martes, 8 de abril de 2014

LEY DE LINCH

LEY DE LINCH


Guillermo Rojas
Ahora los medios sacan a la luz cosas que desde hace años se registran en nuestra sociedad anarquizada hasta niveles inconcebibles. Los casos de justicia por mano propia ante la absoluta inacción de las instituciones responsables. La gente está harta de ser robada, asesinada, violada sin que ningún responsable de ese estado de cosas  se inmute. Está harta de la impunidad del crimen. Pero no digamos que esto que ocurre, ocurre desde antes de  ayer cuando un ratero fue duramente castigado en Barrio Norte u otro ladrón muriera a manos de vecinos indignados e Rosario.
Esto, para desgracia y desmentida del clasismo marxistoide es lo que suele suceder con los violadores en los barrios más humildes. Son duramente castigados, cuando no muertos, y sus viviendas quemadas. Cosa que ocurre también con los narcos que envenenan a la gente con paco u otras porquerías. Los más humildes, los pobres, saben que si no se protegen ellos nadie los va a venir a defender, lo saben por sufrirlo mil veces en carne propia. Sentido común que le dicen.
 De modo tal que esto no es para estigmatizar a los adolecentes pobres, como piensa el perverso locador de prostíbulos, y reformador de códigos Eugenio Zaffaroni. Sino que se trata de una conducta que va invadiendo a toda la sociedad, conteste de que el estado progresista es como esa misma ideología meras palabras. Un verso que difunden los sectores de poder  mediante sus intelectuales orgánicos vendedores de humo, por ideologismo, por comodidad o por ineptitud para las funciones que tienen asignadas.
La reforma del Código Penal, en clave garanto abolicionista está gobernada con ese espíritu y a contramano de lo que piensa la inmensa mayoría de todos los argentinos. Pero ya sabemos al perverso ideológico poco le importa la realidad, solo le interesan las ideas y prejuicios que vagan dentro de su cabeza. Si esta reforma se plasma la ominosa sombra de Linch se dibujara con contornos cada vez más patentes sobre nuestra Patria. Terminaremos con escuadrones de la muerte o grupos de autodefensa alzados en armas como en México. Lugar que se deja vacio otros lo ocupan. Tengamos por seguro que la sociedad no se va a dejar matar a mansalva por  discursetes de chantas como Zaffaroni. Verbitzky o el CELS verdadera cocina del abolicionismo penal.
Tampoco va a ser suficiente con que los medios y los idiotas predicadores del estado de derecho hagan campaña horrorizándose por los pobres delincuentes muertos en violación de la ley, cuando en Argentina el denominado estado de derecho se reduce al capricho de los bandidos que cada cuatro años toman a saco el poder y se retiran llenos de oro sin rendir cuentas.-
La verdad sea dicha ya hemos reseñado mil veces cuales son los componentes de la barbarie criminal que nos inunda y como es consecuencia de un sistema que ha dislocado en 30 años la sociedad argentina sumergiéndola en la guerra social que hoy apreciamos cada vez de forma más patente llevada al paroxismo en estos últimos diez años de odio y estupidez. Esto no se va a arreglar con emergencias de seguridad ni con más policías en la calle, sino con la reforma absoluta y total de la Argentina en lo político donde impera la peor delincuencia, en lo económico, donde la delincuencia alimenta el hambre y la injusticia y la entrega, en lo social para volver a su quicio a una sociedad destruida por la predica disolvente, la droga y los ejemplos de impunidad del poder ( no hay un solo político venal preso), en sus valores y virtudes y cultural para volver a la cultura netamente argentina de los valores religiosos patrióticos y familiares.
Lo contrario a ese rumbo será continuar con este camino de destrucción, donde el estado no exista y la única “justicia” sea le ley de Linch.