LA IGLESIA CATOLICA SE AVERGUENZA DE FRANCISCO
“¿Me avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?”:
así se preguntaba el hereje Francisco en su homilía del 7 de marzo, en
Santa Marta. Y Francisco, en estas palabras, se dedica a dar culto al
hombre, a las obras de los hombres, a las vidas de los hombres, a los
pensamientos de los hombres.
En
la Iglesia Católica nos avergonzamos de tener a Francisco como el líder
de la Iglesia. ¡Es una vergüenza este hombre! ¡Es una vergüenza que la
Jerarquía de la Iglesia no se levante en contra de este hombre! ¡Es una
vergüenza ver cómo está destruyendo la Iglesia y todos aplaudiendo esa
destrucción!
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En
la Iglesia Católica nos avergonzamos de la carne de Francisco. ¡Maldito
sea Francisco! ¡Maldita su mente humana! ¡malditas sus palabras
humanas! ¡malditas sus enseñanzas humanas en la Iglesia! ¡malditas sus
obras humanas!
En
la Iglesia se está para salvar almas, no para dar de comer a la gente.
Francisco habla de la hipocresía, y él mismo es el primer hipócrita.
Francisco pone su cara alegre, su sonrisa, da un beso a un niño, y
después enseña a pecar en la Iglesia, enseña el camino de condenación en
la Iglesia. ¡Mayor hipocresía no existe! Y está amparado por toda la
Jerarquía de la Iglesia.
Sus
homilías son panfletos comunistas. ¡Todas ellas! ¡No hay una sola
Verdad del Evangelio! Tergiversa las palabras del evangelio del día y
hace su negocio en la Iglesia. ¡Da asco leer las homilías de Francisco!
¡Es un vómito leer su última entrevista concedida al Corriere della
Sera!
Francisco
está en lo de siempre: su obsesión por el dinero; su culto al hombre,
su amor a los pobres que pone por encima del amor a Cristo.
“El cristianismo es la carne misma de Cristo que se inclina sobre el que sufre sin avergonzarse”. ¡Qué estúpida frase la de Francisco! ¡Cuánta necedad en esta frase! ¡Qué llena de herejías trae este pensamiento de Francisco!
Y la gente en la Iglesia ya no sabe pensar la Verdad, sólo sabe opinar sobre lo que su mente va encontrando en la Verdad.
Cristo Jesús se inclinó sobre el pecador, no sobre el hombre que sufre. Primera necedad de Francisco: “se inclina sobre el que sufre”.
Cristo
Jesús vino para cargar el pecado de los hombres. No vino para curar
heridas humanas, carnales, políticas, económicas, sentimentales, de los
hombres. Francisco se fija sólo en el aspecto humano del hombre, en su
exterior, en su sufrimiento de la vida. Pero no habla nada del pecado
del hombre, que es el origen de todos los males que tienen los hombres
en la vida.
Francisco
no teme a Dios y, por eso, robó el Rosario de un sacerdote muerto. Ése
es el alma de Francisco: un hombre que no teme a Dios, un hombre que ama
su pecado, un hombre que justifica su pecado, un hombre que ensalza su
pecado, un hombre que pone su pecado como un camino en la Iglesia, como
una guía en la Iglesia. Y, después, se dedica a llorar por sus pobres, a
dar charlitas para que la gente dé dinero a sus pobres; para que la
cuaresma sea eso: da dinero al hambriento.
¡Menudo
sinvergüenza el que está sentado en la Silla de Pedro! ¡Menudo bufón,
que se ríe de todo el mundo, hasta de su misma sombra!
El que sigue a Cristo tiene su mismo Espíritu, no su misma carne. Segunda necedad de Francisco: “El cristianismo es la carne misma de Cristo”. ¡Qué palabras más bellas y más heréticas de ese hombre sin temor de Dios!
El
alma se transforma por amor en Cristo Jesús, pero el hombre no se
transforma en la carne de Cristo Jesús. El lenguaje humano de Francisco
es su herejía continua. Francisco no cuida la teología, la filosofía, la
verdad cuando habla, porque no tiene ni idea ni de lo que es la
filosofía ni la teología. Y cae en estas barbaridades, en estas
aberraciones. Pero, ¿a quién le importa todo esto? A nadie. Si los
medios de comunicación supieran discernir las palabras que dice
Francisco en sus homilías, no sacarían ni una a la luz, no les darían la
publicidad que están haciendo. Pero esos medios de comunicación, que
son los del Vaticano, están llenos de gente que no ve la Verdad, que no
ama la Verdad, que no obra la Verdad. Y dan propaganda de un mentiroso,
de un hereje, de un necio, de un payaso; porque, claro, es el jefe de la
Iglesia. Como es el Papa, entonces hay que aplaudirle sus herejías.
¡Maldito Vaticano! ¡No te avergüenzas de que un hereje destruya la
Iglesia! ¡No te avergüenzas de tus pecados! ¡Te avergüenzas de que los
hombres no ayuden a los hombres!
Ésta es la tercera estupidez de ese hombre: “se inclina sobre el que sufre sin avergonzarse”.
Si no ayudas a los pobres, a la gente que tiene problemas en sus vidas,
no haces ayuno, no vives la cuaresma, no eres de Cristo. Esto es todo
en la homilía de ese idiota.
Y la Cuaresma es para ver nuestro pecado y para poner un camino para salir de nuestro pecado. Esto es todo en la Cuaresma.
La
Cuaresma no es para estar viendo a los hombres y dedicarse a solucionar
problemas humanos. La Cuaresma es para llenarse de Dios y alejar del
corazón lo que impida tener Su amor en él, que es el pecado, el maldito
pecado, que nadie hace caso hoy. Nadie atiende al pecado. Todos
preocupados por los problemas de la vida. Y todos haciendo caso a un
payaso que se viste de Papa para enseñar sus mentiras en la Iglesia.
En
una frase de esta homilía ya hay tres errores gravísimos. ¿Para qué
seguir leyendo esta bazofia? ¿Para qué seguir haciendo caso a Francisco?
Es que ya ni merece la pena combatirlo. Hay que decirle, como Jesús le
dijo a Judas: «Lo que has de hacer, hazlo pronto» (Jn 13, 17).
Francisco,
tienes que entregar la Iglesia al Anticristo. ¡Quítate la careta y haz
eso que tienes que hacer! ¡Deja ya de hablar babosidades y haz eso que
tienes que hacer!
Llega
un punto en un mentiroso en que habla la mentira sin más, porque ya se
la cree. Ya cree Francisco que eso que habla es el camino para toda la
Iglesia. Se cree Francisco que está enseñando la verdad en la Iglesia.
Está ciego en su pecado. Y ya no razona, ya no ve la maldad, porque no
existe el pecado en su mente humana. El pecado, para Francisco, es una
virtud, es un bien que hay que realizar. Las mentiras que él dice
continuamente es su bien en la Iglesia. Y ya Francisco no capta la
separación, el cisma que producen sus mentiras.
Éste es el punto que nadie medita.
La verdad une; la mentira desune. Acoger la Verdad es oponerse a toda mentira. Acoger la mentira es oponerse a toda Verdad.
Francisco
miente. Y miente cada día. No sólo da una mentira, no sólo da un error,
no sólo se equivoca en algo. Francisco vive en su mentira. Éste es el
punto. Y, como vive en esa mentira, sus palabras, sus obras, su vida,
desunen, producen separación de forma automática.
Quien
vive la verdad no puede obedecer a Francisco. ¡Eso es clarísimo! Pero
esto, muchos sacerdotes y Obispos no lo tienen claro, porque están
viendo a Francisco como lo que no es: un Papa. Éste es el error en mucha
Jerarquía. Y sacerdotes buenos, y sacerdotes inteligentes, que saben
filosofía y teología. Y saben lo que está diciendo ese hereje. Pero
callan, le siguen tributando falsa obediencia, falso respeto humano. ¿Y
la razón? Porque están en la misma posición que estaba el Papa Benedicto
XVI: prisioneros en sus sacerdocios. Si hablan, los dejan en la calle
automáticamente.
El
Papa Benedicto XVI tuvo que salir del Pontificado porque lo iban a
matar; corría peligro su vida. Y Dios no le pedía el martirio, pero sí
huir del Vaticano sin renunciar. Pero no tuvo agallas para eso.
Y
muchos sacerdotes buenos están en lo mismo. Si hablan se los deja
fuera, en la cuneta. Y, claro, como tienen su negocio en la Iglesia,
entonces es preferible hacer como si nada pasara. Sólo los sacerdotes y
Obispos que están libres de la Jerarquía se oponen a Francisco. Y son
muy pocos. Los demás, tienen miedo.
Y,
entonces, viene la pregunta: ¿Para qué sois sacerdotes si tenéis miedo
de un hombre y de su mentira? Si Cristo os da la Verdad, y eso basta
para ser sacerdotes, ¿por qué seguís a una Jerarquía que ya no ofrece la
Verdad, sino un negocio en la Iglesia, una estructura en la Iglesia
para dedicarse a lo humano?
Los
sacerdotes y Obispos que ahora callan, dentro de poco tendrán que
rebelarse contra todo porque se les va a obligar a seguir el pensamiento
de un hombre.
Las
cosas se están poniendo muy difíciles para toda la Iglesia. Y llega el
momento de que se va a negar la verdad en la Iglesia, y seremos
perseguidos y maltratados por no pensar como ellos piensan.
A
esto conduce toda la vana palabra de Francisco. Él está poniendo este
camino de profunda división dentro de la Iglesia. Es el cisma que viene
por Francisco por estar predicando, obrando la mentira, que es lo que
desune siempre en la Iglesia.
Una
Iglesia dividida es lo que vemos, lo que observamos en todas partes. Y
la divide el pensamiento de un hombre que se hace llamar Papa y no lo
es. Un hombre que quiere unir a los hombres en su pensamiento humano, en
su idea humana, en su visión de lo que es la Iglesia y Cristo en la
Iglesia. Ese pensamiento, porque no proviene de la Verdad, de la Mente
de Cristo, desune, divide, crea el cisma dentro de la Iglesia, ya que es
el pensamiento de un líder en la Iglesia, de uno que gobierna la
Iglesia en la actualidad. Y la gobierna con el apoyo de muchos, que son
también cabezas en la Iglesia. ¡Este es el desastre de toda la Iglesia!
El
pensamiento de Francisco no es el pensamiento de un Papa, sino de un
jefe de gobierno, que se hace llamar Papa, pero que no lo es.
Y,
entonces, sacerdotes y Obispos de la Iglesia: ¿por qué obedecéis a un
hombre que no habla como un Papa, que no obra como un Papa, que no da la
Verdad que han dado todos los Papas hasta Benedicto XVI? ¿Por qué esa
falsa obediencia que dais a un hombre que, claramente, no es Papa?
Y
la respuesta: la tiene cada uno en su mente humana. Seguís vuestro
concepto de lo que es un Papa, pero no seguís el concepto que Jesús
tiene de ser Pedro en Su Iglesia. Y, por eso, no os atrevéis a
levantaros contra Francisco. Estáis apegados a vuestra mente, que os
hace vivir de forma equivocada: dais obediencia a quien no se la merece.
Eso es signo de falta de fe, de debilidad en la fe, de fracaso en la fe
en vuestros sacerdocios.
La
fe se obra en la Verdad. Y la Verdad es que Francisco no es Papa. ¡Esta
es la Verdad! ¡Guste o no guste a la Jerarquía, a Francisco, a los
fieles en la Iglesia, al mundo!
Francisco
no es Papa. Su mandato no corresponde a un Papa. Su magisterio no es el
de un Papa. Francisco actúa como Papa porque otros lo colocaron en la
Silla de Pedro. Y lo colocaron para dividir, para hacer separación en la
Iglesia, no para continuar a Pedro. Francisco no defiende el deposito
de la fe; defiende su propio pensamiento humano.
Francisco
ha puesto las leyes de los hombres en la Iglesia: ése es su gobierno de
ayuda, gobierno horizontal, gobierno lleno de herejes, como él, gente
sin temor de Dios.
Francisco
no ha puesto la ley de Cristo en la Iglesia, que es la norma moral, las
leyes divinas, los mandamientos que deben regir la Iglesia. Y se ha
hecho un falso profeta y un anticristo. Francisco lleva el camino de
Judas: traiciona la Verdad por ganarse el amor al pueblo, por estar
entre los hombres, por vivir como ellos, por ser de ellos. Cristo se
retiraba al monte después de hacer la Voluntad de Su Padre, el trabajo
que Su Padre le encomendó. Francisco se dedica a estar en las redes
sociales y en llamar por teléfono a la gente para darles un cariño que
ningún sacerdote tiene que dar al hombre. Porque el sacerdote no vive
para el amor del pueblo, sino para el amor de Cristo, para imitar a
Cristo, para obrar las obras de Cristo. Francisco es de las redes
sociales, pero no es de Cristo. No desparece para estar en oración y
penitencia por el Rebaño que tiene encomendado por su sacerdocio. Él
quiere brillar en la sociedad, ser alguien entre el pueblo; quiere
sentir que el pueblo lo sigue, lo ama, lo aplaude, lo invoca. Quiere
apoyar al pueblo con su estúpido cariño humano, que le lleva a sus
continua herejía, que nace de su culto a su pensamiento humano.
Con
Francisco comienza la persecución en la Iglesia. Eso ya es un hecho.
Quien no piense como él piensa, es perseguido. Y esto ya nadie lo para.
Esto va creciendo, día a día, dentro de la Iglesia.
Por
eso, llega el tiempo en que hay que salir de Roma y atacarla desde
fuera, no desde dentro. Porque, desde dentro, ya no se puede.
Hay
que saber luchar contra el mal. Y, cuando el mal lo tiene todo atado y
bien atado, hay que salir de sus dominios para seguir batallando, de
otra manera, pero con libertad, con la libertad que da la Verdad en el
alma y en el corazón.
Por
eso, si Benedicto XVI quiere ser libre, que huya de donde está, porque
entre lobos no va a hacer nada. Antes bien, lo van matar, como han
matado a los anteriores Papas, incluido Juan Pablo II.
Vivimos
tiempos muy graves en la Iglesia y no hay que perderlo con las
opiniones de Francisco. ¡Son una pura basura todos sus documentos en la
Iglesia! No valen para nada. Valen para hacer su iglesia, su invento
estrafalario que sólo sirve para condenar las almas.
Los
sacerdotes si no se empeñan en mostrar el camino de la Verdad en la
Iglesia, sólo trabajan para el demonio. Y hay muchos que hacen eso, por
su falta de fe, por su falta de amor a Cristo, por su falta de amor a la
Virgen María.
Si
no se vive el sacerdocio, cada día, imitando a Cristo, sólo se vive el
sacerdocio imitando lo que hay en la mente de cada uno. Eso es lo que
hace ese infeliz de Francisco, que mas le valiera no haber nacido,
porque va camino de la blasfemia contra el Espíritu Santo en su
sacerdocio. Un hombre que no ve su pecado es un hombre que se cree dios
en sí mismo. Y cree que con su razón, con sus ideas, con sus opiniones,
con su estilo de vida, con su manera de ser ante los hombres, ya es
modelo en la Iglesia. Y es el primer demonio que la Iglesia da en el
Papado.
Porque
muchos Papas han sido demonios, pecadores, malos, dados al vicio en sus
Pontificados; pero ninguno como Francisco. Porque Francisco está
sujetado por la Jerarquía que lo ha elegido. Pero los otros Papas no
tuvieron el apoyo de toda la Jerarquía, sino que tuvieron que
enfrentarse con gente santa en la Jerarquía, que supieron luchar por la
Verdad en el Papado; y, por tanto, supieron hacer que el pecado de ese
Papa no siguiera en la Iglesia, no fuera un camino en la Iglesia, no
fuera una obra en la Iglesia, no fuera una vida en la Iglesia.
Hoy
día, no existe esa Jerarquía fuerte en la Verdad, en la fe, en el amor a
Cristo, y por eso, dejan hacer al mentiroso de Francisco sin oponerse a
él. Son muy pocos los que se levantan contra ese hereje. Los demás,
calladitos, haciéndole el juego a un idiota. Por eso, Francisco es el
primer demonio amparado por la Jerarquía, guiado por la Jerarquía, para
hacer el mal –y sólo el mal- en toda la Iglesia.
Los
tiempos no son de esperanza, de bonanza, de felicidad; sino muy
tristes. ¡Nadie cura las llagas del Corazón de Cristo por el pecado de
Su Jerarquía! ¡Nadie atiende al amor que Cristo tiene en su corazón por
todos los hombres! ¡Nadie ha medido lo que a Cristo le cuesta salvar un
alma! ¡Nadie sabe sufrir por Cristo!
Todos
lloran por sus vidas, por sus problemas, por sus angustias, por su
idiotez de vida. Y a eso se dedican: a dar contento a los idiotas como
ellos en la Iglesia.
¡Despierte
la Jerarquía de la Iglesia porque tendrá que huir sin llevarse nada
consigo al destierro! ¡Sólo con el amor a Cristo en sus corazones! ¡Sólo
para seguir trabajando por la verdad de la Iglesia, pero ya no como lo
quieren las cabezas de la Iglesia, sino como lo quiere Cristo!