martes, 28 de agosto de 2018

PERÓN (Una lectura crítica del libro La Caída.1955)

PERÓN (Una lectura crítica del libro La Caída.1955)

[En la tarde del miércoles, Pablo Gerchunoff presentó en la librería Dain, del barrio de Palermo, su último libro. Acompañamos al autor Felipe Sola y quien escribe. También un amplio grupo de amigos y lectores de la obra de Gerchunoff. Entre ellos estaban Enrique Nosiglia, Julio Raffo, Martín Lousteau, Miguel Bein, Eduardo Sguiglia, Carlos Piñeiro Iñíguez, Santiago Soldati, Luis Tonelli, Martín Sivak, Trini Vergara y Nacho Iraola. En esa presentación leí este comentario de lectura]
Viva la patraña*
No es una infidencia. Conversando con Pablo Gerchunoff hace unos días me reveló, casi con pudor, cuál es, para él, el principal desafío de La Caída ante la academia: ¿se puede escribir historia de esta manera? Steven Spielberg, cuando terminó la cuarta entrega de Indiana Jones se preguntó: ¿hay que contar las historias de esta manera? Para mí, que quiero recrear el cine serial del sábado a la tarde, sí. Pero hay otra forma, que es la de Peter Greengrass, en Bourne III; que parece ser la manera de narrar según de la sensibilidad de hoy.

Gerchunoff ofrece caminar esta segunda avenida, que es más rica por los debates que le propone al lector para entender y discutir un hecho misterioso de la historia contemporánea. ¿Cayó Perón por su pelea con la Iglesia, porque se alejó de los EE. UU. cuando menos le convenía, porque fracasó la aventura continental o porque se le derrumbó la economía?

Ese abanico de hipótesis no tiene una solución unívoca en el autor. Quizás no la tiene ningún hecho de la vida pública. Adelanta, con honestidad, su percepción de que seguramente se desmoronó por desgaste, por cansancio, por la incomprensión de los propios y de los adversarios. Por soledad (pág. 290).

Esta hipótesis fuerza a un apartamiento del canon historiográfico, de la manera convencional de escribir historia. Ese modo descansa en el corsé de viejo realismo novelesco que la novela ya abandonó hace rato. Tal canon supone que los regímenes militares, verticales, autoritarios, como fue el primer peronismo, son fuertes, y arrastran el mismo ciclo biológico de los seres vivos – nacimiento, apogeo y muerte. La hipótesis de que un régimen así haya caído por cansancio y soledad, por abandono del líder a su pueblo, necesitaba una forma distinta de escribir la historia.

Claro, Pablo, que se puede escribir la historia de otra manera. La que elegiste en La Caída te permite deslizar que quizás ese régimen era débil, que estaba herido por vulnerabilidades que lo acosaron en muy pocos años después de su instauración. Que era muy fácil que cayera, casi sin sangrar.

El libro es en realidad dos libros. La primera parte es un reportaje imaginario a Juan Perón en 1973.La segunda narra e interpreta los hechos que sirven a la formulación de una hipótesis sobre la caída de Perón en 1955, montada sobre una revisión de la oferta explicativa de la historiografía sobre el tema. Con libertad, Gerchunoff inventa un nuevo formato para el género histórico. Con libertad, el lector puede elegir por dónde arrancar.

Con la elección de un género novedoso, que explota la “soledad gloriosa” con que define el crítico Mario Valdés la especificidad del lenguaje literario, el libro encuentra la mejor manera de acercar al lector los elementos para entender mejor el pasado.

Desde este ángulo, La Caída es un texto de ficción porque tiene “la capacidad de provocar una re-descripción del mundo en su lector” (Valdés, 1998). A lo Bourne, Gerchunoff ofrece al lector un menú variado modos de caminos de ingreso al misterio de la caída de Perón. Para la interpretación, echa mano de un tesoro documental que incluye hasta un cuaderno de Alieto Guadagni, sobre sus pininos en la política en la fundación de la democracia cristiana bajo el régimen de Perón. Nadie imaginaba que Alieto, el polígrafo, escribiese escrito algo y ya no lo hubiera publicado. Pero es uno de los aportes claves del libro de Gerchunoff, que se saca de encima el molde del recitativo convencional. Importante para un tema sobre el cual no hay una interpretación canónica. Nadie sabe por qué cayó Perón. El asalto a ese enigma ofrece varias laderas. Gerchunoff las propone todas.

Con el libro de Pablo podemos discutir la caída de Perón bajo nueva luz y él nos ofrece, además, una participación en el acertijo. Este 62, modelo para armar, puede leerse, cortazarianamente, de la mitad hacia adelante, con el relato lineal del autor y sus hipótesis sobre el tema del libro. O leerse desde el comienzo, entrando en la ficción del diálogo imaginario de Pablo con Perón. Ese diálogo es un híbrido, transgénico – dicho en homenaje a Felipe – que está entre el cuento fantástico, el reportaje periodístico y el drama escénico. Elige tu propia aventura. El mejor servicio del autor es ese abanico de pasadizos hacia la comprensión del enigma.

¿Es legítimo? Lo es si propone una re-descripción de la realidad histórica. El gran enemigo, muchas veces invencible, del historiador es la patraña. No hay con qué darle desde la verdad. La historiografía sobre San Martín se revuelve desde hace más de siglo y medio en el debate sobre la veracidad o falsedad de carta de Lafond que éste afirma le envió San Martín a Bolívar después de Guayaquil. Se han roto matrimonios por esta discusión que algunos creen puede iluminar ese otro misterio, que es por qué San Martín se bajó de la campaña de la emancipación y se volvió a su casa. (¿desgaste, cansancio, incomprensión, soledad?) La historiografía, después de más de 170 años, va creyendo que es verdadera. Antes que nada, porque los hechos externos, los que están afuera de la carta, no disienten con su contenido.

 Tranquilo, Pablo. Dentro de 200 años esta patraña de tu diálogo con Perón va a ser considerada verdadera de toda veracidad. Lo leerán como único registro ológrafo de lo que pasó en 1955. Leonardo Sciascia en su pesquisa del Teatro de la Memoria, plantea que el presente totalizante y totalitario destruye la ambigüedad del pasado y justifica hasta lo que parece ficción. Por eso este diálogo real de toda realidad tendrá en su momento el valor probatorio que tienen los diálogos platónicos sobre la existencia de Sócrates. ¿Qué más quiere un historiador que imponerse a la patraña, ese enemigo oscuro y falaz, con una patraña mejor?

*Pablo Gerchunoff, La Caída. 1955 (Buenos Aires: Crítica, 2018)