Abuelito, dime tú…
EL ABUELITO DE HEIDI
Derramaba dulzura la imagen de Cris, contemplando al abuelito
cubano.
En ciertas piadosas miradas de los pintores renacentistas, en
ciertos éxtasis místicos, recordamos haber entrevisto estampas parecidas, si no
tanto en belleza, que la de Heidi es incomparable, si, en lo referido al
arrobamiento amoroso de esos ojos mirando a Fidel.
Espontánea, dúctil, receptiva como siempre, Cris, escuchaba al
más anciano y sabio de los estadistas vivos (como ella suele llamarlo) mientras
el buen hombre enseñaba, con plácida sabiduría y con palabras tan sublimes, que
no me atrevería a repetir.
El retrato permanecerá ahí, para que lo mire con indisimulada
delectación, el narco progresismo del país y América.
En definitiva para eso son las fotos, que como la del Che,
recorre orgullosamente el mundo, recordándonos como es la entrañable catadura
de un terrorista.
Disfrutarán entonces la imagen del solícito abuelito del gesto
galante, del que apenas añadiré, que arrastró a la más grande indignidad al
pueblo cubano, y ubicó a un continente sobre la estrechura de un volcán.
Sí, ese agónico abuelito, es el que ahora comparte la foto con la
glamorosa Heidi. Foto que será un documento, pero también quimérico desafío ¿habrá
alguno que bizantino y oscuro como estos dos, pueda igualarlos en habilidad
para dañar y destruir?
Tal vez nunca sepamos sobre que hablaron, pero las posibilidades
son numerosas. Tal vez hablaron de los trabajadores y su derecho inapelable a
trabajar como esclavos y a disfrutar plenamente, del salario socialista.
O de los pobres, obligados a gozar de su cada vez más abundante
miseria que, por otra parte, se les ofrece sin condicionamientos de ningún
tipo.
Y hablando de riqueza, algo se dijo sobre bóvedas y cajas fuertes
y cuentas secretas en extraños países, pero como hablaban en voz baja para no
molestar a los desposeídos, ni siquiera imaginamos de que se trató.
Cómo no sospechar, que hablaron a fondo de los derechos humanos
y que en ese momento de la conversación, se habrán reído, como pocas veces en
la vida…
Nadie se atrevería a suponer que el bien común, la libertad, la
justicia y otras absurdas excentricidades burguesas, no hayan sido motivo de
intensa preocupación, pero afortunadamente enseguida se recuperaron y pasaron a
otro tema menos reaccionario.
Pero donde ambos coincidieron, fue en el reconocimiento a la
plena democracia en la que vivimos, gracias a cual, alcanzaron todos y cada uno
de estos nobles designios.
Deseamos que haya nuevos encuentros, pues quedaron sin resolver
las cuestiones de un orden internacional más justo y por supuesto la paz
mundial. La mayoría de los países observan esperanzados a estas dos
inteligencias privilegiadas, en busca de respuestas a los más agudos problemas
del presente, porque si existen seres capaces de lograr que sea mejor y más
digna la vida del hombre sobre la tierra, esos dos son, sin la menor duda, la
bella Heidi y su abuelito cubano.
Miguel De Lorenzo