Legalización aborto: la receta drástica de EEUU para bajar el crecimiento de la población y la pobreza
El
informe Rockefeller, que fue el numen de la política del aborto que
EEUU extendió a todo el mundo, identificó dos categorías de mujeres
encintas. Las que tienen un embarazo no buscado y no querido, y las que
mayoritariamente tienen uno no buscado, al que no obstante aceptan por
sus tendencias maternales, y razones culturales y religiosas, etc. Por
eso la legalización, naturalización, facilitación, e incluso exaltación
del aborto, bajo el eufemismo de planificación familiar, está dirigida
esencialmente hacia esas franjas de mujeres, para que todo embarazo no
deliberadamente buscado se transforme en no querido, y culmine en un
aborto. Por ello Henry Kissinger afirmó que “el aborto es vital” para
reducir el crecimiento de la población, y así EEUU pudo bajar su
población proyectada para el 2015 de 400 a 300 millones de habitantes.
Siendo empero esta receta demográfica absurda de aplicar en un país
semivacío.
Por Javier Llorens – 24/7/2018
El “Informe Rockefeller” emitido en 1972 por la “Comisión Rockefeller” (Commission
on Population Growth and the American Future – Comisión sobre el
crecimiento de la población y el futuro estadounidense) es la
piedra basal de la política del aborto que se implantó en EEUU con la
finalidad demográfica de limitar el crecimiento de la población en ese
país.
Esa política seguidamente fue proyectada por EEUU hacia todo el mundo en 1974, mediante los que se conoce como “Informe Kissinger”, o NSSM
200 (Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200). En donde el
consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger, afirma que para limitar
el crecimiento de la población, el “aborto es vital”.
La razón de esa afirmación se encuentra en el capítulo 11 del “Informe Rockefeller”, que tiene por título ”La reproducción humana”. En
el que hay un cuadro elaborado en base a una encuesta realizada en los
años 1969-70, en el que indaga sobre las distintas posiciones de la
mujer ante el embarazo.
Distinguiendo tres casos concretos, el
embarazo buscado y querido. Su contrario, el embarazo no buscado y no
deseado o querido. Y en el intermedio que luce mayoritario, que es el
embarazo no buscado o no planeado, pero que es aceptado por el instinto
maternal, motivaciones culturales, religiosas, la dificultad de acceder a
un aborto clandestino, e incluso por la prohibición legal de este, etc.
Estos datos están graficados en la imagen de la portada de esta nota,
elaborada en base al mencionado cuadro.
En las columnas, reflejadas en el eje
izquierdo del gráfico, se puede apreciar el porcentaje de nacimientos no
deseados (columnas rojas) y no planeados (columnas verdes). Y las
líneas reflejadas en el eje derecho, dan cuenta de los hijos promedios
por mujer según esos conceptos. Distinguiéndose en la encuesta, las
mujeres blancas, las mujeres de color, y todas las mujeres, con sus
respectivos niveles educativos.
Resultan notables en el grafico las
columnas verdes, correspondiente a los embarazos no planificados. Que en
los tres casos claramente aumentan, a medida que bajan sus niveles
educativos, llegando a porcentajes de casi el 70 %. Y lo mismo sucede
en mucho menor medida con los nacimientos no deseados.
Siendo esto aún más notable en el caso
de las mujeres de color, donde las de más alto nivel educativo son las
que registran el menor porcentaje, tanto de hijos no deseados como no
planeados, respecto todas las mujeres. Y las de más bajo nivel educativo
son las que registran los porcentajes más altos en ambas situaciones.
En cuanto a los hijos por mujer (línea
azul eje derecho) sucede lo mismo, oscilando las mujeres blancas entre
2,5 y 3,5 hijos promedio por mujer, según su nivel educativo. Y las
mujeres de color, entre 2 y más de 5 hijos promedio por mujer. El
gráfico muestra también el total de nacimientos sin nacimientos no
deseados (línea violeta) que rebaja el promedio en las mujeres blancas a
entre 2 y 3 hijos, y en las mujeres de color a entre 2 y poco más de 3,
arrojando un promedio en el total de mujeres cercano a 3.
A esas líneas del informe Rockefeller,
se le ha agregado la línea de trazos negros, que corresponde a los
nacimientos sin nacimientos no planificados, tanto los no deseados como
los aceptados. La que transcurre en el nivel de 2 hijos promedio por
mujer, salvo en el caso de las mujeres de color, donde las de altos
estudios bajan de ese nivel, y las de bajos estudios lo superan hasta
llegar a 2,5 hijos.
En consecuencia reporta esto un promedio de dos hijos para el total de mujeres, y este es justamente el objetivo fijado
en él informe Rockefeller en 1972, para que con la ayuda del aborto,
llegar en el 2015 a un nivel de 300 millones de habitantes en EEUU. En
lugar de los 400 millones que se hubiera alcanzado si se mantenía un
promedio de 3 hijos, tal como se puede apreciar en el siguiente gráfico
extraído del mismo.
Con esa tasa de natalidad por mujer, o
de reemplazo de población, el crecimiento de esta solo depende de la
leve mayor proporción de mujeres sobre la cantidad de hombres, del
aumento de la longevidad de la población, y de la inmigración. Y el
objetivo rockfelleriano de 1972 estuvo bastante cerca de cumplirse, al
alcanzar en el 2015 EEUU una población de 321 millones de habitantes.
Como consecuencia de la legalización del
aborto que concretó la Corte Suprema de EEUU el año siguiente, en 1973,
y la consecuente proliferación de clínicas especializadas dedicadas a
abortos masivos. Destinadas herodianamente a tratar de extinguir todo
embarazo que no haya sido deliberadamente buscado por la mujer, bajo el
estridente eufemismo de la “planificación familiar”.
Facilitándole así el aborto tanto a
quienes tenían un embarazo no buscado y no querido. Como a quienes
tenían un embarazo no buscado, pero que en las condiciones socio legales
culturales previas a 1972/73, los habrían aceptado y luego querido.
Como suele suceder siempre en las cuestiones maternales desde que existe
el sexo, existe la vida, y existe el mundo.
Se trata en consecuencia de una cruda
política demográfica digna de Herodes el Grande, a quien se le atribuye
la orden de matar a los niños menores de dos años, y que en este caso
pretende matar a todos los no nacidos, salvo que su madre lo haya
buscado expresamente. Usando al aborto como el arbitraje entre la no
racionalidad fecunda del sexo, del que se sirven la especies para lograr
su supervivencia, y la supuesta racionalidad de la planificación
familiar, que se podría resumir con la siguiente fórmula:
No racionalidad sexual – Aborto embarazo no buscado = Planificación Familiar
Lo cual pone en evidencia la falacia con
que se pretende justificar la legalización del aborto, asegurando que
su número no aumenta, y que es solo a los efectos de hacerlos más
seguros. Cuando claramente el espíritu de ella, y de las ideas fuerzas
culturales que la acompañan, es que el número de ellos aumente notablemente, como se puede apreciar en el siguiente gráfico elaborado por el Centro de Control de Enfermedades (CDC – Centers For Disease Control) de EEUU.
En el mismo se observa que el número de
abortos pasó de 200 mil en el año 1970, a 650 mil en 1973, 1,3 millón en
1983, y 1,4 millón en 1990. A los efectos de reducir sustantivamente el
aumento de la población, razón por la que Kissinger en su célebre
informe dijo paradojalmente que “el aborto es vital” para esos fines.
Observándose seguidamente a partir de
1998 una sustancial declinación de su número, a la par de la aparición
del aborto farmacológico que sustituyó al quirúrgico. Por el cual el
aborto pasó a concretarse en la intimidad de los hogares, a un costo al
alcance de cualquiera, haciendo innecesaria la intervención de terceros o
de la salud pública, y por eso no esta no los registra.
Haciendo también innecesaria la sanción
de la ley que se pretende aprobar, que está escrita engañosamente como
si aún existieran los abortos quirúrgicos, durante el periodo de
embarazo que se pretende legalizar. Pero le es culturalmente y
psicológicamente indispensable a los preconizadores del aborto, con la
finalidad demográfica de limitar el aumento de la población, a los
efectos de naturalizarlo. Y facilitar aún más el mismo, mediante la
entrega gratis de los fármacos necesarios para concretarlos en la
intimidad (mifepristona y misoprostol).
En Argentina los grandes medios a los
que el presidente de EEUU Donald Trump denomina de Noticias Falsas, han
ocultado enteramente esta perspectiva demográfica, que podría
denominarse del poder masculino respecto al aborto, atento a quienes
crudamente la formularon. Y solo le han dado a la cuestión una dimensión
íntima y subjetiva de los derechos de la mujer, como si fuera su única
perspectiva.
Dimensión que acorde con la complejidad
de la psiquis humana, psicológicamente va incluso mucho más allá del
tratamiento que esos medios le dieron. Al estar asociados íntimamente en
esa situación, Eros y Tanatos, la vida y la muerte, cuya perspectiva
freudiana arroja ideas inquietantes respecto la libido y su
satisfacción. Lo que explica porqué desde siempre trás de las cruentas
batallas, los vencedores violan a las mujeres de sus enemigos, e incluso
a estos. Y explicaría también la enorme vehemencia que despliegan
muchas mujeres militantes en pro del aborto.
Los grandes medios también han resaltado
de cuestión de la salud pública como otro de sus principales
argumentos. Ocultando que el sustancial aumento del número de abortos,
tal como lo proponen las políticas de “planificación familiar”, ya sean
quirúrgicos o farmacológicos, por una mera cuestión estadística traerán
obviamente un aumento de las complicaciones y la mortalidad materna. Por
el simple hecho que representa aplicar contra natura a muchas más
mujeres, la violencia mortal contra el no nacido, a través del cuerpo de
quién hasta ese momento es su madre.
Razón por la cual es un notable embuste
la afirmación que hizo el ministro de Salud Adolfo Rubinstein, a quién
se sindica vinculado con ONG abortistas, en su exposición ante las
comisiones de la Cámara de Diputados: “La evidencia es muy robusta y
sólida respecto a que la despenalización del aborto reduce la
mortalidad materna, las complicaciones graves, y el número de abortos
totales”.
Aborto y pobreza
El gráfico del “Informe Rockefeller”
antes expuesto, se explaya sobre la condición de la mujer de color, las
que si no cuentan con altos niveles educativos, en EEUU son sinónimo de
pobreza. Observándose en los niveles educativos inferiores, que en ellas
se registra los más altos porcentajes de embarazos no queridos y no
planeados, con un promedio de entre 4 y 5 hijos por mujer.
En tal sentido resulta notable que a la
cobertura intimista y subjetiva con la que Clarín cubrió profusamente
este tema, se haya intercalado la promoción del aborto como herramienta
para contener la pobreza, en algunas de las notas que publicó
recientemente.
Una de ellas, que lleva la firma del arquitecto Martín Baintrup y el título “Aborto clandestino, la respetada enciclopedia de las hipocresías” (2/5/2018) reveló esta cuestión sin hipocresías desde el copete de la misma, donde expresa: “Si
en Argentina no se practicara el aborto ilegal, ¿estarían dadas las
condiciones para recibir a medio millón de niños no deseados por año?”
En ella, tras confesar querer intentar un abordaje distinto respecto la cuestión, Baintrup afirma: “La Argentina tiene un 30% de pobres (INDEC). No es obra de este gobierno, ni del anterior, es el resultado de muchos años de extraviar el rumbo. Según el Barómetro de la Deuda Social de la UCA, dos de cada tres chicos viven en la pobreza.
Son unos 8 millones de niños y jóvenes a los que la sociedad no logra
darles una mano suficiente para sacarlos de esa situación.”
“Son chicos que comen menos que lo
que necesitarían para crecer sanos; que son los primeros en desertar del
sistema escolar; que son las principales víctimas del paco; y que conformarán, cuando crezcan, la mayoría de la población de las cárceles de nuestro país. Imaginemos entonces qué pasaría si no existiera el aborto clandestino.
¿Estaría el país en condiciones de recibir a medio millón de niños no
deseados por año? ¿Podríamos absorber su cuidado y sostenimiento? ¿Hay
suficientes familias dispuestas a adoptar semejante cantidad de niños?”
“Seamos francos, no se persigue el
aborto clandestino, como se persigue el asesinato, porque la sociedad
elige hacer la vista gorda. El aborto clandestino resuelve un tema que la sociedad necesita resolver. Por eso hay poquísimos casos de mujeres y médicos condenados por aborto.”
A esta postura de Baintrup, de asegurar
que nada cambia en cantidad, si se legalizan los abortos clandestinos,
paradojalmente se opone la ex senadora María Eugenia Estenssoro, hija de
José Estenssoro (quién en los ’90 llevó adelante el desguace de YPF, y
de paso se quedó con una porción de ella con su petrolera PEPE). En su
nota “Aborto: salir de la clandestinidad” (18/03/2018) confiesa haber abortado y apoyar a la legalización, afirmando que por eso fue raleada en el PRO.
Y consecuencia propone extender el aborto hacia las clases humildes, diciendo: “Hoy,
nuestro país muestra una situación crítica. Cada año, más de 100 mil
chicas, menores de 19 años, quedan embarazadas. Y 7 de cada 10 de esos
embarazos no son intencionales… De acuerdo al INDEC, uno de cada dos
niños en la Argentina vive en la pobreza, el 50%. “Cuatro de cada 10
niños menores de diez años están malnutridos”, señaló Macri. Lo que
significa que gran parte de los niños en la Argentina tendrán sus
capacidades cerebrales, cognitivas y de aprendizaje disminuidas por la
mala alimentación. ¿Es esto justicia social?”
Seguidamente Estenssoro cita al doctor Juan Carlos Parodi: “De
acuerdo a sus proyecciones demográficas, el aumento de la pobreza será
exponencial. “Las familias pobres tienen un promedio de 4,3 hijos por
pareja, y las no pobres 2. Una simple proyección geométrica demuestra
que en tres generaciones los pobres generan 79,5 personas, casi 80,
mientras que los no pobres, 16. El crecimiento poblacional de los pobres
es 5 veces mayor que el de los no pobres. Recordemos que una generación
en los asentamientos es de solo 16 años”.
Así en lugar de proponer leyes e ideas
para reducir velozmente la pobreza, Estenssoro propone al aborto para
las mujeres pobres como la gran solución. No obstante el historiador
Jorge Ossona, en una nota publicada en el mismo medio con título “Embarazos, aborto y pobreza”
(12/4/18) la contradice frontalmente. Afirmando que ser madre en la
pobreza empodera a la mujer adolescente, confirmando esto que el
problema no es el aborto, sino la pobreza.
“Se habla de miles de niñas,
adolescentes y mujeres obligadas a concebir hijos en contra de su
voluntad o a abortar clandestinamente en condiciones sanitarias que
pueden costarles la vida. También, de los consiguientes hijos
malnutridos y con capacidades cognitivas y de aprendizaje disminuidas.
Veladamente, se plantea al aborto legal como solución alineada con los
deseos de esas jóvenes. El panorama en villas y asentamientos, sin
embargo, desmiente esos supuestos y plantea realidades más complejas.”
“Es cierto que la edad promedio de
las primerizas oscila entre los quince y los dieciocho años. Pero a
partir de entonces, las jóvenes ya no se reconocen como adolescentes
sino como mujeres… Quedar embarazadas les supone la posibilidad de salir
del tedio, de las sujeciones abusivas, y de los peligros de parientes y
vecinos acechantes. Automáticamente, ganan respetabilidad; devienen en
protagonistas y no meras auxiliares solidarias. La maternidad les
confiere así una suerte de afirmación personal e incluso su ciudadanía
por el acceso a nuevos derechos.”
“Muchas conforman verdaderas
comunidades de madres solteras junto con sus propias progenitoras,
hermanas, primas y tías que se asisten recíprocamente y contribuyen
mediante distintas changas a su fondo de subsistencia. El aborto casi
nunca se halla en el horizonte de sus expectativas, por considerarlo
contradictorios con su aspiración de devenir en madres lo antes posible.
Tampoco en el de sus padres o parientes por razones religiosas o
culturales.”
“No son los abortos clandestinos,
entonces, los que explican la elevada mortalidad de los jóvenes
carenciados en general sino otras causas que requieren también de
incisivas políticas públicas. Aclararlo, tal vez contribuya a habilitar
un debate maduro sin conmiseraciones especulativas “pobristas” o
pseudo-progresistas y abrir cauce a otros de gravedad equivalente.”
La alternativa al aborto, la esterilización forzada
Ossona plantea así que paradojalmente,
ante un horizonte de pobreza sin salida, los pobres se defienden,
generando más pobres. Y ante esta impensada resistencia, ha aparecido
una variante en la descarnada política rockefeller kinsingeriana de
limitación de la población a cualquier costo, con la masiva
esterilización forzada de mujeres y hombres, sin su consentimiento.
Dejando así enteramente de lado las
buenas maneras del derecho a decidir, con la que trato inicialmente de
justificar el aborto. Tal como sucedió en Perú, donde una comisión del
Congreso peruano investigó en el año 2002 los casos de anticoncepción
quirúrgica masiva, y concluyó que 314.605 mujeres fueron esterilizadas
en el marco del Programa Nacional de Planificación Familiar del gobierno
de Alberto Fujimori.
Por su parte el Comité Latinoamericano y
del Caribe de los Derechos de la Mujer (Cladem) concluyó que sólo el
10% de las mujeres que fueron esterilizadas en ese periodo dieron su
“consentimiento genuino”. Habiéndose empleado múltiples métodos
coercitivos para lograr el supuesto “derecho a decidir” y soberanía
sobre su cuerpo para la esterilización.
Tales como el chantaje de no registrar
civilmente a su hijo, amenazas de realizar abortos, presión psicológica,
redadas con enfermeras y policías, pago de “incentivos” económicos a
los maridos para que las autoricen, ofrecimiento de alimentos y
medicinas, uso de la fuerza física para llevar a las mujeres a los
centros de salud, etc.
Pero hay otras formas más sutiles de
provocar la esterilización, sin que la mujer ejerza su derecho a
decidir. Tal como sucedió con la campaña de vacunación contra el tétanos
efectuada en el 2014 en Kenia, auspiciada por la OMS y UNICEF. Que contenía de
forma injustificada la hormona beta-HCG (gonadotrofina coriónica
humana) que provoca abortos y esterilidad. Habiéndose desarrollado
campañas similares en México y Nicaragua en 1993, y en Filipinas en
1994.
Estas medidas fueron propiciadas
tempranamente en la década del ’70 por Paul R. Ehrlich, biólogo y
ambientalista estadounidense que publicó un libro titulado The Population Bomb (La bomba poblacional). En el que defendía la adopción de decisiones “aparentemente brutales y despiadadas” para detener una explosión demográfica que comparó con “un cáncer incontrolado“.
Apuntando en el capítulo final de su libro: “Necesitamos
una regulación de la natalidad obligatoria (…) introduciendo
esterilizantes temporales en el agua o en los alimentos básicos. Dosis
que sería cuidadosamente decidida por el Gobierno para lograr el tamaño
deseado de las familias”.
Demografía, exaltación del aborto, y degradación política
Claramente en EEUU fue la política
demográfica capitalista, la que legalizó el aborto e impuso una nueva
actitud en las mujeres, orientándolas a que abortaran todo hijo no
deliberadamente buscado, bajo el novedoso concepto o idea fuerza de la
planificación familiar.
Pero en Argentina sucedió algo
enteramente opuesto, que evidencia la degradación política en la que ha
caído. Dado que fueron ONGs de mujeres, copiosamente financiadas desde
el exterior, las que con el argumento del derecho a decidir y ser
soberanas sobre su propio cuerpo, pugnaron por la apertura de un debate
en la sociedad al respecto. Al que el actual presidente Mauricio Macri
le abrió paso, por la necesidad ineludible de recurrir al FMI y al Banco
Mundial, que son los entes que alientan esa política global diseñada
por EEUU.
Lograron así, contando con el auxilio de
las malas artes del Gobierno, la media sanción de una ley de exaltación
del aborto, ya que va mucho más allá de su legalización. Al penar
duramente a los médicos que se nieguen a concretarlo, crear listas
negras de estos, prohibir la objeción de conciencia institucional, y
hacerlo enteramente gratuito y perentorio, etc. Con el claro objetivo
conforme la política diseñada en EEUU, de naturalizar que las mujeres
aborten a todo hijo no deliberadamente buscado.
Por un lado esta ley es anacrónica y
extemporánea. Dado que ya actualmente las mujeres, por efecto de la
aparición del aborto farmacológico, tienen al alcance de la mano el
amplio ejercicio de su derecho a decidir respecto la soberanía de su
cuerpo. Razón por la que no resulta entendible el texto de una ley,
redactada como si aún primara el aborto quirúrgico.
Al respecto la Dra. Ruth Weinberg, ex
jefa de Ginecología del Hospital Eva Perón, en su exposición ante las
comisiones de la Cámara de Diputados dijo que el aborto farmacológico: “Es
universalmente utilizado. No hemos visto en nuestra experiencia que el
misoprostol sea para las ricas y el tallo de perejil para las pobres.
Desde enero de 2010 no concurrió al hospital ninguna mujer con un aborto
por métodos antiguos. La descripción del aborto clandestino que se
difunden no reflejan la realidad del aborto resultante del misoprostol,
podemos dividir las prácticas clandestinas antes y después del
misoprostol.”
Cuyo uso es tan íntimo como los
anticonceptivos y el acto sexual. Y en consecuencia el derecho a decidir
sobre la soberanía de su cuerpo, ante la especialísima situación en que
se encuentra una mujer embarazada, e incluso ante la imposibilidad de
perseguirla penalmente con la aparición del aborto farmacológico, cuyos
efectos no difieren del natural, se concretaría simplemente mediante la
despenalización de ella.
Sin necesidad de instalar la exaltación y
cultura del aborto herodiana, preconizada por EEUU, destinada a
erradicar del mundo a todo bebe no deliberadamente buscado. Como han
sido la gran mayoría de los seres humanos que en el mundo existen y han
existido, por efecto del casi irresistible impulso sexual.
Pero por otro lado esta política es absurda que se instaure en un país semivacío,
con una densidad de 16 habitantes por Km2. Mientras que EEUU tiene una
densidad un 125 % superior, 36 habitantes por Km2, un valor mucho más
cercano al promedio mundial de 58 habitantes por Km2.
En el actual ranking de países por baja
densidad de habitantes, Argentina está en el puesto 32 sobre 244 países.
Mientras que EEUU está en el puesto 64, exactamente el doble. Y si el
análisis se restringe a los 77 países con más de cien mil Km2 de
superficie, Argentina está en el puesto 20, mientras que EEUU está en el
medio de la tabla, en el puesto 36.
Pero hay un abordaje aún más elocuente
respecto está álgida cuestión, en este mundo congestionado demandante de
espacios vacíos, que es la receptividad positiva y negativa teórica que
tienen los distintos países, de adicionar más habitantes, si se los
compara respecto una densidad determinada. Si se toma la de EEUU de 36
habitantes por Km2, en el siguiente gráfico se observa que Argentina
está en el 8vo puesto del ranking, con capacidad de recibir 56 millones
de nuevos habitantes, además de los 44 millones actuales.
Pero si se prescinde de los países que
se encuentran sobre los paralelos 60, en cercanías de los círculos
polares, por su inhabitabilidad, tales como Rusia, Canadá, y
Grooenlandia, y también de Brasil por su enorme Amazonia, Argentina
trepa al 4to puesto de receptividad. La que tiene como contraparte una
presión de exceso poblacional según el parámetro de EEUU, de 1.251
millones de habitantes en la India, 1.043 millones en China, 197
millones en Indonesia, y entre otros 55 millones en México.
Uno de los principios básicos de la
geopolítica consiste en la necesidad de ocupar los espacios vacíos.
Destacándose en nuestro país en tal sentido la legendaria Patagonia, que
con su 1,06 millón de Km2, tiene una población de 2,4 millones de
habitantes, y una densidad de 2,3 habitantes por Km2.
Uno de los más bajos del planeta, menor
al de Australia y al nivel de Mongolia. Con algunas de sus provincias,
como la de Santa Cruz, que solo llegan a 0,5 habitantes por Km2, pero no
obstante sus representantes en el Congreso se disponen a establecer
absurdas políticas destinadas a estancar el crecimiento de la población.
Para los legisladores argentinos que se
disponen a concretar una legalización del aborto diseñada por EEUU, para
limitar el crecimiento de la población a un mínimo, mediante la regla
herodiana contra natura de procurar el exterminio de los hijos no
deliberadamente buscados, este enfoque de la cuestión como un problema
de política demográfica que debería asumir cualquier dirigente político
de cierto nivel, parece ser lo mismo que hablar en chino mandarín.-