No
es un grito y ni siquiera una traducción literal de ¡abajo el aborto!,
es un simple juego de palabras para mostrar, por enésima vez, la
hipocresía “progre”, tanto mundial como argentina, cuando hablan
simultáneamente de síndrome de Down y de aborto.
Ayer, 21 de marzo
fue el día internacional de los hombres y mujeres con síndrome de Down;
fue esta una iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas
en 2011 que tenía como objetivo crear una conciencia mundial que
favorezca la inclusión de las personas de esta condición y que
aprendamos todos a desechar los prejuicios que aún hoy hay en la
sociedad para que ningún chico sea recibido con miedo en una escuela a
causa de la ignorancia que muchos padecen sobre esto y para que ningún
adulto- por iguales razones- deba soportar la discriminación cuando
busca trabajo. Incluso, nuestro presidente le dio pasto a los imbéciles
de la televisión cuando en una entrevista apareció con medias de
distintos colores; no era un olvido como algún desaprensivo pensó, tenía
que ver con el lema de la campaña por el festejo del día mundial de
síndrome de Down: “Las llevo diferentes porque somos iguales”. Pero
también, ayer mismo, empezó el debate por la despenalización del aborto.
Lilita
Carrió pidió que no se empezara a debatir este tema hasta después de
pasada la Semana Santa quizás pensando que los estólidos argumentos de
los partidarios del aborto serían nuevos clavos a martillar en las manos
y pies de Nuestro Señor Jesucristo; en su ingenuidad, ella y muchos
como ella, no quieren entender que a aquellos que promueven el aborto no
les interesa ni la muerte de las menores preñadas en las villas, ni las
desigualdades terapéuticas en función de la condición social ni, menos
aún, la tan publicitada libertad de elección. Si no estuviera como
“target” final la Iglesia Católica no serían muchas las mujeres que
adherirían a esta masacre, pero ponerse en pelotas en público y tratar
de incendiar alguna iglesia les hace creer a muchas que solo han
recibido de la vida soledad, resentimiento y desilusión, que pueden
dejar de ser las grelas de cuarta que son.
Pero no es con un juego
de palabras como se debe comunicar esto; quizá el verdadero título de
este escrito debería ser “La despenalización del aborto y el futuro de
los nonatos con síndrome de Down” para tener una idea de la gravedad de
lo que vendrá. Ya no es ni siquiera un problema de fe frente al aborto o
una serie de ilustraciones científicas que demuestren que hay vida
humana a partir de la concepción, ni siquiera la madre que corre peligro
por una complicación en el embarazo. Hoy cerramos los ojos pero el deja
vu que implica esta relación: síndrome de Down – aborto nos retrotrae a
un pasado de alambradas y muerte.
En un país donde una mujer o
una niña con su simple declaración de que ha sido “violada” puede
acceder a un crimen terapéutico, en una sociedad hedonista donde el
sacrificio es una rémora moral esta relación nos pone frente a las
listas de quienes serán en el futuro las principales víctimas del
aborto. Ayer todo eran loas a la diversidad y a la igualdad, era el día
del síndrome de Down, pero no nos engañemos, serán los nonatos con esta
condición genética quienes primero engrosarán las nóminas de la
carnicería legalizada.
No
vale la pena decir mucho más, tampoco es necesario buscar demasiados
antecedentes que nos demuestren la irreversibilidad de lo que sucederá
en caso de despenalizarse el aborto, unos pocos datos estadísticos de
España nos ponen en autos respecto de los crímenes futuros; en ese país,
en 1975, la relación de nacimientos de personas con síndrome de Down
con respecto al total de nacimientos era de 1 en 400; hoy ha bajado a 1
en 3.800, ¿fue esto porque hubo una mejor alimentación, nuevos
medicamentos, nuevas terapias?, no, el síndrome de Down nada tiene que
ver con pobreza o desnutrición ni tampoco hay datos científicos que
demuestren que haya relación con el alcohol, drogas, cigarrillos o
exceso de trabajo de la madre, es solo una alteración genética para la
que no hay medicamentos ni terapias; entonces, que en España haya
disminuido de un 0,25% de nacimientos de chicos Down a 0,026 nacimientos
solo se justifica con el asesinato de 9,5 nonatos con síndrome de Down
por cada 100 nacimientos.
Quizá seamos un poco duros con las
chicas que desde el congreso promueven la despenalización del aborto.
Probablemente quieran, en su bondad y misericordia a partir de este
programa, ayudar, eliminándolos en el útero a aquellos seres humanos,
que en otro tiempo y en otro lugar eran llamados “menschen des lebens
unwürdig, gelebt zu werden”, algo así como hombres con una vida indigna
de ser vivida.
Y algún día se felicitarán, al igual que las
feminazis de Islandia, cuando festejen que ya llevamos años sin seres
humanos con síndrome de Down.
El Recadito, Pehuajó, 22 de marzo de 2018