viernes, 1 de junio de 2018

MISTERIOS DE IDENTIDAD POR LA FUERZA…O POR LA FUERZA



domingo, 23 de diciembre de 2007






Misterios de Identidad




MISTERIOS DE IDENTIDAD
POR LA FUERZA…O POR LA FUERZA

“Las madres y abuelas de Plaza de Mayo presionaron; a lo mejor con toda buena voluntad…como muchos funcionarios que desde un cargo público utilizaron mal su poder. Hubo muchos que actuaron de una forma prepotente y se equivocaron muy feo...” (Alejandro Sañudo – Juez, 22 de Mayo 1.990)

El nieto número 84 “recuperado” por Abuelas de Plaza de Mayo en Septiembre de 2.006, ya había sido “recuperado” y restituido en 1.988. ¿Curioso, no?... Otra curiosidad de este caso, es que en 1.988, la restituida fue una niña de nombre Juliana. Y ahora, el nieto restituido (a la misma familia) fue varón, su nombre: Alejandro. ¿Raro no?

Como tantos otros, Alejandro también se negó a que le realizaran una extracción de sangre. Por eso la Justicia recurrio a un método "alternativo" (lease autoritario), ordenó recoger elementos personales de su domicilio para extraer las muestras de ADN: Un cabello y un cepillo de dientes con restos de saliva. Tras el anuncio de la “recuperación”, Estela Carlotto dijo: “Nos reservamos la identidad de la familia no originaria”. ¿Extraño no?


LA NIETA QUE NO FUE

Cuando desaparecieron en 1977, Liliana Clelia Fontana, nacida en Viale, tenía 20 años; y Pedro Fabián Sandoval, de Nogoyá, tenía 33 y trabajaba como albañil.

En 1.977 también, Carmen Rivarola y Pepe Treviño, periodistas, tenían intenciones de adoptar un bebé. El 30 de mayo de 1978 recibieron formalmente la tenencia de una beba de pocos días de vida, y el 24 de octubre de 1979, el juez civil Mariano Grandoli les dio a los Treviño la adopción plena.

Al llegar la democracia, Carmen Rivarola decidió ponerse en contacto con las Abuelas de Plaza de Mayo para tratar de averiguar si Juliana era hija de desaparecidos. En enero de 1988 Juliana entró al hospital Durand de la mano de su mamá adoptiva para someterse al análisis. El 23 de junio del 88, los Treviño fueron informados de que el resultado indicaba que los padres biológicos de Juliana eran Liliana Clelia Fontana y Pedro Fabián Sandoval. Apenas se enteraron, los Treviño hablaron con "Abuelas" para encontrarse con la familia Sandoval-Fontana. Eso nunca ocurrió, porque el 24 de julio a la mañana, el juez federal de Morón, Juan Ramos Padilla los citó a todos en el juzgado. Esa misma noche, con la celeridad de un rayo, había resuelto que Juliana, de diez años, debía ser trasladada inmediatamente a la casa de los Fontana.

Los Treviño quedaron destruidos, no obstante apelaron a todos los recursos legales para que la Justicia les devolviera a su hija. Convocaron a una conferencia de prensa en su casa, y el martes 2 de agosto de 1988, Carmen Rivarola de Treviño se presentó con su abogado un programa de televisión. Yo tengo que decir con todas las letras que Juliana NO es hija de esa pareja de desaparecidos, esto es tan grave, tan dantesco...” ¿Es decir que los abuelos no son abuelos?, preguntó Mariano Grondona –“No. No lo son. Esto comenzó cuando en enero la llevamos a Juliana a hacerse el análisis de sangre. En marzo me llamó la señora Mariani, de "Abuelas", y me dijo que esos análisis empezaban a aproximar a Juliana a esta pareja de desaparecidos”. Pero según los folletos oficiales de Abuelas de Plaza de Mayo: "El hijo de Fontana-Sandoval, había nacido en cautiverio a mediados de enero de 1978, y era varón”. Cuando los Treviño protestaron la fecha, les dijeron que a lo mejor su nena les pareció más chiquita porque estaba mal alimentada. Y cuando protestaron por el sexo, la señora de Mariani les dijo que habían descubierto que Liliana Fontana y Pedro Sandoval habían compartido calabozo mientras estaban detenidos. “Esto daba la posibilidad de que ella hubiera perdido ese bebe por malos tratos, pero quedara nuevamente embarazada en agosto. De esta manera, el nacimiento en mayo coincidía, y el sexo podría haber sido otro”.


Fue el juez Alejandro Sañudo, que había sustituido a Ramos Padilla, quien una semana después al 24 de julio, otorgó la tenencia de Juliana a los Treviño Pero a pesar de devolverle a su hija, Sañudo acreditaba en su fallo el vínculo biológico que unía a Juliana con la familia Sandoval-Fontana. Recién en mayo de 1989 Carmen consiguió que la Cámara Federal ordenara otro análisis de ADN. En mayo de 1990, el nuevo estudio realizado en nuestro país, y confirmado en Estados Unidos y Francia, indicaba con absoluta certeza que Juliana no era hija de Liliana Fontana y Pedro Sandoval.
Carmen Rivarola dijo ese día en Tiempo Nuevo: “…Voy a repetir lo que pasó para que se entienda bien. En pocas horas, el ex juez Ramos Padilla basándose en una pericia que hasta el día de hoy los expertos no saben cuál es su verdadero alcance, y a pesar de que tenía en sus manos los medios para averiguar que había cuatro meses de diferencia entre el nacimiento del hijo de Liliana Fontana y el nacimiento de Juliana, decidió que ella era hija biológica de esa pareja. Nosotros dijimos que esto era imposible pero nadie nos creyó. Después de haber luchado un año y medio para un nuevo estudio del ADN, ahora no hay duda alguna de que Juliana no es hija biológica de esa pareja. Y, sin embargo, en este libro que Abuelas de Plaza de Mayo publicó en abril, cuando ya se sabía el resultado de las pericias, siguen hablando de Juliana Sandoval Fontana”. “Esto va a seguir sucediendo, y nosotros no tenemos medios para enfrentarlo porque la Justicia permite que las cosas continúen de esta manera. Por eso, a las Abuelas les pido, les ruego, que no tomen venganza con una criatura de doce años. Juliana no tiene nada que ver No hay derecho a que la sigan manoseando así”. Finalmente, el 13 de junio de 1990, la Cámara Federal de San Martín les reintegró la patria potestad a los Treviño.

MOVIMIENTOS DUDOSOS

El Banco Nacional de Datos Genéticos que funciona en el Hospital Durand, fue creado por impulso de las Abuelas de Plaza de Mayo en 1984, y reglamentado por ley en 1987. Su directora, la eminente doctora y genetista Ana María di Lonardo, fue reemplazada, también por impulso de las Abuelas, hace un año. “Tardaba demasiado en dar los resultados. Además, la ley que reglamentó el funcionamiento del banco era defectuosa y nos trajo muchos problemas”, dijo Estela Carlotto, mientras se nombraba como Director interino al abogado Torres Molina, de prontuario frondoso.
"Hoy por hoy, el Banco Nacional de Datos Genéticos está incompleto. De los 420 casos de nietos a recuperar, sólo hay posibilidad de reconstruir la identidad de unos 100; Necesitamos que los familiares también se acerquen a dar su ADN", dijo Ana María di Lonardo hace unos días. Carlotto, negó los dichos de la especialista. ¿Tapar el sol?

Dada la enorme trascendencia que estos datos genéticos tienen para la vida de los protagonistas (los niños y sus familiares), ¿no sería conveniente que dichos estudios genéticos fueran realizados con la máxima responsabilidad y calidad, e interpretados con suma cautela y sin presiones de ninguna naturaleza? ¿No sería interesante que, ante cada “restitución”, las Abuelas brindaran amplia información, en lugar de “reservarla”? ¿Cuál es el apuro por “forzar” resultados?; ¿qué miedo hay a brindar información? Ahora, el Gobierno pretende reemplazar el Banco Nacional de Datos, por el Instituto Nacional de Datos Genéticos, y hacerlo depender del área de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia. Hace 20 años que los organismos de Derechos Humanos manejan estos datos a su antojo. Han tenido tiempo suficiente para ser prolijos. Pero no, cada vez se vuelven más misteriosos y sectarios. Y como en boca del misterioso, hasta lo más noble se vuelve dudoso. Yo me permito dudar. Y dudo



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