CRISTO Y LOS FARISEOS
- V
La Sociología de los Fariseos
Dejémonos de teologías y vamos a ver un momento de cerca, a lo Augusto Comte, qué demonios pasó en puridad con esta sociedad de los "separados" (Pherushim o ífhérishajja, de donde fariseos). Va hemos dicho lo que pasó; pero la casuística, el ritualismo fanático, el mesianismo político y la política son los síntomas o si se quiere los morbos. ¿Qué es lo que hizo posibles esos morbos? Fue una sociedad que se socializó: es decir, se cerró sobre sí misma. En lo religioso, cuando una asociación se cierra sobre si misma se vuelve una secta: puede mantenerse entecamente ortodoxa y protestar de una perfecta fidelidad a la cabeza de la Iglesia; pero ha dejado de ser "católica". Sus lazos con la cabeza se vuelven puramente externos. Cuando un organismo empieza a crecer "para adentro", eso se llama cáncer... Es mala seña para un cuerpo social que la preocupación por la "unión" se sobreponga a la preocupación por la "finalidad". (¡Dios! Acabo de oír un discurso interminable en pro de la "unión de los españoles", ¡qué bodrio* Unirse, unirse... ¿para qué? Digan primero para qué...
Es pésimo síntoma que
el cuerpo piense demasiado en sí mismo, antes y más que en el objeto real que
constituye su razón de ser: es exactamente lo que le pasa a los enfermos, como
nota Santo Tomás. "El fin de una cosa cualquiera no puede ser su propia
conservación."
4 «La involución
significa que una sociedad se cierra sobre sí y empieza a crecer para adentro,
es decir, para sí misma, proceso que Bergson describió a fundo y A. Cochin
denominó 'socialización': es la hipertrofia de lo colectivo hasta oprimir lo
individual, en este caso, la personalidad de sus miembros. 'Sociedades
cerradas', las denominó Bergson. Podrían llamarse sociedades 'corchificadas'.»
{Castellani, Diario, enero de 1948). «Las sociedades cuando se vuelven muy
grandes se hacen una cosa peligrosa; y los hombres que deben encarnar una cosa
peligrosa se llaman 'esclavos de la máquina'. Tienen que despojarse de la
humanidad y renunciar al conocimiento; empaparse de la regla y aborrecer las
excepciones; especializarse en el cálculo llamado 'reducir a común
denominador'. Si son bajos de entendimiento o chicos de corazón, se vuelven
feos y feroces, verdaderas bielas, varas o ruedas de la máquina infrahumana o
infrapersonal. (Castellani, Diario, enero de 1948).
- VI
La Defensa
"Y después dicen
que es malo El gaucho si los pelea"
(Martin Fierro)
SÍ bien se mira, la
acción antifarisaica de Cristo aunque parece agresiva, fue una defensa. El
alboroto en el Templo con que la inicia es una afirmación de hecho de su misión
mesiánica, ya combatida; y el terrible discurso "elenco contra los
fariseos" con que la termina es una tentativa suprema de salvar su vida,
ya condenada, losando de las más fuertes armas: la imprecación y la amenaza profètica.
La expulsión de los tratantes del Templo es un acto sorprendente; tan
incomprensible como el haberse quedado antaño en él sin avisar a sus padres, si
se prescind è'de lo que Cristo era. 1 Son dos afirmaciones mesiánicas tan netas
que destruyen de raíz la conocida teoría de Renan, a saber, que Cristo habría
sido un paisano galileo y excelso moralista que empezó a predicar la religión
interior y universal de Moisés contra la deformación localista y exterior de
los fariseos; se fue entusiasmando al compás de sus ¡triunfos; concibió la idea
de que el mundo se acababa pronto; se identificó con el Rey Mesías y finalmente
después del triunfo del Domingo de Ramos pronunció palabras exaltadas en que se
asimilaba a Dios mismo; palabras que siendo expresiones místicas hicieron mal los
Hierarchas en tomar tan en serio; pero que tomadas en serio realmente según las
leyes judías merecían la pena capital. Esto es pura fantasía. La verdad es que
los actos de Cristo, desde el primero, llevan impresa la afirmación mesiánica.
El ayuno total de 40 días, lo hacían los Hebreos al prepararse para una gran
misión, y existía el precedente de Moisés y Elias. A propósito del cual ayuno,
se equivoca grandemente Ricciotti cuando lo da como milagroso, inexplicable y
sobrenatural y dice que “evidentemente el hecho es presentado por los
evangelistas como sobrenatural en absoluto"-, y también al dar como
"extraordinario" el que al final de los 40 días tuviese hambre7. Ese
ayuno está al alcance del organismo humano; y el hecho de desaparecer el hambre
a los 3 ó 4 días de dieta total y reaparecer con gran fuerza alrededor de los
40 días (que es el tiempo de vida del glóbulo rojo) es la ley general.
Hablamos del ayuno
total en el cual se bebe agua: los evangelistas no dicen que Jesús no bebiera.
Este ayuno es conocidísimo en Oriente, aun como medio terapéutico*; y conocemos
varias personas que lo han practicado sin inconvenientes y con ventajas. En
tiempo de Cristo tenía un sentido religioso, que era el de prepararse a una
gran misión. No es una cosa de juego ciertamente, pero no es ningún milagro a no
ser que constara que no bebió agua tampoco. Eso sí creemos Ricciotti - Vida de
Jesucristo - Traducción espartóla 1944 - Mlracle, Barcelona - § 271. (L.C.)
* Véase el libro del
curandero ruso Suvorine El ayuno terapéutico. (L.C.)
biológicamente
imposible por el lapso de 40 dfas sin milagro. Así pues el ayuno y las
tentaciones subsiguientes ya son mesiánicos. El milagro de Caná, que parece una
amable deferencia hacia sus amigos, ostenta la conclusión de que "creyeron
en Él sus discípulos", es decir, los discípulos que el Bautista le envió,
Pedro y Andrés, Juan y su hermano. El bautismo y el testimonio del Bautista son
una solemne consagración de mesianismo. Y el primer acto público del nuevo profeta
es un acto de autoridad que tiene el fragor indisimulable de una bomba. La
recusación del Mesías, humilde y naddo en Galilea se había iniciado ya en la
persona de su Precursor y primer discípulo el Bautista. Los fariseos no lo
habían reconocido y le eran adversos, como se deduce de la violenta imprecación
y amenazas con que éste los obsequia, evidentemente después del
"examen" que trae San Juan Evangelista en el cual el Bautista les
responde en cambio con toda modestia y deferencia. De aquel examen los fariseos
sacaron que el Bautista, por propia confesión, no era el Mesías, no era Elias,
no era profeta y que su autoridad derivaba de otro mucho mayor que él, que
había de aparecer, que estaba ya entre ellos y ellos no conocían. "No
creyeron en él", consta por los tres Sinópticos’ . Es muy probable y
parece traslucirse del Evangelio que con esta "confesión" los
fariseos comenzaron a combatir a Juan, desautorizándolo; y también por ende al
otro "mayor" en el cual se apoyaba. * Mt. 21, 23-27; Me. 11, 27-33;
Le. 20, 1-8. No hay que olvidar que la información religiosa estaba en manos de
la logia: de la red de la predicación organizada y eficaz que cubría judea,
comparable a nuestras parroquias modernas, la clave la tenían los Doctores de
,1a Ley. Con el resultado del "examen" de la comisión oficial, que no
procedió adelante cuando se llegó al punto vital, táctica farisea que se
repetirá muchas veces, se podía presentar a Juan como un cismático y un
semiloco; y es prácticamente cierto que lo hicieron, visto que inmediatamente
lo hacen con Cristo, como consta explícitamente en el Evangelio. "Estás
loco. Tienes demonio. Contradices la Ley de Moisés." Los fariseos
disponían de la llave de la información religiosa, de todos los "boletines
eclesiásticos" como dijéramos. Asombra la mansedumbre de la defensa de
Cristo, que a primera vista parece violenta; pero naturalmente es la defensa de
un rey ante un usurpador por manso que sea: no es la defensa de un inferior.
Podían haberlo arrollado en el Atrio del Templo, a un solo hombre armado de un
cinto, contra una multitud; el que no lo hayan hecho demuestra la mala
conciencia (y la debilidad que ella naturalmente causa) no sólo de los
tratantes sino de tos sacerdotes custodios y sacristas. Se limitan a
interrogarlo. A la pregunta, contesta Jesús atribuyéndose una relación especial
con Dios y con esa casa ("la casa de mi padre") y al requerimiento de
un milagro, no niega que pueda él hacerlos, antes se afirma capaz de un
portento enorme, mayor de lo que ellos podían imaginar: chocante. ' Este acto
de indignación y autoridad, especie de parábola en acción no se repite sino al
fin de la campaña de Cristo, si es que la demostración que narran los Sinópticos
al final10 no es la misma que Juan, más cuidadoso de la cronología, narra al
principio", como algunos opinan. ,D MI. 21, 12-17; Me. 11, 15-19; Le. 19,
45-48. " Jn, 2, 12-22Es igual para el caso. Su sentido era claro para los
judíos. Y la reacción de los fariseos es de perfecto cerrojazo a la afirmación
mesiánica y “buscan cómo eliminarlo; pues le tenían miedo; y no sabían qué
hacerle; porque la turba lo admiraba." El resto de la defensa de Cristo es
verbal y se confunde con su misión de Maestro, Reformador y profeta. Es una
discusión continua con los vacuos doctores. Consiste en denunciar la casuística
farisaica como vana, vacía y perversa; en establecer que la salvación del
hombre no está en pertenecer a una nación, raza, secta, congregación o grupo,
ni en tener la doctrina verdadera ni siquiera en hacer milagros, sino en el
amor a Dios y al prójimo cuya base es la justicia y cuya flor es la
misericordia; en completar los preceptos meramente exteriores con la
introducción de la pureza y santidad interior; en prevenir a sus discípulos
contra el pervadente espíritu farisaico, que él llama "fermento"; en
deshacer sus estratagem as y afrontar victoriosam ente sus interpelaciones; en
definir el fariseísmo con rasgos cada vez más terribles; y por último en
recurrir a la imprecación y la amenaza divina, al modo de los antiguos
profetas. Hemos de creer que existió esta gradación en la lucha, como es
natural, a medida que crecía la persecución y la inminencia del asesinato; y
que las tremendas maldiciones de Mateo XXIII representan el último estadio del
largo forcejeo, cuando ya el propósito homicida era patente y público. “¿No es
éste el que quieren matar? ¿Y cómo anda aquí tan tranquilo predicando en el
templo?" La discusión con los fariseos penetra y enmarca toda la
predicación de Cristo, de modo que era de la más dramática "actualidad".
Los hebreos según nos cuentan amaban las "payadas en contrapunto",
como nuestros paisanos, y en general todos los pueblos primitivos: el pueblo
gusta de instruirse y aprender oyendo el pro y él contra de una tesis en boca
de dos peritos. En realidad es la manera más natural y eficaz de convencer,
mezcla de instrucción, lucha y juego. Es tan interesante como el fútbol. La
discusión con los doctores da pie a Cristo para exponer genialmente su
doctrina: hasta las parábolas con que describe, define y funda su reino tienen en
vista la idea farisaica del falso Reino mesiánico. Sus respuestas a preguntas
sutiles, embrolladas o arteras que ahora nos parecen sencillas y a fuerza de
oírlas, obvias, son geniales. Recuerdan el peligroso interrogatorio de Juana de
Arco. A veces esquiva la pregunta contestándola con otra pregunta, como hacen
los campesinos gallegos; otras veces responde con una parábola o una antítesis,
metáfora o sentencia inesperada; cuando hay buena fe responde directamente;
como al Escriba que le pregunta cuál era el mayor de los mandatos, y que
habiendo testificado: "Maestro, has respondido bien, realmente el amor a
Dios y al prójimo abarca toda la Ley" es premiado con esta invitación:
"No estás lejos del Reino de Dios". El ejemplo típico de la pregunta
esquivada es el que narran los tres sinópticos de los últimos días de la predicación,
en el Templo, y no ante un doctor solo sino ante muchos reunidos y todo el
pueblo. Le preguntan ya casi oficialmente — "príncipes de los Sacerdotes,
o prelados como si dijéramos, escribas o sea teólogos, Ancianos del Pueblo o
magistrados reunidos en uno: —Dinos con qué autoridad haces esto y quién te dio
esta potestad." Lo había dicho ya cien veces. La pregunta tendía a hacerle
confesar públicamente que no tenía permiso de ellos para predicar, o bien
desmentirlo en su cara. Respondió diciéndoles: —Os preguntaré yo también/una
cosa, que si me la dijereis, también os diré yo'la potestad que tengo. ¿El
bautismo de Juan de dónde era? ¿Era cosa de Dios o cosa de hombres?
Respondedme. Bien mirado, esta pregunta envuelve la respuesta a la otra: hago
esto con autoridad de Dios como lo testificó fehacientemente Juan el Bautista.
La pregunta llevaba la cuestión a sus fuentes, no era un subterfugio solamente.
Ellos así lo vieron. "Si dijéramos: 'era de Dios', nos dirá: '¿Por qué
pues no lo creisteis?' Si decimos: 'era cosa de hombres', el pueblo entero es
capaz de apedrearnos; porque están ciertos de que Juan era verdadero
profeta..." Tocaron a retirada: — No lo sabemos. Tenían obligación de saberlo.
No querían decirlo. Por eso Jesús no contesta, como pedía la rima, "Yo
tampoco sé lo que me preguntáis", sino que les responde: —Yo tampoco os
digo con qué autoridad hago lo que hago —aunque en realidad se los había dicho
en la forma sutil de los "contrapuntos" semíticos. El pueblo
espectador sentenció sin duda con un murmullo de aprobación. Ejemplo de las dos
otras dos maneras de responder, directa y parabólica, es la bellísima parábola
del Buen Samaritano. La predicación ya está muy adentrada, han vuelto los 72
discípulos, Cristo recorre sistemáticamente la Judea, se habla de Él por todo.
Un Doctor de la Ley se aproxima y lo interroga con sencillez: "Maestro,
¿haciendo qué cosa entraré en la vida eterna?" Éste debía ser uno de la
séptima clase de fariseos que enumera el Talmud, "farlseo-de-temor",
es decir, con verdadera religiosidad, "temor de Dios* para los hebreos.
Las otras seis clases eran desastrosas: "fariseo por el precio",
"fariseo santulón", "fariseo palitroque", "fariseo con
mataduras", "fariseo rengo" y "fariseo de Liquem", o
sea; aprovechados Así los clasifica el Talmud.
Cristo le contesta
pues con la misma sencillez: "Eres doctor, ¿qué dice la Ley?"
Responde con las palabras del Deuteronomio y el Levítico combinadas, como quizá
sabía que Cristo había ya respondido alguna vez: —"Amarás al Señor Dios
tuyo con todo tu corazón, tu alma, tus fuerzas y tu pensamiento; y al prójimo
tuyo como a ti mismo." Aprobó Jesús y citó a su vez el Levítico: —Bien
respondiste: Haz eso y vivirás. Mas el otro quiso hacer ver que preguntaba una
verdadera dificultad y no una sabida referencia; que se refería a una cuestión
debatida por la casuística del tiempo y embrollada por el orgullo nacional:
quién es exactamente "el prójimo" para un israelita. ¿Por ventura los
idólatras, los samaritanos, los prepotentes y opresivos romanos entraban
también en cuenta? — ¿Y quién es exactamente mi prójimo? "Agarró
Jesús", dice el Evangelio; es decir, recogió la oportunidad, tomó la
actitud de los nabi-him y empezó a improvisar para todos en estilo oral, uno de
sus "recitados rítmicos", una cosa como un "romance" de los
tiempos del Cid o una "payada" nuestra.
"Un hombre bajaba
de Salem a Jericó Y tropezó con ladrones. Los cuales, habiéndolo despojado Y
héchole heridas, Se retiraron Dejándolo medio muerto.
Casualmente bajando un
Sacerdote Por aquel camino Y viéndolo de aquella manera, Lo dejó de lado.
Del mismo modo —yendo
un Levita Por aquel lugar Y viéndolo. Lo dejó de lado.
Más viniendo un
Samaritano Por el mismo camino, Y viéndolo se apiadó, Y arrimándose vendó sus
heridas Echándoles aceite y vino,
Y levantándolo sobre
su caballería Lo llevó al parador Y lo cuidó. z Y a la madrugada sacando dos
dineros Diolos al paradero Y te dijo: Ten cura de él Y si expendes algo más, Yo
en mi retorno Te lo abonaré...
La historia está
netamente narrada; y es posible sea un hecho real. El trecho de 37 kilómetros
de Jerusalén a Jericó siendo por una parte muy transitado, era por otra una
sterramorena en cierto lugar que los judíos llamaban La Vueltita de la Sangre.
Cristo pudo haber oído el hecho al pasar por Jericó esos mismos días. Es sabido
que los grandes poetas inventan poco; aunque todo lo que saben lo reinventan,
Es seguro que la gente empezó a decir: "Es verídico. Ha pasao tal cual."
Después se volvió el narrador de nuevo hacia el teólogo y preguntó. — ¿Cuál de
los tres te parece fue el prójimo del que tropezó con ladrones? Dijo él: — El
que usó misericordia con él. Y dljole Jesús: —Ve, y hazlo tú igual: —réplica
del epílogo anterior "Haz eso y vivirás", dicho esta vez con
autoridad propia. La parábola era llamativa (jUn Sacerdote! ¡Un levita! jUn
samaritano! ¡Un asaltado y apuñalado!) y altamente antifarisaica, no sólo por
la osada denuncia del mal corazón de las castas litúrgicas sino sobre todo por
la proclamación del principio de la "proximidad"
Y levantándolo sobre
su caballería Lo llevó al parador Y lo cuidó. Y a la madrugada sacando dos
dineros Diolos al paradero Y le dijo: Ten cura de él Y si expendes algo más, Yo
en mi retorno Te lo abonaré...
La historia está
netamente narrada; y es posible sea un hecho real. El trecho de 37 kilómetros
de Jerusalén a Jericó siendo por una parte muy transitado, era por otra una
sierramorena en cierto lugar que los judíos llamaban La Vueltita de la Sangre.
Cristo pudo haber oído el hecho al pasar por Jericó esos mismos días. Es sabido
que los grandes poetas inventan poco; aunque todo lo que saben lo reinventan.
Es seguro que la gente empezó a decir: "Es verídico. Ha pasao tal
cuaL" Después se volvió el narrador de nuevo hacia el teólogo y preguntó.
— ¿Cuál de los tres te parece fue el prójimo del que tropezó con ladrones? Dijo
él: — El que usó misericordia con él. Y díjole Jesús: — Ve, y hazlo tú igual:
—réplica del epílogo anterior "Haz eso y vivirás", dicho esta vez con
autoridad propia. La parábola era llamativa (¡Un Sacerdote! ¡Un levita! ¡Un
samaritano! ¡Un asaltado y apuñalado!) y altamente antifarisaica, no sólo por
la osada denuncia del mal corazón de las castas litúrgicas sino sobre todo por
la proclamación del principio de la "proximidad"
de todo humano ser
necesitado, fuese de la casta que fuese. La misericordia es en definitiva lo
que regula la proximidad entre los hombres y no las fronteras o la situación
social pues una especie de profunda compasión o "simpatía" es el
fondo último del verdadero amor, en tal forma que puede surgir para mi una
obligación grave de hacer de padre o hermano a un extraño si la necesidad es
extrema y no hay otro a quien más le toque; de acuerdo a lo que dice San Agustín:
"Si pudiste salvarlo y lo dejaste, lo mataste". Si reliquisti dum
servare potuisti, illum occidisti. Un amigo mió añadió un apéndice a esta
parábola, o mejor dicho (para ser reverentes) compuso otra parábola con este
título: 12 Este texto fue incluido en Doce Parábolas Cimarronas.
Después de la Parábola
SACERDOTE. — ¿Está
todo a punto? LEVITA. —Ud. cree que las cosas se hacen solas. SAC — ¡Sapristí!
¿No está todo a punto? LEV. — Casi todo. Pero ¡el trabajo que me ha costao...!
SAC. — ¿Y a mi nada, verdad? ¿Está adornada la Santa Gabia? LEV. —Está
adornada, están las flores, están las cintas, están las palomas, están los
monaguillos, está el incienso, está la banda de música... SAC, — ¿Y la
Perpetua? LEV. —Ha salido, vuelve al instante. Falta el guión... SAC. —¿Qué no
ha venido el Gran Cochifrito? ( LEV. —Vendrá. Pero se hará esperar, porque para
eso es el Gran Cochifrito.., de todo humano ser necesitado, fuese de la casta
que fuese. La misericordia es en definitiva lo que regula la proximidad entre
los hombres y no las fronteras o la situación social pues una especie de
profunda compasión o "simpatía" es el fondo último de] verdadero
amor, en tal forma que puede surgir para mi una obli- gación grave de hacer de
padre o hermano a un extraño si la necesidad es extrema y no hay otro a quien
más le toque; de acuerdo a lo que dice San Agustín: "Si pudiste salvarlo y
lo dejaste, lo mataste". Si reliquisti dum servare potuisti, illum
occidisti. Un amigo mió añadió un apéndice a esta parábola, o mejor dicho (para
ser reverentes) compuso otra parábola con este título;
Después de la
Parábola11
SACERDOTE. — ¿Está
todo a punto? LEVITA. —Ud. cree que las cosas se hacen solas. SAC. —¡Sapristít
¿No está todo a punto? LEV. —Casi todo. Pero ¡el trabajo que me ha costado...!
SAC. —¿Y a mi nada, verdad? ¿Está adornada la Santa Gabia? LEV. —Está adornada,
están las flores, están las cintas, están las palomas, están los monaguillos,
está el inciensa, está la banda de música... SAC..—¿Y la Perpetua? LEV. —Ha
salido, vuelve al instante. Falta el guión... SAC. —¿Qué no ha venido el Gran
Cochifrito? LEV. — Vendrá. Pero se hará esperar, porque para eso es el Gran
Cochifrito...
11 Este texto fue
incluido en Doce Parábolas Cimarronas.
SAC. — Que no nos vaya
a fallar... LEV. —Pues no; pero creo que sería una gran suerte. Hay gente que
solamente porque él lleva el guión, no acudirá a la procesión. „ SAC. —Sí, los
sinvergüenzas. LEW —Y los pobres. ■
SAC. — Los que no tienen 5donde caerse
muertos... LEV. — Para caerse muerto nunca falta sitio. ¡Ah! Ahora que
recuerdo... SAC. — ¿Te has olvidado de alguna cofradía? LEV. — No. Pero decía
yo que hoy, cuando venía por el camino de Jericó... ' SAC. — ¡Ah! ■ • '■
. LEV. —Vi un hombre muerto... - ■' ; = SAC. — ¡Ah! ¿Estaba muerto? LEV. — ¿Qué lo vio Monseñor también? SAC. —A mi me pareció demasiado vivo: borracho... LEV. — Cosido a puñaladas... . ( SAC. —Todo puede ser... Un samaritano,
de fijo. Esa gente se emborracha, se trenzan entre ellos, riñen, se matan, y
después vaya Ud. a recogerlos, dejar su quehacer y enterrarlos... LEV. —Es
enteramente humano y razonable, Monseñor. Pero ¿no dice Ud. que lo vio vivo?
SAC. —Por eso mismo. Ya se arreglará, dije yo. ' Si tiene fuerzas para hacerme
señas con la mano, ya se levantará, y se irá a ca' otro Samaritano. Está lleno
de Samaritanos. Esta gente tiene siete vidas como los gatos... y más hijos que
los conejos. LEV! — Exactamente. Lo están llenando todo. Habría que prohibirles
la inmigración. El Gobierno no sé que hace. Vienen aquí como moscas. Viene uno,
se acomoda, llama su familia, después se trae un primo o un vecino, esto se
llena como alud. Viven amontonados como bestias en cualquier parte. Y yo digo:
¡si sobrase aquí trabajo! Pero falta el trabajo para los nuestros, y lo poco o
nada que ganamos, aun trabajando como negros...1 Esto es una plaga viva... SAC.
—Y que se acomodan bien. Algunos andan llenos de plata, y lo peor es que no
saben gastarla. En la Iglesia usté no verá ninguno. ¿Diezmos dice Ud.? A ellos
no los obligan. ¿Colectas? Dan una miseria, si es que dan! Malcriados y basta.
Borracheras y bailes. Bebedores y fumadores dé lo peor. Con eso no me extraña
que vayan a morir por los caminos... LEV. — ¿Por qué no mandamos al camino dos
jóvenes de la Acción Israelita? Tanto por ver. ¡Quién sabe si era Samaritano y
quién sabe si está muerto? El muerto se mueve... es el título de una novela
policial. No, déjeme pensar: El muerto mueve la mano... Muy buena la novela. Es
de un inglés que se llama... déjeme recordar... ' SAC. —Déjate de novelas. Te
he dicho ya mil veces que un Levita no ha de leer novelas: Tienes el Talmud y
el Targum... LEV. —Yo casi me detengo, pero dije, digo: Detrás viene Monseñor,
y si me encuentra aquí en el camino ' lidiando con un muerto, el día de la
procesión de la Santa Gábia, ¡botones! Ya verá él si quiere. El que manda,
manda... SAC. — ¡Necuáeuam! ¡Melocotones! ¡Enredos con la justicia, con la
brigada número siete de guardia en la ¿Vueltita de la Sangre, que el sargento
es un bruto como no hay! Que se arregle la policía. ¡Gente de mal vivir! ¡A mí
que no me vengan con historias de gente de mal vivir! ¡Cada caluznia que le
sueltan a uno sin dar el menor motivo! Caluznieros como los saduceos no hay.
¡Con la gente de mal vivir que se arregle la policía! LEV. — Verdad. Pero podía
ser y no ser que a las vueltas de todo fuese un hijo de la Ley, mire Ud., que
hubiese tropezado con la banda del Beneit: uno de los nuestros... El Beneit no
respeta pelo ni marca. SAC. — La caridad bien ordenada comienza por sí mismo.
Que cada palo aguante su vela. A burro muerto la cebada al rabo. Zapatero a tus
zapatos. El culto divino está por arriba de todo. Los romanos son la mar de
buenos a poner multas. ¡Y el que se arrodea con gente de mal vivir! Bueno;
encima tuvo que escoger un día de procesión mayor. Tú dirás. LEV. — Es humano,
Monseñor. Lo comprendo. Yo francamente, Monseñor, estuve en un tris de bajarme
o no bajarme a la cuneta, el tipo se movía y era una sola mancha de sangre...
La mancha de sangre: otra novela. Pero dije, digo: procediendo detrás de mí
Monseñor, no procede; él verá lo que se ha de hacer. Es un hombre razonable y
humano... y además, tiene su genio, tiene. SAC. —Pues yo dije; habiendo pasado
el Levita, si no se ha detenido por curiosidad tan siquiera, o está borracho o
está pasao del todo, quiero decir el otro, ojo, no se me soliviante, amigo.
Para esto hay tiempo y la procesión no espera. A tu oficio, Paco. Los
samaritanos no quieren saber nada con los sacerdotes. LEV. — La verdad es,
Monseñor, que no vestía como samaritano. SAC. — Lo mismo da, ¿Dónde está mi
capa pluvial? LEV. —La llevó la perpetua a coserle un broche. SAC. — [Pues que
la traiga inmediatamente!
LEV. —Monseñor,
perdóneme, le voy a decir la verdá: la mandé a la Perpetua con dos monacillos
al lugardel muerto. Mejor dicho, se fue ella misma lo mismo que un cohete, que
la curiosldá la comía apenas le conté el caso. SAC. — ¡Desdichado! ¡En el
momento de la procesión! LEV. — No puede tardar mucho en volver. Vela aquí.
(La Perpetua muy
alborotada)
PERPETUA. — ¡Dasastre!
¡Dasastre completo! ¡Barrebasada! ¡No era sem artetano! El otro era
semaristano, el que lo arrequijló. Un semaristano lo arrequijió y nojotro no.
La airamos por el medio, como dicen, la arrámos por el aje ¡por el ejo! En la
fonda, muy enojao, no quiere ver a presona. No quiere saber nada, vamos. SAC.
—¿Qué es eso? ¿Qué dice mujer? ¿De qué se trata? PERP. — Un semaristano
levantólo en su mulo, y llevólo casa de la Déla, a la fonda. Todo pegado...
pagado, digo. Por adelantal pagó todo. Vandólo él mesmo, le puso un rimedio.
Siete. Siete puñaladas como puños. Ni una menos. Era un concejá, un vecino muy
visto de Jericó. SAC. — ¡Dios nos valga! No será Mestre Llovet, que tenía que volver
de Jeruslén, me figuro. PERP. — Eso. Me afiguro que sí: Mastre Llivet. Espere
osté. Llivet, no. Una cosa ansí. Llavet, por un quizáes. SAC. —¡Maldición! ¿Y
dices que era concejal?
PERP, — Concejá, no.
Elcalde, cuasi, o algo ansí. Me lo dijo la Déla. Propietario jurao. Hombre de
posibles. SAC, — ¡Vestido de ese modo! PERP. — Pa' que no los ledrones
sispechasen. Pero fachao ya me lo teníen. Mucha calderilla l'han llavao. Mucha.
Mejón lo hubían muerto del todo. Pero qué. Vandólo el otro. Duerme ahora y a denguno
quié ver. SAC. — Pues voy a verlo ahora mismo. ¡Aceitunas! Que no me haya
conocido, eso es lo que pido a Dios. LEV. — Están repicando la salida. SAC. —Y
tú, bruto inmenso, tenías que ser tú. LEV. —¿Yo qué? SAC. —No haberte parao un
minuto siquiera.,. LEV. —¿Y usté? ( i SAC. — Un hombre tirao en aquella cuneta
como un perro, un levita que pasa... Ahora ¿qué va a decir la gente? , a LEV.
—Comienza la procesión. SAC. — iQue espere la procesión! ¿Dónde queda la tonda
esa? Es que podemos quedar muy mal. ¡Mire que haber ido a levantarlo justamente
un samaritano! Ahiestá lo que es tener levitas sin cabeza... LEV. —Y usté,
hombre sin corazón ¿me va a contar a mí que confundió un herido con un
borracho? PERP. — ¡Calma! ¡Acalmansen ustés! SAC, — ¡Déjame que te estrello!
¡Que no sé qué hacer! LEV. —Bueno, ahora ya no hay nada que hacer. PERP, — ¡La
capa prival! SAC. — ¡Dejemén pensar! LEV. Y PERP. (a coro) — ¡La capa prival!
¡Que se va la procesión! ¡Que ya los ateletas sacan la Santa Gabia!
SAC. — ¡Dasastre! Quiero
decir ¡dasestre! Bueno ¡desastre! Pasen la capa. Ahora ustedes, de todo esto,
ni mus ¿estamos? Otra vez que me encuentre un muerto o un borracho en el
camino... será otra cosa. Pero ¿quién podía pensar...? ¡El Consejal Llovet, que
puede quitarnos el impuesto y llevar el palio en las procesiones! Ahora lo
único que nos falta es que nos falte el Cochifrito...