Imágenes paganas: cristianismo y paganización de Europa
Por Enrique de Zwart
…van celebrando un ritual ignorado.
Mis propios dioses ya no están, espejismos.
Quienes hayan vivido cierto tiempo en el brumoso norte europeo habrán
seguramente notado la descristianización de la sociedad en varios
rubros. Uno de ellos es la virtual desaparición del matrimonio,
entendido en modo cristiano. Lo que lo ha reemplazado es una suerte de
cohabitación indefinida que, más adelante, puede tener o no algún
reconocimiento formal-civil por razones económicas e impositivas. Lo
sepan o no sus practicantes esto representa el retorno a una vieja
tradición pagana europea en la cual el matrimonio es simplemente la
confirmación de la paternidad, y la capacidad de crear una
familia es social y económicamente más importante que el derecho a tener
relaciones.
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Esta tendencia se ha consolidado en los países nórdicos
donde el matrimonio se encamina a ser una institución en vías de
extinción. En los últimos años ha crecido también en España, Italia y
tierras otrora de raigambre y moral cristiana.
¿Es el cristianismo en Europa “algo del pasado” como me dijo un
conocido, antes protestante ahora seguidor de la teosofía steineriana?
Por un lado las iglesias vacías parecieran confirmarlo. Por otro los
diversos partidos y grupos políticos con fuertes connotaciones
anti-sistema que brotan desde Francia a Hungría, de Inglaterra a
Austria, pasando por Bélgica e Italia, parecieran darle la razón a
Oswald Spengler cuando dijo que “la teología cristiana es la abuela del bolchevismo”.
Con esto se refería a que la promoción por parte del cristianismo de
ideas con tinte universal, de igualdad, hermandad y altruismo −es decir
variantes de la caridad mal o bien entendida− ayudaron a establecer y
legitimar políticas invocadas luego por socialistas y comunistas. Y ese
temor se ve reflejado en estos nuevos grupos identitarios que
sostienen que el cristianismo está socavando a Europa debido a un
“universalismo excesivo”. Un universalismo que rechaza toda distinción
de raza, étnica, clase, e inclusive nación.
¿Cómo se llegó a esta situación si hace apenas un siglo Hillaire Belloc nos enseñaba que la Fe es Europa y Europa es la Fe? En nuestra ayuda acude James Russell con su notable The Germanization of Early Medieval Christianity[1]. Allí, su
teoría es que los esfuerzos por cristianizar a las tribus germánicas
terminaron en una notoria germanización de la cristiandad.
En efecto, el cristianismo floreció en sus comienzos en un imperio ya
decadente y desarraigado, precisamente porque fue capaz de atraer a
varios sectores de la población entonces oprimidos o descontentos,
repugnados por el materialismo, brutalidad y banalidad de la época. Sin
embargo cuando los misioneros cristianos trataron de aplicar el mismo
criterio con los invasores bárbaros a partir del siglo V, invocando el
universalismo, la paz y la igualdad, fracasaron rotundamente. Fallaron
porque los bárbaros practicaban una religión popular con énfasis en la
homogeneidad étnica, jerarquía social, gloria militar, heroísmo, y
altruismo ad intra. Es decir que la cosmovisión universalista no pegó muy bien con la rudeza tribal endógena de los bárbaros.
Estos “bárbaros” germanos aludidos en el título, es necesario
notarlo, fueron los que eventualmente pusieron las bases para casi todos
los pueblos de Europa occidental, incluyendo España.
Debido a este conflicto entre el temprano cristianismo y la cultura indo-europea de los bárbaros,
la única táctica que los misioneros cristianos podían utilizar era la
de pretender adoptar ideales bárbaros y declarar que los ideales
cristianos eran compatibles con ellos. Russell dedica la mayor
parte de su obra a explicar cómo este proceso se llevó a cabo desde que
los visigodos cruzaron el Danubio en el 376 hasta la muerte de San
Bonifacio en el 754.
Inculturación con los bárbaros
¿Cómo se dio este proceso? En las postrimerías del imperio, el tejido social en las urbes romanas estaba muy dañado debido
a una declinación de la solidaridad grupal y un incremento de la anomia
social, ambas a su turno resultado de la urbanización, expansión territorial, inestabilidades internas prolongadas y heterogenización de la sociedad.
El cristianismo se encontró con un imperio necesitado de estabilidad
social, lo que le permitió –aduce Russell– atraer seguidores con
promesas de redención en el otro mundo.
Los pueblos germanos, en contrapartida, no eran candidatos a la
conversión ya que poseían una vigorosa religiosidad popular, estructura
social cohesiva y un fuerte sentido de identificación tribal gracias a
la institución del comitatus[2] que implicaba un fuerte altruismo practicado ad intra. Y como bien dice el proverbio sociobiológico “El egoísta vence al altruista dentro del grupo, pero los grupos altruistas vencen a los grupos egoístas”. Es decir, los bárbaros tenían las de ganar.
Más aun el paganismo germano carecía de concepto de pecado,
ergo los misioneros tenían pocas chances de convencerlos que debían ser
redimidos de éste. La esjatología[3]
cristiana contrastaba con las ideas de los bárbaros sobre tiempo y
heroísmo. Los misioneros optaron entonces por desenfatizar los aspectos
soteriológicos[4]
de la fe cristiana y acomodar el mensaje a la audiencia,
inculturizándose. Oferta y demanda que le dicen. En palabras de Russell:
San Bonifacio hachando el Roble de Thor en Hessen. Grabado de Bernhard Rode, 1781.
Ni la estructura social cohesiva, ni la herencia ideológica
indo-europea de los pueblos germanos los predisponía a desear la
salvación [cristiana]… Para que una religión universal sea exitosa en
una sociedad de religiosidad popular que no desea salvación, debe
temporariamente acomodar el ethos de aceptación del mundo de tal
sociedad.[5]
Estas “acomodaciones” de los misioneros cristianos sin duda
ocurrieron durante el curso del temprano medioevo. Así lo indica la
correspondencia entre el papa San Gregorio Magno y el rey de Kent
Ethelberto (s. VI), y también entre San Bonifacio y el obispo Daniel de
Winchester (s. VIII). Varias prácticas religiosas paganas persistieron
durante todo el medioevo.
Inicialmente las acomodaciones eran planeadas como una medida temporal, pero con el tiempo se volvieron permanentes resultando –de acuerdo a Russell– en una permutación de ciertos aspectos de la doctrina cristiana.
Los santos y el mismo Cristo fueron presentados como héroes guerreros
germánicos. Los hechos históricos de la Encarnación, la Pasión y las
vidas de los santos tomaron un rol principal por sobre la esencia
soteriológica-esjatológica del los primeros cristianos. Festivales y
lugares sagrados de los antiguos cultos paganos fueron discretamente
tomados por los cristianos como suyos. Conceptos y palabras con
significado y connotación religiosa fueron sutilmente redefinidos de
acuerdo a la nueva religión. En otros campos la unidad
político-religiosa de los germanos se reinventó en instituciones
cristianas como la Eigenkirchen y la realeza sacra. Las
reliquias de los santos cobraron énfasis. De este modo, sostiene
Russell, el cristianismo se apartó de su naturaleza originaria durante
el temprano medioevo volviéndose una fe “germanizada”.
El resultado final no fue que los bárbaros se convirtieron al
cristianismo que habían encontrado durante los primeros años de su
invasión al imperio, sino que esa forma primordial de cristianismo se germanizó, adoptando finalmente muchas de las costumbres populares indo-europeas de los bárbaros paganos.
Más tarde desde el siglo VII los misioneros anglo-sajones e
irlandeses, bajo el amparo de los ya convertidos francos, predicaron a
los barbaros continentales con la misma metodologia de “inculturación” a
las costumbres nativas. Notando la centralidad del poder divino en la
religiosidad germánica buscaron mostrar que el poder de Cristo superaba a
las divinidades locales, como mostró San Bonifacio al cortar el roble
dedicado a Thor en Hesse.
Antes que Russell el jesuita Jungmann ya habia concluido que “a
partir del siglo X la herencia cultural acumulada en el norte carolingio
fluyó hacia Italia y se convirtió en el standard cultural en la misma
Roma” y desde allí “devino normativa en todo el mundo occidental.“[6]
Simbología pagana
Los símbolos paganos adaptados por el cristianismo son más de lo que
muchos, sino la mayoría, de los cristianos está al tanto. No solo los
obvios con origen en el mundo romano como el idioma latín, el papa
llamado Pontifex Maximus, las sotanas púrpuras de los
Cardenales o el cabello cubierto de las monjas; sino también los menos
evidentes con orígenes germanos.
Las celebraciones en torno al solsticio de invierno simbolizaban en
antiguos ritos el retorno o aparición del sol. El cristianismo la tomó
para designar las fiestas de la revelación de Jesús o Epifanía y la
Navidad unos días antes, por poner sólo un ejemplo.
Los protestantes han sido, en general más conscientes de esto que los
católicos, por lo que, en algunos períodos radicarles y en muchos
países, la Navidad fue considerada ilegal… ¿A qué se
debió esto? A que los más recalcitrantes sabían de los lazos paganos de
la fiesta y, como supuestamente estaban intentando un regreso a los
“orígenes” cristianos sin todo el bagaje “papista”, no se les ocurrió
cosa mejor que prohibir la celebración de la Navidad. Los puritanos lo
hicieron en Inglaterra en 1647-1660 acusando una “fiesta papista sin
justificación bíblica”; lo mismo sucedió en Nueva Inglaterra entre
1659-1681. A pesar de que la prohibición fue levantada, en la zona de
Boston recién a mediados del siglo XIX la Navidad fue de nuevo mirada
con buenos ojos. Otras sectas como los quakeros, amish, metodistas y presbiterianos también condenaron las raíces paganas de la Navidad.
Quizás la propuesta más contra-intuitiva de Russell es la idea que en sus comienzos el cristianismo latino era una religión universalista que “rechazaba al mundo”[7] debido a sus raíces judías y a la influencia griega[8], opuesto a las tribus germanas que practicaban una religión popular que “aceptaba al mundo”[9].
Por “rechazo al mundo” se entiende la búsqueda de la salvación
espiritual, institucionalizada en las iglesias cristianas del tardío
imperio. Por “aceptación del mundo” se entiende la celebración de un
culto que tiene como objetivo algún tipo de avance en este mundo, más
que las promesas de redención en el próximo. La ética y la doctrina
cristiana eran universales. La religiosidad indo-europea carecía
formalmente de tales elementos, pero poseía características “heroicas,
mágicas y religioso-políticas”. Los misioneros cristianos tenían
entonces que adaptar su mensaje al ethos pagano.
La idea de guerra santa, el uso de celebraciones y lugares sagrados
germánicos en la liturgia romana y el consentimiento de valores sociales
germanos, son indicaciones de una apropiación y cambio por parte de la
iglesia latina del temprano medioevo.
Puntos débiles
El análisis de Russell tiene varias generalizaciones –cosa que él reconoce, y algunos puntos no del todo claros:
- Deja de lado los efectos de las persecuciones y martirios a que fueron sujetos los primeros cristianos.
- Asume que los primeros cristianos tenían una identidad ya fija y marcadamente soteriológica y esjatológica; definida por un modo de vida “pacifista” derivado del Sermón de la Montaña.
- Asume también la homogeneidad, cohesión y estabilidad social de los pueblos bárbaros durante el Völkerwanderung[10]
- Las adaptaciones del cristianismo a la cultura local (inculturación) no ocurrieron solo en los pueblos germánicos. Se dieron también por ejemplo en Armenia y en Egipto. Dentro de la universalidad del cristianismo existieron varios matices.
- Finalmente, se puede argumentar que no es un “efecto colateral” del cristianismo el de ayudar a los pueblos a definir su propia identidad, sino más bien es una parte esencial de éste. Basta ver a Polonia o a la Irlanda y España de hace unos pocos años atrás para comprobarlo.
Conclusión: Levantando la apuesta
Más allá de estos puntos precarios se puede afirmar con certeza que
al cristianizar a los bárbaros paganos y suprimir los aspectos más
brutales de su religión (incluyendo el ocasional sacrificio humano[11]),
los misioneros tuvieron que aceptar a cambio que en Europa –y a la
larga en su gran diáspora global– la cristiandad fuera germanizada, o
europeizada.
El cristianismo primordial que los germanos encontraron tenía muchas
tendencias universalistas. Como resultado de la germanización esas
tendencias fueron neutralizadas y en lo que luego vino a ser el medioevo
cristiano se desarrolló una religión con fundamentos en lo que hasta
hace no muy poco se conocía como valores tradicionales: familia, patria,
tierra, propiedad etc. Esta “germanización” convirtió al cristianismo
en una fe con gran dinámica. El cristianismo se “reinventó” y dio vida a
la civilización europea por más de mil años.
Volviendo a donde comenzamos, de acuerdo a esta visión el
cristianismo en su forma primaria universalista indudablemente sería la
abuela del bolchevismo (“proletarios del mundo, uníos…”). Pero en su
variante germanizada sería una fuente de estabilidad y orden. Durante la
mayoría de su historia el cristianismo funcionó predominantemente en
este segundo modo. Sin embargo hubo durante el curso de los siglos
intentos de regresión al modo primario –especialmente en lo que fue la
revolución protestante y su demanda de volver a la “iglesia primitiva” o
en algunos casos más extremos al Antiguo Testamento. También hay ahora
en la Iglesia Católica signos en tal dirección universalista y
ecuménica.
Se pueden hacerle varias críticas a la obra de Russell, pero nos
preguntamos si el actual rechazo al cristianismo europeizado por los
antiguos bárbaros es la causa por la cual la gran mayoría de los
europeos occidentales hoy en día han abandonado toda práctica cristiana o
han ido incluso más allá buscando abiertamente una nueva fe pagana.
Pareciera que muchos europeos estuvieran diciendo (conscientemente o
no): “si la Iglesia retorna a un cristianismo pre-europeo, entonces nosotros retornamos a un paganismo pre-cristiano”.
[1]
Russell, J.C. 1996. The Germanization of Early Medieval Christianity: A
Socio historical Approach to Religious Transformation. Oxford
University Press, 272 p.
[2] Comitatus, el vridu
o código germano de honor estaba caracterizado por la reciprocidad
entre dos o varias personas, incluyendo el líder y sus seguidores.
Responsable en gran parte de la cohesión social entre los germanos es ya
mencionado por Tácito. La fuerza del comitatus parece que
excedia a veces los lazos de sangre. Sobrevivir una batalla en la que el
líder había muerto era considerado vergonzoso. De acuerdo a Mircea
Eliade en el sistema feudal del medioevo la esencia del comitatus fue preservada. El concepto de vasallaje es un ejemplo de ello.
[3]
Seguimos el uso recomendado por el Padre Castellani para evitar
malentendidos: “Esjatológico: ¿por qué “esjatológico” con jota? Porque
así debe ser. Hay dos palabras morfológicamente parecidas en español:
“escatológico”, que significa pornográfico —de skatós, término griego que significa ‘excremento’— y “esjatológico”, que significa ‘noticia de lo último’ —de éskhaton,
‘lo último’— las cuales son confundidas hoy día, por error o por
descuido o ignorancia o periodismo, incluso en los diccionarios.”
Leonardo Castellani, El Apokalypsis de san Juan (pág. 313). Buenos Aires: Dictio, 1977.
[4] Soteriología es la rama de la teología que estudia la salvación.
[5] Russell, Ibid, p 102.
[6]
Jungmann, J.A. The Defeat of Teutonic Arianism and the Revolution in
Religious Culture in the Early Middle Ages. Pastoral Liturgy, New York,
Herder and Herder, 1962, p. 19.
[7] Cristianismo, islam y budismo son presentados en éste grupo.
[8]
Las religiones paganas de Roma y Grecia tuvieron un encuentro similar
con el cristianismo antes aun y fueron a su turno “de indo-europeizadas”
de los tradicionales modos de aceptación del mundo que tenian las
religiones populares del mundo clásico.
[9] Paganismo celta-germano, sintoísmo y la adoración a los ancestros del confucianismo caen dentro de ésta categoría.
[10] “Migraciones de los pueblos” en alemán.
[11]
Si bien casi inocuos comparados a los aztecas y sus sacrificios humanos
en masa, hay evidencias que los bárbaros europeos (celtas, germanos o
eslavos) practicaban sacrificios humanos esporádicos. Para este lado más
oscuro del paganismo europeo se recomienda ver la película El hombre de mimbre (1973).