jueves, 19 de marzo de 2015

Nunca deje de dar un buen consejo




Nunca deje de dar un buen consejo

 
Nunca deje de dar un buen consejo. La mayor parte de las veces, su loable acción le traerá frutos amargos: indiferencia, antipatía o incluso rebelión. 
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Pues, en general, los consejos auténticamente buenos no son fáciles de seguir. Y la persona mediocre, a quien se muestra como única solución para el problema que le aflige un deber arduo a cumplir, o un esfuerzo penoso a realizar, se siente agredida.
Ahora según la Sagrada Escritura, el número de los necios es infinito. Y la mediocridad rebelada contra la grandeza del deber o de la lucha, no es sino una forma de necedad…
Entre tanto, en las pocas ocasiones en que el buen consejo es atendido, de él pueden brotar tales manantiales de agua viva que, a pesar de todo, es compensatoria la fidelidad al duro hábito de de dar buenos consejos.