo soviético, ya
que él estaba a favor del socialismo dentro de un país -de ahí el uso
del término nacional- en contraposición al socialismo internacional
(Perón, Javier Vergara, 1984)".