lunes, 24 de diciembre de 2018
Evangelio del Nacimiento (Jn 1, 1-18) - P. Leonardo Castellani
Dante Alighieri dice muy alegre que Cristo es romano, porque
eligió nacer en el Imperio Romano y obedeciendo a una orden del Emperador...
Sí, nació en el Imperio para pagar un nuevo impuesto, y para no encontrar una alcoba
donde nacer; y al fin de su vida, los soldados imperiales lo crucificarán. Cristo
es de todo el mundo, así como antes de encarnarse no era deste mundo. Parejamente
el P. Lombardi dice que Dios ha prometido a Italia el “primado religioso” en el
mundo, porque los vicarios de Cristo viven en Roma. Son cuentos; cuentos
patrióticos, como el del negro Falucho... un negro que no existió.
El lugar fue una caravanera y un pesebre. “Y dio a luz a su hijo
primogénito, y lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre; porque no había
para ellos lugar en la posada”. No hubo para Cristo recién nacido ni un cubículo
de fonda; y este rasgo asombroso y de tan gran patetismo está puesto por Lucas
de paso, en una frase incidental. ¡Si habrán decantado sobre él los predicadores!
Cristo quiso nacer en la mayor pobreza, quiso hacemos ese
obsequio a los pobres. La piedad cristiana se enternece sobre ese rasgo y hace
muy bien; pero ese rasgo no es lo esencial de este misterio: no es el misterio.
El misterio inconmensurable es que Dios haya nacido. Aunque hubiese nacido en
el Palatino, en local de mármoles y cuna de seda, con la guardia pretoriana rindiendo
honores, y Augusto postrado ante El, el misterio era el mismo. El Dios invisible
e incorpóreo, que no cabe en el Universo, tomó cuerpo y alma de hombre, y
apareció entre los hombres, lleno de gracia y de verdad; ése es el misterio de
la Encarnación, la suma de todos los misterios de la Fe. Bueno es que los niños
se enternezcan ante las pajas del pesebre, la mula y el buey; que los poetas
canten:
Caído se le ha un clavel
Hoy a la Aurora del seno
¡Qué glorioso que está el
heno!
Porque ha caído sobre él.
.........................................
Las pajas del pesebre
Niño de Belén
Hoy son flores y rosas
Mañana serán hiel;
y que los
predicadores derramen lágrimas sobre la pobreza del Verbo Encarnado; pero los
adultos han de hacerse capaces de la grandeza del misterio y han de espantarse
no tanto de que Dios sea un niño pobre, sino simplemente de que sea un niño.
La herejía contemporánea, que consiste en una especie de naturalización
del dogma, no tiene inconveniente en celebrar la “Fiesta de la Familia” y en
enternecerse ante el “niño divino”; con tal que sea divino como todos los otros
niños son “divinos”. El cristiano debe estar atento: no es un niño como los
otros niños. El profeta Miqueas dice en el mismo capítulo del nacimiento:
Aquel día te quitaré los
caballos
dice Jahué, y destruiré tus
carros
Y abatiré las ciudades de tu
tierra
y arruinaré todos tus
fortines
Y te quitaré de las manos
las hechicerías
y no habrá cabe ti agorerías
Destruiré tus ídolos y tus
cipos
y no te postrarás ante la
obra de tus manos
Y arrancaré del medio tus
lucos sacros,
y derribaré tus árboles
idolátricos.
Y en ira y furor haré
venganza en tus gentes
que no quisieron escucharme.
Los paganos de hoy celebran “el día del Niño” y después se
vuelven a sus espiritismos; cuando no lo celebran con hechicerías o con excesos
paganos o animales. El cristiano celebra la Noche-Buena con santa alegría, pero
con profundo sobrecogimiento.
Os anuncio una gran alegría
Que será para todos los
pueblos:
Hoy os nació en la ciudad de
David
Un Salvador, el Mesías y el
Señor.
Y ésta es la señal:
encontraréis un niñito
envuelto en pañales
y reclinado en un pesebre,
dijo el Ángel a los
pastores.
El acontecimiento de los acontecimientos fue anunciado antes que
a todos a unos pobres pastores que velaban en tomo de una hoguera en la noche
helada. Ellos creyeron, y corrieron, y hallaron “lo que el Señor les había hecho
saber”; aunque al ver al espíritu luminoso “temieron grandemente”; mas no
pudieron temer al rey de los ángeles hecho niño pequeño. Ellos fueron los primeros
ciudadanos del Reino, y sus primeros evangelistas. Ellos presenciaron el júbilo
de los “ejércitos celestiales” sobre la caravanera, después de María y José, y
antes que los Magos. Salieron contando el suceso y hubo pasmo y una gran
esperanza entre la pobre gente. “Pero María conservaba todas estas palabras
rumiándolas en su corazón”. De ella sin duda las obtuvo muchos años después el
médico griego meturgemán de San Pablo llamado Lucas, el evangelista de la niñez
de Cristo y de la virginidad de María, de quien se dice también que hizo una
pintura de Nuestra Señora; porque era tan mal médico y mal pintor como
excelente “recitador”.
Tunc prius ignaris
pastoribus ille creatus
Emicuit, quia Pastor erat.
..,
canta el poeta
latino Sedulius:
Por eso primero que a todos
a pobres pastores
Mostróse; porque era
Pastor....
La palabra “primogénito” que pone San Lucas, ha dado pie a
muchos herejes (Joviniano, Hevidio, Ebión y Eunomio; así como algunas sectas protestantes)
para aseverar que la Santísima Virgen Nuestra Señora tuvo después de Cristo
otros hijos; cosa que reproduce el judío Schalom Asch en su pesado novelón que
como “historia de Cristo” escribió con el título de El Nazareno. Pero la
palabra griega protótokon significa tanto primogénito, como unigénito, según
los peritos. Es como la palabra primeriza que usan los libros de Medicina, que
se refiere al primer parto sin determinar si es único; o uno seguido de otros.
El cántico de los ángeles sobre el khan de Belén (“Gloria a Dios
en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”115) ha sido
traducido diversamente y dado pie a muchas discusiones. La traducción más
exacta es:
Gloria
en el cielo
a Dios; paz
en la tierra
a los hombres del
beneplácito.
Tés eudokías significa en griego a los hombres bien enseñados;
es decir, a los creyentes; de los cuales los primeros fueron los Pastores; que
si fueron tres pastores –como dice San Agustín– o doce pastores –como dice Teofilacto–
no lo sabemos.
San Lucas dice que María “dio a luz su hijo, lo fajó y lo
reclinó en el pesebre”, sin ayuda de obstétricas o comadronas: el nacimiento de
Cristo fue milagroso y virginal. “Los pañales –escribe San Cipriano de África–
están en lugar de las púrpuras, y las fajas en lugar de las holandas de los
reyes. La misma madre que da a luz es la obstetriz que presta al recién nacido
sus cuidados: lo toca, lo abraza, lo besa, lo amamanta; todo ello inundada de
gozo. No hay en este parto dolor ni lesión alguna... Por sí mismo se desprendió
del árbol este fruto maduro”.
La tradición del pueblo cristiano ha retenido desde los primeros
tiempos que había en el khan de Belén una mula y un buey: los Santos Padres
antiguos se han complacido en aplicar a los dos humildes animales el versículo
de Isaías, I, 3: “Conocerá el buey a su dueño - Y el asno el pesebre de su
Señor”.
La tradición española tiene que San José llevaba el buey para pagar
el tributo al Déspota Imperial, y la mula para cabalgadura de María; puesto que
de Nazareth a Belén hay cuatro días de camino a pie. El bueno de Maldonado se opone
a esta tradición, diciendo que si tenían una mula no eran tan pobres, y no les
hubieran negado lugar en la fonda. Pero ¿no se puede ser pobre y tener una
pobre mula?
Para mí que la mula fue prestada.
Y así pasó esa noche que habría de ser recordada como Buena por excelencia
en todo el mundo por siglos sin fin, sin que nada pasara en el mundo fuera de
un movimiento de pastores y una nueva estrella desconocida que vieron tres
astrónomos caldeos en el cielo de Oriente. El Verbo de Dios se hizo hombre, y
los periodistas de aquel tiempo no se enteraron de nada. Pasó la noche y vino
el Alba y un nuevo día. “Caído se le ha un clavel - Hoy a la Aurora del
seno...”.
“Y pecaron los hombres como todos los días”, dijo el poeta Paúl
Fort. Esto se puede poner en verso ¿por qué no? por lo menos para no aparecer como
enemigo de los “villancicos”.
Hoy ha nacido un niño y hay
un gran parabién
Hay cánticos de ángeles y
hay luces en Belén.
Hoy ha nacido un niño: una
mula lo aceza
Un obrero lo adora y una
virgen lo besa.
Hoy ha nacido un niño; y
unos pobres pastores
Vienen de prisa a verlo con
corderos y flores.
Gloria a Dios en los cielos,
paz a los que han creído
¿Cuál pensáis será el nombre
de este recién nacido?
Paz a los que han creído y a
los que han de creer
¿Quién pensáis será Este
nacido de mujer?
Hoy ha nacido un niño muy
antiguo de días
Más que el Hermón nevado con
su testa de armiño
Que viene de las últimas
místicas lejanías
Hoy ha nacido un niño y es
Dios que se ha hecho niño
Y pecaron los hombres como
todos los días.
El pueblo judío era un buey pesado y bruto; y era cabezudo como
una mula y tan ignorante y mistificado como el pueblo argentino: tenía que
haber pensado que si Dios se hacía hombre –si se realizaba en el mundo la perfección
de la Humanidad en un hombre– ese hombre iba a pasar desapercibido, y que había
que abrir bien los ojos. Así que el buey reconoció a su Señor; y el Pueblo
Elegido pasó la Noche Buena como todas las otras noches; y sigue pasándola.
P. Leonardo Castellani: “El
Evangelio de Jesucristo”
Nacionalismo Católico San
Juan Bautista