martes, 21 de agosto de 2018
El voto sagrado de los “virtuosos”,
y las enseñanzas del Padre Ramirez O.P.
Hace un par de año el blog “ Infocaótica” publico una polémica sobre el
sufragio, de la que recién me enteré. Comencé a leerla y la abandoné en cuando entendí
que el acusador mojaba su pluma en veneno de
yarará, acusando al camarada
Antonio Caponetto de anticristiano
por oponerse al sufragio indiscriminado; también imputándolo de absolutista por creerse
dueño de la verdad; y de infalible, pues
considera que el que no acepta la opinión ajena “sirve al Otro”.
La importancia de esta acusación, provenga de quien sea, es nula, pues
la actuación política del camarada
Caponetto, personaje señero en el nacionalismo argentino, de una intrepidez
ejemplar, es la mejor justificación de su prudencia política y de su ortodoxia,
por lo que no necesita defensores; y menos que menos si la acusación proviene de
un ideólogo insensato. Lo único
importante de este agravio es que me da pie para recordar unas verdades y
desenmascarar al autor, que aplicó la costumbre liberal de mentir, infamar y
embrollar.
Si el camarada Caponetto, se opone al sufragio indiscriminado no es posible
negar que tiene toda la razón, pues según se practica en nuestro país, ocasionó
y ocasionará perjuicios inconmensurables. Es aberrante, antipatriótico y anticristiano,
pensar de otra manera, considerando las míseras condiciones morales e
intelectuales de los argentinos, con la
mitad del país aclamando y votando a los corruptos y ladrones, apoyados con gran
parte del poder inmenso y decisivo de la publicidad, y con un Estado y una
Justicia inepta, dirigida a imponer el sufragio indiscriminado, con el fin de
continuar la destrucción nacional. Evitando, que los mejores, y no los
demagogos, gobiernen el país.
El acusador llegó a afirmar que debe votarse por mandato divino, revelándose
así como liberal fanático y absolutista: aunque se lo llame con el agregado de
cualquier aditamento: derechista, conservador, peronista, o demócrata
cristiano, todas astillas del mismo palo. Pero nunca nacionalista católico y
jerárquico, hispánico y federalista; como deben ser los que pretenden restaurar
el país. Porque afirmar que el voto universal e indiscriminado es sagrado, significa
divinizar la esencia misma del liberalismo rusoniano; la esencia misma del
Régimen liberal que nos atosiga.
De ninguna manera la Doctrina de la Iglesia, el sentido común y la
prudencia política, aceptan que sea absolutamente el único camino agraciado. El
sufragio tiene varias decisivas e ineludibles restricciones, que al omitirlas
causan verdaderos desastres… como está aconteciendo en nuestra Patria. Más
adelante copio las enseñanzas del magistral teólogo Padre Santiago Ramirez O.P.
en su libro “Pueblos y Gobernantes al
servicio del bien común”, compartidas por el nacionalismo, que aclaran definitivamente este asunto.
El señor que escribe “Infocaótica”, no debió dar cabida a esas infamias en
su blog, porque así, de alguna manera las comparte. Además se considera
“independiente”, o sea neutro, equidistante, ambiguo, respecto al nacionalismo,
en medio de una batalla donde los auténticos argentinos luchan por Dios y la
Patria. Esa postura es característica de los liberales que consideran todo
opinable, cambiable y ‘dialogable’, y que nadie, por tanto, es dueño de la
verdad, que cada uno se crea. Por eso, consideran no tener sentido luchar por la
Tradición argentina, que puede ser modificada.
La esencia nacional, que nos hace un lugar en la historia de la humanidad, y
que nos indica nuestro destino político de nación soberana, de ninguna manera
debe ser discutida en una votación. Se la acepta o morimos, y desaparece
Argentina, y la sangre de sus santos, sus mártires y sus héroes se desleirá en el
olvido. Nuestra Patria es antiliberal, o no será nada.
Hoy en nuestra Patria, dominada por el liberalismo (unitarismo,) los
argentinos debemos combatirlo y eliminarlo del país con las banderas
federalistas (nacionalistas), arraigadas entrañablemente en la realidad
nacional. El nacionalismo permite ciertas variantes, de acuerdo a las
circunstancias, pero es férreamente inconmovible en la defensa de la real
Tradición histórica argentina. Por lo cual debe desaparecer la ideología liberal,
capitalista o marxista. Sin opciones medias, sin eludir responsabilidades, definidamente,
ardientemente; el dilema para los argentinos es irrenunciable; o liberales o
nacionalistas, sin aditamentos ideológicos.
“PUEBLOS Y GOBERNANTES AL SERVICIO DEL BIEN COMÚN”.
PADRE SANTIAGO RAMIREZ O.P.
(Euramérica, pg.105, negritas mías).
Del capítulo: “Virtudes y cualidades del
ciudadano en orden al Bien Común”.
B.- LA
PARTICIPACIÓN EN EL GOBIERNO A TRAVÉS DE LA ELECCIÓN ACTIVA Y PASIVA DE CARGOS Y
DE LA FISCALIZACIÓN DE LAS GESTIONES DE GOBIERNO.
En los regímenes democráticos y en las formas
mixtas de gobierno, tal como las concibe Santo Tomás, y que antes expusimos,
deben además los ciudadanos tomar parte en el gobierno por medio de la elección
activa o pasiva a los cargos públicos y por medio de la fiscalización de las
gestiones de gobierno. Para lo cual hace
falta una educación política y cívica considerable y una virtud poco común. Una
cultura patria muy desarrollada, conociendo su historia, su estilo, su
carácter, sus problemas actuales, sus posibilidades futuras, sus hombres e
instituciones, para poder ejercer convenientemente el derecho de voto o el
de crítica y fiscalización sin apasionamiento, con justicia, con oportunidad,
con verdadera competencia. Todo esto
supone un nivel cultural y de honradez cívica verdaderamente notables, que
ojalá fuera real y frecuente en todos los pueblos, aún en aquellos que se
llaman democráticos.
Desgraciadamente, la mayor parte de los hombres carecen de virtud y de cultura (1-2,
q.96, a.2). Además, en las grandes naciones, en que los problemas son muy
copiosos y complejos y las personas se conocen menos, es más difícil tener la
competencia necesaria para ejercer con garantías de acierto el derecho del
sufragio.
En naciones pequeñas y habituadas
secularmente a ese régimen plebiscitario, como ocurre en los cantones suizos,
especialmente en los más pequeños, como Appenzel y Zug, la participación del
pueblo al poder y a la elección de todos los cargos públicos es sumamente beneficiosa.
Pero
cuando el sufragio es venal, cuando la campaña electoral es violenta y
apasionada, cuando los agitadores se cuentan por millares sin que nadie les
venga a la mano, es más prudente limitarlo en cuanto a las personas electoras y
elegibles y en cuanto a los cargos o asuntos que se les someten, como observa
Santo Tomás con San Agustín.
“Si el pueblo es virtuoso, ponderado y sumamente celoso del bien común, es
conveniente concederle el derecho de elegir sus propios gobernantes. Más si por
el contrario ese mismo pueblo se ha ido depravando poco a poco, de suerte venda
sus votos y encomiende su gobierno a hombres malvados y criminales, entonces es
justo se le prive de semejante derecho, que debe restringirse a una minoría de
los mejores y más virtuosos” (1-2, q.97, a. 1c). En tal régimen democrático o mixto con un
pueblo virtuoso y educado políticamente, la información y propaganda por
mitines y conferencias, radio, cine, prensa, folletos, pasquines, caricaturas,
es muy costosa y complicada, aunque a veces está muy expuesta a abusos si no se
reglamenta desde el poder. Más esta misma reglamentación no debe hacerse
sospechosa de amaños desde las alturas. +