Confirmado, en el 2015 gobernará un No Peronista: ¿con eso alcanza? – Por Nicolás Márquez
Conforme
los nombres en danza, a estas alturas pocas dudas caben que la interna
del peronismo se dirimirá entre Daniel Scioli y Sergio Massa. El
primero, de familia radical, saltó a la fama en su calidad de motonauta y
playboy mediático. Este lugar en el mundo de los famosos, le valió al
corredor de lanchas sumarse a la política al ser invitado e impulsado
por el entonces Presidente Carlos Menem, quien lo sumó a la militancia
en plena simbiosis entre política y farándula. Scioli brindó su primer
discurso en Mar del Plata, en un acto oficialista en el estadio
Polideportivo. Primero cantó la marcha peronista Hugo Miguel Fontana,
(hijo de Hugo del Carril), luego habló y debutó el propio Scioli y
finalmente habló el Presidente Carlos Menem, quien llevó adelante una
sonora arenga respaldando a su novel ahijado político entremezclando
loas a Juan Bautista Alberdi.
El caso de Sergio Massa es menos azaroso. Este siempre fue un animal
político y un militante de raza. Se formó e inició en la Unión del
Centro Democrático fundada por Alvaro Alsogaray. Luego, en los años 90´
cuando se forjó la alianza entre liberales y peronistas en plena ola de
privatizaciones y “relaciones carnales” con los Estados Unidos, el joven
Massa dejó la Ucedé y se pasó a militar en favor de la posible
candidatura presidencial de Ramón “palito” Ortega, a quien muchos veían
como un probable sucesor de Carlos Menem. Desde entonces nunca dejó el
rentable negocio de militar en el indecoroso movimiento justicialista.
Si bien para ser partidario de algo tan vago y genérico como el
peronismo el único requisito válido es decir “soy peronista” (sin
justificar ni fundamentar nada al respecto), va de suyo que ni Scioli ni
Massa son de origen, ni cuna, ni tampoco por formación peronistas en
absoluto. Y si por algo ambos se acercaron a ese partido, fue
probablemente por la seducción que oportunamente les despertó el
antiperonismo que paradojalmente estaba aplicando el peronista Menem
durante su prolongado gobierno.
Fuera de lo que es estrictamente el peronismo, va de suyo que no
habrá candidatos peronistas. Es por ello que dentro de los posibles
nombres que suenan dentro del contubernio filozurdo FAP-UNEN-gendro
(Sanz, Binner, Cobos, Carrió, Tuminni etc.) sobran socialistas,
radicales e izquierdistas, pero poco y nada se aprecia de peronismo en
stricto sensu.
Finalmente y para completar el rompecabezas político local,
encontramos al insípido PRO, cuyo propietario, Mauricio Macri, también
se formó políticamente en la juventud de la Ucedé. O sea que tampoco
saldría de este emprendimiento porteño ningún candidato a Presidente que
sea peronista (aunque Macri se rodee de varios de estos a los efectos
de ampliar su base de votantes).
Luego, más allá de quién resulte candidato en cada espacio y de quién
gane luego las elecciones nacionales, cabe concluir que no tendremos un
Presidente peronista (ni siquiera aunque éste surja del mismísimo
partido peronista). Este singular dato, en principio podría ser tomado
como una buena noticia, de no ser por el hecho de que casi ninguno de
los nombrados se comporta como alguien ajeno al peronismo. En efecto,
tanto sea por el mero afán por captar votos como por confusión
ideológica, nadie quiere distanciarse del estatismo económico, del
discurso impreciso, del igualitarismo demagógico, del verso setentista y
del muchachismo populista. Aunque con sus respectivos matices, todos
los aspirantes con chances serias de ocupar el Sillón de Rivadavia en el
2015 no proponen nada alejado de lo que bien propondría un peronista de
raza y de cuna, excepto por cierta prolijidad discursiva o por alguna
verbalización abstracta abrevando a la moral y a la institucionalidad.
Confirmado: todo indica que en el 2015 gobernará un No Peronista, sin
embargo no gobernará un antiperonista, y que un dirigente sea “anti”,
técnicamente quiere decir que es “opuesto” o “con propiedades
contrarias” a ese algo a lo que pretende oponerse.
Entonces, si el peronismo representa el estatismo, el aislacionismo
económico, el colectivismo, el derroche, el resentimiento y la
prepotencia, por ende cabría suponer que el antiperonismo sería su
antítesis, es decir la restauración del sistema republicano, la
promoción del mercado libre, el rescate de la propiedad privada y la
reivindicación de nuestras mejores tradiciones e instituciones
fundacionales y naturales. Pero nada de esto hay en los sedicentes
opositores.
Si al país lo va a gobernar un presidente No Peronista pero alguien
que no encarne el antiperonismo, esto podría significar quizás un
avance, pero sería apenas un muy modestísimo comienzo.
Twitter: @Nickymarquez1
La Prensa Popular | Edición 277 | Lunes 28 de Abril de 2014