Un
Papa argentino ¡mamma mia! II
Alberto Buela
(*)
Gran revuelo levantó en el mundo
católico progresista o para mejor ex católico el artículo de Vittorio Messori
sobre Francisco en Navidad.
El teólogo brasileño Leonardo Boff le
salió al cruce con los tapones de punta. Primero le cambia el título al
artículo y en lugar de traducir correctamente Dudas sobre los vaivenes y contradicciones del Papa Francisco, traduce
sesgadamente “Las
opciones de Francisco: dudas sobre el rumbo del Papa Francisco”.
Así una cosa es
preguntarse por las dudas y contradicciones y otra distinta por el rumbo que
sigue el Papa. Lo que le interesa a Boff, como le interesó toda su vida, es
marcar el sentido que debe de seguir la Iglesia y no que es lo que haga
Francisco. Y en ese intento de “marcar el sentido que debe seguir la Iglesia,”
como su eterna propuesta de que los curas se casen no prosperó, dejó la Iglesia
y se casó con una monja.
Y al pobre Vittorio
Messori lo trata de entrada de “converso”, como si los Boff, esos gringos que
habrán llegado a Brasil a principios del siglo pasado, no suenen a los oídos
iberoamericanos más a protestantes o judíos que a cristianos viejos.
Es cierto que el artículo de Messori
es centroeuropeo, bastante mediocre y algo temeroso de, no sabemos bien, qué
perder. Es que la Iglesia católica ya no tiene mucho que perder, pues desde el
fracasado Vaticano I, viene perdiendo todo.
Pero no es hiriente como el de Boff,
no es engreído como el de Boff, no es expresamente falso como el de Boff. Esto
último se ve en las falsas estadísticas que maneja: en Europa el 25% es
católico, en el tercer mundo el 73% y en América latina el 49%.
Pero cómo puede ser que Iberoamérica
(mal llamada por Boff A.Latina) solo tenga la mitad de su población católica y
el tercer mundo (África y Asia) la supere en un 24% cuando los católicos allí
son minoría salvo en Filipinas. [1]
Con estos falsos datos sobre el
catolicismo Boff le hace el juego a las iglesias evangélicas y luteranas de
Iberoamérica .Seamos serios, no se puede escribir con datos tan falsos, salvo
que se defiendan intereses ocultos. No hay que olvidar que la clase dirigente
de Brasil es en su mayoría evangelista y Boff pasó de cura a funcionario del PT
y del gobierno brasileño.
Mi experiencia, estuve en enero
dictando unos cursos en Francia y España, me dice que a Francisco no lo quieren
y es por las razones, mutatis mutandi, que
esgrime Messori: imprevisibilidad, contradicciones sobre distintos temas, falta
de solemnidad, y cosas del mismo tenor.
Y bueno, es así, Francisco es un Papa
argentino y como tal es “mistongo”, como dijera el cura Leonardo Castellani
sobre nosotros. Entre el gorrión y el jilgero está el mixto. Está bien, no
somos ni chicha ni limonada, pero somos lo que somos, y Francisco no puede
dejar de ser argentino.
El pavote de Boff de esto no sabe
nada. A él lo único que le interesa es condicionar, dirigir, orientar, marcar
el sentido que debe seguir la Iglesia. Es un ideólogo de la religión cristiana
y en ese aspecto toda su tarea es injustificable.
Y para colmo cuando habla del
Espíritu Santo lo hace en nombre de una ortodoxia solo conocida por él. Yo creo
que termina sus días fundando una iglesia propia y al estilo brasileño.
Y en cuanto al periodista Messori con
este artículo se acercó mucho a la definición que da Paul Feyerabend de
“analfabetos locuaces” para los periodistas. Se apoyó en lo episódico y no
barruntó el lento cambio de y en la centralidad de la Iglesia que se viene
produciendo.
Por todo ello repitamos el título de
nuestro primer artículo: un Papa
argentino ¡mamma mia!. Es que no se le puede pedir peras al olmo, y a un
argentino no se le puede pedir que sea siempre serio, no es que no lo seamos,
pero no lo somos siempre. No se le puede pedir una ortodoxia teológica a un
hombre que a gatas recibió una formación sociológica. No se puede exigir, en
definitiva, un camino lineal, a un Papa argentino, cuando nosotros somos los reyes
de la gambeta. Y esto no solo en el fútbol (Maradona, Messi, Sivori, Coco
Rossi, Rojitas, Walter Gómez) sino en la vida en general y en la política en
particular. En este sentido se siguen preguntado los europeos: qué es el
peronismo.
Nosotros creemos, y esto no lo vieron
ni Messori ni Boff, que la gran limitante de Francisco y de la Iglesia post
Vaticano I es que tiene cercenado el acceso a lo sagrado. Se ha disuelto
después de un siglo y medio la actio
sacra, y sin ésta no hay acceso a lo sagrado.
Y para remediar esto se necesita un
Papa que sea un poco más que argentino y que el Espíritu Santo sople con fuerza
de ventarrón.
El artículo que transcribimos a
continuación, escrito por el analista religioso más influyente de Italia,
Vittorio Messori. Las reacciones de los autores progresistas (le sigue el de Leonardo
Boff) han sido agresivas – en respuesta a un texto que en realidad es muy suave
y un tanto pobre.
***
Dudas sobre los vaivenes y
contradicciones del Papa Francisco
Vittorio Messori
Corriere della Sera
December 24, 2014
Corriere della Sera
December 24, 2014
Creo que la honestidad exige
que lo reconozca desde el principio: quizás estoy abusando del espacio que se
me concede al escribir algo que más que un artículo es una reflexión personal.
Confieso que de buena gana hubiera querido evitar escribir esto, si no me
hubieran pedido que lo hiciera. Sí, lo hubiera evitado, porque por mi propia
valoración (y no sólo la mía) de este papa oscila entre el apoyo y la
perplejidad, un juicio que cambia según el momento, o una ocasión especial, o
en relación con los temas de los que se habla. Un Papa que no se esperaba. Para
lo que pueda valer, yo estuve entre los que esperaban un sudamericano y alguien
que sea pastoral, alguien con experiencia en el gobierno del día a día, un tipo
de equilibrio entre un venerable profesor, un teólogo refinado también para
ciertos paladares, como mi muy querido Joseph Ratzinger. Un Papa que no era
esperado, pero que rápidamente, desde el primer “Buenas tardes” ha mostrado que
no era nada de lo que nadie podía prever, tanto es así que algunos de los
cardenales que lo eligieron han ido cambiando de idea sobre él.
Esta cualidad de “no saber qué
esperar” sigue agitando la tranquilidad del católico medio que está
acostumbrado a no pensar demasiado sobre la fe y la moral, y que ha sido
exhortado a “seguir al Papa”. Por supuesto, ¿pero a qué Papa? ¿Al que predica
diariamente en Santa Marta homilías propias de un párroco al viejo estilo, con
buenos consejos y sabios proverbios, incluso con serias advertencias para no
caer en las trampas del demonio? ¿O el que telefonea a Giacinto Marco Pannella
cuando estaba haciendo uno de sus huelgas de hambre y le saluda con un “Sigue
trabajando así de bien”, cuando desde hace décadas el “trabajo” de este líder
radical consiste en dar la batalla a favor del divorcio, el aborto, la
eutanasia, la homosexualidad para todos, la ideología de género y cosas por el
estilo? ¿El Papa que recientemente en una charla a la Curia Romana sonaba como
Pío XII con convicción (en realidad, como el propio San Pablo) definiendo a la
Iglesia como “el Cuerpo Místico de Cristo”? ¿O al que, en la primera entrevista
con Eugenio Scalfari, ridiculizó a quien pensara que “Dios es Católico”, como
si la Iglesia Romana, una, santa, católica y apostólica fuera una opción, un
accesorio para llegar de alguna manera a la Santísima Trinidad según los gustos
personales de cada uno? ¿El Papa argentino que está al tanto, por experiencia
directa, del drama de América Latina que está en vías de convertirse en un
continente ex-católico, con el éxodo en masa de sus fieles a las sectas
pentecostales? ¿O el Papa que vuela para abrazar y desear éxito a su querido
amigo, un pastor que está en una de las comunidades que están vaciando las
comunidades católicas y que lo hacen exactamente con ese proselitismo que él ha
condenado entre sus propios fieles?
Podríamos seguir, naturalmente,
con estas facetas que parecen, y quizás realmente son, contradictorias.
Podríamos, pero no sería correcto para los creyentes. Saben que no deben ver al
Pontífice como un presidente electo en una república, o como un rey, el
heredero de otro rey. Ciertamente, en un cónclave, los instrumentos del
Espíritu Santo, dentro del contexto de la fe, son los cardenales electores que
comparten los límites, los errores, sí, incluso los pecados que son la marca de
toda la humanidad. Pero la única y verdadera cabeza de la Iglesia es el propio Cristo,
todopoderoso y omnisciente, que sabe un poco mejor que nosotros quién es el
mejor para ser su representante en este momento en el mundo. Esta opción puede
parecer desconcertante para la visión limitada de aquellos de nosotros que
vivimos en este momento, pero en el futuro, desde una perspectiva histórica,
será revelado por qué esta fue la elección adecuada. El que realmente conoce la
historia está sorprendido y pensativo cuando descubre que, en la perspectiva de
dos mil años, que es la perspectiva católica, todos los papas, lo sepan ellos o
no, realizaron el papel para el que se les escogió, en definitiva, las cosas
salieron como tenía que salir.
Precisamente, debido a esta
concienciación, he elegido, por mi parte, observar y reflejar sin arriesgarme a
adoptar opiniones impacientes o incluso imprudentes. Vuelvo a la pregunta que
se ha citado a menudo fuera de este contexto: “¿Quién soy yo para juzgar?”
Estoy en el mismo avión que todos los demás, sólo soy un hombre. No estoy
asistido por el “carisma pontificio”, la ayuda prometida por el Paráclito. Y
para el que le gustaría juzgar, ¿no cuenta nada la plena aprobación del “Papa
Emérito” (tan diferente en estilo, formación y comprensión de lo que es
necesario hacer), muchas veces repetida, en palabras y por escrito, de lo que
Francisco está haciendo?
Es una responsabilidad terrible
para uno que es llamado hoy a responder a la pregunta: “¿Cómo podemos llevar el
mensaje del Evangelio al hombre contemporáneo? ¿Cómo podemos mostrar que Cristo
no es un espíritu lejano y borroso, sino la cara humana del Dios creador que es
el Salvador, que quiere dar significado a la vida y la muerte de todo?” Hay
muchas respuestas a estas preguntas, a menudo contrarias entre sí.
Aunque cuente poco, tras
décadas de trabajar dentro de la Iglesia, puedo tener mis propias respuestas a
estas preguntas. Puedo, digo: el uso del condicional aquí es obligado, porque
nada y nadie me asegura haber tenido un atisbo del camino correcto a seguir.
¿No estaría asumiendo el riesgo de convertirme quizás en el ciego del Evangelio
que quería guiar a otros y todos acabaron en la zanja? Y así, ciertas opciones
pastorales hechas por el “Obispo de Roma”, como prefiere llamarse a sí mismo,
me convencieron; pero otras me dejan perplejo, me parecen oportunistas, incluso
de un tipo de populismo que genera un interés tan amplio como superficial y
efímero. Podría pensar que hay otros temas más urgentes y que tendrían como
resultado un apostolado más fértil. Esperaría, pensaría así, todo en
condicional, repito. Porque, como exige una perspectiva de fe, aunque un laico
(como dice el Derecho Canónico) puede expresar sus pensamientos y temores,
siempre que estén bien considerados y bien fundados, sobre los caminos y los
medios de la evangelización dejaré, sin embargo, la estrategia general y, por
encima de todo, la custodia del depósito de la fe, debe dejarse al hombre que
salió del cónclave vestido de blanco. En cualquier caso, no he olvidado cómo el
propio Francisco recordó en el duro discurso ante la Curia que es fácil
criticar a los curas, pero ¿cuántos rezan por ellos? Quiero recordar también
que él es, en esta tierra, el “primero” entre los sacerdotes. Y por eso, pido a
todos los que adoptan una postura crítica, esas oraciones de las que el mundo
se ríe, pero que guían, en secreto, el destino de la Iglesia y del mundo
entero.
[Traducido
por Blanca Lozano. Artículo original]
Apoyar al Papa Francisco contra sus detractores
2015-01-02
Leonardo Boff
En
varias partes del mundo, pero principalmente en Italia entre cardenales y
personas de la Curia, y también entre grupos laicos conservadores, se está
articulando una dura resistencia y demolición de la figura del Papa Francisco.
Escondiéndose detrás de un escritor laico famoso, converso, Vittorio Messori,
muestran su malestar.
Así que he
leído con tristeza un artículo de Vittorio Messori en el Corriere della Sera de
Milán con el título: “Las opciones de Francisco: dudas sobre el rumbo del Papa
Francisco” (24/12-2014). Esperó a la víspera de Navidad para tocar más
profundamente al Papa. Lo que le critica es especialmente su “imprevisibilidad
que sigue perturbando la tranquilidad del católico medio”. El admira la
perspectiva linear “del amado Joseph Ratzinger” y bajo palabras piadosas
instila insidiosamente mucho veneno. Y lo hace, como confiesa, en nombre de
muchos que no tienen el valor de exponerse.
Quiero
proponer un contrapunto a las dudas de Messori. Este no percibe los nuevos
signos de los tiempos traídos por Francisco de Roma. Además demuestra tres
insuficiencias: dos de naturaleza teológica y una de interpretación de la
relevancia de la Iglesia en el Tercer Mundo.
Messori se
ha escandalizado de la “imprevisibilidad” de este pastor porque “sigue
perturbando la tranquilidad del católico medio”. Es necesario preguntarse por
la calidad de la fe de este “católico medio”, que tiene dificultad en aceptar a
un pastor que tiene olor a oveja y anuncia “la alegría del Evangelio”. Son, en
general, católicos culturales habituados a la figura faraónica de un Papa con
todos los símbolos de poder de los emperadores romanos paganos.
Ahora
aparece un Papa “franciscano” que da centralidad a los pobres, que no “viste
Prada", que crítica valientemente el sistema que produce miseria en gran
parte del mundo, que abre la Iglesia a todos los seres humanos, sin juzgarlos y
acogiéndolos en el espíritu que él llamó “revolución de la ternura”, hablando a
los obispos latinoamericanos.
Hay un gran
vacío en el pensamiento de Messori. Estas son las dos insuficiencias
teológicas: la casi ausencia del Espíritu Santo y el cristomonismo, es decir,
que sólo Cristo cuenta. No hay propiamente un lugar para el Espíritu Santo.
Todo en la Iglesia se resuelve únicamente con Cristo, cosa que no corresponde a
lo que enseñó Jesús. ¿Por qué digo esto? Porque lo que Messori lamenta en la
acción pastoral del Papa es la "imprevisibilidad". Pues bien, esta es
la característica del Espíritu, como lo afirma San Juan: "El Espíritu
sopla donde quiere, escuchas su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde
va" (3,8). Su naturaleza es la irrupción imprevista.
Messori es
rehén de una visión lineal, propia de su "amado Joseph Ratzinger” y de
otros papas anteriores. Por desgracia, fue esta visión lineal la que ha hecho
de la Iglesia una fortaleza, incapaz de comprender la complejidad del mundo
moderno, aislada en medio de las otras Iglesias y los otros caminos espirituales,
sin dialogar y aprender de los demás, iluminados también por el Espíritu.
Significa blasfemar contra el Espíritu Santo pensar que los otros solo piensan
errores. Por eso, es sumamente importante una Iglesia abierta como la quiere el
Papa Francisco para percibir las irrupciones del Espíritu en la historia. No
sin razón algunos teólogos le llaman “la fantasía de Dios”, a causa de su
creatividad y novedad para la historia y para la Iglesia.
Sin el
Espíritu Santo, la Iglesia se convertiría en una institución pesada y sin
creatividad. En el fondo, tendría poco que decir al mundo, a no ser doctrinas
sobre doctrinas, sin llevar a un encuentro vivo con Cristo y sin suscitar
esperanza y alegría de vivir.
Es un don
del Espíritu Santo que este Papa haya venido de fuera de la vieja y cansada
cristiandad europea. No aparece como un teólogo sutil, sino como un pastor que
realiza el mandato que Jesús pidió a Pedro: "Confirma a los hermanos y
hermanas en la fe" (Lc 22,31). Francisco trae consigo la experiencia de
las Iglesias del Tercer Mundo, particularmente de América Latina.
Hay otra
insuficiencia en el pensamiento de Messori: no valorar el hecho de que hoy por
hoy el cristianismo es una religión del Tercer Mundo, como ha repetido tantas
veces el teólogo alemán J. B. Metz. En Europa los católicos no llegan al 25%
mientras que en el Tercer Mundo son casi el 73% y en América Latina cerca del
49%.
¿Por qué no
aceptar la novedad que se deriva de estas Iglesias, que ya no son
Iglesias-espejo de las viejas Iglesias europeas, sino Iglesias–fuente con sus
mártires, confesores y teólogos?
Podemos
imaginar que en un futuro, no muy distante, la sede del primado no será ya Roma
con la Curia, con todas sus contradicciones recientemente denunciadas por el
Papa Francisco con palabras valientes solamente oídas por boca de Lutero y en
mi libro Iglesia, carisma y poder (1984), que leído en la óptica de hoy es más
bien inocente que crítico. Tendría sentido que la sede principal estuviera allí
donde se encuentra la mayoría de los católicos, que está en América Latina,
Asia y África. Sería seguramente una señal inequívoca de la verdadera
catolicidad de la Iglesia dentro de la nueva fase globalizada de la humanidad.
Esperaba
sinceramente una mayor inteligencia de fe y más apertura de Vittorio Messori,
con sus méritos de católico, fiel a un tipo de Iglesia y renombrado escritor.
Este Papa Francisco ha traído esperanza y aire fresco a muchos católicos y a
otros cristianos que están orgullosos de él.
No perdamos
este don del Espíritu por análisis más negativos que positivos, que no
refuerzan la “alegría del Evangelio” para todos.
[1] En una reciente encuesta
de l’association
en recherche marketing WIN/Gallup
International sobre el
ateismo y las religiones del mundo : Tailandia es el pais más crédulo con
el 94% seguido por Armenia, Georgia y Marruecos (ninguno de ellos es católico y
están todos en el tercer mundo). Y los más incrédulos son China, Japon, Suecia
y los checos. Europa del este es la región más atea del mundo solo con un 43%
de creyentes. De manera global se estima el 63% creyentes, el 22 % no
religiosos, el 11% ateos y el 4% no sabe.