Un 28 de abril hace 40 años era asesinado un honorable juez de la Nación, el Dr. Jorge Vicente Quiroga
Donde no hay Justicia para Todos no hay Justicia. Tampoco hay Memoria.
Esta nota, más que un EJERCICIO DE MEMORIA, pretende ser un Homenaje a
un MÁRTIR DE LA JUSTICIA, el Dr. Jorge Vicente Quiroga, ex Juez de la
Cámara Federal Penal, órgano judicial que enjuiciaba a los terroristas.
El Dr. Jorge Vicente Quiroga integró hasta su disolución, la Cámara
Federal en lo Penal que juzgó a los delitos calificados como subversivos
entre 1971 y 1973. Paralelamente a la disolución, ese trágico 26 de
mayo de 1973 también se dictó la Ley de Amnistía, que liberó a todos los
guerrilleros que estaban presos por acción de la Cámara Federal en lo
Penal y se derogó toda la legislación existente para combatir a la
subversión, que indiscriminadamente tenía como blanco en su mayoría a la
población civil. Es decir, se dejó al país sin defensa legal contra el
terrorismo. Y así nos fue.
Los terroristas que vilmente asesinaron al Dr. JORGE VICENTE QUIROGA
fueron Marino Amador Fernández y Raúl Argemi (actualmente es un escritor
de relativo éxito y reside en España) los cuales, debido a la
deplorable Ley de Amnistía, habían sido en ese entonces liberados de la
cárcel por el entonces Presidente de la Nación Dr. Héctor Cámpora y su
Ministro del Interior Dr. Esteban Righi; hoy además, ex Procurador
General de la Nación del gobierno kirchnerista. PARA SUS ASESINOS, SI
HUBO OLVIDO Y PERDON… algunos como el ex Jefe del Ejercito Bendini,
dirán ‘atacantes’; otros… ‘jóvenes idealistas’. Yo los llamo por su
calificativo más directo, ASESINOS EX TERRORISTAS.
Así murió el Dr. Quiroga… y así vive hoy su asesino… Veamos:
“14:30 hs. del 28 de abril de 1974, Raúl Argemí venía en moto con
Marino Amador Fernández por las calles frenéticas del centro de Buenos
Aires. Desandaban la calle Viamonte esquivando gente y autos. En la
esquina de Montevideo casi chocan contra el auto de un Juez, que les
tomó la patente. Tal vez iban distraídos pensando en los datos que les
había cantado, bajo tortura, el Dr. Carlos Alberto Bianco, al que tenían
secuestrado desde hacía varios días. La moto hizo una maniobra extraña y
frenó justo en el 1506 de Viamonte. Desde calle Paraná venía cruzando,
puntual, el ex Juez Jorge Vicente Quiroga. Él también iba aquella tarde
al 1506 de Viamonte, a visitar a su amigo el Juez Rébori. Marino Amador
Fernández y Raúl Argemí lo sabían. Lo dejaron pasar, y se bajaron de la
moto, sacaron sus metralletas Halcón, y le dispararon 14 balazos a
quemarropa… con esos balazos, el ERP intentaba vengar a sus camaradas
enjuiciados por Quiroga, ex Juez de la Cámara Federal Penal, órgano
judicial que enjuiciaba a los terroristas, y puntualmente desarticulada
por Héctor J. Cámpora. Cámpora había amnistiado a todos los terroristas
enjuiciados por “el camarón”, pero ya se sabe cómo es de venenosa la
venganza, en la sangre resentida de los asesinos. El ex juez Quiroga
cayó en agonía, ellos subieron a la moto y salieron a toda velocidad
mientras la gente huía despavorida. Quiroga se desangró en la vereda.
Murió dos horas más tarde en el hospital Rawson. Una placa roñosa y
desteñida en un rincón del edificio de Tribunales de Capital Federal,
recordó muchos anos con timidez a Quiroga. Mártir de la justicia. Hoy
esa Placa recordatoria ya no está más, seguramente molestaba la
‘conciencia’ de algunos. La policía del Presidente Perón llegó en pocas
semanas hasta la calle Fragata Sarmiento 1071 en Ramos Mejía. Allí
encontraron un rastrojero robado preparado con una bomba de 3 kilos de
trotyl, un indicador eléctrico mecánico de activación, una ametralladora
Halcón cargada, una falsificadora de credenciales, papeles del ERP,
miles de proyectiles y un cuaderno con los datos de un funcionario
judicial secuestrado: el Dr. Bianco. Argemí, Violeta Ana Moratto y
Fernández, fueron acusados por el homicidio del ex juez Quiroga,
tenencia de armas de guerra y de explosivos, acopio de municiones,
asociación ilícita calificada y uso de documentos falsos en concurso
real. Y se les sumó luego la sentencia por el homicidio de Quijada,
total: 25 años. Pero por distintas amnistías y reducciones de penas,
salieron todos el 15 de agosto de 1984. Para ellos sí hubo Olvido y hubo
Perdón. Raúl Argemí vive en España, escribiendo con orgullo sus
“locuras” juveniles de asesinatos callejeros. Vuelvo a recordar que
algunos como Bendini le dirá “atacante”, otros “joven idealista”. Yo
tengo aquí la obligación de recordarlo como Asesino, como lo que fue.
Para quienes no lo sepan, Raúl Argemí fue miembro del grupo terrorista
argentino ERP 22 de agosto, un grupo que se dedicaba, básicamente, a
descoser a balazos a civiles y uniformados en la vía pública. Graciela
Lilian Lavalle de Reyna, declaró ante la Cámara Federal Penal que en los
70, en una casa donde ella y su célula terrorista recibía
adiestramiento, al dueño de casa se le escapó un tiro. Con ese tiro (NG)
“Julio” mató a su esposa, curiosamente, de apellido Argemí… y desde ese
momento, cuenta la testigo, todos los que asistían a esa casa tuvieron
que pasar a la clandestinidad. Raúl Argemí, de todos modos, se las
ingenió para pasar al bronce terrorista con muertes “mejores” que la de
su compañera de “fierros” y de cama. Años más tarde fue detenido,
enjuiciado y sentenciado a 25 años de prisión por la muerte del juez de
aquella Cámara Federal donde su “cumpa” lo “batió”. Sí, don Raúl Argemí
fue uno de los que acribilló al juez Quiroga en el barrio porteño de
Tribunales. También el tribunal lo encontró responsable de la muerte del
Almirante Quijada. Pero claro don Argemí se las ingenió para salir en
libertad 15 años antes de cumplir su condena, con un indulto del ex
Presidente de facto Reynaldo Bignone. Y se las ingenió, para cobrarle
una suculenta indemnización al Estado. Ahora vive en España, donde mata
el tiempo escribiendo oscuras novelas de ‘familias con muertes’. Obvio,
sabe lo que escribe. El tipo se las ingenió para borrarse del mapa, y de
la historia.”
Conclusiones:
Interpreto que el objeto de la muerte del doctor Quiroga fue el
asesinato de un Juez de la Nación que juzgó a terroristas aplicando el
derecho, y que a pesar del tiempo transcurrido no ha sido debidamente
homenajeado, habiéndonos regalado su vida a los argentinos por la
administración de la Justicia con mayúsculas. No le tembló la mano al
Dr. Quiroga cuando tuvo que firmar las sentencias de estos criminales, a
pesar de las constantes amenazas contra su vida que recibía. Fue un
prestigioso Juez, valiente como pocos y un hombre de bien, que honró al
Poder Judicial y al país. Sabía que con cada sentencia, ‘firmaba su
sentencia de muerte’ pero siguió adelante.
Como consecuencia de la muerte del Dr. Quiroga, por parte de
guerrilleros del ERP, ningún Juez, a partir de ese momento y hasta el
año 1976, se animó a juzgar a los integrantes de las diversas
organizaciones subversivas que asolaron al país en el pasado reciente.
Recordemos que el Dr. Righi ex Procurador General de la Nación del
gobierno kirchnerista -cómplice y socio del actual régimen neo
montonero- se fue de su cargo y dejo así impunes 22.000 atentados
subversivos que causaron dos mil muertos y más de doce mil heridos o
inválidos vitalicios siendo el 40% civiles inocentes, y antes de
hacerlo, el ex Ministro del Interior de Cámpora, otrora, autor de los
“indultos” y la “la Ley de Amnistía”, que abrió las cárceles el 25 de
mayo de 1973; en el año 2007, dicto una Resolución, la N 158/07,
procurando con ello impedir la investigación de los crímenes de las
organizaciones terroristas, y así conocer la verdad completa de los
crímenes.
Estos asesinos del Juez Quiroga, Marino Amador Fernández y Raúl
Argemi, son nada más ni nada menos los mismos criminales convictos a
quienes el “bebé” Righi y el gobierno Camporista, les abriera
incondicionalmente el portón de la prisión de Villa Devoto, aquel
nefasto 25 de mayo de 1973.
Si esa Cámara Federal no hubiese sido derogada y se hubiese seguido
juzgando a los guerrilleros conforme a derecho, probablemente nuestra
historia Argentina seria otra. No nos olvidemos del Dr. Quiroga, un
Honorable y gran Juez de la Nación.
Donde no hay Justicia para Todos. No hay Justicia. Tampoco hay Memoria.