sábado, 26 de abril de 2014

JORGE DORÉ: CREER PARA VER

JORGE DORÉ: CREER PARA VER

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Creer para ver

Jorge Doré
Este próximo domingo 27 de abril, será un día de exultación para la falsa cristiandad mundial. El falso papa de la falsa Iglesia católica, durante una falsa misa, hará la parodia de canonizar a dos falsos papas enemigos e injuriadores de Cristo Rey y de Su Iglesia.
Por si no lo han notado, mientras más nos adentramos en los últimos tiempos, –a modo de sofocante levadura– más crece la falsedad general. Nada hay más falso que el lenguaje políticamente correcto, que la dignidad del hombre y que los derechos humanos sin Dios; falsa paternidad es la de las parejas de igual sexo (o sea, estériles), que adoptan; falsa es la autoasignación de “género” (falso término este) sin tener en cuenta el sexo que Dios nos concede; falsos son el aborto como justa solución y derecho propio y la eutanasia vista como acto piadoso; falso es justificar la pedofilia como un gusto personal, etc. En resumen, y para concluir con sabiduría bíblica, falsos son el mal considerado como bien y el bien considerado como mal.
Pero volviendo a las “canonizaciones”, una ingente profusión de medallas, estampitas, reliquias, esculturas, oraciones, etc. confeccionadas para solicitar las intercesiones de los dos anticristos elevados a los sulfurosos altares, serán compradas, poseídas y admiradas por todos los catatonizados devotos de los dos espurios santos que contribuyeron a fracturar la Iglesia en dos grupos muy fáciles de distinguir: la resistencia a la aposasía y la descarada apostasía, que no requiere de una lupa teológica para ser observada a simple vista. ¡Ya hiede la miopía voluntaria!
Este triunfo del mal, contribuirá a cerrar más los ojos de quienes aún dudan de la satánica maldad imperante en Roma. Esta ceremonia, equivalente a brindarle a Dios el humo de corderos enfermos, contrahechos o perniquebrados o a ofrecerle frutos podridos, será un acto diabólico al descubierto y sin tapujos, patrocinado por la gran ramera apocalíptica: la Roma babilónica, con el dinero de, –algunos ciegos y otros apóstatas–, contribuyentes. Por supuesto, los aplausos del mundo y una extensísima cobertura mediática están garantizados de antemano.
Las efigies de los dos anticristos elevados a los altares luciferinos, serán dos nuevos becerros de hojalata para adoración de un mundo que ya no distingue la chatarra del noble metal dorado. La magnitud del evento y la nutrida participación en el mismo, nos darán una clara idea de cuán avanzada está la agenda del mal sobre la tierra y cómo éste ha logrado su tributo de obediencia de quienes, tiempo ha, perdieron la capacidad de distinguir a Cristo de Belial y andan sujetos de la mano de los jerarcas que los conducen sin la menor piedad hacia el infierno. Pero no se pueden estrechar la mano de Cristo y la de los apóstatas conjuntamente. Hay que elegir entre una u otra.
Newly Appointed Pope Francis Visits Pope Emeritus Benedict At Castel Gandolfo
  ¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo? (Amos 3:3)
La bífida lengua de la serpiente, –enemiga milenaria del hombre–, simbolizada por los dos vicarios de Lucifer en la tierra, Ratzinger y Bergoglio, abrirá su boca para dejarle saber al mundo que ya el diablo tiene sus santos. Si media lengua beatificó, la otra media canonizará. Hablan a destiempo, pero ambas bailan en la misma garganta y sirven al mismo cuerpo escamoso.
Este evento, de caracteristicas totalmente apocalipticas, nos confirma a quienes tenemos conciencia de la gravedad del momento en que vivimos, que ya aplica perfectamente la terrible pregunta de Cristo:
Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? (Lucas 18:8)
y aquel otro versículo que que dice:
Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. (Mateo, 24:22)
Como dato sintomático, y que debe haberse regado como pólvora entre todos los que vivimos atentos (según el mandato de Jesús) a las señales de los tiempos y no estupidizados por falsas ilusiones restauracionistas dignas de novelitas de ciencia ficción, la estrepitosa caída de un cristo dedicado a Juan Pablo II, que pesaba 600 kilos, en Italia, causó la muerte de un joven e hirió a otra persona. Suceso éste obviamente asociado a la monstruosa pretensión de canonizar a dos ultrajadores consuetudinarios de Cristo. Para mayor “coincidencia” la familia de la pobre víctima, vive en la calle Juan XXIII. (Ver aquí)
La tragedia ha sucedido tres días antes del abominable evento.
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De más está decir que la escultura era una absoluta bazofia digna de ser elogiada sólo por los espíritus afectos al “aggiornamento” ya que más parecía un plesiosauro regurgitando a Cristo que algo digno de glorificarlo. Pero ese arte inmundo y satánico es el que refleja y gusta a la Roma apóstata y a sus víctimas. De ese torvo calibre son los artistas que buscan. Y mientras los incautos lo sigan celebrando, este repugnante arte seguirá floreciendo sin que la gente se dé cuenta de que brota, no de la nobleza del corazón creyente, sino de la laberíntica perversidad del humano caído y de su descarado coqueteo con el diablo. Amén de estar plagado de simbología esotérica invisible a los ojos profanos. Plesiosaurio
Por supuesto, quienes desdeñan este mensaje del Cristo caído, tampoco entienden por qué Juan Pablo II nació y murió en días de eclipse solar ni asocian el catastrófico terremoto que ocasionó el derrumbe de gran parte de la basílica de San Francisco de Asís, en Italia, donde este mismo apóstata convocó a las falsas religiones del mundo para llevar a cabo su ecuménico ultraje a Dios, llegando a incensarse a Buda en el altar mayor.
Porque los que pasan por alto estos mensajes del cielo (incluido el rayo dedicado a Ratzinger), están retratados en el mensaje que Abrahám le diera al rico cuando éste le rogaba que enviara al pobre Lázaro a sus familiares para avisarles, y así evitar que cayeran en los desgraciados tormentos que el el rico padecía. Pero la respuesta de Abraham no podría haber sido más actual:
“Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”. (Lucas 16:31)
Al ver tanta mentira entronizada, aquellos que observamos los dedos del mal entretejiendo este infecto tapiz que cubre y oscurece todo el mundo, lleno de nudos e hilos rotos, no podemos por menos que rogarle a Dios que abrevie el tiempo de su venida y se digne a volver para rescatar a su remanente.
Quienes no creen en los avisos del Cielo, no pueden creer en el Cielo.
Hoy nos ha sido dada del cielo otra fatídica advertencia. Muchos no la verán. Pero no hay que ver para creer. ¡Hay que creer para ver!