El deterioro degenerativo de los lóbulos frontotemporales dejan en ridículo a CFK
Esta semana la presidente, en varios actos televisados para comunicar
su gestión, en tres oportunidades tuvo el mal gusto de referirse a la
parte trasera del cuerpo humano. En efecto, primero dijo: “el que te jedi
quedó mirando al norte”; después, consultándolo a Jorge Capitanich,
habló del “tránsito lento”, y finalmente, hablando de las exportaciones
de arroz para China, dijo: “no como arroz, porque me constipa”. En las
redes sociales se comentaron esos dichos presidenciales y hubo
coincidencia en que fueron de mal gusto, de carácter escatológico y
totalmente inapropiados para una presidente de la Nación que
habitualmente se queja de que no le respetan su investidura. Estas
palabras hacen recordar a otras, cuando en una teleconferencia con una
fábrica, al dirigirse a un obrero de la misma, lo hizo en los siguientes
términos: “vos sos el que le llenás el pomo a tu novia”, con una risa
cómplice. Estos actos histriónicos y desinhibidos son síntomas
característicos del Síndrome de Pick, que es un deterioro degenerativo
de los lóbulos temporales, enfermedad en el cual el neurólogo Facundo
Manes es un especialista y que generalmente se produce en personas de
avanzada edad, como Liliane Bettencourt, la heredera del emporio
L’Oreal, a la cual sus hijos le hicieron juicio.
Cinismo o irrealidad
El caso es que la presidente, pese a sus enfermedades, no dilapida su
patrimonio personal, que cada vez es más robusto, sino el patrimonio
público, a través de la emisión monetaria, con el fin de fortalecer lo
que ella llama el “proceso de inclusión social”, que está fracasando
rotundamente, ya que el gobierno no puede mostrar los índices reales de
pobreza en el nuevo IPCnu. Ayer, cerca de las 20 hs., ella lanzó una
catarata de tweets relatando una obra de refacción de una
iglesia, agregando que la primera obra que dispuso Néstor Kirchner como
presidente fue reparar la Basílica de Luján, cuando allí estaba el
arzobispo Rubén di Monte, perteneciente al ala conservadora del
episcopado argentino, con el fin de ningunear al cardenal Jorge
Bergoglio. Esta conducta siguió durante once años, hasta que fue elegido
Papa. Esta designación motivó un súbito cambio místico en la
presidenta, que expresó ayer su devoción por el culto católico y
finalizó sus tweets refiriéndose a Jessica Belgrano, chozna de Manuel
Belgrano que, según ella, le dijo: “si Manuel Belgrano viviera, sería
kirchnerista”, para concluir con la frase: “¿qué tul?”
Esta semana también coincidió en su obsesión por la herencia que le
dejará al próximo gobierno, diciendo lo mismo de siempre: que recibieron
el gobierno en el fondo del infierno y que ahora está todo bárbaro, que
los restaurantes están llenos de gente y que la ciudad de Nueva York se
encuentra repleta de argentinos que rompen récords en los shoppings,
cuando la realidad es que muchos aviones salen y vuelven semivacíos y
eso que los viajes aéreos de un fin de semana largo, cuando mucho,
pueden llegar a 300 pasajeros por avión. Es un número irrisorio al lado
de las cifras globales de la población y los restaurantes que se llenan
los fines de semana o son tradicionales o están de moda.
El problema de Cristina, sobre el cual se preguntan todos, es si se
cree todas las mentiras que dice o bien tiene una alta dosis de cinismo y
utiliza la mentira como política de Estado. De todos modos, el
deterioro degenerativo de los lóbulos que le afectan las neuronas del
cerebro es progresivo y lento y no tendría problemas para terminar su
mandato. Pero de seguir así, su “plan Bachelet” para volver en el 2019
sería imposible.