ENTREVISTA AL CARDENAL BURQUE
LSN:
Después del sínodo extraordinario sobre la familia, hemos entrado en un
período de incertidumbre y de confusión a propósito de varias
cuestiones “sensibles”: la comunión para las parejas divorciadas y
“vueltas a casar”, un cambio de actitud hacia las uniones homosexuales y
una aparente relajación de actitudes hacia las parejas no casadas.
¿Considera, su Eminencia, que esta confusión ya está dejando sus efectos
contrarios entre los católicos?
Cardenal
Burke: Con toda seguridad, así es. Lo escucho yo mismo: lo escucho de
los católicos, lo escucho de los obispos. La gente está reclamando
ahora, por ejemplo, que la Iglesia ha cambiado su enseñanza con respecto
a las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o en cuanto a la maldad
intrínseca de los actos homosexuales. O las personas que están dentro
de las uniones matrimoniales irregulares exigen recibir la Sagrada
Comunión, afirmando que ésta es la voluntad del Santo Padre. Y tenemos
situaciones sorprendentes, como las declaraciones del obispo de Amberes
con respecto a los actos homosexuales, que pasan sin ser castigadas, y
así podemos ver que esta confusión se está extendiendo, en realidad, de
una manera alarmante.
LSN: El Arzobispo Bonny ha declarado que la Humanae vitae ha
sido cuestionada por muchos: y que ahora es el momento para cuestionar
otras cosas. ¿No estamos en un período en que las enseñanzas de la
Iglesia están siendo discutidas más que antes?
CB:
Sí, creo que sí. Ahora, parece que las personas, que antes no
contestaban la enseñanza de la Iglesia, porque estaba claro que la
autoridad de la Iglesia prohibía ciertas discusiones, ahora se sienten
muy libres para disputar incluso la ley moral natural, que incluye una
enseñanza como la Humanae vitae, que ha sido la enseñanza constante de la Iglesia con respecto a la cuestión de la anticoncepción.
LSN:
Se ha dicho, después de la publicación de la Relatio post
disceptationem, que hubo una manipulación que consistía en introducir en
las preguntas sinodales lo que en realidad no tiene nada que ver con la
familia. ¿Aceptaría expresarse sobre cómo y por qué se produjo esta
“manipulación”? ¿Quién se beneficia?
CB:
Es claro que hubo una manipulación, porque las intervenciones reales de
los miembros del sínodo no fueron publicadas, y sólo el informe de la
mitad de la sesión, o la “Relatio post disceptationem”, fue dado a
conocer, el cual no tenía nada que ver con lo que estaba ocurriendo en
el sínodo. Y es claro que había individuos que, obviamente, tenían una
influencia muy fuerte en el proceso sinodal, que estaban presionando con
un programa que no tiene nada que ver con la verdad sobre el
matrimonio, como Nuestro Señor mismo nos lo enseña, como nos es
transmitida en la Iglesia. Ese programa se refería a tratar de
justificar las relaciones sexuales fuera del matrimonio y los actos
sexuales entre personas del mismo sexo y, en cierto manera, claramente
relativizar -e incluso ocultar- la belleza de las enseñanzas de la
Iglesia sobre el matrimonio como una unión fiel, indisoluble,
procreadora entre un hombre y una mujer.
LSN:
¿Quién se está beneficiando? Como fieles católicos, estamos
sorprendidos y preocupados por la aparición repentina de estos temas.
CB:
Bueno, no puede ser un beneficio para nadie, porque no es cierto: no es
la verdad. Y así sólo está haciendo daño a todos. Puede ser percibido
como un beneficio, por ejemplo, para las personas que por alguna razón
se encuentran atrapados en situaciones inmorales. Puede ser visto por
algunos, en alguna manera, para justificarlos. Pero no pueden
justificarlos, porque los propios actos no pueden ser justificados.
LSN:
Usted ha hablado, en otra ocasión, sobre la firme resistencia puesta en
estos puntos por muchos padres sinodales. ¿No es esto un gran signo de
esperanza? ¿Esta resistencia le sorprende?
CB: No, no me sorprende, aunque yo estaba muy agradecido por ello, porque en cierto modo, cuando la Relatio post disceptationem fue
publicada, por ejemplo, cuando se observaba la dirección que claramente
se estaba dando al sínodo, se tenía miedo que, quizás, los padres
sinodales no iban a hablar – pero lo hicieron. Y ellos hablaron con
fuerza, un número de ellos, y gracias a Dios por eso. Confío que estos
mismos padres sinodales – espero que muchos de ellos serán designados
para la sesión de septiembre del 2015 – también hablarán con fuerza en
esa ocasión.
LSN:
En los tres artículos que no obtuvieron una mayoría absoluta de dos
tercios permanece alguna confusión en el significado de los votos. Se
han incluido en el informe final y en los Lineamenta.
Ellos obtuvieron simples mayorías de más de la mitad, pero se me ocurre
que la redacción de los párrafos es tal que realmente no se puede saber
lo que significa el voto. ¿Es errónea mi idea?
CB:
Es muy confuso. He participado, creo, en cinco sínodos, y en cada
sínodo, excepto éste, en el cual participé, una propuesta – en este
caso, un párrafo – que no recibió el voto de dos tercios necesario fue
simplemente eliminado; no fue publicado, y no se convirtió en parte del
documento del sínodo. En este caso se insistió en publicar el documento
con todos los párrafos, simplemente indicando el número de votos. Y así,
muchas personas toman esto como una indicación de que estos párrafos
son, más o menos, tan aceptables como los otros. Pero, de hecho, ellos
fueron excluidos por los miembros del sínodo. Tristemente, recibieron
una mayoría simple de los votos, lo que es de gran preocupación para mí –
que muchos padres sinodales hayan votado a favor de los textos que eran
confusos, y algunos simplemente por error.
LSN:
En repetidas ocasiones, todavía los padres sinodales que han
promocionado los temas del “nuevo matrimonio” de los divorciados y de
los homosexuales, o las uniones no matrimoniales, han repetido que la
cuestión no es doctrinal, sino pastoral. ¿Cuál es su respuesta a esto?
CB:
Eso es simplemente una falsa distinción. No puede haber nada que sea
saludable propiamente en la pastoral que no sea saludable en lo
doctrinal. En otras palabras: no se puede separar la verdad del
amor. Todavía en otras palabras: no se puede amar no vivir la verdad (otra traducción:
una vida fuera de la verdad no puede ser una vida de amor). Y así,
decir que sólo estamos haciendo cambios pastorales que no tienen nada
que ver con la doctrina es falso. Si se admiten a la Sagrada Comunión
personas que se encuentran en uniones matrimoniales irregulares,
entonces se está haciendo directamente una declaración sobre la
indisolubilidad del matrimonio, porque Nuestro Señor dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio”.
Y la persona, en una unión matrimonial irregular, está viviendo en un
estado de adulterio público. Si se le da la Sagrada Comunión a esa
persona entonces, de alguna manera, se está diciendo que esto está bien
doctrinalmente. Pero esto no puede ser.
LSN: Así que el simple hecho de poner esto en discusión es ya un error.
CB:
Sí. De hecho, he pedido, más de una vez, que estos temas, los cuales no
tienen nada que ver con la verdad sobre el matrimonio, sean sacados de
los trabajos del sínodo. [Si la gente quiere discutir estas cuestiones,
muy bien, pero no tienen nada que ver con la enseñanza de la Iglesia
sobre el matrimonio]. Y lo mismo pasa con la cuestión de los actos
sexuales entre personas del mismo sexo, y cosas así.
LSN:
Como católicos, conocemos que el matrimonio es vincularse a una vida, y
que el matrimonio es un “signo” de la unión de Cristo y de la Iglesia, y
también conocemos de su profundo vínculo con la Eucaristía. La
“Teología del cuerpo” del Papa Juan Pablo II trajo una especial luz en
esto, pero su trabajo no ha sido citado en los sucesivos documentos
sinodales. ¿Cuál es su opinión sobre esta omisión? ¿La extensión de este
trabajo no sería proporcionar respuestas reales a los problemas de hoy
en día?
CB:
Por supuesto. La enseñanza de san Juan Pablo II es tan luminosa, y él
se consagró con tal atención e intención a la cuestión de la verdad
sobre la sexualidad humana y la verdad sobre el matrimonio, como dijimos
un número de nosotros en los debates del Sínodo y en los pequeños
grupos de discusión. Nosotros abogamos por un retorno a ese magisterio
del Papa San Juan Pablo II, que es un reflejo de lo que la Iglesia
siempre ha enseñado y practicado. Pero, de hecho, se ha dado la
impresión de que la Iglesia no ha sentado cátedra en estas áreas.
LSN: Esto es lo más extraordinario…
CB:
Es muy extraordinario. Es pasmoso. Lo encontré difícil de creer
habiendo sido testigo de ello. De hecho, creo que algunas personas se
niegan a creer esta realidad porque es absurdo.
LSN: En realidad, san Juan Pablo II respondió a la ideología de género antes que llegara a ser bien conocida.
CB:
Absolutamente. Él estaba tratando todas estas cuestiones en un nivel
más profundo, y tratando con ellas estrictamente en términos de la ley
moral natural, qué razón nos enseña, y qué la fe nos enseña, obviamente,
en la unión con la razón, pero elevando e iluminando lo que la razón
nos enseña sobre la sexualidad humana y sobre el matrimonio.
LSN:
Entre los puntos de vista del cardenal Kasper y, más recientemente, del
arzobispo Bonny de Amberes, y de otros, fue la consideración de que los
“fieles” homosexuales, los divorciados “vueltos a casar” y las parejas
no casadas, muestran cualidades de abnegación, generosidad y dedicación
que no pueden ser ignoradas. Pero a causa de su elección de forma de
vida, permanecen, en lo que exteriormente se juzga, como en un estado
objetivo de pecado mortal: un estado de pecado mortal elegido y
prolongado. ¿Podría recordarnos la enseñanza de la Iglesia sobre el
valor y el mérito de la oración y las buenas obras en este estado?
CB:
Si se está viviendo públicamente en un estado de pecado mortal no hay
ninguna buena obra que pueda ser hecha que justifique esta situación: la
persona permanece en pecado grave. Creemos que Dios ha creado a cada
uno bueno, y que Dios quiere la salvación de todos los hombres, pero que
sólo puede lograrse mediante la conversión de la vida. Y así, tenemos
que llamar a las personas, que viven en estas situaciones gravemente
pecaminosas, a la conversión. Y dar la impresión que, de alguna manera,
hay algo bueno en una vida en estado de pecado grave, es simplemente
contrario a lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todas partes.
LSN:
Así que cuando el hombre de la calle dice, sí, es verdad que estas
personas son amables, se dedican una a la otra, son generosos, ¿eso no
es suficiente?
CB: Por supuesto que no lo es. Es como la persona que asesina a alguien y todavía es amable con otras personas…
LSN:
¿Qué auténtica pastoral recomienda para las personas en esas
situaciones, y qué pueden obtener de la práctica de su fe, en la medida
en que es posible, cuando no pueden obtener la absolución o recibir la
Sagrada Comunión?
CB:
En mi propia experiencia pastoral he trabajado con personas que se
encuentran en estas situaciones, y he tratado de ayudarlos, con el
tiempo, con respecto también a las obligaciones, que en justicia tienen
que cumplir, para cambiar sus vidas. Por ejemplo, en el caso de los que
están en uniones matrimoniales no válidas, tratar de ayudarlos, ya sea
que se separen si eso es posible, o que vivan como hermano y hermana en
una relación casta, si hay niños y están obligados a criar a los niños.
LSN:
En el caso de las parejas vueltas a casar que tienen sus propios hijos e
hijos de un matrimonio anterior, ¿no crea esto situaciones muy
difíciles?
CB:
Evidentemente. De hecho, estoy profundamente preocupado por el debate
acerca del proceso de nulidad matrimonial: se da la impresión de que hay
sólo una parte involucrada, es decir, la persona que está solicitando
la declaración de nulidad. El hecho es que hay dos partes involucradas,
hay niños involucrados, y hay todo tipo de relaciones implícitas en
cualquier matrimonio. Y así, el asunto es extremadamente complejo, nunca
se es capaz de dar cualquier solución fácil.
LSN:
Se ha planteado la cuestión de la comunión espiritual para estas
personas que viven en matrimonios inválidos o uniones imposibles. No
entiendo muy bien cómo se puede tener una comunión espiritual en esta
especie de estado.
CB:
Este término fue utilizado de una manera imprecisa. Para hacer una
comunión espiritual hay que tener todas las disposiciones necesarias
para recibir, en la práctica, la Sagrada Comunión. La persona, que hace
una comunión espiritual, está simplemente en una situación en la que -él
o ella- no tiene acceso al Sacramento, pero se halla totalmente
dispuesta a recibirlo, y así hace un acto de comunión espiritual. Creo
que algunas personas que utilizaron este término, estaban hablando sobre
el deseo de la persona, que se encuentra a sí misma en una situación de
pecado, de ser liberada de esa situación, y así ruegan y piden la ayuda
de Dios para voltear sus vidas, cambiar sus vidas, para encontrar una
nueva forma de vivir, y así puedan estar en estado de gracia. Podemos
llamar a esto el deseo de la Sagrada Comunión, pero no es la comunión
espiritual. No puede ser. La naturaleza de la comunión espiritual, por
cierto, fue definida en el Concilio de Trento: se dejó muy claro que se
requiere de todas las disposiciones, y así tiene sentido.
LSN:
¿Cómo puede ayudar la Iglesia realmente a todos los implicados en estas
situaciones: cónyuges abandonados, hijos de matrimonios legítimos que
han sido heridos por el divorcio de sus padres, personas que están
luchando con tendencias homosexuales o que permanecen en alguna manera
“atrapados” en una unión ilegítima? ¿Y cuál debe ser nuestra actitud: la
actitud de los fieles?
CB:
Lo que la Iglesia puede hacer, y que es el mayor acto de amor por parte
de la Iglesia, es presentar la enseñanza sobre el matrimonio, la
enseñanza que viene de las palabras mismas de Cristo, la enseñanza que
ha sido una constante en la tradición, a cada uno, como un signo de
esperanza para ellos. Y también ayudar a reconocer la pecaminosidad de
la situación en la que se encuentran; y al mismo tiempo llamar a
abandonar esa situación pecaminosa, y encontrar una forma de vivir de
acuerdo con la verdad. Y esta es la única manera que la Iglesia puede
ayudar. Esta fue mi gran esperanza para el Sínodo: que el Sínodo
levantara ante el mundo la gran belleza del matrimonio, y la belleza del
matrimonio es la verdad sobre el matrimonio. Siempre le digo a las
personas: la indisolubilidad no es una maldición, es la gran belleza de
la relación matrimonial. Esto es lo que da belleza a la relación entre
un hombre y una mujer, que la unión es indisoluble, que es fiel, que es
procreativa. Pero, ahora casi se comienza a tener la impresión que, de
alguna manera, la Iglesia se avergüenza del tesoro tan hermoso que
tenemos en el matrimonio, como Dios hizo al hombre y la mujer desde el
principio.
LSN: Algunos pastores, algunas veces, dan la impresión que se avergüenzan de hablar sobre el pecado, o de hablar sobre la castidad.
CB: Esto también fue planteado en el sínodo. Uno de los padres sinodales, dijo: “¿Acaso no existe más el pecado?” Uno
tiene esa impresión. Y, lamentablemente, desde la caída de nuestros
primeros padres, siempre existe la tentación de pecar, y existe el
pecado en el mundo, y tenemos que reconocerlo y llamarlo por su
nombre, y tratar de superarlo.
LSN:
¿No están llamados de una manera especial los católicos y los padres
cristianos para educar a sus hijos en la modestia y en la decencia? Esto
ha desaparecido completamente en muchos lugares.
CB:
Sí, esto es tan cierto. Una parte del Evangelio de la Vida ordena
enseñar a los niños, en el hogar y en las escuelas, las virtudes
fundamentales que muestran el respeto por nuestra propia vida y por la
vida de los demás, así como para nuestros propios cuerpos; a saber, la
modestia, y la pureza, y la castidad. Formar en esta manera, desde sus
primeros años a los niños pequeños. Pero esto también está en gran
peligro, simplemente porque la catequesis en la Iglesia ha sido tan
débil, y en algunos casos confusa y errónea, y ha habido una tal
fractura en la vida familiar, que los niños han sido sometidos a una
educación que les deja indefensos para vivir la verdad sobre el
matrimonio, y vivir la verdad sobre su propio cuerpo, su propia vida
humana.
LSN: ¿Qué es lo más urgente que deberíamos hacer para evitar el desorden del divorcio y de todas las uniones inaceptables?
CB:
Yo, realmente, creo que comienza en la familia. Necesitamos fortalecer
las familias, formar primero al esposo y a la esposa para que vivan la
verdad del matrimonio en su propia casa, que se convierte, entonces, no
sólo en la fuente de salvación para ellos, sino también en una luz en el
mundo. Un matrimonio que viva en la verdad es tan atractivo y tan
hermoso, que lleva a la conversión de otras almas. Necesitamos formar,
de esta manera, a los niños y, sobre todo, hoy día, los niños tienen que
ser criados de tal manera que sean capaces de vivir contra la
cultura. No pueden, por ejemplo, aceptar esta teoría del género que está
infectando a nuestra sociedad; tienen que ser criados para que rechacen
estas falsedades y vivir la verdad.
LSN:
Existe un vínculo entre la anticoncepción y el divorcio: del 30 al 50
por ciento de las parejas casadas, que usan la anticoncepción, llegan al
divorcio; mientras que menos del 5 por ciento de las personas, que no
usan la anticoncepción, ya sean cristianos o no, o que usan la
planificación familiar natural, se divorcian. ¿Está de acuerdo que un
lenguaje claro y una mayor participación pastoral de la Iglesia para
promover la Humanae vitae son esenciales para obtener uniones más estables?
CB: Absolutamente. Y el Beato Papa Pablo VI lo dejó claro en la Carta Encíclica Humanae vitae:
que la práctica de la anticoncepción llevaría a la desintegración de la
vida familiar, a la pérdida del respeto por la mujer. Simplemente,
necesitamos reflexionar sobre el hecho que una pareja, que usa la
anticoncepción, ya no se entrega totalmente el uno al otro. Que
introduce ya un elemento de ruptura en el matrimonio; y si esto no se
corrige y se remedia, fácilmente puede conducir al divorcio.
LSN:
Sobre la cuestión del número de la familia y la libertad de los padres,
¿es materia de especial preocupación para usted el movimiento mundial
“ecológico” y la promoción internacional de la planificación familiar y
del control de la población?
CB:
Sí, estoy muy preocupado sobre esto, porque las personas están siendo
conducidas falsamente a pensar, que deberían usar alguna forma de
control de la natalidad con el fin de ser administradores responsables
de la tierra. En realidad, la tasa de natalidad, en la mayoría de los
países, es muy inferior a lo que debería ser para reemplazar la actual
población. Dejando de lado todo esto, la verdad es que si Dios ha
llamado a una pareja al matrimonio, entonces Él los está llamando
también a ser generosos para recibir el don de una nueva vida humana. Y
así, hoy necesitamos muchas familias numerosas, y gracias a Dios veo
hoy, entre algunas parejas jóvenes, una generosidad notable con respecto
a los niños. La otra cosa que escucho que rara vez se menciona hoy,
pero que siempre se enfatizó cuando yo estaba creciendo, y también en la
tradición de la Iglesia, es que los padres deberían ser generosos en
tener hijos para que algunos de sus hijos pudieran recibir la llamada al
sacerdocio o a la vida consagrada, y al servicio de la Iglesia. Y que
la generosidad de los padres, sin duda, inspirará, en el niño que tiene
una vocación, una generosa respuesta a la misma.
LSN:
El matrimonio monógamo de por vida es muy bien conocido para los
católicos, muchos dirán, pero la “dureza de corazón” de los no católicos
debiera permitir el divorcio y el nuevo matrimonio en las legislaciones
civiles. Por otro lado, las naciones cristianas han hecho mucho para
llevar la estabilidad social y la dignidad del matrimonio natural en
muchos lugares del mundo. ¿La venida de Cristo cambia la situación de
todos los hombres, y es correcto promover e incluso, tal vez, imponer
esta visión del matrimonio natural, incluso en las sociedades no
católicas?
CB:
Creo que tiene que ser exactamente subrayado, que la enseñanza de
Cristo sobre el matrimonio es una afirmación, una confirmación, de la
verdad sobre el matrimonio desde el principio, para usar Sus palabras, o
que la verdad sobre el matrimonio está escrita en cada corazón
humano. Y así la Iglesia, cuando enseña sobre el matrimonio monógamo,
fiel, de toda la vida, está enseñando la ley moral natural, y tiene
razón en insistir en esto en la sociedad en general. El Concilio
Ecuménico Vaticano II se refiere al divorcio como una plaga en nuestra
sociedad, y lo es. La Iglesia tiene que ser cada vez más fuerte en la
oposición a la práctica generalizada del divorcio.
LSN:
¿Cree que los estudios sobre la situación y mejores resultados de los
niños en las familias estables monógamas deberían desempeñar un papel
más importante, en los preparativos para el matrimonio?
CB:
Creo que sí. Enfatizar la belleza del matrimonio como es vivida por
muchas parejas hoy en día, de una manera fiel y generosa, y la vida
familiar, como es experimentada por los niños que viven en una familia
amorosa… lo cual no significa que no haya problemas. Esto no quiere
decir que no haya tiempos difíciles en la familia y en el matrimonio,
pero que con la ayuda de la gracia de Dios, la respuesta es siempre, en
última instancia, una respuesta de amor, de sacrificio, de aceptación de
cualquier sufrimiento que sea necesario para ser fieles en el amor.
LSN: Pero la sociedad moderna no acepta el sufrimiento, ya sea al final de la vida, o durante el embarazo, o en el matrimonio…
CB:
Por supuesto, no lo hace porque no entiende el significado del
amor. Cristo dijo: si alguno quiere venir en pos de mí tome la cruz y
sígame, y así la esencia de nuestra vida es sufrir en el nombre del
amor: el amor de Dios y del prójimo.
LSN:
¿Estaría de acuerdo, como dice algunas personas, que muchos matrimonios
católicos hoy en día, a causa de una preparación insuficiente o por la
ignorancia del significado de los votos matrimoniales, son a menudo
inválidos? ¿Cuál es su específica experiencia en este punto como
prefecto del supremo Tribunal de la Signatura Apostólica?
CB:
Creo que es muy injustificado hacer declaraciones generales sobre el
número de los matrimonios que son válidos o inválidos. Cada matrimonio
debe ser examinado; y el hecho de que las personas puedan no haber
tenido una buena catequesis, y así ciertamente puedan haber sido
débiles (espiritualmente) para la vida matrimonial, no
necesariamente es una indicación que lleve un consentimiento inválido
del matrimonio, porque la naturaleza misma enseña sobre el
matrimonio. Lo vimos en la Signatura Apostólica: sí, hubo más
declaraciones de nulidad del matrimonio, pero examinando esos casos que
se presentaron no se estableció la nulidad del matrimonio, no se
demostró ser verdad.
LSN: Usted ha mostrado en el libro “Permanecer en la Verdad de Cristo” que la simplificación del procedimiento no es la respuesta.
CB:
No, en absoluto. Porque se trata de situaciones muy complejas y
requieren un proceso cuidadosamente articulado con el fin de llegar a la
verdad. Si la verdad no nos importa más, entonces cualquier proceso
será aceptable; pero si la verdad nos preocupa, entonces tendrá que
haber un proceso como el que la Iglesia emplea actualmente.
LSN: Y la Iglesia ha hecho mucho por los procedimientos judiciales en el mundo civilizado…
CB:
La Iglesia ha sido admirada durante años como un espejo de justicia; su
manera de administrar justicia fue un modelo para otras
jurisdicciones. Ya ha existido una experiencia en la Iglesia con un
proceso modificado de nulidad matrimonial, que tuvo lugar en los Estados
Unidos de 1971 a 1983. Tuvo efectos desastrosos y las personas
comenzaron a hablar de “divorcio católico“, y no sin
razón. Esto es un escándalo para aquellos que trabajan en el ámbito de
la justicia o son ministros de justicia en el orden secular, porque
cuando ven que la Iglesia no practica la justicia, la verdad no les
importa más, entonces ¿qué pueden posiblemente significar la ley y la
justicia?
LSN:
Un exorcista italiano, el padre Sante Babolin, dijo recientemente que
durante un exorcismo, el espíritu malo, que atormentaba a la esposa de
uno de sus amigos, le dijo: “No puedo soportar que se amen” ¿No es esto
un mensaje que las parejas casadas deberían meditar?
CB:
Por supuesto. No hay mayor fuerza, en el mundo, contra el demonio que
el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio. Después de la
Santa Eucaristía, tiene un poder más allá de lo que podemos imaginar. Yo
no sabía nada de esta historia, pero no me sorprende; y seguramente es
cierto que cada vez que una pareja ha contraído matrimonio con toda su
mente y su corazón, el diablo va a hacer el trabajo de tratar de
destruir ese hogar, porque ese hogar es una cuna de gracia, donde la
gracia se recibe, no sólo para la pareja, sino para los niños y para
todos aquellos que están cerca de la familia.
LSN: ¿Cómo pueden las parejas casadas valorar mejor y proteger su amor conyugal?
CB:
En primer lugar, con una vida diaria de oración fiel, y con la
confesión frecuente, porque todos necesitamos esa ayuda con el fin de
vencer el pecado en nuestras vidas, incluso pecados pequeños, pecados
veniales, y también protegernos contra los pecados más graves. Y luego,
por supuesto, la Eucaristía que es el centro de toda vida cristiana de
una manera muy particular. Es el centro de la vida matrimonial porque es
comunión con nuestro Señor Jesucristo, para vivir de ese amor que Él
tiene por la Iglesia, donde el matrimonio es sacramento: es el signo de
Su amor en el mundo, y así en la Eucaristía la pareja recibe la gracia,
de la manera más abundante y más fuerte, que le permite vivir su alianza
de amor.
LSN:
¿Cree usted que existe un vínculo entre el “culto a la muerte” – una
liturgia antropocéntrica, sin adoración a Dios – y la cultura de la
muerte?
CB:
Estoy muy convencido que donde los abusos introducidos en la práctica
de la liturgia en la Iglesia, abusos que reflejaban una dirección muy
antropocéntrica, en otras palabras, donde el culto sagrado comenzó a ser
presentado como la actividad del hombre en lugar de la acción de Dios
entre nosotros, claramente ha conducido a las personas en una dirección
equivocada, y que ha tenido un impacto muy negativo en la vida de cada
individuo, y de un modo particular en la vida matrimonial. La belleza de
la vida matrimonial es percibida y confirmada, en una manera muy
particular, en el Sacrificio Eucarístico.
LSN:
Como católicos estamos obligados a actuar en la sociedad y también a
actuar políticamente, teniendo un compromiso político. Pero en Francia
no existe un único partido representado que defienda el matrimonio por
completo y que defienda la vida completamente. ¿Qué deberían hacer los
católicos: comprometerse en un movimiento incluso cuando saben que este
movimiento está en contra de los principios no negociables, o deberían
tratar de construir otra cosa?
CB:
Lo ideal es que deberían tratar de construir una fuerza política en la
sociedad que se mantenga totalmente en la verdad, en los bienes no
negociables con respecto a la vida humana y a la familia. Y ellos
deberían manifestar con claridad su propia posición, e insistir en esto
con los partidos políticos existentes, para ser una fuerza que reforme
esos partidos políticos. Es evidente que no se puede tomar partido en
ningún tipo de movimiento que sea contrario a la ley moral. Por otro
lado, si en ese partido o movimiento político hay signos de una reforma,
de una adhesión a la ley moral, entonces deberíamos apoyarlo y
alentarlo.
LSN: ¿Qué santos deberíamos invocar hoy día para la familia?
CB:
En primer lugar, la Sagrada Familia de Nazaret: la Virgen María, San
José y Nuestra Señor Jesús. Y luego, hay grandes santos
casados. Pienso, por ejemplo, en los padres de la pequeña Teresa, el
Beato Luis y Celia Martin; pienso también en un gran santo como San
Gianna Molla, aquí en Italia; en un gran santo que murió mártir por la
familia, Santo Tomás Moro, que era un hombre casado y comprendió
plenamente la vocación matrimonial. También la pareja Luigi y Maria
Beltrame Quattrocchi, beatificados aquí en Italia. Pienso mucho de Santa
Rita de Cascia, que era una madre muy fiel: rezó mucho por la
conversión de su esposo, y también por la conversión de sus dos
hijos… Estos serían sólo algunos ejemplos… hay tantos otros.
LSN: ¿Cómo podemos permanecer fieles a la Iglesia y al Papa en estos tiempos difíciles?
CB:
Hay que adherirse claramente a lo que la Iglesia siempre ha enseñado y
practicado; esta es nuestra ancla. Nuestra fe no está en las personas
individuales, nuestra fe está en Jesucristo. Sólo Él es nuestra
salvación, y Él está vivo para nosotros en la Iglesia a través de su
enseñanza, a través de sus sacramentos, y a través de su
disciplina. Digo a las personas – porque muchas personas hoy día están
en comunicación conmigo, las cuales se encuentran bastante confusas,
preocupadas y molestas – no, tenemos que mantener la calma, y debemos
permanecer llenos de esperanza para llegar a una apreciación cada vez
más profunda de la verdad de nuestra fe, y adhiriéndose a esto. Esto es
inmutable, y nos dará la victoria al final. Cristo dijo a San Pedro
cuando hizo su confesión de fe: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia“. Sabemos
que esto es verdad, y tenemos que sufrir, mientras tanto, por la
verdad; pero tenemos que estar seguros de que el Señor va a ganar la
victoria al final.
Traducción no oficial de la entrevista en inglés al Cardenal Burke. En la versión francesa.