La muchedumbre - P. Leonardo Castellani
Uno de
los máximos problemas de nuestro tiempo es lo que llama Ortega “La Rebelión de
las Masas”. Otro libro de O. se llama “E l Tema de Nuestro Tiempo”. Ese es el
tema de nuestro tiempo, el tema "político” por lo menos.
En
1848 estalló en Francia una “revolución republicana” que depuso al “Rey
Ciudadano” Luis Felipe Igualdad, hijo de Felipe Igualdad el Regicida —en
Francia y en Alemania, Austria e Italia al mismo tiempo— y en Dinamarca... Kirk.
(Søren Kierkegaard), escribió en su diario unas pocas frases muy importantes:
escribió lo mismo que escribió San Martín a Rosas desde Boulogne-sur-Mer; a
saber: “he aquí el advenimiento de la muchedumbre; y juntamente el Estado
Totalitario” (que dicen hoy) — llamémoslo benignamente Estado Despótico. Peor
todavía es su nombre verdadero.
Al
mismo tiempo que Kirk, una cantidad de pensadores dijeron lo mismo en toda
Europa: Donoso Cortés en España, Nietzsche y Goethe en Alemania, Solowief y
Dostolewski en Rusia, Antonio María conde de Rosmini Serbattí en Italia, Flaubert,
Baudelaire y otros menores en Francia: todos saludaron el advenimiento de la
República Perpetua y la Restauración Perpetua en el mundo; cuya proclama
solemne hizo Karlos Marx en 1857 con su “Manifiesto Comunista". Ha llegado
al mundo una cosa nueva: la Revolución de masas y permanente.
Junto
con esos dos fenómenos y como corolarios aparecen otras cabezas del monstruo de
7 cabezas: el periodismo, el sufragio universal, supresión de la libertad de
enseñanza, los partidos políticos y la Burocracia.
Tres
años después había en Francia una “tiranía blanda” —“una tiranía templada por
la corrupción”; que duró 20 años—es decir, se realizó legalmente el estado
totalitario, en la forma que se llama técnicamente “bonapartismo”. Desde
entonces (y no desde 1914) comienza lo que podemos llamar orgullosamente “nuestros
tiempos”: comienza a fraguarse la guerra mundial, cuyo preludio fue la del 70:
el tiempo que el Evangelio llama: "de guerra y de rumores de guerra”:
contiendas entre los Estados y “sediciones” (lucha de clases).
Hablemos
pues de la muchedumbre. Para situarse en el tema basta, hojear la revista mayoría
o el diario LABORISTA — o cualquier otro diario en realidad. ¿Qué es lo que loa
caracteriza? La indiferencia a la calidad y la atención puesta en la cantidad*
Cómo indiferencia a la calidad si publican artículos de los mejores escritores
extranjeros— comprados a una agencia que negocia en eso. Bueno, es que la
palabra mejores en este caso también depende de la cantidad.
Antes
de todo, una advertencia: la palabra "masa” no tiene aquí un significativo
soberbio o despreciativo: es una notación de hecho. Tampoco quiere decir que el
hombre-masa sea necesariamente un hombre malo, o que las masas actuales tengan la
culpa de ser masas; o que no deseen oscuramente y a su manera dejar de serlo.
.Solamente que los que saquen a las masas del estado de masas, no eran masas.
La diferencia entre pueblo y masa no es una diferencia de personas (nada impide
que una misma persona, como yo, sea en un momento hombre-masa y después una
persona) sino de estructuras. Ningún hombre es despreciable cuando está
estructurado, es decir, en contacto con lo que es superior a él y bajo su
influencia. Ser discípulo no es ninguna deshonra mientras está sujeto al maestro;
lo malo es cuando et discípulo se cree o quiere hacerse el maestro; y peor
cuando no es ni siquiera discípulo y enseña: como por ejemplo el periodista. El
“anonimato” fue la nota que horrorizaba a Kirk. en el periodismo.
La
política de Kirk. frente a este fenómeno fue sumamente sencilla: “No hay que
cambiar nada. Soy antirrevolucionario. El remedio no está en las nuevas
'Constituciones”. Mas cuando el Rey Cristián VIII lo quiso enganchar en la
defensa de la Monarquía Absoluta, se excusó cortésmente.
“Masa
es el hombre medio” — define Ortega. No quiere decir “el hombre de la dase
media”, sino el hombre común. Pero ¿qué es común? Ortega no tiene una teoría de
lo común, Kirk. sí la tiene. Pero todavía no queda definida la masa si se dice que
son los hombres de lo General. Hay que decir que es el hombre bajo que se pone
a sí mismo como lo General; y que resiste a todo lo diferente. "Ser
diferente es indecente” — dicen los yanquis. La masa es el hombre reducido al mínimo
común denominador; es decir, nivelado por lo bajo.
Lo que
nosotros vemos con nuestros ojos es al vulgo que ha invadido todo y ha impuesto
sus ideas, sus maneras de ver y sus costumbres, y gobierna como nunca ha
gobernado, en forma inmediata y brutal. . . por medio de sus representantes;
los cuales tienen que halagarlo para poder gobernar — y engañarlo por otro
lado. Lo que vemos es que la populachería lo va tiñendo todo, incluso en parte
a la religión, la cual se ve obligada (quizás) a hacer “congresos eucarísticos”;
es decir, juntar grandes masas devotas, o conmovidas por un instante, que
después del Congreso, como pasó hace poco en el Brasil, se van a la orilla del
mar a celebrar el culto de Samboanga, (?) un culto indígena con ribetes de
diabolismo. Cuando se hizo aquí el Congreso Eucarístico, del cual ciertamente
no hablaré mal (él no tiene la culpa) Hugo Wast y Manuel Gálvez dijeron que la Argentina
estaba en estado de gracia. Bien, ahora ya no estamos en estado de gracia. Poco
después apareció Perón y comenzó sus propios congresos eucarísticos.
¿Por
qué “el pueblo” se convirtió en masa? Simplemente porque fueron destruidos los
cauces. ¿Cuáles eran los cauces?
Eran
las instituciones, incluyendo a la misma natural e indestructible institución
de la familia-, en las cuales los hombres se ordenaban en función de sus
diferencias. ¿Cómo se destruyeron?
En nombre
de la Igualdad. ¿Cómo cayeron las gentes en tan extraña ilusión de que todos
los hombres son o tienen que ser iguales? El cómo es un poco intrincado, pero
el hecho está delante de nosotros. La utopía de la Igualdad produjo en las
sociedades la “confusión de las personas”, que es el principio del “fin de las
ciudades”, ¡como dijo el Dante. “La envidia como motor de fenómenos
sociales". .. 'Caí en la cuenta. Pasión sumamente secreta.
“Sempre la confusion
delle persone
Principio fu del fin
delle citadi”
Esta
nivelación o intento de nivelación (que nunca se consigue del todo, por ser una
cosa contra-natura) exige fatalmente el despotismo: la sociedad en vez de ser
como un cuerpo viviente organizado se convierte en una inmensidad de granos de
arena con un médano en el centro; un médano, es decir, una cosa indiferenciada,
fea y efímera. La llaman “la democracia”. Esta democracia — que no es ni el
régimen perfecto y suave que soñó (y en parte vio) Sto. Tomás ni el mero
régimen político que técnicamente se llama “democracia” en los tratadistas — es
la muerte de la estabilidad política. La estabilidad es el bien más grande de
los que debe conseguir la política — dentro de la movilidad esencial de las
cosas humanas. La estabilidad política falta en la Argentina ahora y ha faltado
hace mucho tiempo; y esa es la causa del atraso, incluso técnico, de la
Argentina; y de los actuales dolores.
Las
masas actuales gobiernan en el sentido de que imponen la nivelación: no en el
sentido de que decidan. Un filósofo belga Marcel de Corte ha bautizado este
estado con el nombre de “doxocracia” o gobierno de la “opinión”, en el sentido
peyorativo que dan los platónicos a esta palabra. Es decir, las masas son
consultadas acerca de lo que NO entienden y no son consultadas acerca de lo que
entienden. Si se hiciese hoy un plebiscito a ver si el pueblo quiere o 110 una
nueva Constitución, el pueblo mostraría su falta de interés por ese maravilloso
invento incluso no votando... si el voto fuese libre. Pero el voto, que es el
instrumento de la actual libertad, no es libre. Hasta qué grado no es libre, lo
saben Uds. ¿Sabe el pueblo si quiere o no una guerra con otra nación? Sí sabe.
Sobre esto no lo consultan. Esto es la “doxocracia”, un nombre demasiado noble
para esa cosa. Ortega lo llama “hiperdemocracia”. Es una “subdemocracia” o “pseudodemocracia”.
KlRK.,
diario 13 de Oct. 1835: “Es una curiosa correspondencia la que se está
estableciendo entre el Protestantismo y la idea política actual: es una lucha por
la misma cosa, que llaman “Soberanía del Pueblo”; y es además interesante ver
cómo los propiamente Monarquistas se aproximan al Catolicismo.”
Los
hombres son iguales solamente ante la Naturaleza, tienen “comunidad de
naturaleza”. Pero como individuos (y lo único que existe es el individuo) son
desiguales ante todo, incluso ante Dios. En las dos facultades superiores,
intelecto y voluntad, que definen al hombre como hombre, los hombres difieren
máximamente; se dividen en más capaces, menos capaces e incapaces — y por otro
lado en buenos y malos. Querer cerrar los ojos a estas diferencias es
precipitarse en la bestialidad. Las abejas, las hormigas y las vacas pueden ser
democratistas; entre ellas no hay individuos. Sin embargo, las abejas son
monárquicas — y dictatoriales. Es que la sociedad masificada necesita el
gobierno despótico — dice Santo Tomás.
Leonardo
Castellani: “De Kirkegord a Tomás de
Aquino”. Ed. Guadalupe. Bs.A. 1973. Págs. 194-197
Nacionalismo Católico San Juan Bautista