n)
1.
Por presión del mil veces impío grupo
Rockefeller -incluyendo lacayos suyos como Soros- y de pestilentes
ententes como Amnesty international y su mandante (la sra. Belski), ante
el tibio comunicado de la CEA, los grupos más siniestros sobre el haz
de la tierra, están a punto de consumar la máxima maldad que jamás se
haya intentado contra los inocentes en nuestro suelo patrio: la
aprobación del espeluznante crimen del aborto.
Si estuviera en Argentina, encararía uno
por uno a los legisladores (que traman esta carnicería intrauterina)
para decirles en sus caras que sus almas están podridas y que les espera
el infierno eterno y el sumo desprecio de parte de todo ser humano
decente.
A Rockefeller, Soros, Belski, Macri, Lanata y toda los demás que trabajan para convertir a las mujeres argentinas en cementerios andantes,
les digo: si no se arrepienten (¡deseamos vuestra conversión con toda
nuestra alma!), sobre Uds recaerá el furor eterno de la Ira Divina. La
sangre de cada niño abortado, clamará ante Dios exigiendo terribles e
inapelables castigos.
¡Argentinos! ¡Peleemos sin tregua contra la aprobación del aborto, que es el más terrible de los crímenes!
2.
Urge que haga pública una historia real.
En la Misa de asunción del Papa Francisco, mientras yo salía de la
basílica de San Pedro, casualmente me lo crucé a Don Mauricio Macri, que estaba tratando de entrar (o de colarse) para saludar al Sumo Pontífice. Me le acerqué y le dije una sola cosa:
– “Por favor, impida que en Argentina se apruebe el aborto y la sodomía”.
Su sonrisa y su respuesta manifestaba concordar con mis ideas pero sus palabras fueron un monumento a la cobardía de Pilatos:
– “No puedo hacer nada”- me dijo.
Éste es el miserable que las urnas
pusieron de presidente. Cada niño abortado, desangrado, mutilado,
aspirado, raspado, destripado y arrojado al basurero de las cuevas
aborteras (o vendido en los negros mercados de órganos humanos), será
una víctima de la cobardía de un Macri, de la sevicia del clan
Rockefeller, de la malicia de Belski, de la demencia posesa de las
mujeres “autoconvocadas”, de la ignorancia y promiscuidad ideológica de
los legisladores que levantarán la mano en las tenidas congresales para
cohonestar la legalización del más horrendo de los holocaustos.
Pero quédense tranquilos. Nosotros
anotaremos vuestros innombrables nombres que para siempre serán
asociados con el más vil de los crímenes colectivos. Y mañana, cuando
haya un gobierno decente que rechace a las logias de los Rockefeller,
toda la manga de politiqueros, periodistas e ideólogos que trabajaron
públicamente para la aprobación del aborto en la Argentina, irán presos
como verdaderos criminales de lesa humanidad.
Sepan todos que lo sucedido alcanza y
sobra para declarar que, de acuerdo con el Derecho Natural y el sentido
común, el Gobierno de Macri es formalmente una tiranía.
Y toda tiranía, debe ser resistida y combatida para reemplazarla por un
Gobierno decente, que en Argentina no podrá ser sino un Gobierno fiel a
los orígenes patrios, esto es, católico sin más.
Termino estas líneas afirmando que con gusto daría mi vida, para que el proyecto abortista sea abortado a perpetuidad.
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