Las 7 acciones que tomará EE.UU. para justificar su ataque contra Venezuela
La reciente declaración del presidente Barak Obama señalando a Venezuela como una amenaza extrema e inusual
posee dos sustentos que débilmente permiten un análisis racional por la
extrañeza de la afirmación. Más bien, es factible comprenderla a partir
de reacciones emocionales (preocupantes por cierto), que escapan al
marco regulatorio de la diplomacia y las prácticas de respeto en el
campo social, humano y político.
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La primera base es el Excepcionalismo, doctrina fundamental del Gobierno estadounidense y atado a su cultura intrínseca, según la cual esta nación tiene un destino manifiesto que la obliga a ejercer el control y supervisión del mundo,
para que se desarrolle acorde con sus propios criterios de lo que
significa justicia y libertad. Dios los ha destinado a ser el pueblo
elegido y ello implica que tiene el derecho a aplicar todas las
herramientas terrenales para obligar a seguir su camino, obviamente
torciendo el cuello o el brazo, a quien no acepte el discurso ‘divino’.
Esta concepción, comprendida dentro de los cánones de la siquiatría
por su evidente desconexión con la realidad, implica que la injerencia
es uno de los principales instrumentos, poderoso y legal, que lo
autoriza a invadir pueblos y naciones.
La segunda base es su concepción de justicia, ligada
a lo anterior, según la cual el Estado debe prevenir, curar o paliar
todas las acciones internas y extranjeras que pudiesen afectar su
estabilidad como país-potencia, estableciendo una legislación que interpreta lo correcto a partir de la mirada de las élites:
todo aquello que atente a la propiedad debe ser condenado fuertemente
por cuya razón la corrupción, por ejemplo, está en segundo lugar pues no
afecta al paradigma mencionado. El orden es un pilar esencial, de allí
que toda manifestación o voz deba ser silenciada por medio de la persuasión física, armada o psicológica, amparada en la legalidad. La tortura es aprobada sin dilación.
Por tanto, las verdaderas amenazas proceden de su forma agresiva
de proceder frente a las voces o pueblos que consideren que su libertad
está en riesgo y, como el mito de la caverna de Platón modificado, al
ver la luz deberían ser cegados por la muerte, el golpe o las ataduras.
Salirse de su eje significa una amenaza a la supervivencia pues el éxito
se fundamenta en la expoliación.
¿Qué se pretende con Venezuela?
Hay que ser analíticamente profundo pues no es una simple advertencia sino que confirma que aún se sienten dueños de América del Norte, Centro y Sur, es decir, de todo un continente, corroborando la concepción entregada al comienzo.
Lo que inquieta a las democracias del planeta es que sus propias
normas le facilitan una política de sanciones, destinada no únicamente a
individuos vinculados al Gobierno, sino ya contra un Estado considerado
contradictor. No obstante, cuando se ha solicitado justificar los
procedimientos, la superficialidad es asombrosa. Según algunos
funcionarios que prefieren permanecer anónimos para no ser sancionados
también, esta orden ejecutiva “ayudará a proteger el sistema
financiero de Estados Unidos de los flujos financieros ilícitos de la
corrupción pública en Venezuela”, como lo manifiesta BBC Mundo.
Otros no pudieron explicar de qué manera esos señalamientos impactan la
seguridad nacional estadounidense. En tanto, los siete funcionarios castigados pertenecen al aparato de seguridad del Estado venezolano, se les impide la entrada a EE.UU.
(aunque no les interese), y tienen cerradas sus cuentas (aunque no las
posean), ya que Washington los responsabiliza de lo que considera
excesos represivos de las manifestaciones (febrero 2014), cuyo resultado
fueron 43 muertos, muchos de ellos gobiernistas, y cientos de
lesionados.
Lo que se intenta desde la Casa Roja (ex Casa Blanca) es enviar
varios mensajes, entre ellos, primero, que los dueños de este planeta
por destino manifiesto son ellos y nadie puede oponerse ni racional ni
irracionalmente; segundo, que su poder procede desde el Cósmico como un
mandato sagrado por lo cual están obligados a usar la espada cuando el
mensaje no sea aceptado sin dilación; tres, que solo se retrocede cuando
es imperioso aunque el mandato es dar la batalla hasta lograr convencer
o eliminar al contrario; cuarto, que lo conveniente al opositor es
entregarse mansamente al dictado divino que ellos encarnan, permitiendo
que sus colaboradores (los supuestos verdaderos patriotas, pues su mente
está en el norte y no en Latinoamérica) privaticen toda la nación para
favorecer a los fieles religiosos que los acompañen.
Las peligrosas medidas en acción
Ante ello, es urgente dejar en claro las acciones que tomará el Gobierno de Obama con el fin de justificar su ataque continuado a Venezuela,
proyecto que lo ha desarrollado incansablemente también en otros
continentes y contra países que sufren sus embates actualmente.
1. Bandera falsa: crear un conflicto real a través
de un autoatentado con el fin de justificar el asesinato de
latinoamericanos e intervenir Venezuela. Este podría ser un ataque a una
embajada, funcionario, ciudadano estadounidense, por ejemplo, en cuya
táctica hay muchísima experiencia acumulada.
2. Incrementar su ayuda militar y económica a la oposición
a través de ciudadanos venezolanos interesados en devolver las riquezas
del país a manos extranjeras, empleando organizaciones espurias.
3. Insistir en el ocultamiento de víveres y medicinas, fomentando el contrabando, con el fin de incrementar las dificultades que existen objetivamente en esos campos.
4. Bloqueo económico a través de sanciones directas o
indirectas que logren debilitar la infraestructura nacional, cuyo paso
más fuerte fue dado a través de la baja artificial del precio en el
petróleo.
5. Campaña mediática interna y mundial con el fin de
imprimir en la opinión pública las categorías de crisis insalvable,
falta de autoridad, represión a la oposición, corrupción, con el fin de
incentivar ‘La Salida’ por fuera de las elecciones.
6. Fortalecimiento de las derechas existentes en
todos los países latinoamericanos, como se ha estado viendo con la
visita de Piñera, Calderón, Pastrana (todos afectos a Augusto Pinochet),
a los golpistas y responsables de tragedias en el país.
7. Insistir en el uso de las agencias de inteligencia de carácter secreto
o reservado para desestabilizar por otros mecanismos. Especialmente se
recurrirá a aquellos venezolanos que vendan su nacionalidad o patria por
denarios extranjeros, utilizándolos para propiciar la violencia y el
aumento de sus índices.
Todas las medidas enumeradas están actualmente vigentes en tanto son
parte de un proyecto ‘evangelizador’ y, por dicha razón, supuestamente
justificado.
Sepa más sobre el tema: Venezuela, en la mira de EE.UU.
Conclusión
Esta declaración de ‘emergencia nacional’ es una herramienta para
aplicar sanciones contra un país en determinadas situaciones y que le
permite al presidente de Estados Unidos ir más allá de lo que se haya aprobado en el Congreso incluso posibilitando el ‘Caos controlado’.
Sin embargo, lo que debe provocar temor para el Gobierno
estadounidense es su propia dirigencia que les ha impedido comprender la
realidad mundial y que ahora tiene al país cada vez más solitario y en
conflictos prácticamente en casi todo el mundo. Desafortunadamente para
una potencia que podría aportar tanto a la paz y el desarrollo mundial, la percepción de la mayoría de países sobre este es negativa, vinculándolo incluso al terrorismo mundial.
La recomendación racional y humanizadora al mandatario Obama es que
recupere la credibilidad a través de una política inteligente asociando
la justeza a la defensa de los afroamericanos tan agredidos y
asesinados, a los latinoamericanos que constituyen una importante fuerza
laboral para la marcha industrial, a los sistemas de salud y educación
privatizados en extremo dejando a millones a la intemperie, concentrando
sus esfuerzos en resolver la difícil situación interna de emisión
volátil de dinero sin respaldo que provocará una crisis impensable, en fin, promover la verdadera equidad en todos los escenarios donde pueda ejercer su actuación.
Se considera que, al exponer públicamente las acciones encubiertas que se pretenden, es factible que la
intervención militar directa ya no sea posible por obra de la sorpresa,
aunque el magnicidio sigue siendo una opción no descartada. De
igual modo, debe preocupar sobremanera a los ideólogos estadounidenses
que cada afirmación que proveen como verdad es exactamente lo contrario:
no es Rusia la que se está aislando sino su propia nación y el
incremento económico producto de nuevos convenios es erróneo pues está
disminuyendo gravemente. La división de la Unión Europea ante temas
sensibles como Ucrania u otros parece indicar que el debilitamiento es
global. El otoño de este patriarca injusto comienza a perfilarse con
mayor nitidez en la medida que no regrese a la arquitectura valórica
fundada en la Equicracia: la soledad en que han quedado sus medidas, sin
que nadie apruebe estas en el mundo, indican que el proceso reflexivo
es su único camino para enderezar su concepción ideológica.
Lo que sí es veraz es que el cambio en Estados Unidos, pueblo al que
muchos consideran hermano en Latinoamérica y el Caribe, demorará algún
tiempo más pues es preciso un proceso de liberación de las ataduras en
la conciencia y en la movilización, lo que conllevará una victimización alta.
La esperanza es que el golpe suave en el interior no se podrá promover
pues quienes lo inventaron… a sí mismos no se lo provocarán.
Finalmente aquí cabe con exactitud la letra de León Gieco
quien en 1978, ante las dictaduras, conflictos bélicos y el exilio de
Mercedes Sosa, escribió: “Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea
indiferente, que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y
pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente, si un traidor puede
más que unos cuantos que esos cuantos no lo olviden fácilmente”.