viernes, 13 de marzo de 2015

BERGOGLIO EN EL EJERCICIO DE SU GOBIERNO ES UN HEREJE

 BERGOGLIO EN EL EJERCICIO DE SU GOBIERNO ES UN HEREJE
lumenmariae
Se han cumplido dos años de una usurpación y de una dinamitación del Papado.
Este es el resumen claro de la obra de Bergoglio.
Muchos ven la herejía de Bergoglio, pero dicen: el Papa, en el ejercicio de su gobierno, no es hereje. Al decir esto, incurren en una grave consideración de los hechos. Si Bergoglio es hereje, es decir, sus errores o dudas en materia de fe no pueden encubrirse de ninguna manera; están ahí, todos lo pueden ver, leer, discernir…
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 Entonces, por ser Bergoglio hereje, no pertenece a la Iglesia Católica, porque –como decía San Jerónimo- «los herejes fulminan la sentencia contra ellos mismos al apartarse de la Iglesia siguiendo su albedrío». O, como decía San Agustín: «… ¿para qué voy a estar diciendo que se separen de la Iglesia cuando ya lo han hecho? En efecto, son herejes; ya están fuera de la Iglesia».
Si «soy católico, no quiero ser hereje» (San Hilario).
Bergoglio es hereje. Luego, ya está fuera de la Iglesia. No puede gobernar la Iglesia.
Hay muchos que quieren ser herejes y seguir llamándose católicos.
Si se ve la manifiesta herejía de ese hombre, ¿por qué dicen que en su gobierno no hay herejía?
Aquel que viola la ley moral nunca, bajo ninguna circunstancia, puede probar, por la razón, tener razón. Lo que es inmoral nunca puede acabar siendo un gobierno correcto, una enseñanza verdadera, un camino de salvación y de santificación en la Iglesia.
¿Cuál es el ejercicio de gobierno de Bergoglio? ¿Cómo ejerce su gobierno en la Iglesia?
Lo ejerce en una estructura que no pertenece al régimen establecido por Jesucristo como esencial en la Iglesia. En una estructura que viene de una obra inmoral, de pecado.
Jesús puso a Pedro para gobernar la Iglesia; en otras palabras, puso un gobierno vertical en la Iglesia. Quien gobierna la Iglesia es una sola cabeza, un solo hombre, que no es igual entre muchos. Pedro es el principio del poder en la Iglesia. La autoridad que posee no la tiene nadie más en la Iglesia. Aquel que obedece a Pedro, posee esa autoridad, que dimana de él; pero aquel que no lo obedece, no puede poseer esa autoridad divina.
Bergoglio ha colocado un gobierno horizontal en la Iglesia: una estructura de muchas cabezas, en la que Pedro es uno entre muchos. Esas cabezas deciden el destino de la Iglesia. Ese gobierno horizontal no pertenece al régimen esencial de la Iglesia. Sino que va en contra de la propia esencia de la Iglesia. Ya la Iglesia no se levanta en una cabeza, sino en muchas. Poner un gobierno horizontal viola la ley moral, es un pecado, no sólo grave, sino una blasfemia contra el Espíritu Santo. Ese gobierno horizontal es claramente inmoral en la Iglesia. Y, en consecuencia, quien ejerce ese gobierno da la herejía en acto. El ejercicio de ese gobierno es herético. Además, los que componen ese gobierno horizontal son hombres de herejía. Por lo tanto, tampoco pertenecen a la Iglesia. Están gobernando la Iglesia desde una estructura exterior a Ella: éste es el gran pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo.
¿Cómo es que muchos quieren apoyarse en ese pensamiento: el papa, en el ejercicio de su gobierno, no es hereje; cuando claramente no pueden probar que su gobierno sea correcto? Su gobierno no es el que quiere Cristo en Su Iglesia. No es el correcto. Es un gobierno de herejes y de manifiesta herejía.
¿Por qué dicen eso si están diciendo un absurdo?
Lo inmoral no es el fundamento del ejercicio de ningún gobierno. De un hereje no puede salir una verdad. De un gobierno de herejes no puede salir un gobierno de verdad en la Iglesia, una norma de moralidad, una Voluntad Divina.
Muchos argumentan así: como Bergoglio no ha dicho ex cátedra, es decir, no ha impuesto una norma, una ley, una doctrina que sea contraria a la ley de Dios, al Magisterio de la Iglesia… No ha impuesto su herejía a todos como una verdad, sino que solamente dice cosas que tapan la verdad, entonces lo tenemos como Papa verdadero y lo defendemos como el Papa.
A este absurdo están llegando muchos católicos: fieles y Jerarquía.
Y se olvidan de que el Papa sólo habla ex catedra para dejar sentado una verdad, para definir una verdad ya revelada y que toda la Iglesia la siga desde ese momento. Que esa verdad revelada sea una verdad dogmática.
Si Bergoglio es un hereje, ¿piensan que tiene capacidad de definir una verdad ex cátedra, una verdad dogmática? ¿Acaso un hereje puede hablar con la verdad?
¿Ven el absurdo al que llegan muchos, incluso tradicionales, gente que sigue la doctrina católica, y que no son tradicionalistas, pero que van perdiendo la fe?
Hablar ex cátedra sólo lo puede hacer un Papa legítimo, un hombre católico. Nunca puede hablar ex cátedra un hombre hereje. Muchos esperan eso para decir: Bergoglio no es Papa. Claramente, ellos mismos, se contradicen en su argumento.
Son como los tibios que dejan la confesión para antes de morir. Mientras no llegue la muerte, siguen viviendo en sus pecados.
Hasta que Bergoglio no diga, claramente, no lo publique, no enseñe en su magisterio que haya que tener otra fe distinta a la que se sigue en la Iglesia, entonces hay que tenerlo como Papa legítimo.
Llegar a este pensamiento es negar muchas verdades en la Iglesia. Además, ser Papa no se manifiesta en hablar ex cátedra, sino en gobernar la Iglesia en la Verdad: en la verticalidad, exigiendo a todos la obediencia a sus mandatos y enseñanzas.
Y ¿por qué la Jerarquía llega a este pensamiento?
Sólo hay una razón: tienen mucho que perder. El dinero, el trabajo, la comida, una casa, una fama, una gloria entre los hombres, un prestigio social… Y no quieren perder eso. Y, entonces, tienen que buscar un argumento, que no convence a nadie, ni siquiera a ellos mismos, en que se defienda al hombre Bergoglio y a su herejía. Hay que defender la figura que Bergoglio tiene en la Iglesia: a Pedro. Falsa obediencia a la figura vacía que representa Bergoglio.
¿Vais a defender a Pedro en la persona de un hereje? ¿Vais a defender la Verdad aceptando la herejía de un hombre sólo porque se sienta en la Silla de Pedro?
¡Cuánta demencia hay en toda la Iglesia.
No se puede probar, con la razón, que un hereje tiene razón. No se puede probar, con la razón, que Bergoglio es Papa. Un hereje nunca puede ser Papa. Un hereje nunca puede gobernar en lo correcto, en la verdad, sin la herejía. El ejercicio de su gobierno es, claramente, herético.
Bergoglio está violando la ley moral. ¿Por qué lo defienden con sus palabras, con sus razones, con sus argumentos?
¿Por qué quieren buscar un lenguaje humano adecuado para callar las manifiestas herejías de Bergoglio?
¿Por qué no quieren creer la sencilla Palabra de Dios: «aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema»?
¿Ya San Pablo ha dejado de ser guía en la Iglesia?
¿Ya un católico, de a pie, no tiene derecho de proclamar que  Bergoglio y su doctrina (su evangelio de la alegría, su falsa misericordia de las lágrimas) son  anatemas en la Iglesia?
Muchos están obligando a los fieles a decir que Bergoglio es Papa. Que es la autoridad de la Iglesia la que tiene que proclamar que Bergoglio no es Papa. Y hasta que esos jerarcas no lo hagan, hay que considerar, hay que llamar, hay que obedecer a Bergoglio como Papa.
Ya no sois como niños en la fe: ya no creéis como creen los niños: sin argumentos, sin teología, sin la ciencia del hombre. Sois como Santo Tomas: si no veo, no creo. Si una autoridad, en la Iglesia, no enseña (no proclama) que Bergoglio no es Papa, entonces no creo.
Muchos se han instalado en su clara soberbia y es lo que enseñan a su rebaño. No tienen las agallas de dar testimonio de Cristo a los demás. Creen que la Iglesia es un conjunto de borregos que deben unirse para defender a un hereje como su papa.
¿Cómo ve la Iglesia a Bergoglio?
Lo ve como un mensajero de un dios que no existe: el Dios de las sorpresas. Un concepto de Dios inventado por el lenguaje de los modernistas. Un concepto para un dios que cambia según la mente de cada uno. Ya no es un Dios que permanece en la Verdad, que enseña la misma Verdad, sino que es un dios que sorprende al hombre con cosas nuevas e inesperadas. Con este dios de las sorpresas, se acaba todo dogma, toda Tradición, se anula el Evangelio y los hombres se dedican a hacer su gran negocio en la Iglesia: el falso ecumenismo. Querer integrar a todos en una nueva iglesia ecuménica, universal, en la que las mentes de todo el mundo puedan participar. Incluso los ateos pueden creer en el dios de las sorpresas. Ellos, que no creen en dios, pueden reflejarse en ese concepto porque el dios de las sorpresas no es un dios religioso, que imponga una ley, una Voluntad a seguir, sino que es un dios de la mente del hombre. Cada uno se inventa su dios en su cabeza humana, con su lenguaje humano, con su idea filosófica. Y el ateo tiene en el dios de las sorpresas su no dios: el concepto de que dios no existe.
El falso ecumenismo es sólo la unión de las mentes de todos los hombres. No se unen las religiones, ni sus ritos, ni sus liturgias. Cada uno sigue con los suyo, pero abierto a la mente del otro, aceptando sus ritos, sus liturgias, participando de ellas, y haciendo unión con ellos sólo en la mente, en un lenguaje humano nuevo, con conceptos nuevos, inventados para esa iglesia ecuménica.
Para otros, Bergoglio es su sueño: su papa evangélico, es decir, la imitación de Lutero. Bergoglio es el nuevo Lutero para muchos fieles y gran parte de la Jerarquía. El pensamiento de Bergoglio es el que siguen muchos jerarcas. Quieren llevar el evangelio a la calle, al pueblo, a las culturas, a los problemas de los hombres, pero sin cambiar a los hombres, sin hacer proselitismo, dejándoles en sus vidas, en sus pensamientos, en sus obras, porque ya no se trata de dar una ley, sino un afecto, un sentimiento a los hombres. Ya ese papa evangélico tiene que acercarse al pueblo, al hombre, pero enseñando lo evangélico, es decir, una palabra amable, una palabra nueva, tierna, que guste al hombre, que la quiera escuchar el hombre, que regale los oídos del hombre. No se quiere a un papa que sea como todos los demás: imponiendo una doctrina. Se quiere un papa de gestos: que se vista pobremente, que hable sencillamente, que obre cosas que agraden a los hombres. Se quiere la figura de un papa pero sin el Espíritu de Pedro. No importa lo que diga ese hombre. Con tal de que lo diga que guste a los hombres, eso basta. Porque hay que estar con los hombres, con sus problemas, con sus vidas. Hay que dejar vivir a los hombres en sus erradas vidas y no decirles que van mal.
Por eso, muchos gustan de Bergoglio por su populismo: es un hombre del pueblo, del mundo, para los hombres, con los hombres, que sólo está preocupado por los asuntos de los hombres. Es lo que enseñaba Lutero que el poder de Dios está en el pueblo, no en la jerarquía: «a los cristianos no se les puede imponer bajo ningún derecho ley alguna». Esto es lo que enseña Bergoglio. Lo mismo. Los teólogos tienen que tener olor a pueblo. Los sacerdotes, con olor a oveja. No hay un mandamiento para cumplir: «Pero si uno piensa que la vida moral sea solamente ”hacer esto” y ”no hacer aquello” no es cristiano». Amar a Jesús no es cumplir una norma de moralidad, sino que es ser amado por Dios: «La moralidad cristiana es ésta: ¿Has caído? Levántate enseguida y continúa. Este es el camino. Pero siempre con Jesús». Siempre con Jesús, pero no con la doctrina que enseña Jesús. Es un Jesús para el pueblo. Si has caído, sigue en tu pecado. Levántate de tu caída, pero sigue en tu vida. Es un problema social tu caída, pero no es un pecado en tu alma. Es un problema que te hace caer, que te hace renunciar a la vida social, que es donde tienes que estar si quieres creer. Es el pueblo el que cree. Es la masa la que decide lo que es bueno y lo que es malo. Bergoglio es el hombre del mundo, el falso papa ideal para el hombre mundano. Es una figura vacía de la verdad, pero llena de todas las mentiras. La gente quiere ser pueblo. Que el pueblo tenga el poder, el conocimiento, la ley. Que del pueblo venga las leyes para todos los hombres. Muchos ven así a Bergoglio.
Por eso, para muchos estudiosos del Vaticano, Bergoglio ha traído no una época que cambia, sino un cambio de época. No es la historia del hombre que va cambiando, sino que es el cambio de la historia. Ya no se tiene a un papa católico, sino a un hombre que no es católico, pero que se le deja actuar como papa. Es el cambio de época. Ya la Iglesia tiene que asemejarse a los hombres, a sus tiempos, a su mentalidad. La Iglesia tiene que ser para todos los hombres. Tiene que ser de la época del hombre. La época en que el hombre se vuelve dios para sí mismo. Es la visibilidad de falsa iglesia del Anticristo. Ya se ven sus cabezas, sus miembros. Ya se ve el rol que manifiestan muchos porque se creen superiores a los demás hombres. Se creen dioses y con poder, con la sabiduría para cambiar la Iglesia, para romper con sus fundamentos más esenciales y hacer una iglesia totalmente nueva: refundar la Iglesia. Es el cambio de época: se necesita una nueva iglesia. Es el cambio de iglesia. Ya no es la Iglesia que cambia algunas cosas, sin cambiar lo esencial de Ella; es la iglesia que lo cambia todo, porque es el cambio de una época: la del hombre. Es la perfección de la soberbia del hombre, que nació en el Renacimiento, pero que sólo ha llegado a su culmen a finales del siglo pasado. Bergoglio es sólo el inicio de este cambio de época: el inicio de una falsa iglesia, que será el cuerpo místico del Anticristo.
Por eso, para los ciegos de la Jerarquía, que obedecen a Bergoglio como Papa, ese hereje se mueve en la normalidad del pensamiento del hombre: si vives como pecador, sigue en la obra de tu pecado. Bergoglio no cambia eso, sino que lo deja en lo de siempre, en lo normal. Bergoglio sólo ataca la doctrina católica, pero no ataca al pecador que vive su pecado y que ensalza, en la sociedad, su negro pecado. Es un papa normal para el mundo. Es la normalidad que se pide a un papa no católico, que no posee la fe católica. Y, por tanto, Bergoglio es oportunista: sabe dar a cada hombre lo oportuno, lo que desea, lo que busca en su vida. No es inoportunista: no cierra caminos, no señala dogmatismo. Es políticamente correcto en todas las cosas.
Muchos ven a Bergoglio como el que ha sembrado una iglesia y un mundo mejores. Son los que van buscando la novedad en la Iglesia, el placer, la felicidad en todas las cosas. Les llega la frase de ese hereje: «el camino de Jesús es la felicidad». Es lo que mucha Jerarquía está sembrando en el rebaño: ya no les hablan de la Cruz de Cristo, sino de la felicidad de la vida. Es el nuevo Paraíso, que viene con el cambio de época. Y es lo que va a predicar el Anticristo: un mundo nuevo, feliz, en el que todos tienen de todo, y en donde ya no hay enfermedades. El Anticristo va a curar a muchos, va a hacer muchos milagros para que todos lo sigan, fabriquen un nuevo paraíso en la tierra. Hagamos un mundo mejor con las obras del pecado de todo el mundo. Hagamos una iglesia mejor con las herejías de todo el mundo. Esto es lo que la Jerarquía busca, lo que ellos quieren para el Rebaño.
Después de dos años, la Iglesia ha caído en la degeneración más absoluta.
Un demente, no sólo un hereje, guía a la Iglesia.
Y hay que llamarlo demente. Si eres teólogo recto y has estudiado los escritos de Bergoglio, te habrás dado cuenta de que no tienen lógica humana. Ni siquiera tienen  la lógica de un Kant, de un Hegel, en que uno puede seguir su lógica errada y llegar a algo concreto en el error. Con este hombre, no hay manera de llegar a una concreción. Es todo una demencia. Y sólo por una cosa: Bergoglio no es intelectual, sino un hombre que resume, que sintetiza el pensamiento de otros hombres intelectuales, para expresarlo a su manera, en su jerga. Por eso, Bergoglio es un auténtica demencia como hombre intelectual
Y en manos de este demente está toda la Iglesia.
¡Qué gran castigo viene para todos!