No habrá paz, ni progreso*, ni restauración de la Iglesia hasta que sea corregido el CVII - Milenko Bernadic
Instaurare omnia in Christo
*Naturalmente
hablo del progreso en la gracia de los fieles.
En su discurso de despedida del
clero romano, el 14 de febrero de 2013, Benedicto XVI
comentaba el ambiente entre los padres conciliares durante el desarrollo de las
sesiones del mismo:
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“Así pues, fuimos al Concilio no sólo con alegría, sino con entusiasmo. Había una expectativa increíble. Esperábamos que todo se renovase, que llegara verdaderamente un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia, porque la Iglesia era aún bastante robusta en aquel tiempo, la práctica dominical todavía buena, las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa ya se habían reducido algo, pero aún eran suficientes. No obstante, se sentía que la Iglesia no avanzaba, se reducía; que parecía una realidad del pasado y no la portadora del futuro. Y, en aquel momento, esperábamos que esta relación se renovara, cambiara; que la Iglesia fuera de nuevo una fuerza del mañana y una fuerza del hoy. Y sabíamos que la relación entre la Iglesia y el periodo moderno, desde el principio, era un poco contrastante, comenzando con el error de la Iglesia en el caso de Galileo Galilei; se pensaba corregir este comienzo equivocado y encontrar de nuevo la unión entre la Iglesia y las mejores fuerzas del mundo, para abrir el futuro de la humanidad, para abrir el verdadero progreso. Estábamos, pues, llenos de esperanza, de entusiasmo, y también de ganas de hacer nuestra parte para ello.”
O sea, la convicción de que la Iglesia se
equivocó en el caso Galileo, fue uno de los motores
de cambio para llegar a un nuevo
Pentecostés… Santidad, la Iglesia llegó a la ruina por emprender sus
pastores pasos equivocados, eso es lo que ha pasado.
Antes que nada, Santidad, debo subrayar que la Iglesia no se
equivocó en el caso Galileo. Aquellos teólogos, recién
salidos de la escuela del concilio de los más precisos en sus definiciones de
toda la historia de la Iglesia, defendieron la fe de la Iglesia en el caso
Galileo como lo defendieron con vigor frente a Lutero y los demás herejes. Como
hablaron con tanta claridad y profundidad sobre la fe, la gracia, los sacramentos,
la Escritura, el papado,… Santo Doctor de la Iglesia, Bellarmino, en el nombre
de todos ellos recordaba a Galileo que los datos históricos de la Biblia son
ciertos, al menos que existan fuertes razones para interpretarlos de otra forma… razones que no le fueron presentadas.
La Iglesia de entonces, paradójicamente para la actual mentalidad, no separó la
ciencia de la teología, como tres siglos atrás no separó la filosofía de la
teología por las embestidas de Ockham. Y por eso, con el parecer unánime de los
Padres de la Iglesia y en sintonía con la interpretación de la Sagrada
Escritura desde siempre se encomendaba a Galileo a no esparcir sus
interpretaciones al margen de lo enseñado por la Iglesia. Y, como nos
propusimos a mostrar en el libro “Y Sin
Embargo No Se Mueve”, la Iglesia hoy en
día tiene muchas más razones para rechazar las elucubraciones
y de Galileo y del infeliz Hawking.
Y lo que mal empieza, mal acaba. Cómo acabó
el Concilio, lo podemos ver todos los días. No la renovación, sino la ciénaga.
¿Y por qué?, me dirán, ¿qué tiene que ver el
Concilio con sus interpretaciones indebidas? Primero, en un trabajo extenso “En torno a
Nostra Aetate”, he analizado casi frase por frase toda
esta declaración conciliar, señalando sus desviaciones respecto a genuino
pensamiento cristiano. Veinte siglos de la fe de la Iglesia son distintos de lo que promueve Nostra Aetate. Pero no son distintos de
lo que Pablo VI llevó a cabo en su pontificado, por ejemplo. No vamos a hablar
solamente de Francisco y de sus gestos. Los gestos de Pablo VI eran más fuertes
e impactantes si cabe que los de Francisco. Recordemos algunos:
En una reunión ecuménica celebrada el 16 de
diciembre de 1975 con el enviado del Patriarca de Constantinopla Demetrios I,
Metropolita Meliton de Calcedonia, en un acto sin precedentes, Pablo VI se
agacha y le besa los píes al metropolita, lo cual tuvo una resonancia especial
en la prensa griega:
Existe incluso un libro publicado en la
Iglesia Ortodoxa con la portada en la que figura la estatua que recuerda este
inaudito gesto:
¿Estas
cosas son las que van a producir, o incluso predisponer la unión entre los
cristianos? Sin embargo, ¿no es esto Nostra Aetate? ¿Vas a decir tú lo que es,
y no el papa que guío el Concilio, autorizado a enseñar la fe? Un papa que es
proclamado beato, y por lo tanto propuesto como ejemplo de imitación de sus
virtudes. Esto es lo que debes hacer, querido amigo, ¿o no? Francisco no hace
más que esto, por lo tanto, no lo critiquéis. ¿O vais a seguir sus pasos? Hay
que seguir a Jesucristo, querido amigo.
El 29 de enero de 1975 Pablo VI entrega el
estandarte de Lepanto a los turcos. ¿Era culpable la Santa Liga por no querer a
los turcos en Europa, por no permitir que les pase lo que les pasó en Bizancio?
En 1966, durante la reunión con el Arzobispo
de Canterbury, Michael Ramsey, Pablo VI
se quita su anillo y lo pone en el dedo de Ramsey.
El 13 de noviembre de 1964 tiene el lugar uno
de los más dramáticos gestos de toda la historia de la Iglesia. Pablo VI baja
por la escalera del trono papal y sobre el altar movible deposita su tiara, ofreciéndola para los pobres del mundo. ¿De qué
otro espíritu del concilio vamos a hablar, de un tal espíritu impuesto por no
se sabe quién, si el papa que lo dirige realiza gestos como estos? Por cierto,
su anillo de pescador estos días estaba de venta en ebay.
¿Y por qué?, me dirán, ¿qué tiene que ver el
Concilio con sus interpretaciones indebidas? Segundo: la ambigüedad. Aclarémoslo un poco. En matemáticas una relación binaria está caracterizada por
un par de elementos ordenados de forma que al primer elemento se hace
corresponder el segundo, y viceversa. Normalmente mediante alguna propiedad
previamente establecida. Ya una función numérica, o una aplicación, tiene
exigencias mayores: es una relación que hace que a cada elemento de un conjunto
le asignemos uno y solamente un elemento de ese mismo conjunto, u otro. Esta
exigencia es necesaria si queremos representar gráficamente estas funciones y
poder manipularlas unívocamente. Por
eso, la siguiente gráfica representa una
relación que no es una función:
En efecto, ¿a dónde va, o qué elemento le
asignamos al elemento b, o al d? No lo sabemos de forma unívoca, por eso no nos sirve esta relación como una
función. Pues lo mismo sirve para una afirmación ambigua: ¿qué quiere
decir? Y al no saber qué quiere decir, no
nos sirve. O, peor, sirve para engañar, para algo malo. Porque deja
espacio, -y si el que las usa no se da cuenta de ello: debe, si no es que las
usa intencionadamente-, para
interpretaciones distintas. O sea, también erróneas.
El que guía a otros, no tiene excusas si
utiliza afirmaciones de este tipo. Y, si estas existen, no deben ser obedecidas
ni tomadas en cuenta si uno quiere proceder como católico. Sencillamente, no
existen.
Tercero:
La ley de gradualidad. El sociólogo izquierdista Chomsky enumera diez
estrategias de manipulación de la sociedad desde una perspectiva política, pero
basada en psicología social. Más de una es perfectamente válida para los
conceptos religiosos. Vamos a recordar la que nos interesa:
3. La estrategia de la gradualidad
Para
hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a
cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones
socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante
las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad,
flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes,
tantos cambios que hubieran provocado
una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
Veamos
qué ha pasado con la liturgia, recuerdo el párrafo en cuestión de la Sacrosantum Concilium:
“36. § 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos,
salvo derecho particular.
§ 2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el
pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los
Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y
moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de
esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.
§ 3. Supuesto el
cumplimiento de estas normas, será de incumbencia de la competente autoridad
eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22, 2, determinar si ha de usarse la lengua
vernácula y en qué extensión; si hiciera falta se consultará a los Obispos
de las regiones limítrofes de la misma lengua. Estas decisiones tienen que ser
aceptadas, es decir, confirmadas por la Sede Apostólica.
§ 4. La traducción del texto latino a la lengua
vernácula, que ha de usarse en la
Liturgia, debe ser aprobada por la competente autoridad eclesiástica
territorial antes mencionada.”
Se empieza con: “Se conservará el uso de la lengua latina”… pero luego sigue: “salvo derecho particular”,… “Sin embargo”,
… “la lengua vulgar… se le podrá dar mayor cabida”,… “determinar si ha de
usarse la lengua vernácula y en qué extensión”,… lo cual termina por ser
determinante.
Benedicto XVI en el citado discurso habla del
Concilio virtual que se impuso
durante mucho tiempo al Concilio real,
y es precisamente este último al que hay que recuperar. ¿Pero cuál es ese Concilio real si precisamente siguiendo
textos de ese concilio llegamos a ser como guiados
ciegos por guías ciegos que no saben, ni guías ni guiados, por dónde van?
Porque si el consejo va a ser “determinar
si ha de usarse”, es que no se dice nada, se abren las puertas a no se sabe
qué, no se define, no se propone con precisión, de donde, necesariamente por la
ley de vida, se sigue la arbitrariedad.
Cuarto: ¿”almas” del
Concilio, Padres del Concilio?
Mencionemos algunos: Rahner, Ratzinger, von
Balthasar, De Lubac, Chardin…
El jesuita Teilhard de Chardin, fue condenado por el Santo Oficio el 30 de
junio de 1962 por sus obras: «… dichas
obras presentan tales ambigüedades, e incluso errores graves en materia
filosófica y teológica, que ofenden la doctrina católica». Sin embargo,
durante el Vaticano II, Teilhard de
Chardin fue reverenciado, citado y considerado como una fuente fiable en
materia de fe tanto como para ser llamado “El
alma del Concilio Vaticano II”. ¿Olvidado, superado?: En noviembre de 2012,
Benedicto XVI lo ha presentado como Patrono de la “Nueva Evangelización”.
El nombre de Teilhard de Chardin, como científico, está ligado a los fraudes
científicos del hombre de Piltdown y
del hombre de Pekín. El primero se
hizo manifiesto cuando se descubrió que el
cráneo y la mandíbula habían sido tratados para simular la edad antigua; el
segundo resultó evidente cuando, junto a los cráneos del llamado hombre- simio, se descubrieron numerosos
cráneos de hombres modernos, con lo cual, tal investigación fue una grandísima…
chorrada, aunque, como siempre, de ese fiasco se salió por la puerta de atrás.
Para Teilhard
de Chardin la evolución es una “experiencia
espiritual” que tiene “una evidencia
por encima de toda verificación”, “es una certeza que elimina toda duda
razonable”, “es una condición general a la cual deben plegarse y satisfacer, de
ahora en adelante, para ser pensables y verdaderas, todas las teorías, todas
las hipótesis, todos los sistemas”…
¿Cómo no, pues, el paleontólogo P. O’Connel
dirá sobre Teilhard de Chardin?: “¡Él no
ha sido más que un muchacho nunca llegado a la madurez”!
Pero… del 9-10 noviembre de 2012, con el
patrocinio de la Pontificia Universidad
Gregoriana y la presencia honoraria del card. Paul Poupard, se realizó la Conferencia europea sobre Teilhard
de Chardin: “Desafíos antropológicos de hoy – una lectura de Pierre Teilhard de Chardin para una Evangelización
Renovada – a 50 años del Concilio Vaticano II”.
¿Y qué dijo el Card. Paul Poupard (Presidente emérito del Pontificio Consejo para
la Cultura)?: “Un mundo nuevo que emerge
a través de la ciencia, la técnica, y la dificultad de la Iglesia de participar
en su mensaje. Toda la obra de Teilhard de Chardin está animada de esta ansia
apostólica: llevar de nuevo todo a Cristo, un Cristo que sea capaz de captar
todas las energías nuevas del Mundo”.
Y también, el Card. Gianfranco Ravasi (Presidente del Pontificio Consejo para la
Cultura): «Teilhard nos invita a
considerar la tierra sin apartar la mirada del cielo».
Las lecturas que inspiraban la época: De Lubac: “Meditación sobre la Iglesia”,
el de Hamer: “La Iglesia es comunión”;
el de Congar: “Verdadera y falsa reforma
de la Iglesia”: el de Maritain: “La
Iglesia de Cristo”; etc.
Paulo
VI, luego, al cierre del Congreso Tomista, “en la sala de la Cancillería,
insistió en que De Lubac hablara sobre Teilhard de Chardin”. (H. Urs von
Balthasar: “Il padre Henri de Lubac”,
Jaca Book, ed. 1978, pp. 20-21.)
Y no es que no se encendían alarmas.
Naturalmente, todo circulaba bastante antes del Concilio. En 1946, el gran P.
Garrigou Lagrange, O.P., en su artículo “¿A
dónde va la Nueva Teología?”, denunció la obra de corrupción doctrinal
entre el clero, los seminaristas y los intelectuales católicos. Habla de “hojas
mecanografiadas… distribuidas… en las cuales se encuentran las más singulares
aserciones y negaciones sobre el “Pecado
Original”, la “Presencia Real”,
y sobre todas las otras verdades de la Fe (negación de la eternidad de infierno, el Poligenismo; “una convergencia general de
religiones hacia un Cristo universal que, en el fondo, satisface a todos; la
única religión concebible como religión del futuro”. Es la esencia del
ecumenismo de hoy; un hacer converger todas las religiones en Cristo,
separadas, sin embargo de Su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica (en la “Lumen Gentium”, la luz de los
gentiles, de los paganos, es Cristo, no Su Iglesia. Pero vosotros sois la luz del mundo. La Iglesia es Cristo). De Lubac,
autor de “Surnaturel”¸ el más
prohibido de los “libros prohibidos”¸
y también autor de “Corpus Mistici”,
con su relativismo dogmático, explicó eso repetidamente.
El Vaticano II, debido tales influjos, “ha evitado, en sus principales documentos,
el uso del término “sobrenatural”.
Es triste constatar que Chardin fue uno de
los “maestros” del Vaticano II, a través, sobre todo, de su discípulo De Lubac,
quien, aunque desterrado por Pío XII, fue reintegrado por Juan XXIII, quien lo
llamó, incluso, como “consultor” al
Concilio.
El 12 de febrero de 1983, Juan Pablo II hizo Cardenal a Henri de Lubac.
Ratzinger En 1972 junto con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros, funda la revista católica internacional
“Communio”. Aquí la portada de su reeditado libro de aquella época:
“Introducción al Cristianismo”:
Karl
Rahner, profesor de la Nueva
Teología, tan “libre” respecto a los dogmas del Catolicismo, del autoridad
papal y contestatario del celibato sacerdotal, era llamado “constructor de la Iglesia del futuro”, “primero entre los teólogos”,
“la mente del Concilio Vaticano II”. Joseph Ratzinger era llamado “el brazo de Karl Rahner”.
Urs von Balthasar, uno de los padres del
neo-modernismo creó su teología en la cual, se proponía bautizar el idealismo, el darwinismo y el existencialismo.
Mantenía una relación especial con una mujer, Adrienne von Speyr, doctora en medicina, ¡con la cual vivió, en “asociación espiritual”, durante 27
años!.. una mujer protestante que intentó matarse arrojándose en la bañera y
que luego, convertida, iba a Misa sólo
dos veces al año. Balthasar no dudó nunca de exaltar ¡el “genio” de Lutero y su “Reforma”!.. Joseph Ratzinger era su estrecho
colaborador. El 23 de junio de 1984, von
Balthasar en una solemne ceremonia, recibió de Juan Pablo II el “Premio
Internacional” de 10 millones,
asignado por el “Instituto Pablo VI”
de Brescia.
¿Quién ha puesto la palabra aggiornamiento en los textos
conciliares? ¿Yo? Y no debo decir ni palabra. De todo se puede hablar, menos de
eso. Cadáveres flotan en el lago, y debemos mirar a otro lado. ¿De dónde son
estos cadáveres? ¿No debo pensar sobre esto, sobre las causas de lo que veo? ¿O
debo confiar en Dios y su intervención? Seguro que Dios intervendrá, es
totalmente cierto. ¿Pero qué debo creer hoy? ¿Sigo con el aggiornamiento? ¿Qué debo tomar, qué dejar? ¿No es el mundo el que
necesita la sabia de la palabra y sabiduría divinas? ¿No es ese el sentido del
los Derechos del hombre que existen
para que el hombre pueda cumplir sus obligaciones para con Dios?
Moisés
recibe las Tablas de los Diez
Mandamientos en el Monte Sinaí. ¡Los “Derechos
del Hombre”, por lo tanto, tienen sus raíces en el cumplimiento de sus “deberes” hacia los “Derechos de Dios”!
¿Qué es el hombre sin Dios? ¿Puede venir algo
bueno del hombre sin Dios?
Nuevo
Hombre nacido de la Revolución Francesa. El hombre con la cuchara de
albañil y el mandil es, por supuesto un “libre
masón” o “francmasón”. El está
inclinado contra un pilar con dos tablas de la “Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano” grabadas
en él, reemplazando las dos Tablas de los Diez Mandamientos dadas por Dios a
Moisés. Descansando en esta “Declaración”,
que es el fundamento del Estado Ateo, el Nuevo
Hombre, aplasta y mata al sacerdote, arrojando a tierra la Tiara y la
Corona. En alto, en grandes letras está el triple lema de la Masonería, “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.
El mundo puede pertenecer, tiene finalidad
solamente de pertenecer a Cristo. Y en su paso, será cribado por el demonio. No
hay, pues, diálogo posible con el mundo. Es el mundo (el conjunto de todos los
hombres) que debe ser amado, porque Cristo ha dado su vida por él, porque esa
es la voluntad de Dios.
No existe otra forma de hacer las cosas.
Mientras, los cristianos tenemos que santificarnos con las armas de siempre.
Hacer (o sea, para que Dios lo haga por medio de nuestra oración y petición en
definitiva; si nuestros apeles no son eso; no sirven) que nuestros hermanos,
que se me permita decir a quienes corresponda: también pastores despierten de
su estéril letargo de ciénaga que no conduce a aguas vivas.
Si no, seguirá fiesta absurda, y hay que
despertar.
Milenko Bernadic
Visto en: JUDICA ME, DOMINE
Agradecemos a nuestra amiga Maite C por
acercarnos el artículo.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista