CONTRA CÍNICOS Y OPORTUNISTAS
El martes 13 de Enero de 2015 al pasar frente a un kiosco de revistas,
por un instante, dudé que no fuera 28 de Diciembre día de los santos
inocentes.
La razón de mi duda temporal fue ver la tapa de uno de los pasquines oficialistas, Tiempo Argentino, con el siguiente titular:
"Categórico respaldo de los legisladores del FPV a la división de poderes".
La Real Academia Española define al cinismo como: "Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables", definición que le cabe de horma al kirchnerismo y a los instrumentos de su propaganda.
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Afirmaré, una vez más y todas las que sea necesario, que el kirchnerismo
es un fraude en sí mismo; un proyecto totalitario que, por mucho que
presuma de novedoso, lo explicó George Orwell a mediados del siglo
pasado en dos novelas: "Rebelión en la granja"y "1984".
Los funcionarios del régimen, como Julián Domínguez, ya son más que
mentirosos: son expertos del doblepensar, categoría de pensamiento
orwelliano que consiste en "la facultad de sostener dos opiniones
contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a
la vez en la mente", quien ejerce el doblepensar "sabe que está trucando
la realidad; pero al mismo tiempo se satisface a sí mismo por medio del
ejercicio del doblepensar en el sentido de que la realidad no queda
violada".
Hay que ser realmente un totalitario de pesadilla orwelliana para
presidir la Cámara de Diputados, siendo uno de los responsables de
someter por obsecuencia el Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, y
sostener que ciertos jueces "con
sus medidas dan cuenta de una clara intromisión en la división de
poderes que impone la Constitución Nacional, y por eso estamos acá para
defender las leyes reclamadas por el pueblo y sancionadas por sus
legítimos representantes".
Doblepensar, porque Domínguez invoca la Constitución Nacional a
sabiendas que forma parte de un gobierno que, aunque surgido de iure, se
deslegitima gobernando de facto y que, habiendo convertido al Congreso
en una dependencia burocrática de la Casa Rosada, pretende aunar la suma
del poder público sometiendo enteramente al Poder Judicial.
Julián Domínguez, la stalinista Diana Conti, Miguel Pichetto, Graciela
Gianettasio y los demás legisladores de la facción totalitaria que se
apropió del Estado y da en llamarse Frente Para la Victoria, que según
Tiempo Argentino declaman defender principios de República despotricando
contra el fallo adverso del Juez Enrique Lavié Pico, son los mismos
obsecuentes que, por ser mayoría en la Comisión Bicameral Permanente de
Trámite Legislativo, avalaron el inconstitucional decreto de necesidad y
urgencia por el que Cristina Fernández creo de facto el Ministerio de
Cultura.
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| Puesta en escena de la hipocresía kirchnerista. |
Es una obviedad manifiesta que si en nombre de la “cultura” se violentan
los procedimientos reglados por la Constitución Nacional para la
sanción y reforma de las leyes, no estamos en presencia de un proyecto
cultural propio de la idiosincrasia de la Nación Argentina, sino de otra
vulgar utilización de los recursos del Estado con fines de propaganda y
control social.
Con ello, cabe aseverar que el kirchnerismo ha demostrado ser más
mentiroso aún que los nazis pues, teniendo en cuenta los reales fines de
manipulación con los que el régimen impuso este ministerio, hay que
reconocerle a Adolfo Hitler y Joseph Goebbels tener mayor honestidad
intelectual que Cristina Fernández y Teresa Parodi, al fin de cuentas en
el Tercer Reich al Ministerio de Propaganda lo llamaban por su nombre.
El ataque sistemático del kirchnerismo contra la supremacía de la
Constitución Nacional, cuyo objetivo es derogarla, se palpa en la gran
cantidad de cuestiones constitucionales que van quedando pendientes;
siendo el ejemplo más claro la inaudita acefalía del Defensor del Pueblo
de la Nación.
Ahora bien, debe tenerse en claro que el kirchnerismo profundizó los
males del país, pero no los creó: ha contado con la complicidad,
pasividad, imbecilidad y tibieza de la sociedad. Así es notoria la
incapacidad de organización política, lo que ha convertido al sistema
representativo en otra cuestión constitucional pendiente desde que la
vida institucional de los partidos políticos, reconocidos en el texto de
la Constitución Nacional, es poco menos que una ficción.
Si la Argentina es un mamarracho sin estado de Derecho, no es tanto por
mérito del oficialismo sino por la desconcertante falta de convicciones y
organización que ha mostrado la oposición desde el 2003 a la fecha. Y
esa falta de convicción está presente a nivel dirigencial en todos los
órdenes, incluyendo a los jueces. De más está decir que nuestros
dirigentes no nos caen en paracaídas desde Polonia u otros lugares
remotos, los generamos nosotros.
Por eso mismo, lamento decepcionar a quienes se entusiasman ahora con el
Juez Enrique Lavié Pico: lo considero un mal juez que desconoce el
Derecho y falla con las convicciones constitucionales de una veleta.
Juega esta por oportunismo político, como tiró antes otras causas abajo
por la misma razón. Me consta en causa iniciada por mí que es capaz de dar fe en sus sentencias de cosas que no existen en el expediente, por lo cual recomiendo precaución a la hora de subir fulanos al pedestal.
Algún día quizá decidamos cumplir y hacer cumplir todos los días, nos
convenga o no, la Constitución Nacional; entonces recuperaremos nuestro
honor de ciudadanos, entonces seremos República.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López



