LEY DE LINCH
Guillermo Rojas
Ahora los medios sacan a la luz
cosas que desde hace años se registran en nuestra sociedad anarquizada hasta
niveles inconcebibles. Los casos de justicia por mano propia ante la absoluta
inacción de las instituciones responsables. La gente está harta de ser robada,
asesinada, violada sin que ningún responsable de ese estado de cosas se inmute. Está harta de la impunidad del
crimen. Pero no digamos que esto que ocurre, ocurre desde antes de ayer cuando un ratero fue duramente castigado
en Barrio Norte u otro ladrón muriera a manos de vecinos indignados e Rosario.
Esto, para desgracia y desmentida
del clasismo marxistoide es lo que suele suceder con los violadores en los
barrios más humildes. Son duramente castigados, cuando no muertos, y sus
viviendas quemadas. Cosa que ocurre también con los narcos que envenenan a la
gente con paco u otras porquerías. Los más humildes, los pobres, saben que si
no se protegen ellos nadie los va a venir a defender, lo saben por sufrirlo mil
veces en carne propia. Sentido común que le dicen.
De modo tal que esto no es para estigmatizar
a los adolecentes pobres, como piensa el perverso locador de prostíbulos,
y reformador de códigos Eugenio Zaffaroni. Sino que se trata de una conducta
que va invadiendo a toda la sociedad, conteste de que el estado progresista es
como esa misma ideología meras palabras. Un verso
que difunden los sectores de poder
mediante sus intelectuales orgánicos vendedores de humo, por
ideologismo, por comodidad o por ineptitud para las funciones que tienen
asignadas.
La reforma del Código Penal, en
clave garanto abolicionista está gobernada con ese espíritu y a contramano de
lo que piensa la inmensa mayoría de todos los argentinos. Pero ya sabemos al
perverso ideológico poco le importa la realidad, solo le interesan las ideas y
prejuicios que vagan dentro de su cabeza. Si esta reforma se plasma la ominosa
sombra de Linch se dibujara con contornos cada vez más patentes sobre nuestra Patria.
Terminaremos con escuadrones de la muerte o grupos de autodefensa alzados en
armas como en México. Lugar que se deja vacio otros lo ocupan. Tengamos por
seguro que la sociedad no se va a dejar matar a mansalva por discursetes de chantas como Zaffaroni.
Verbitzky o el CELS verdadera cocina del abolicionismo penal.
Tampoco va a ser suficiente con
que los medios y los idiotas predicadores del estado de derecho hagan campaña horrorizándose por los pobres
delincuentes muertos en violación de la ley, cuando en Argentina el denominado
estado de derecho se reduce al capricho de los bandidos que cada cuatro años
toman a saco el poder y se retiran llenos de oro sin rendir cuentas.-
La verdad sea dicha ya hemos
reseñado mil veces cuales son los componentes de la barbarie criminal que nos
inunda y como es consecuencia de un sistema que ha dislocado en 30 años la
sociedad argentina sumergiéndola en la guerra social que hoy apreciamos cada
vez de forma más patente llevada al paroxismo en estos últimos diez años de
odio y estupidez. Esto no se va a arreglar con emergencias de seguridad ni con más
policías en la calle, sino con la reforma absoluta y total de la Argentina en
lo político donde impera la peor delincuencia, en lo económico, donde la
delincuencia alimenta el hambre y la injusticia y la entrega, en lo social para
volver a su quicio a una sociedad destruida por la predica disolvente, la droga
y los ejemplos de impunidad del poder ( no hay un solo político venal preso),
en sus valores y virtudes y cultural para volver a la cultura netamente
argentina de los valores religiosos patrióticos y familiares.
Lo contrario a ese rumbo será continuar
con este camino de destrucción, donde el estado no exista y la única “justicia”
sea le ley de Linch.