Una provincia en la Trampa del Subdesarrollo
Para
comprender y analizar este esquema, es indispensable saber por dónde
comenzar. El origen de la “trampa” es justamente el subdesarrollo.
Argentina es subdesarrollada, Entre Ríos también lo es, explicó Roberto
Domingo, contador público nacional, director del Centro de Estudios
Nacionales (CEN) – Filial Entre Ríos, militante del Movimiento de
Integración y Desarrollo (MID). Aquí su análisis:
Imagen del subdesarrollo: una constante en los centros urbanos y semiurbanos de Entre Ríos.
por ROBERTO DOMINGO
PARANA (U24 Entre Ríos).
El subdesarrollo es un fenómeno de raíces principalmente económicas y
se manifiesta en la impotencia de la estructura económica de producir la
cantidad y calidad de bienes y servicios que la población requiere.
Como el mercado por si solo es incapaz de brindar una solución integral
a la problemática del subdesarrollo, el Estado debe tomar un papel activo para quebrar este esquema, que nos detiene en el atraso y la decadencia. No existe el desarrollo espontáneo.
Ahora bien, el Estado,
como cualquier ente, requiere recursos para cumplir con los fines que
se propone. Esos recursos pueden ser propios (en el caso del estado son
los impuestos y otros), ajenos (préstamos) o incluso extraños como la
emisión monetaria del Estado Nacional. En este último caso, la provincia
de Entre Ríos no puede acceder; cuando lo hizo el resultado fue
catastrófico (Bonos Federales).
La
necesidad de recursos fiscales se contrapone muchas veces con los
objetivos de las empresas privadas, las cuales a su vez son las que, a
través de sus aportes vía impuestos, contribuyen al financiamiento del
Estado. Esa presión fiscal es la que debe equilibrarse y administrarse
eficientemente.
La
elevada presión fiscal atenta contra la inversión y la rentabilidad de
las empresas. Todo ciudadano es consiente y percibe que si el estado le
devuelve sus impuestos vía infraestructura y servicios adecuados, los
impuestos son el precio a pagar por vivir en una sociedad justa. El
problema nace cuando el estado se encuentra ausente o presta esos
servicios en forma deficiente.
Se
calcula que un ciudadano argentino debe laborar más allá de mediados de
julio de cada año solamente para pagar sus obligaciones tributarias.
Hoy su carga impositiva muchas veces supera el 30% de sus ingresos y
patrimonio lo cual se considera confiscatorio. Esta situación ha ido
incrementándose en los últimos 20 años.
En
cuanto a los impuestos nacionales, se calcula que la presión tributaria
aumentó del 17% en 2003 pasando al 30% en 2014, el estado nacional
cuenta con un 150% de incremento en sus recursos hoy que en 2003
(deflactado), y sin embargo su situación es altamente deficitaria. Si
bien muchos de estos tributos son coparticipables, lo cual influye en la
provincia de Entre Ríos porque le corresponde una porción mayor, lo
cierto es que la mayoría son de carácter regresivo como el Impuesto al
Valor Agregado, con tasas desmedidas (21%) comparadas con otras partes
del mundo.
Y
es justamente en este punto donde podemos denunciar que este gobierno
que dice ser Keynesiano, en realidad no lo es. Las políticas keynesianas
se caracterizan por ser anticíclicas, es decir, que ante la falta de
respuestas del mercado por cambios en los niveles de actividad el Estado
interviene aplicando políticas activas que vengan a morigerar estos
ciclos negativos, aumento del gasto, baja de impuestos, políticas
monetarias expansivas, baja de tasas de interés.
Pues
bien: ¿Alguien puede recordar una baja en los impuestos? Realmente no,
porque esta administración no es keynesiana, es populista, y el
populismo siempre ha aumentado la carga impositiva a niveles
incompatibles con el objetivo del aumento en la producción y la
inversión.
Cuando se
agotan los tres métodos tradicionales de financiamiento del Estado,
aumento de impuestos, endeudamiento y emisión, abusan del último,
destruyendo la moneda y forzando el esquema al máximo.
En
cuanto a la provincia de Entre Ríos, su esquema de recursos para
solventar sus compromisos depende directamente de la Coparticipación
Federal de Impuestos. El esquema impositivo provincial, es altamente
regresivo e insuficiente a la hora de compararlo con los gastos. Según
datos oficiales, es la provincia argentina que más ha evolucionado en
niveles de recaudación en el último ejercicio, post “reforma
impositiva”. Esto no es verdad, la “reforma” solo consistió en
incrementos de alícuotas, y derogación de exenciones, un esquema
sancionatorio más severo y aumento de requerimientos burocráticos. Todo
esto en un ámbito de altísima corrupción. Nos referimos al escándalo
conocido como “las compensaciones de ATER”, donde se ven involucrados
funcionarios, empresarios y asesores, entre otros.
Decimos
entonces: la elevada presión fiscal y el altísimo costo correspondiente
a las obligaciones por leyes sociales por mantener empleados
dependientes de las Cías. atentan contra la rentabilidad de las
empresas. Y una empresa sin rentabilidad no puede invertir. Sin
inversión se detiene todo círculo virtuoso en economía. Y, por supuesto,
el Estado no puede recaudar porque los impuestos pasan a ser recursos,
que al no pagarlos o evadirlos, esas empresas se financian.
Importantes
estudios econométricos aseguran que se ha llegado a un punto en el cual
con los actuales niveles de inflación-gasto público-presión
fiscal-costo del crédito-expectativas las empresas tienden a quedar
inmóviles, y la inmovilidad, nuevamente es enemiga de la inversión.
¿Cómo cambiar este esquema?
La
Nación ha gastado en el último presupuesto (2014) 25% de los recursos
en Prestaciones de seguridad social, y 21% a la coparticipación de las
provincias. Esto es absurdo, en tanto y en cuanto tengamos claro que las
provincias son autónomas y los impuestos les pertenecen.
La
Nación subsidió con un 14% de su presupuesto al sector prestador de
servicios (de cada $100 gastados $14 se los transfirió al transporte,
luz y gas). Este esquema debe replantearse en su totalidad. El
sinceramiento de tarifas políticas es prioritario. Esta inmensa masa de
recursos debe distribuirse entre los estados provinciales, y dentro de
una política expansiva y de desarrollo de esos estados, volcarse a
infraestructura, créditos e impulso al agro y la industria.
Los
subsidios mantenidos a través del tiempo, producen desinversión,
burocracia, corrupción y malos servicios. Debe entenderse que todo gasto
estatal que no sea volcado a la economía reproductiva, no tiene efectos
directos sobre la inversión. Por este motivo todos los anabólicos al
consumo tienden a largo plazo a tener efectos hasta negativos. A nivel
gubernamental debe estimularse la oferta (la producción y el aumento de
la productividad), no la demanda (planes de cuotas-estímulos de consumo
artificiales), porque este proceder en una economía subdesarrollada como
la nuestra, la cual, repetimos, no puede darle respuesta en cantidad y
calidad de bienes y servicios trae aumentos de precios.
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Fuente: Mecon y Presupuesto de la Provincia de Entre Ríos.
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