sábado, 22 de marzo de 2014

El Parlamento Perfecto

Publicado por Revista Cabildo N 106
Edición Meses Noviembre-Diciembre 2013-3era.ÉpocaNACIONALES
Miguel DE LORENZO
El Parlamento Perfecto



No es secreto para nadie que el montonerismo reinante y sus cómplices, dedicaron durante más de diez años, sus mejores esfuerzos al saqueo. Está bien claro que el plan del muerto tuvo como objetivo central, robar, pero a lo grande, robar como para siempre, por eso apuntaba a quedarse con las mayores empresas, con las licitaciones de números inimaginables, con los máximos recursos del Estado, esto es, con todo.
Yo los voy a hacer ricos, a cambio exijo obediencia absoluta, les dijo alguna vez a sus secuaces y nadie podría acusarlo de no haber cumplido esa promesa.
Claro, con estas reglas de juego, a poco de andar los K, ya habían alcanzado el dudoso galardón de ser el gobierno más corrupto y podrido de la historia argentina.
Pero como todo pasa, él, se fue, y quedaron los jóvenes idealistas a cargo de la cosa, es decir del choreo.
Los jóvenes, que ya no son, siguieron pues en lo de siempre, la destrucción; y los idealistas, que nunca fueron, pensaron en lo de siempre, la guita, pensaron que, por si esta época de siniestro esplendor se acabara, sería bueno darle una suerte de golpe de gracia al Estado y por sobre todo lo que recibieron y lo que se llevaron, idearon la indemnización número mil. Se les ocurrió, ¿por qué no?, que esa yapa se la paguen de por vida, como una compensación extra por el sacrificio que les impuso la ejecución de los fatigosos crímenes del pasado.
Un hombre indeciblemente vulgar, Carlitos Kunkel —que declaró más de dos millones y medio de patrimonio— nada mal por cierto, para un tipo del pueblo, que es además un furibundo crítico de la burguesía, tuvo una idea, a la que no podríamos negarle cierta originalidad.
 La historia fue así, alguien presentó un proyecto para otorgarles una pensión a los familiares de los soldados que los terroristas mataron en el asalto al regimiento de Formosa; cualquier persona normal hubiera dicho sí, o no, y punto. El montonero Garlitos, también responsable de los veintinueve argenti¬nos muertos que dejó el ataque al Regimiento de Formosa, vio ahí, menos un acto de justicia, que un negocito extra y dijo sí, pero... resultó ser que el pero era que; antes que a las familias de las víctimas, había que darles una pensión, pero... a los asesinos de esos soldados.
Eligieron un número menor, es decir, el doble de la jubilación mínima, pero ya se encargará el honorable congreso de actualizarla, a valores acordes con los crímenes consumados, algunos peores que la propia muerte.
Y ahí fue a votar con rapidez, la casi totalidad del honorable congreso de la nación, alterando el orden del día, (dada la urgencia de la cuestión) a votar digo, a favor de esa iniciativa, sencillamente monstruosa, de volver a premiar a los responsables de la tragedia y dejar de lado, una vez más, a las víctimas y a sus familias.
Quedó para estudiar, para más adelante, para cuando se les cante, el asunto de la reparación económica a los familiares de los caídos, porque tampoco hay que apurarse tanto, que, al fin y al cabo no son más que treinta o cuarenta años esperando, esperando aunque sea, que en algún momento, algún político, pida perdón y haga lo que tiene que hacer.
Nos da tranquilidad saber que ahora Kunkel, Zanini, Ferreyra, Taiana y unos cuantos más, podrán vivir con menos sobresaltos, económicos, naturalmente, que en cuanto a los otros sobresaltos, los de la conciencia, no los tienen, porque nada puede perturbar el cinismo de un terrorista satisfecho.
Qué piensan y cuánto les importa a los antiguos guerrilleros la vida humana, ya lo demostraron con las bombas y lo siguen haciendo ahora con las depredaciones, sus sórdidas propuestas de vida, el desprecio a los jubilados, el impulso a la droga, etc, etc. Sinceramente, no sé si les hacía falta rematarse con esta hazaña infamante, que no pasa de una ratería, eso sí, con forma de ley. Pero también es cierto que han declarado que van por todo, hasta lo que para ellos serían las sobras de la fiesta.
Es que algo raro sucede en ese palacio del congreso, los que vivimos cerca, no pocas veces sentimos olores densos en la atmósfera que lo rodea y en las noches de sesión, vaya uno a saber por qué, un aire de desolación y compra venta, nos desvela, haciéndonos sentir menos que vagabundos en nuestro país.
Un parlamento que claramente privilegia el bien propio por encima del bien común, donde las leyes se hacen para el hijo de tal diputado, para que cobre Kunkel, para cerrar aquel negocio K...
Porque si bien nadie debería asom-brarse de que las ratas se comporten como tales, el verdadero motivo del espanto es que el resto —que se define como no oficialista—de los honorables demócratas que lo componen, y más allá de recitados y actuaciones, hayan votado y voten alegremente, las leyes más aberrantes de la historia parlamentaria, nuestra, y tal vez del mundo.
Imagino que si hubiera alguna manera de establecer una graduación de los parlamentos más degradados, o sea desde lo menos, hasta llegar a aquellos que más se han agachado ante el des¬potismo, sospecho que en esa búsqueda del más exquisitamente indigno, del más deleznable de los parlamentos fel¬pudos, el actual, en ese sentido, sería el parlamento perfecto. •