La visión bélica del gobierno para destruir la riqueza
TODO ES UNA GUERRA
A
principios de año el Secretario de Comercio, Costa, explicó los
beneficios del programa Precios Cuidados. Uno de los argumentos que
esgrimió es que los acuerdos entre la industria y los supermercados
permitan una rentabilidad razonable. Hasta el momento, desconocemos qué es una rentabilidad razonable para el Gobierno.
¿Qué
porcentaje de ganancia definen como “razonable”? En rigor, no hay
ningún parámetro para definir la razonabilidad de una rentabilidad en un
mercado libre. Luego lo explicaré, pero tal vez pueda ensayar algún
número “razonable” para el Secretario, que podría ser el aumento del
158% en 2008 en el patrimonio de los Kirchner y que Oyarbide lo aceptó
como válido.
Resulta
realmente irónico que el kirchnerismo hable de rentabilidad razonable
cuando varios de sus funcionarios tienen aumentos patrimoniales tan
veloces que Bill Gates parece tener un kiosco de cigarrillos y golosinas
en comparación con la legión de funcionarios kirchneristas y sus
crecimientos patrimoniales.
Resulta
realmente delirante que mientras los burócratas de turno llenan sus
planillas de Excel para analizar costos y rentabilidad, el BCRA quede
patrimonialmente quebrado por la emisión monetaria, la pérdida de
reservas y la acumulación de papeles del tesoro sin valor de mercado. Es
decir, en vez de entender que no son los precios los que suben, sino
que es la moneda la que se desvaloriza, los burócratas se entretienen
viendo cuál es el costo de los insumos, los salarios y demás rubros en
la producción de un bien para, por algún criterio mágico, determinar la
utilidad razonable de una empresa para llegar al precio que debe
venderle a un supermercado sus mercaderías. Y luego hacen el mismo
inútil ejercicio con el supermercado para llegar al precio final en que
debe vender para tener una utilidad “razonable”.
Le pregunto al lector, ¿cuándo
Ud. llega a la caja del supermercado, le pide al cajero la planilla de
costos del súper para saber cuánto gana el gerente financiero, cuánto
gasta de luz, etc. o se limita a comparar precio y calidad del producto?
A la gente no le interesa el costo de cada empresa, sino que la
relación precio y calidad de cada producto sea la que desea, en
consecuencia, Costa llena planillas de Excel que a nadie le interesa
pero creen que controlando los costos evitan la inflación que genera el
BCRA por el déficit fiscal que le financia.
Un
solo dato, el BCRA acaba de “dibujar” utilidades tomando el mayor valor
de las letras instransferibles que le enchufa el tesoro para quitarle
las reservas. Como esas letras están nominadas en dólares, la
devaluación de enero le generó “utilidades” por U$S 62.000 millones que
en cualquier momento se los transfiere al tesoro emitiendo moneda contra
utilidades ficticias y que, además, son devengadas, no realizadas
porque esos bonos vencen del 2016 en adelante. Es decir van a emitir
contra utilidades que no existen, cobrar el impuesto inflacionario y
mientras tanto, Costa se entretiene revisando las planillas de costos de
las empresas, dato que no sirve de nada porque para poder comparar
costos la moneda tiene que servir como unidad de cuenta. Comparar pesos de enero de 2012 con enero de 2014 no tiene ningún sentido, porque la inflación distorsionó los precios. Bien, a esa actividad improductiva se dedica el Secretario de Comercio.
Y
como si esto fuera poco, el inútil trabajo de Costa y Kicillof impide
la inversión y en consecuencia la creación de puestos de trabajo.
Es
que, justamente las ganancias extraordinarias surgidas de la libre
competencia indican dónde hay una demanda insatisfecha. Algo que la
gente demandaba y la oferta no estaba cubriendo. El que primero descubre
esa demanda insatisfecha tiene una ganancia extraordinaria, luego
llegan competidores que lo copian, aumentan la oferta, baja el precio y
la tasa de rentabilidad disminuye hasta tender a igualarse al resto de
los sectores productivos. No hay nada más pacífico y civilizado que el
mercado. Los empresarios obtienen ganancias solo si logran satisfacer
las necesidades de los consumidores. Lo que se denomina intercambio
pacífico y voluntario. Y los empresarios compiten entre sí por ofrecerle
al consumidor, la mejor combinación de precio y calidad
En
cambio, Kicillof y sus colaboradores, no ven la actividad económica
como una actividad pacífica y de cooperación. Todo lo ven como una
guerra. Basta con escuchar sus
declaraciones sobre comercio: defender la producción nacional, lucha por
la distribución del ingreso, competencia desleal. Para ellos todo es
enfrentamiento. Al igual que en el discurso político, no pueden concebir
una sociedad trabajando en paz y armónicamente. Todo tiene que ser una
guerra. Inventar un enemigo. Investigar sus cuentas. Denunciarlo como
desestabilizadores. Golpistas. Y, como en toda guerra se destruye
riqueza, esta política económica, concebida como un enfrentamiento
bélico, no hace más que destruir riqueza.
Por
su parte, la política también ve como todo como una guerra. Si
combinamos la “guerra” política con la “guerra” económica que imagina o
inventa el Gobierno, no podemos tener otro resultado que un país cada
vez más pobre, porque el gobierno destruye riqueza en su concepción
bélica de la vida argentina.
En
definitiva, han sumergido al país en una guerra de todos contra todos.
Y, como decía antes, de una guerra nunca surge riqueza. Surge la pobreza
más atroz que este gobierno está generando.