miércoles, 2 de abril de 2014

EL ARZOBISPO DE CÓRDOBA AUTORIZA EL BAUTISMO DE UNA NIÑA ADOPTADA POR UN PAREJA DE LESBIANAS

EL ARZOBISPO DE CÓRDOBA AUTORIZA EL BAUTISMO 
DE UNA NIÑA ADOPTADA POR UN PAREJA DE LESBIANAS
Pocos días después de salir a la luz las lamentables declaraciones del vicario general de la diócesis de La Rioja, según las cuales no habría problema alguno en que una persona transexual oficiara de madrina de bautismo, nos sorprendió la semana pasada otra noticia no menos lamentable -aunque sí mucho más ruidosa y relevante-, cuya trascendencia para la vida eclesial argentina todavía es difícil de calcular, a saber: la autorización del arzobispado de Córdoba para la celebración del bautismo de Umma Azul, niña adoptada por una pareja de lesbianas, que se realizará, si nada lo impide, el próximo 5 de abril por la tarde nada menos que en la catedral Nuestra Señora de la Asunción, sede del arzobispo cordobés, quien habría dado él mismo en persona la autorización para la celebración bautismal, a cargo del párroco Carlos Varas. Por si esto fuera poco, el mismo día por la mañana la pareja recibirá el sacramento de la confirmación.
Desde luego, el hecho ha sido noticia desde que se dio a conocer -si bien todavía la confirmación y el bautismo no se han celebrado-, y, como era previsible, la manipulación mediática se apoderó pronto del mismo a fin de interpretarlo como una “apertura” de la Iglesia al reconocimiento del “matrimonio igualitario”; lo cual no hace más que poner de manifiesto la peligrosísima y negligente ambigüedad de un gesto calificado de “pastoral”, como se dice echando mano de un término lo suficientemente vago como para justificarlo todo. Por lo demás, se han dejado simplemente de lado los requisitos elementales que la Iglesia señala tanto para el bautismo (Canon 868 § 1 del CIC: “Para bautizar lícitamente a un niño se requiere:… 2º que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa esperanza, debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a sus padres”), cuanto para la confirmación, que como sacramento de vivos debe ser recibido en estado de gracia.
 A pesar de la perplejidad que suscita entre los católicos fieles esta determinación del arzobispo cordobés, no es posible dejar de advertir que la misma se halla en continuidad con la sistemática falta de claridad que desde hace años es cada vez más frecuente en la conducción de la jerarquía eclesiástica, y que, más que ninguna otra cosa, deja el sabor amargo de la claudicación ante los criterios del mundo, allende todos los motivos de naturaleza pastoral que se pretenden invocar para evadir, en definitiva, la responsabilidad del testimonio de la verdad. Por el contrario, en este caso como en otros, la supuesta benevolencia del gesto no hace más que colocar entre paréntesis la reiterada enseñanza de la Iglesia sobre la materia, y es de creer que escaso será el fruto, cuando la exhortación a conformar la propia vida con el Evangelio brilla por su ausencia.
En este contexto, sigue siendo nuestro deber como católicos el permanecer fieles a la Iglesia, y el ofrecer nuestras vidas por el reinado de Jesucristo, rezando a Dios y a su Santísima Madre en medio de la aflicción. En el día de la fecha, el ejemplo del beato mártir Anacleto González Flores nos ilumina y fortalece con su grito de “¡viva Cristo Rey!”, y por eso es también a él a quien nos encomendamos.

Publicado por ANC