martes, 29 de abril de 2014

Obsesión presidencial por demostrar que su gobierno fue el mejor de la historia argentina

Obsesión presidencial por demostrar que su gobierno fue el mejor de la historia argentina

abril 29, 2014
Por
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Ayer la presidente usó la cadena nacional para volver a mostrarle a la opinión pública actos de gobierno que, según ella, los medios de comunicación no comentan. Y ya sea sin la cadena nacional o con ella, se ha tomado la costumbre de hablar de lunes a jueves para luego pasar el fin de semana en El Calafate. Estos discursos demuestran que tiene una obsesión especialmente los lunes, cual es contestarle a Clarín y La Nación que su gobierno es el mejor de la historia argentina y minimizar lo que publican esos medios con primeras planas que dicen que aumentaron la inseguridad y la pobreza, que la inflación ahora bajó, pero porque hay recesión.

Un rosario de disparates

Guille-3-14-2Esas notas a ella le producirían un gran dolor de cabeza que la obliga a salir a contestar todos los lunes. Y desde la semana pasada, le contesta también a Jorge Lanata, como hizo ayer al destacar la gestión de Mariano Recalde al frente de Aerolíneas Argentinas y a todos los integrantes de La Cámpora al decir que se demoniza a la juventud. Pero el colmo del disparate fue que ayer dedicó como media hora a exponer sobre la historia de las retenciones al trigo desde la década del ‘70 hasta ahora, tomando como base el 50% que tenían en 1976, con antecedentes en la llamada revolución argentina. Durante la misma, el entonces ministro Adalbert Krieger Vassena impuso un dólar alto y retenciones del 65%, que después bajó al 50%. Contó también que en la cosecha 76/77 hubo un gran resultado por los altos precios internacionales y porque había un gobierno de libre marcado. Siguió luego con la misma cantinela diciendo que cuanto más altas eran las retenciones más importantes fueron las cosechas, sin tomar en cuenta eventuales sequías o altos precios internacionales, ya que, si tuviera razón, tanto Brasil, Uruguay, Paraguay, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Ucrania, que no tienen casi retenciones, no se han dado cuenta de que las mismas aumentan la decisión de los productores de sembrar, lo que constituye un verdadero disparate. Después, volvió a refinanciar la deuda de las provincias por tres meses más, como si fuera una concesión real, cuando el gobierno nacional se queda con el 80% de la coparticipación. Finalmente dijo algo cierto, como es que, si se aumenta la producción de bienes, baja la inflación pero en vez de hablar del insostenible aumento del gasto público y la emisión monetaria sin respaldo, le echó la culpa al sector financiero, porque presta para el consumo, que es lo que ella viene predicando desde que empezó su mandato en 2007. Pero ahora mutó y dice que los bancos les deben prestar a las empresas para la producción, cuando el Banco Central toma deuda al 30%, por lo cual ninguna empresa puede tomar a esas tasas de interés. En resumen un compendio de disparates, con un discurso místico para una pobre tribuna que la aplaude en el Salón de las Palmeras y que siente que está por abandonar el poder y que los medios influyen sobre la gente para que no le reconozcan el gran gobierno que está haciendo. Agregó que todos los opositores quieren desfinanciar el Estado para acortar en el futuro los planes sociales que ella implementó en una verdadera obsesión que se ve le carcome los fines de semana. Aunque ayer, por lo menos, no contó ninguna cuestión personal ni chistes procaces, tal vez para que Lanata no la ridiculice.