«En principio de nada hay de que quejarse de que se prolongue dos semanas el plazo de una interrupción farmacológica voluntaria de gravidez en casa, por causa de la epidemia del Coronavirus 19»: declaró el Ministro de Salud francés Olivier Véran (en la foto) al diputado socialista Laurence Rossignol, que le planeó la cuestión con una petición, en la cual se le pidió una extensión análoga de dos semanas no solo para los abortos farmacológicos sino también para los quirúrgicos, cruelmente llamados también «por aspiración».

El Ministro también definió como «inquietante» la caída del número de abortos efectuados en las últimas semanas, por este motivo visiblemente preocupado e incluso precisando que tenía que resolver pronto «cuestiones técnicas» agregó que está: «absolutamente fuera de discusión que la epidemia del Covid-19 restringe el derecho al aborto», por lo tanto no se trata únicamente de confirmarlo sino, también, de alentarlo.
Es increíble como, incluso en tiempos de Coronavirus y en los que hay mucho más en que pensar, la cultura de la muerte pueda de todos modos avanzar inexorablemente en Europa: los políticos de muchos países de la Unión ahora consideran prioritario matar vidas humanas en el vientre materno. Ocurre en el Reino Unido, ocurre en Bélgica, ocurre en Italia, ahora ocurre también en Francia, donde lamentablemente no solo los políticos sino también los ginecólogos en particular y la clase médica en general solicitaron expresamente al gobierno con su propio llamamiento que garantizara el acceso al aborto, a pesar de estar en plena crisis sanitaria. Por el contrario, sobretodo en plena crisis sanitaria, como precisa la petición utilizando el habitual anti-idioma: «Durante la epidemia, las interrupciones farmacológicas voluntarias del embarazo deben ser alentadas y facilitadas, garantizando en todo la libre elección de las mujeres».
Por ello el Ministro Véran declaró haber requerido a sus servicios el incentivar el recurso a la teleconsulta para que rápidamente sea posible un dictamen médico antes y después de la ingesta de la píldora abortiva por parte de las mujeres en la dulce espera. La así y siempre definida de ese modo, pero hoy aquel adjetivo «dulce» suena siniestro en aquellos que, en realidad, van a transformar esa espera en una pesadilla, incluso en una tragedia.
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