sábado, 26 de abril de 2014

Algo más sobre los divorciados y la Comunión

Algo más sobre los divorciados y la Comunión

A raíz de una noticia desconcertante sobre un llamado telefónico del Papa volvemos sobre un tema que seguramente será motivo de interminables controversias hasta tanto se tome alguna determinación concreta. En este enlace la noticia, y las reflexiones de un fraile de la ciudad en que vive la mujer que recibió el llamado del papa Bergoglio. El franciscano cree en la existencia del llamado pero no en el contenido que la mujer atribuye: "hay cosas muy insólitas... son todos inventos... está tan en contra de lo establecido, etc.". La Santa Sede ha optado por no desmentir la existencia del llamado telefónico, ni su contenido, lo cual, como es previsible, consolidará el efecto confusión entre los fieles.   El sitio Messa in latino consultó, semanas antes de estos hechos, al fraile Cavalcoli, OP sobre la comunión de los divorciados unidos por matrimonio civil. Traducimos la consulta y la respuesta del dominico que enfoca el tema desde una perspectiva moral.
Reverendo Padre:
¿Cómo está?
Le escribo por pedido de muchos de nuestros lectores, que lo han escuchado en Radio María. Según lo que ellos han escuchado, Ud. habría sostenido que la comunión de los divorciados vueltos a casas es una cuestión de carácter pastoral y no doctrinal. Ahora bien, somos los últimos en poder discutir sobre tales argumentos doctos; pero, si en verdad Ud. lo hubiese dicho, permaneceríamos incrédulos, porque:
- los divorciados vueltos a casar no pueden acceder a la comunión porque permanecen en pecado mortal con el “cónyuge civil”, concubino, y no huyen de la tentación de pecar (motivo por el cual, no pueden recibir la absolución).
- además, los divorciados que no se han vuelto a casar no pueden acceder a la comunión porque han violado arbitrariamente el mandato divino de no separar lo que fue unido por Dios (véase lo que sucedió después de Enrique VIII).
Estaríamos encantados si quisiera darnos una explicación sobre el punto: ¿los lectores han entendido mal?, ¿Ud. ha sido malinterpretado?, ¿o en verdad ha sostenido esta teoría? En tal caso, ¡permítanos expresar nuestro estupor!
¿Podríamos, en este caso, publicar su respuesta ad utilitatem de nuestros lectores preocupados?
Un caro saludo y ¡hasta pronto!
Con estima, Roberto – Redacción de MiL.

Caro Roberto:
Los divorciados vueltos a casar se encuentran en ocasión próxima de pecar mortalmente, pero esto no quiere decir que de hecho estén en un estado permanente de pecado mortal. Sería, este, un juicio temerario, que no se puede conceder, y que la Iglesia no pronuncia de ninguna manera, porque el pecado no depende simplemente de la ocasión, sino de la voluntad, la cual permanece libre de no pecar, también cuando se ofrece la ocasión de pecar. Es importante no buscar la ocasión: esto puede ser ya un pecado. Pero si la ocasión se presenta inesperada, o imprevista, entonces es posible resistirla.
Las actuales disposiciones de la Iglesia, por las cuales se les prohíbe acceder a la confesión y a la comunión, son ciertamente sabias, porque están motivadas en el temor fundado de que los dos puedan encontrarse en estado de pecado, aunque no exista certeza por el motivo que he señalado supra, por lo cual, si debieran confesarse y hacer la comunión en tales condiciones, cometerían un sacrilegio: respecto de la confesión, porque se encontrarían en una completa dificultad de prometer no pecar más; y respecto a la comunión, porque, si están en pecado mortal, comerían su propia condenación como dice San Pablo.
Es verdad que los dos se encuentran en una situación que los dispone fuertemente al pecado, y que crea un obstáculo a la posibilidad de formar el propósito de no pecar más. Pero pueden darse casos, por ejemplo, con hijos, y tal vez con el cónyuge legítimo casado o unido con otra persona, en los cuales sea prácticamente imposible desbloquear la situación. Ahora, si hacen lo posible por evitar la ocasión, y no obstante, caen, y cada vez que caen, se arrepienten, ¿Dios no los perdonará?
Además, recuerda que la Iglesia misma ha emitido hace unos años un documento, en el cual se dice que si los dos consiguen abstenerse de las relaciones sexuales, por ejemplo dos ancianos, pueden ser admitidos a los sacramentos.
El dogma no puede cambiar; las disposiciones pastorales sí pueden mutar. Atendamos con confianza a aquello que sobre esta delicada materia será decidido por el Santo Padre, después de haber escuchado a los obispos y al pueblo de Dios.
En mi opinión, está bien que la ley actual permanezca sin cambios, porque, si relajamos la disciplina, temo que disminuirá ulteriormente la estima del matrimonio y de los sacramentos, ya muy comprometida entre muchos católicos. Pero corresponde al Papa decidir. Debemos confiarnos de él, también si en esta materia, que no es dogmática, no es infalible.
Te autorizo sin más a publicar mi respuesta, si lo crees conveniente. Aprovecho la ocasión para felicitarte por el sitio. Te recuerdo en la oración y te pido oraciones por mí.
P. Giovanni Cavalcoli,OP