JORGE DORÉ: CREER PARA VER
Creer para ver
Jorge Doré
Este próximo domingo 27 de abril, será un
día de exultación para la falsa cristiandad mundial. El falso papa de
la falsa Iglesia católica, durante una falsa misa, hará la parodia de
canonizar a dos falsos papas enemigos e injuriadores de Cristo Rey y de
Su Iglesia.
Por si no lo han notado, mientras más nos adentramos en los últimos
tiempos, –a modo de sofocante levadura– más crece la falsedad general.
Nada hay más falso que el lenguaje políticamente correcto, que la
dignidad del hombre y que los derechos humanos sin Dios; falsa
paternidad es la de las parejas de igual sexo (o sea, estériles), que
adoptan; falsa es la autoasignación de “género” (falso término este) sin
tener en cuenta el sexo que Dios nos concede; falsos son el aborto como
justa solución y derecho propio y la eutanasia vista como acto piadoso;
falso es justificar la pedofilia como un gusto personal, etc. En
resumen, y para concluir con sabiduría bíblica, falsos son el mal
considerado como bien y el bien considerado como mal.
Pero volviendo a las “canonizaciones”, una ingente profusión de
medallas, estampitas, reliquias, esculturas, oraciones, etc.
confeccionadas para solicitar las intercesiones de los dos anticristos
elevados a los sulfurosos altares, serán compradas, poseídas y admiradas
por todos los catatonizados devotos de los dos espurios santos que
contribuyeron a fracturar la Iglesia en dos grupos muy fáciles de
distinguir: la resistencia a la aposasía y la descarada apostasía, que
no requiere de una lupa teológica para ser observada a simple vista. ¡Ya
hiede la miopía voluntaria!
Este triunfo del mal, contribuirá a cerrar más los ojos de quienes
aún dudan de la satánica maldad imperante en Roma. Esta ceremonia,
equivalente a brindarle a Dios el humo de corderos enfermos,
contrahechos o perniquebrados o a ofrecerle frutos podridos, será un
acto diabólico al descubierto y sin tapujos, patrocinado por la gran
ramera apocalíptica: la Roma babilónica, con el dinero de, –algunos
ciegos y otros apóstatas–, contribuyentes. Por supuesto, los aplausos
del mundo y una extensísima cobertura mediática están garantizados de
antemano.
Las efigies de los dos anticristos elevados a los altares
luciferinos, serán dos nuevos becerros de hojalata para adoración de un
mundo que ya no distingue la chatarra del noble metal dorado. La
magnitud del evento y la nutrida participación en el mismo, nos darán
una clara idea de cuán avanzada está la agenda del mal sobre la tierra y
cómo éste ha logrado su tributo de obediencia de quienes, tiempo ha,
perdieron la capacidad de distinguir a Cristo de Belial y andan sujetos
de la mano de los jerarcas que los conducen sin la menor piedad hacia el
infierno. Pero no se pueden estrechar la mano de Cristo y la de los
apóstatas conjuntamente. Hay que elegir entre una u otra.
¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo? (Amos 3:3)
La bífida lengua de la serpiente, –enemiga milenaria del hombre–,
simbolizada por los dos vicarios de Lucifer en la tierra, Ratzinger y
Bergoglio, abrirá su boca para dejarle saber al mundo que ya el diablo
tiene sus santos. Si media lengua beatificó, la otra media canonizará.
Hablan a destiempo, pero ambas bailan en la misma garganta y sirven al
mismo cuerpo escamoso.
Este evento, de caracteristicas totalmente apocalipticas, nos
confirma a quienes tenemos conciencia de la gravedad del momento en que
vivimos, que ya aplica perfectamente la terrible pregunta de Cristo:
Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? (Lucas 18:8)
y aquel otro versículo que que dice:
Y si aquellos días no fuesen
acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados. (Mateo, 24:22)
Como dato sintomático, y que debe haberse
regado como pólvora entre todos los que vivimos atentos (según el
mandato de Jesús) a las señales de los tiempos y no estupidizados por falsas ilusiones restauracionistas dignas de novelitas de ciencia ficción,
la estrepitosa caída de un cristo dedicado a Juan Pablo II, que pesaba
600 kilos, en Italia, causó la muerte de un joven e hirió a otra
persona. Suceso éste obviamente asociado a la monstruosa pretensión de
canonizar a dos ultrajadores consuetudinarios de Cristo. Para mayor
“coincidencia” la familia de la pobre víctima, vive en la calle Juan
XXIII. (Ver aquí)
La tragedia ha sucedido tres días antes del abominable evento.
De más está decir que la escultura era
una absoluta bazofia digna de ser elogiada sólo por los espíritus
afectos al “aggiornamento” ya que más parecía un plesiosauro
regurgitando a Cristo que algo digno de glorificarlo. Pero ese arte
inmundo y satánico es el que refleja y gusta a la Roma apóstata y a sus
víctimas. De ese torvo calibre son los artistas que buscan. Y mientras
los incautos lo sigan celebrando, este repugnante arte seguirá
floreciendo sin que la gente se dé cuenta de que brota, no de la nobleza
del corazón creyente, sino de la laberíntica perversidad del humano
caído y de su descarado coqueteo con el diablo. Amén de estar plagado de
simbología esotérica invisible a los ojos profanos.
Por supuesto, quienes desdeñan este mensaje del Cristo caído, tampoco entienden por qué Juan Pablo II nació y murió en días de eclipse solar ni asocian el catastrófico terremoto que ocasionó el derrumbe de gran parte de la basílica de San Francisco de Asís, en Italia, donde este mismo apóstata convocó a las falsas religiones del mundo para llevar a cabo su ecuménico ultraje a Dios, llegando a incensarse a Buda en el altar mayor.
Por supuesto, quienes desdeñan este mensaje del Cristo caído, tampoco entienden por qué Juan Pablo II nació y murió en días de eclipse solar ni asocian el catastrófico terremoto que ocasionó el derrumbe de gran parte de la basílica de San Francisco de Asís, en Italia, donde este mismo apóstata convocó a las falsas religiones del mundo para llevar a cabo su ecuménico ultraje a Dios, llegando a incensarse a Buda en el altar mayor.
Porque los que pasan por alto estos mensajes del cielo (incluido el
rayo dedicado a Ratzinger), están retratados en el mensaje que Abrahám
le diera al rico cuando éste le rogaba que enviara al pobre Lázaro a sus
familiares para avisarles, y así evitar que cayeran en los desgraciados
tormentos que el el rico padecía. Pero la respuesta de Abraham no
podría haber sido más actual:
“Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”. (Lucas 16:31)
Al ver tanta mentira entronizada,
aquellos que observamos los dedos del mal entretejiendo este infecto
tapiz que cubre y oscurece todo el mundo, lleno de nudos e hilos rotos,
no podemos por menos que rogarle a Dios que abrevie el tiempo de su
venida y se digne a volver para rescatar a su remanente.
Quienes no creen en los avisos del Cielo, no pueden creer en el Cielo.
Hoy nos ha sido dada del cielo otra fatídica advertencia. Muchos no
la verán. Pero no hay que ver para creer. ¡Hay que creer para ver!