Alemania aumenta su militarismo y consolida la industria armamentística
La reivindicación del
militarismo alemán, ante su supuesta “nueva responsabilidad” para “la
estabilidad del sistema global”, según la definición del Ministro de
asuntos extranjeros del Partido Socialdemócrata, Frank-Walter
Steinmeier, se acrecienta cada vez más. Su desarrollo va de la mano de
la consolidación de la industria de armamento y del incremento de la
participación del Ejército federal (conocido como “Bundeswehr”) en
guerras extranjeras.
Según el sondeo DeutschlandTrend
(“tendencia de Alemania” en español), de la cadena de televisión ARD, la
mayoría de la población alemana está en contra de la participación
militar en conflictos armados extranjeros. El 45% de los encuestados
considera que la participación del Ejército federal es ya un exceso,
mientras que un 30% manifiesta que la participación actual ya es
suficiente. Un 22% está a favor de una mayor participación.
Pese a que la Constitución Alemana solo
asigna misiones defensivas al Ejército, la mayoría de las fuerzas
representadas en el Parlamento Federal, salvo excepciones como el
partido Die Linke, justifican desde los años 90 las injerencias
militares impulsadas por occidente bajo la argumentación de que se trata
de acciones “humanitarias”.
Alemania es uno de los países más
beneficiados por la exportación de armas, pese a que la legislación del
país prohíbe su envío a regiones en donde se desarrollan conflictos
militares.
La Coalición que lidera Angela Merkel
remarcó, luego de las últimas elecciones federales, que es necesario
mejorar la imagen del Ejército federal y aumentar su presencia en las
universidades y escuelas para potenciar su labor de propaganda, según
declaraciones de la Ministra de Defensa, Ursula von der Leyen. A esto se
suman las intenciones previas de dotar las fuerzas militares con drones
y de participar del despliegue de la OTAN ante “presuntas agresiones”
por parte de Rusia. La inversión en armamento y aparatos de combate son
actualmente los dos objetivos centrales en la reforma militarista.
Para justificar la reciente intervención
de Alemania en el conflicto ucraniano, el Ministro de Asuntos
Exteriores, Frank – Walter Steinmeier, indicó que “lo que sucede en Kiev
no puede dejarnos indiferentes”, por esto, incentivó a su país a
desarrollar “un papel mas activo” en el exterior. Destacó que “Europa
debe seguir haciendo todo lo que esté en su mano para evitar que Ucrania
se hunda en la anarquía y en la guerra civil” y defendió el incremento
de la militarización de su política exterior argumentando que es en
realidad una “correcta moderación en las acciones militares” para
“defender la causa europea”.
Aunque parezca nueva, esta orientación
en política exterior ya había sido plasmada con anterioridad por el ex
Ministro de Defensa del gobierno de Helmut Kohl, Volker Rühe, quien se
encargó de sintetizar su propuesta en un libro titulado “Deutschlands
Verantwortung” (“la responsabilidad de Alemania”).
En este libro destacaba que su país
ocupa una posición clave en el desarrollo de las estructuras europeas,
en términos políticos y económicos, motivo por el cual debe “imponer una
austeridad salvaje a los países económicamente más débiles de la Unión
Europea (UE), de tumbar a gobiernos que no se someten suficientemente o
con la celeridad suficiente a los dictados de la Troika y de privar a
los parlamentos y los gobiernos de estos países de toda soberanía de
decisión, sobre todo en materia presupuestaria”. Hoy estas motivaciones
continúan vigentes.