Leído para Ud.: entrevista a Pío Moa sobre “Los mitos del franquismo”
A raíz del último libro recomendado (ver aquí), nos pareció oportuno presentar ahora, el extracto de una entrevista al ex–comunista y actual historiador español, Pío Moa.
Independientemente de nuestra opinión sobre el tema, creemos
encontrar aquí afirmaciones universales y, por ende, verdaderas sobre el
manejo de la historia. Vale.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER ARTICULO
P. Este libro lo interpretarán muchos como la defensa más resuelta y más en profundidad que se haya escrito del franquismo.
R. Yo no defiendo el franquismo, sino la verdad sobre el franquismo.
Y según he ido estudiando estos temas durante años, he encontrado que
las tergiversaciones y falsedades al respecto alcanzan verdaderas cimas.
Son el “Himalaya de mentiras” que reconocía el socialista Besteiro como
base del Frente Popular. Considero que un país que se miente sobre su propio pasado está entrando en una fase de histeria y decadencia, con la política convertida en una farsa que puede acabar en tragedia.
P. Pero quienes atacan al franquismo estarán convencidos de que lo que dicen es cierto.
R. No lo creo. Lo dan por cierto aquellos que reciben esa falsa
información y se fanatizan o no tienen acceso a fuentes más veraces. Y
estos son muchos, la mayoría. Pero los promotores de los mitos sobre el franquismo saben necesariamente que mienten, porque ellos sí tienen acceso a otras fuentes.
P. ¿Mienten por mentir? Eso suena duro de creer
R. Esa es una cuestión de lo más interesante. ¿Por qué lo hacen? Pues
desde luego lo hacen. Creo que el libro deja claras sus
falsificaciones, exageraciones y puros camelos. Evidentemente lo hacen por interés, por una cuestión de poder. Cuando
yo militaba como comunista, era consciente de que muchas de las cosas
que decíamos eran embustes, pero se justificaban si se los consideraba
útiles para debilitar al franquismo y al capitalismo en general,
y para avanzar hacia el socialismo, que sería una sociedad muy superior
y más perfecta, naturalmente bajo el poder de los comunistas. Claro que
la mayoría de los antifranquistas de ahora no son marxistas, aunque el
origen de la propaganda antifranquista sea sobre todo marxista. Se trata
de la panoplia de partidos que se consideran en cierto modo herederos
del Frente Popular, que fue una alianza de izquierdistas y separatistas.
Para los separatistas, atacar a Franco es una forma de atacar a España.
Para las izquierdas, es una forma de diferenciarse de la derecha y de
defender un pasado y un presente poco brillantes por decirlo suavemente.
En definitiva, todos sus abusos, agresiones y corrupciones quedan en
cierto modo disimulados o justificados porque, según ellos, el
franquismo fue mucho peor, de modo que tienen derecho a cierta revancha
(…).
P. No obstante, se dice que las mentiras tienen las patas
cortas. ¿Cómo es posible que esas falsedades continúen y crezcan año
tras año? ¿No debiera haber sido fácil rebatirlas?
R. No es fácil (…). Se ha creado un ambiente social antifranquista
muy extendido, y el PP, por el interés del poder, participa con
entusiasmo en el Himalaya de falsedades. Pero hay además otro factor:
como dice Ricardo de la Cierva, quienes han querido defender la memoria de Franco han solido hacerlo con tal torpeza que han dado armas a sus enemigos.
P. ¿A qué se debe esa torpeza?
R. A que el franquismo no elaboró una teoría política propia,
más allá de ciertas generalidades un tanto vagas, como la democracia
orgánica, etc. El franquismo aspiraba a crear un sistema
político que superase al liberalismo y al marxismo, pero desde luego no
lo consiguió. Y es fácil ver por qué: no era un régimen de partido
único, como se suele decir. Había en él por lo menos cuatro “familias”
que de hecho funcionaban como partidos sui generis, con sus órganos de
prensa, organizaciones diversas, etc. Eran los carlistas, falangistas, monárquicos y católicos políticos, que no se llevaban bien entre sí. Además, en todas esas familias había
un sector abiertamente contrario a Franco y que conspiraba contra él.
El único elemento en común era el catolicismo, profesado, al menos
exteriormente, por todos ellos. Por eso el régimen se proclamó
católico. Ahora bien, el catolicismo no es una doctrina política, aunque
tenga implicaciones políticas, y eso quedó de relieve cuando Roma,
después del Concilio Vaticano II se pronunció contra la confesionalidad
del estado y procedió a hostigar activamente al régimen. En ese momento,
el franquismo quedó ideológicamente en el vacío, y no podía hacer otra
cosa que evolucionar hacia algo muy distinto. Esa es la causa de la
torpeza de quienes defienden el franquismo atacando la democracia y
proponiendo de nuevo algo parecido a un estado confesional. El
liberalismo y el marxismo son doctrinas muy fuertes en su argumentación,
no es fácil desmontarlas, y el franquismo, que en la práctica tuvo unos
éxitos asombrosos, nunca llegó a elaborar una doctrina o teoría capaz de superarlos, como pretendía.
P. ¿Qué aporta el libro, en definitiva?
R. En primer lugar, una reivindicación de la verdad histórica,
a través de hechos clave, frente a “la permanente mentira” de que se
quejaba el liberal Marañón. En segundo lugar, un análisis del franquismo
imbricado en la situación histórica internacional, en especial la
europea. La inmensa mayoría de los estudios históricos, de una
orientación u otra, caen en el provincianismo de ignorar el contexto
exterior, lo que ya de entrada es un grave defecto que impide entender
muchas cosas. En tercer lugar, planteo un problema general sobre la
validez de las ideologías del siglo XX y sobre el contraste, que ya
mencioné, entre los extraordinarios éxitos del franquismo, contra viento
y marea, y su débil fundamentación teórica. En fin, hay muchas
cuestiones y a todas ellas he procurado acercarme con enfoques nuevos.
(1) Fuente: http://www.gaceta.es/pio-moa/torno-franquismo-17042015-0751 (las partes suprimidas y los resaltados nos pertenecen).