Los preceptos divinos, la paz y la guerra
Quitad los Mandamientos y la vieja y manoseada expresión latina “homo homini lupus” se tornará verdadera. Los diez Mandamientos son la propia Ley natural; los puntos
fundamentales de todo orden que debe existir en el mundo. Si el mundo
cumple los diez Mandamientos, tendrá paz y prosperidad.
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Una prosperidad que no significará vicio, sino gloria, y encaminará al hombre a la sabiduría y a la nobleza. Si el mundo abandona esos Mandamientos, se pueden establecer tratados e instituciones; se puede jurar la paz y descubrir elementos magníficos de aproximación entre los hombres -las facilidades de comunicación, por ejemplo-; se puede hacer lo que se quiera, y el mundo terminará precipitándose en la vorágine de todas las crisis.
-¿Por qué?
– Nos enseña San Agustín que el hombre no es capaz de amar al prójimo si no ama a Dios. Si no ama a Dios, el hombre sólo se ama a sí mismo. El es capaz de amar al prójimo sólo cuando lo ama por amor de Dios. Sacad el amor de Dios de la Tierra y habréis eliminado todos los Mandamientos; quitad los Mandamientos y la vieja y manoseada expresión latina “homo homini lupus” se tornará verdadera: el hombre se transformará en un lobo para el hombre.
¡Es inútil hablar de la ONU, ni de paz en el mundo donde el hombre es un lobo para el prójimo! Porque la guerra es la condición natural del hombre egoísta que, choca con otro hombre egoísta. Y el egoísmo y el neopaganismo servirán, sobre todo, para engendrar las mayores guerras. Por eso entramos en el ciclo trágico de las guerras mundiales: la Primera Guerra, la Segunda, y el espectro de la Tercera, que ronda en torno de nosotros.
Trecho de un discurso del profesor Plinio Corrêa de Oliveira, del 20 de mayo de 1973 (sin revisión del autor).