martes, 11 de diciembre de 2018

La muchedumbre - P. Leonardo Castellani

La muchedumbre - P. Leonardo Castellani








Uno de los máximos problemas de nuestro tiempo es lo que llama Ortega “La Rebelión de las Masas”. Otro libro de O. se llama “E l Tema de Nuestro Tiempo”. Ese es el tema de nuestro tiempo, el tema "político” por lo menos.
En 1848 estalló en Francia una “revolución republicana” que depuso al “Rey Ciudadano” Luis Felipe Igualdad, hijo de Felipe Igualdad el Regicida —en Francia y en Alemania, Austria e Italia al mismo tiempo— y en Dinamarca... Kirk. (Søren Kierkegaard), escribió en su diario unas pocas frases muy importantes: escribió lo mismo que escribió San Martín a Rosas desde Boulogne-sur-Mer; a saber: “he aquí el advenimiento de la muchedumbre; y juntamente el Estado Totalitario” (que dicen hoy) — llamémoslo benignamente Estado Despótico. Peor todavía es su nombre verdadero.


Al mismo tiempo que Kirk, una cantidad de pensadores dijeron lo mismo en toda Europa: Donoso Cortés en España, Nietzsche y Goethe en Alemania, Solowief y Dostolewski en Rusia, Antonio María conde de Rosmini Serbattí en Italia, Flaubert, Baudelaire y otros menores en Francia: todos saludaron el advenimiento de la República Perpetua y la Restauración Perpetua en el mundo; cuya proclama solemne hizo Karlos Marx en 1857 con su “Manifiesto Comunista". Ha llegado al mundo una cosa nueva: la Revolución de masas y permanente.

Junto con esos dos fenómenos y como corolarios aparecen otras cabezas del monstruo de 7 cabezas: el periodismo, el sufragio universal, supresión de la libertad de enseñanza, los partidos políticos y la Burocracia.

Tres años después había en Francia una “tiranía blanda” —“una tiranía templada por la corrupción”; que duró 20 años—es decir, se realizó legalmente el estado totalitario, en la forma que se llama técnicamente “bonapartismo”. Desde entonces (y no desde 1914) comienza lo que podemos llamar orgullosamente “nuestros tiempos”: comienza a fraguarse la guerra mundial, cuyo preludio fue la del 70: el tiempo que el Evangelio llama: "de guerra y de rumores de guerra”: contiendas entre los Estados y “sediciones” (lucha de clases).

Hablemos pues de la muchedumbre. Para situarse en el tema basta, hojear la revista mayoría o el diario LABORISTA — o cualquier otro diario en realidad. ¿Qué es lo que loa caracteriza? La indiferencia a la calidad y la atención puesta en la cantidad* Cómo indiferencia a la calidad si publican artículos de los mejores escritores extranjeros— comprados a una agencia que negocia en eso. Bueno, es que la palabra mejores en este caso también depende de la cantidad.

Antes de todo, una advertencia: la palabra "masa” no tiene aquí un significativo soberbio o despreciativo: es una notación de hecho. Tampoco quiere decir que el hombre-masa sea necesariamente un hombre malo, o que las masas actuales tengan la culpa de ser masas; o que no deseen oscuramente y a su manera dejar de serlo. .Solamente que los que saquen a las masas del estado de masas, no eran masas. La diferencia entre pueblo y masa no es una diferencia de personas (nada impide que una misma persona, como yo, sea en un momento hombre-masa y después una persona) sino de estructuras. Ningún hombre es despreciable cuando está estructurado, es decir, en contacto con lo que es superior a él y bajo su influencia. Ser discípulo no es ninguna deshonra mientras está sujeto al maestro; lo malo es cuando et discípulo se cree o quiere hacerse el maestro; y peor cuando no es ni siquiera discípulo y enseña: como por ejemplo el periodista. El “anonimato” fue la nota que horrorizaba a Kirk. en el periodismo.

La política de Kirk. frente a este fenómeno fue sumamente sencilla: “No hay que cambiar nada. Soy antirrevolucionario. El remedio no está en las nuevas 'Constituciones”. Mas cuando el Rey Cristián VIII lo quiso enganchar en la defensa de la Monarquía Absoluta, se excusó cortésmente.

“Masa es el hombre medio” — define Ortega. No quiere decir “el hombre de la dase media”, sino el hombre común. Pero ¿qué es común? Ortega no tiene una teoría de lo común, Kirk. sí la tiene. Pero todavía no queda definida la masa si se dice que son los hombres de lo General. Hay que decir que es el hombre bajo que se pone a sí mismo como lo General; y que resiste a todo lo diferente. "Ser diferente es indecente” — dicen los yanquis. La masa es el hombre reducido al mínimo común denominador; es decir, nivelado por lo bajo.

Lo que nosotros vemos con nuestros ojos es al vulgo que ha invadido todo y ha impuesto sus ideas, sus maneras de ver y sus costumbres, y gobierna como nunca ha gobernado, en forma inmediata y brutal. . . por medio de sus representantes; los cuales tienen que halagarlo para poder gobernar — y engañarlo por otro lado. Lo que vemos es que la populachería lo va tiñendo todo, incluso en parte a la religión, la cual se ve obligada (quizás) a hacer “congresos eucarísticos”; es decir, juntar grandes masas devotas, o conmovidas por un instante, que después del Congreso, como pasó hace poco en el Brasil, se van a la orilla del mar a celebrar el culto de Samboanga, (?) un culto indígena con ribetes de diabolismo. Cuando se hizo aquí el Congreso Eucarístico, del cual ciertamente no hablaré mal (él no tiene la culpa) Hugo Wast y Manuel Gálvez dijeron que la Argentina estaba en estado de gracia. Bien, ahora ya no estamos en estado de gracia. Poco después apareció Perón y comenzó sus propios congresos eucarísticos.

¿Por qué “el pueblo” se convirtió en masa? Simplemente porque fueron destruidos los cauces. ¿Cuáles eran los cauces?

Eran las instituciones, incluyendo a la misma natural e indestructible institución de la familia-, en las cuales los hombres se ordenaban en función de sus diferencias. ¿Cómo se destruyeron?


En nombre de la Igualdad. ¿Cómo cayeron las gentes en tan extraña ilusión de que todos los hombres son o tienen que ser iguales? El cómo es un poco intrincado, pero el hecho está delante de nosotros. La utopía de la Igualdad produjo en las sociedades la “confusión de las personas”, que es el principio del “fin de las ciudades”, ¡como dijo el Dante. “La envidia como motor de fenómenos sociales". .. 'Caí en la cuenta. Pasión sumamente secreta.

“Sempre la confusion delle persone
Principio fu del fin delle citadi”

Esta nivelación o intento de nivelación (que nunca se consigue del todo, por ser una cosa contra-natura) exige fatalmente el despotismo: la sociedad en vez de ser como un cuerpo viviente organizado se convierte en una inmensidad de granos de arena con un médano en el centro; un médano, es decir, una cosa indiferenciada, fea y efímera. La llaman “la democracia”. Esta democracia — que no es ni el régimen perfecto y suave que soñó (y en parte vio) Sto. Tomás ni el mero régimen político que técnicamente se llama “democracia” en los tratadistas — es la muerte de la estabilidad política. La estabilidad es el bien más grande de los que debe conseguir la política — dentro de la movilidad esencial de las cosas humanas. La estabilidad política falta en la Argentina ahora y ha faltado hace mucho tiempo; y esa es la causa del atraso, incluso técnico, de la Argentina; y de los actuales dolores.

Las masas actuales gobiernan en el sentido de que imponen la nivelación: no en el sentido de que decidan. Un filósofo belga Marcel de Corte ha bautizado este estado con el nombre de “doxocracia” o gobierno de la “opinión”, en el sentido peyorativo que dan los platónicos a esta palabra. Es decir, las masas son consultadas acerca de lo que NO entienden y no son consultadas acerca de lo que entienden. Si se hiciese hoy un plebiscito a ver si el pueblo quiere o 110 una nueva Constitución, el pueblo mostraría su falta de interés por ese maravilloso invento incluso no votando... si el voto fuese libre. Pero el voto, que es el instrumento de la actual libertad, no es libre. Hasta qué grado no es libre, lo saben Uds. ¿Sabe el pueblo si quiere o no una guerra con otra nación? Sí sabe. Sobre esto no lo consultan. Esto es la “doxocracia”, un nombre demasiado noble para esa cosa. Ortega lo llama “hiperdemocracia”. Es una “subdemocracia” o “pseudodemocracia”.

KlRK., diario 13 de Oct. 1835: “Es una curiosa correspondencia la que se está estableciendo entre el Protestantismo y la idea política actual: es una lucha por la misma cosa, que llaman “Soberanía del Pueblo”; y es además interesante ver cómo los propiamente Monarquistas se aproximan al Catolicismo.”

Los hombres son iguales solamente ante la Naturaleza, tienen “comunidad de naturaleza”. Pero como individuos (y lo único que existe es el individuo) son desiguales ante todo, incluso ante Dios. En las dos facultades superiores, intelecto y voluntad, que definen al hombre como hombre, los hombres difieren máximamente; se dividen en más capaces, menos capaces e incapaces — y por otro lado en buenos y malos. Querer cerrar los ojos a estas diferencias es precipitarse en la bestialidad. Las abejas, las hormigas y las vacas pueden ser democratistas; entre ellas no hay individuos. Sin embargo, las abejas son monárquicas — y dictatoriales. Es que la sociedad masificada necesita el gobierno despótico — dice Santo Tomás.

Leonardo Castellani: “De Kirkegord a Tomás de Aquino”. Ed. Guadalupe. Bs.A. 1973. Págs. 194-197



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