SAN PÍO X, UN LEÓN ANTE LA HEREJÍA MODERNISTA
Resumir
la vida de San Pío X en pocas líneas es imposible, por la cantidad
enorme de sus realizaciones y de los hechos interesantes de su
existencia. Nos limitaremos entonces a dar pocas pinceladas de algunos
de los hechos más insignes del gran Giuseppe Sarto.
Nació con el nombre José Sarto en Riese, cerca a Venecia, en 1835.
Párroco, canónigo, obispo de Mantua, y Cardenal Patriarca de Venecia, en cada uno de esos cargos duró 9 años.
Nunca se imaginó que sería elegido Papa
A la muerte de León XIII, fue a Roma al cónclave, con la benevolencia
que lo caracterizaba. Ninguno lo consideraba candidato al Solio de
Pedro, y él menos que todos.
Los Cardenales eligieron al Cardenal Rampolla, pero apelando a una
antigua tradición, el Cardenal de Checoeslovaquia presentó el veto del
emperador de Austria a ese candidato. Fue entonces que los votos fueron
confluyendo hacia el Cardenal Sarto, que solo aceptó cuando una comisión
de cardenales lo convenció que no aceptar el nombramiento era no
aceptar la voluntad divina. Fue elegido Papa –en medio de sus lágrimas–
el 4 de agosto de 1903. Decía que aceptaba el papado como la Cruz.
Asumió el pontificado en un momento en que verdaderas herejías corrían
por los medios católicos. Y el cordero se transformó en león, sin perder
nunca su talante bondadoso, y Pío X, el único Papa canonizado en el S.
XX, luchó con heroísmo contra esos errores.
San Pío X fue Papa durante 11 años. Su lema era Instaurare omnia en Christo, Restaurar todas las cosas en Cristo. Más de 3.000 documentos oficiales fueron emitidos por él en esa intención.
Lucha contra los errores internos
Algunos ejemplos de sus obras fueron la reforma de la Curia Romana; la
fundación del Instituto Bíblico; la construcción de seminarios centrales
y promulgación de leyes para una mejor disciplina del clero; una nueva
disciplina en materia de primera comunión y comunión frecuente; la
restauración de la Música sagrada.
Pero por sobre todo, la lucha contra las herejías en la Iglesia agrupadas bajo el nombre de modernismo; y también su defensa de la libertad de la Iglesia en Francia, Alemania, Portugal, Rusia y otros países.
Igualmente es digna de mención por el ingente trabajo que implicó, la
recopilación hecha en el Código de Derecho Canónico. También favoreció
de muchos modos el estudio del Catecismo.
Su carta encíclica Pascendi Dominici gregis, (sobre las doctrinas
de los modernistas), pasará a la historia como el bastión que esclarece
la verdadera doctrina católica contra los errores que otros quisieron
oscurecer, y que de ahí en adelante se estrellaron contra esa firme
muralla.
Falleció el 21 de agosto de 1914.
Gaudium Press