viernes, 18 de abril de 2014

A LA ORACIÓN DEL HUERTO

POESÍAS: LOPE DE VEGA: A LA ORACIÓN DEL HUERTO

A LA ORACIÓN DEL HUERTO
 pasion-de-cristo-huerto-de-los-olivos (1)
Lope de Vega
Hincado está de rodillas
a su Eterno Padre inmenso
el que a su diestra sentado
juzgará a los vivos y muertos.
O
Como ha de morir en monte,
en el monte está el Cordero,
para ver, pues dio la hostia,
el cáliz donde le ha puesto.
O
A las palabras que dice,
las peñas se estremecieron,
que apenas de Dios las peñas
saben hacer sentimiento.
O
De ver a Dios de rodillas
se está deshaciendo el suelo,
aunque a los rayos del Padre
se huelga de verle en medio.
O
Si dice Dios que su alma
tristeza está padeciendo,
¿Cómo ha de haber cosa alegre
en la tierra ni en el cielo?
O
Que para verificarse
que era hombre verdadero,
fue menester que su carne
tuviese a la muerte miedo.
O
Al fervor de la oración
sudó sangre todo el cuerpo,
que sus delicados poros
quedaron todos abiertos.
O
Aquel bálsamo precioso
cogió la tierra en su seno,
que como es su hijo el hombre,
quiere guardar su remedio.
O
Echóse en la tierra Cristo,
su rostro le deja impreso,
que es de amantes dar retratos
cuando se están despidiendo.
O
Al Padre vuelve la espalda,
para que en sus hombros tiernos
den los rayos de su ira
no al suelo que está cubriendo.
O
En fin, volviendo la cara,
de su mismo Padre espejo,
movió el cielo con la voz
a lástima y a silencio.
O
Pase este cáliz de mí,
si es posible, Padre eterno;
mas no se haga la mía,
tu voluntad obedezco.
O
Crecieron tanto las ansias,
que fue menester que luego,
rompiendo un ángel los aires,
bajase a darle consuelo.
O
¡Ay Jesús de mis entrañas,
cómo habéis venido a tiempo
que os consuelen, siendo Dios,
las criaturas que habéis hecho!
O
¿Adónde estáis, Virgen pura,
que a vuestra falta los cielos
un ángel a Cristo envían?
Llegad y esforzadle presto.
O
Decidle: Dulce Hijo mío,
cuando ayunasteis, vinieron
mil ángeles a esforzaros
con soberano sustento.
O
Cuando nacisteis, bajaron
dos mil ejércitos bellos;
y cuando vais a morir,
uno solo viene a veros.
O
Limpiadle, Virgen piadosa,
la sangre con los cabellos;
y pues le deja su Padre,
vea a su Madre a lo menos.
O
Id vos con ella, alma mía,
entrad también en el huerto,
no sospeche que os quedáis
con el que viene a prenderlo.
O
Decidle: Dulce Jesús,
aquí estoy al lado vuestro,
para padecer con vos,
no para negaros luego.
O
Vamonos presos los dos,
pues vais por mis deudas preso:
cinco mil son los azotes;
muchos son, partir podemos.