domingo, 25 de marzo de 2018

Down the abortion





Down the abortion

 
No es un grito y ni siquiera una traducción literal de ¡abajo el aborto!, es un simple juego de palabras para mostrar, por enésima vez, la hipocresía “progre”, tanto mundial como argentina, cuando hablan simultáneamente de síndrome de Down y de aborto.
Ayer, 21 de marzo fue el día internacional de los hombres y mujeres con síndrome de Down; fue esta una iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011 que tenía como objetivo crear una conciencia mundial que favorezca la inclusión de las personas de esta condición y que aprendamos todos a desechar los prejuicios que aún hoy hay en la sociedad para que ningún chico sea recibido con miedo en una escuela a causa de la ignorancia que muchos padecen sobre esto y para que ningún adulto- por iguales razones- deba soportar la discriminación cuando busca trabajo. Incluso, nuestro presidente le dio pasto a los imbéciles de la televisión cuando en una entrevista apareció con medias de distintos colores; no era un olvido como algún desaprensivo pensó, tenía que ver con el lema de la campaña por el festejo del día mundial de síndrome de Down: “Las llevo diferentes porque somos iguales”. Pero también, ayer mismo, empezó el debate por la despenalización del aborto.

Lilita Carrió pidió que no se empezara a debatir este tema hasta después de pasada la Semana Santa quizás pensando que los estólidos argumentos de los partidarios del aborto serían nuevos clavos a martillar en las manos y pies de Nuestro Señor Jesucristo; en su ingenuidad, ella y muchos como ella, no quieren entender que a aquellos que promueven el aborto no les interesa ni la muerte de las menores preñadas en las villas, ni las desigualdades terapéuticas en función de la condición social ni, menos aún, la tan publicitada libertad de elección. Si no estuviera como “target” final la Iglesia Católica no serían muchas las mujeres que adherirían a esta masacre, pero ponerse en pelotas en público y tratar de incendiar alguna iglesia les hace creer a muchas que solo han recibido de la vida soledad, resentimiento y desilusión, que pueden dejar de ser las grelas de cuarta que son.
Pero no es con un juego de palabras como se debe comunicar esto; quizá el verdadero título de este escrito debería ser “La despenalización del aborto y el futuro de los nonatos con síndrome de Down” para tener una idea de la gravedad de lo que vendrá. Ya no es ni siquiera un problema de fe frente al aborto o una serie de ilustraciones científicas que demuestren que hay vida humana a partir de la concepción, ni siquiera la madre que corre peligro por una complicación en el embarazo. Hoy cerramos los ojos pero el deja vu que implica esta relación: síndrome de Down – aborto nos retrotrae a un pasado de alambradas y muerte.
En un país donde una mujer o una niña con su simple declaración de que ha sido “violada” puede acceder a un crimen terapéutico, en una sociedad hedonista donde el sacrificio es una rémora moral esta relación nos pone frente a las listas de quienes serán en el futuro las principales víctimas del aborto. Ayer todo eran loas a la diversidad y a la igualdad, era el día del síndrome de Down, pero no nos engañemos, serán los nonatos con esta condición genética quienes primero engrosarán las nóminas de la carnicería legalizada.

No vale la pena decir mucho más, tampoco es necesario buscar demasiados antecedentes que nos demuestren la irreversibilidad de lo que sucederá en caso de despenalizarse el aborto, unos pocos datos estadísticos de España nos ponen en autos respecto de los crímenes futuros; en ese país, en 1975, la relación de nacimientos de personas con síndrome de Down con respecto al total de nacimientos era de 1 en 400; hoy ha bajado a 1 en 3.800, ¿fue esto porque hubo una mejor alimentación, nuevos medicamentos, nuevas terapias?, no, el síndrome de Down nada tiene que ver con pobreza o desnutrición ni tampoco hay datos científicos que demuestren que haya relación con el alcohol, drogas, cigarrillos o exceso de trabajo de la madre, es solo una alteración genética para la que no hay medicamentos ni terapias; entonces, que en España haya disminuido de un 0,25% de nacimientos de chicos Down a 0,026 nacimientos solo se justifica con el asesinato de 9,5 nonatos con síndrome de Down por cada 100 nacimientos.
Quizá seamos un poco duros con las chicas que desde el congreso promueven la despenalización del aborto. Probablemente quieran, en su bondad y misericordia a partir de este programa, ayudar, eliminándolos en el útero a aquellos seres humanos, que en otro tiempo y en otro lugar eran llamados “menschen des lebens unwürdig, gelebt zu werden”, algo así como hombres con una vida indigna de ser vivida.
Y algún día se felicitarán, al igual que las feminazis de Islandia, cuando festejen que ya llevamos años sin seres humanos con síndrome de Down.
El Recadito, Pehuajó, 22 de marzo de 2018