miércoles, 8 de abril de 2020

EL PROFESOR EN EL PARAÍSO.

Un desdichado azar, hijo de ese virus fatal que viene a ser  el  populismo k, hizo que  un tal Fernández trepara hasta Balcarce 50.
Pocos conocen su pensamiento y hay quienes sospechan que tal vez ni él mismo pueda decirnos algo al respecto;  habida cuenta de  las  innumerables  y  extremas variaciones que puede manifestar  en algunas semanas y a veces hasta en días,  sus idas y vueltas alrededor de posiciones antagónicas, las innumerables  afirmaciones y negaciones  de los  mismos hechos.

Al  profesor  Fernández lo descubrimos  ahora en otra de sus habituales vueltas de tuerca, esta vez lo  escuchamos  sostener  que entre la economía y la vida, él está del lado de la vida.
Es decir que el mismo que anunció entre sus primeras medidas de gobierno (¿?) la propuesta de la ley del aborto libre y gratuito, a los pocos meses  se define como defensor de la vida.
Nos encontramos así,  con otro interrogante de muy difícil solución, deberíamos preguntarle al profesor que significa en esta semana  “defender la vida” en su aleatorio diccionario.
Un furioso defensor del aborto, un heraldo de la muerte  para  cientos de miles de niños no nacidos, declara defender la vida. ¿paradoja?. No lo creo,  su pensamiento no se distingue por la hondura sino por la aniquilación. A tal extremo  que el tipo elegido  como ministro de salud es nada menos que el dr aborto.
Saint Exupery conocía bien nuestras claudicaciones “ Nos hemos engañado demasiado tiempo…Hemos creído que el talento de las almas bajas, podía contribuir al triunfo de las causas nobles”
Siempre el mismo accionar del populismo k. El profesor anti vida ahora es su defensor, por un rato, por conveniencia, para disimular, hoy prefiere la vida dentro de un rato la elegida será la muerte,  gente hundida en sus propios rencores y en su miseria, usando claro está  los argumentos mas contradictorios e inconciliables.  Por eso si   conviene comulgar, se comulga, si al rato se impone blasfemar, está hecho.
Hay algo de monstruoso en  esta manipulacion del lenguaje,  las palabras nuestras pobres palabras,  significan otra cosa para  el abortero  que dice defender la vida. Hay quienes sotienen  que asi es y actúa  la ideologia populista,  hoy esto y mañana aquello y después cualquier otra cosa, lo que fuera, todo vale para el vendedor de moneda falsa.
Nosotros creemos que es una actitud propia del que no teme mentir y trampear, habitualemte en castellano,  así se denomina  a los cínicos, o sea  los que actúan con falsedad y desvenguenza.                                                                                                                                                                                                                                                                                 A que vida se referirá, sospecho que  ni siquiera el profesor lo sepa,  pero de ninguna manera  será  la de esa multitud de pequeños inocentes a los que propone matar. Hemos llegado así a  este extremo trágico en el que,  a la inocultable decadencia del mundo posmoderno, se suma la sombra de la peste.  En nuestro país  el escenario es aún más sombrio porque sobre destrucción  y peste, se agrega la otra  epidemia, la epidemia moral de los gobernantes hecha como vemos de ignominia y cinismo.
La impar  Simón Weil intuía que:  “El infierno  es creerse en el Paraíso por error”. Cómo no  preguntarse si  el confundido profesor, lo habrá creido también.