NACIONALES
Ernesto ALONSO
¡Marche una de muzza con perdón antidiscriminatorio!
EN LA ISLA DE LESBOS
La pizzería Kentucky pidió perdón por echar a una pareja de lesbianas que se estaba besando". Éste es el titular de la noticia que publicó "La Nación" en su edición on line del pasado miércoles 19 de noviembre de 2014. En la bajada de la noticia, el matutino agregaba: "Luego del escrache que se realizó la semana pasada, la empresa decidió disculparse y anunció que tomaron todos los recaudos necesarios para que no vuelva a pasar".
Publicado por Revista Cabildo Nº 111
Meses de Enero/Febrero de 2015
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El hecho ocurrió el 1a de noviembre cuando unos mozos le pidieron a Magdalena de Santo y Marisol Sensón que se retiraran del local de Billinghurst y Corrientes (Capital Federal) porque era "un lugar familiar". La pareja se fue, después de pedir el libro de quejas, y organizó un escrache el viernes 14 de noviembre en el que invitaron a parejas de homosexuales a que fueran a besarse a la puerta del local.
En desacuerdo con lo actuado por la pizzería Kentucky (PK) me puse a meditar sobre esta suerte de "nuevo ethos público" que se viene consolidando desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario.
¿Cómo defendernos de esta implacable "ética pública de la diferencia y la diversidad" que avasalla todo derecho, decoro y dignidad posibles?
¿Cómo sostener con razones argumentativas que la conducta de las lesbianas es inmoral, que repudiable es también lo que hizo la PK y que lo único razonable fue lo que hicieron los mozos que echaron a las lesbianas?
Puestos a debatir razones, una mayoría adocenada se preguntaría qué tiene de malo que dos mujeres se besen si se quieren y son libres. Sería el peor de los casos y el de ocurrencia más probable. Pero sería la pérdida de todo juicio y la extinción de todo valor en aras de libertades irrestrictas y de igualdades indistintas. ¿Es que acaso no importaría que los más pequeños, y aún los adultos, fueran acostumbrándose a ver y a convivir con estas prácticas de igualación de identidades y de promoción de libertades?
HEDONISMO, GARANTISMO Y PROPAGANDA, O LA ÉTICA DEL DESMADRE
En un sentido, creo que el colectivo igbt (lesbianas, gays, bisexuales y transexual es irreductible. Cuentan con todo a su favor para seguir enrareciendo el orden público con pleno ejercicio de sus derechos y garantías sin que nadie perciba en dicho ejercicio peligro alguno, no sólo para la identidad e integridad personales, sino también para el cultivo y el aprovechamiento de bienes comunes que hacen a la integridad y a la felicidad de los individuos, de las familias y de las instituciones.
Tienen todo a favor. Veamos. En primer lugar, una suerte de ética pública profundamente relativista por la que cualquier opinión o punto de vista goza de absoluta e indiscutible legitimidad sólo por el hecho de que haya sido emitido por un "sujeto personal" cualquiera sea su condición, laya o ralea. En un espacio público donde el conocimiento de la verdad y la proclamación de verdades sufren constantes ultrajes y donde cualquier eunuco, patán o enteco, por ser tales, tienen todos los derechos y privilegios "con tal de que paguen puntualmente sus impuestos y cargas" es evidente que no habrá modo de «estigmatizar» el discurso homosexual como gravoso para el orden social.
También el hedonismo hace su parte pues esta ética pública que estoy describiendo ha consagrado el "ejercicio del placer" como la más poderosa máxima existencial. Nada fuera del placer, todo dentro del placer, se nos predica y enseña desde la mañana hasta la noche.
Si esta ética pública del "destape" concede legitimidad a la comunidad Igbt, el permisivismo jurídico le concede los derechos y las garantías que necesitan o quieren. El "argumento jurídico" tiene una importancia decisiva a la hora de batallar en el espacio público pues una vez que una pretensión, por desordenada o antinatural que fuere, obtiene reconocimiento y sanción jurídicos hay poco margen de acción para contraatacar. La ley positiva ejerce un tipo de docencia respecto de conductas deseables y de aquellas no deseables que contribuye a ir definiendo un "sentido" de lo que es moralmente legítimo, bueno, razonable como también de aquello que es reprobable. Desde Aristóteles sabemos que la ley no sólo legisla, sino que también enseña.
En tercer lugar, además de la ética pública del destape y del permisivismo jurídico campante, está el modelo interpretativo propuesto por los medios de comunicación social. Es bien sabido que los medios "construyen" la realidad social al determinar, o condicionar fuertemente, de qué se debe hablar y de qué no se puede o no se debe hablar. Pero más grave aún es que suelen orientar los "sentidos" con los que han de interpretarse los hechos. Los medios de comunicación social provocan y sostienen efectos psicológico-sociales en el largo plazo "conformando una mentalidad" y "generando un modo de conciencia" respecto de los hechos que, como acabo de decir, suelen ser definidos por los mismos medios. Pues bien, también en este aspecto y con este brazo, el colectivo ¡gbt tiene las de ganar. Los medios de comunicación social suelen promover interpretaciones favorables, complacientes y "humanas", por decirlo así, de las intenciones, las conductas, las acciones y las pretensiones de gays, transexuales, homosexuales, etc.
~ Y en sentido contrario, suelen desvalorizar discursivamente, con las políticas del lenguaje que sean pertinentes según los casos, las denuncias y las acciones de quienes se opusieren a los reclamos y pretensiones de Igbt.
Esto es, y para decirlo con George Orwell, los medios de comunicación social edifican una suerte de "ortodoxia" sobre las prácticas sociales de gays, lesbianas, etc., que también es extremadamente difícil resistir y contradecir.
Mas, con todos estos poderes a su favor no triunfa la razón homosexual en la batalla de los argumentos por la verdad. Tienen consigo todas las fuerzas de la persuasión, de la ley y de la acción pero no están "en la verdad". Están, sí, en el griterío y en la vociferación de sus propios derechos que no son sino los ecos bien vestidos de sus apetitos y de sus concupiscencias, de sus historias y dramas personales convertidos en el teatro ejemplar del mundo vulgar. Están triunfando pero en verdad es una penosa derrota. Es la derrota del bien público a favor del bienestar del individuo; es la pérdida de los sentidos sociales que congregan y educan a favor de una cáfila de egoístas y depredadores. Es el desmoronamiento de la visión iluminada en beneficio de miopes incapaces del recto sentido. Es el arribismo del individualismo en detrimento del buen sentido comunitario por el que el bien de la ciudad era el bien del hombre y el de su familia.
Es cierto que no es fácil convencerlos con la ominosa y potente puesta en escena de la ética del desmadre, del permisivismo jurídico y del terrorismo verbal del sofisma. Pero ellos no triunfan sino en la ciudad de las sombras. Y no habrá manera de argumentarles, ni de convencerlos, ni de encarrilarlos a menos que haya una metamorfosis profunda de los fundamentos espirituales de nuestra ciudad. A menos que el relativismo abandone sus fueros en beneficio del reino de la verdad y del buen sentido; a menos que la ley reciba como en su casa la justicia y la equidad y a menos que la palabra pública ate su vuelo y su destino al criterio recto y sabio; a menos que sucedan estos tres milagros no habrá modo de enderezar a los hombres desmadrados. El individualismo es casi invencible si cuenta con tan astutos, amplios y activos aliados. El discurso verdadero no tendrá asiento en la escuela, en los tribunales, en la plaza pública mientras no mueran el libertino desenfrenado, el escéptico macilento, el juez inicuo y el sofista mediático.
EL RETORNO DE SANCHO A SU ÍNSULA AGATHÁURICA
Quiero concluir festivamente, a la manera del cura Castellani, recordando y parafraseando los decretos y festejos del Gobernador Sancho, el Único.
En la ínsula Agatháurica si existieran pizzerías no debieran llamarse Kentucky si hay buenos nombres castellanos, o en todo caso italianos, que puedan emplearse. No se venderá más la "pizza de la abominación" hasta tanto todos los locales sean debidamente purificados del bacilo de la diversidad sexual y de la ideología del género; males, todos, peores que la presencia masiva de cucarachas y ratas en cocinas, baños y depósitos.
Por decreto de Sancho Gobernador la empresa ofrecerá estas cuatro disculpas:
1) A la inocencia de los niños, ultrajada.
2) A las familias vilipendiad sin otro aditamento pues decir -"heterosexuales" es un pecado de tautología.
3) Al orden natural y al sentido común, violentados.
4) A Dios, creador del varón y de la mujer y autor del matrimonio y de la familia, humillado.
La pizzería del nombre yankee y del pecado aborrecible de despreciar el recto juicio y negar la luz deberá subir a su perfil de Facebook estas cuatro disculpas y retirará públicamente el pedido de perdón a las lesbianas pues ha de saberse que sus empleados no cometieron acto reprobable alguno desde el punto de vista moral. Y desde el punto de vista jurídico, se aguardará el advenimiento de hombres justos que puedan derogar la iniquidad jurídica que oprime impiadosamente a familias, a niños, al orden natural y a Dios Creador.
Se planificará una capacitación en recursos humanos que tenga en cuenta los siguientes contenidos:
1) Los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre "Los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales" y del "Catecismo de ¡a Iglesia Católica" entre otros múltiples textos, Son estudio serio y dedicado mediante exposición y toma de apuntes.
2) Se leerá a Santo Tomás de Aquino, tal Vez alguna obra catequética tratándose del personal de una pizzería, al menos para saber que la razón es capaz de conocer la verdad natural con sus solas fuerzas, que no cualquier opinión tiene derecho a recorrer nuestra ciudad como si fuera una verdad y que ningún invertido ha de merecer el perdón si ha cometido una canallada contra la recta razón, contra el orden natural y contra Dios, creador de dicho orden.
3) Se estudiarán de memoria algunos cánticos de las hinchadas de fútbol para recordar a los empleados que "un puto es un puto" y no un sujeto diferente o diverso que pertenezca a la categoría de la "otredad ontológica" pasible de todos los derechos y de ninguno de los deberes.
Y entonces sí, decretado y resuelto todo, los maestros pizzeros, con ardor y fervor, pondrán manos al trabajo pues los mozos ya están pidiendo: "¡Marche una de jamón y queso sin perdón antidiscriminatorio!" •
En desacuerdo con lo actuado por la pizzería Kentucky (PK) me puse a meditar sobre esta suerte de "nuevo ethos público" que se viene consolidando desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario.
¿Cómo defendernos de esta implacable "ética pública de la diferencia y la diversidad" que avasalla todo derecho, decoro y dignidad posibles?
¿Cómo sostener con razones argumentativas que la conducta de las lesbianas es inmoral, que repudiable es también lo que hizo la PK y que lo único razonable fue lo que hicieron los mozos que echaron a las lesbianas?
Puestos a debatir razones, una mayoría adocenada se preguntaría qué tiene de malo que dos mujeres se besen si se quieren y son libres. Sería el peor de los casos y el de ocurrencia más probable. Pero sería la pérdida de todo juicio y la extinción de todo valor en aras de libertades irrestrictas y de igualdades indistintas. ¿Es que acaso no importaría que los más pequeños, y aún los adultos, fueran acostumbrándose a ver y a convivir con estas prácticas de igualación de identidades y de promoción de libertades?
HEDONISMO, GARANTISMO Y PROPAGANDA, O LA ÉTICA DEL DESMADRE
En un sentido, creo que el colectivo igbt (lesbianas, gays, bisexuales y transexual es irreductible. Cuentan con todo a su favor para seguir enrareciendo el orden público con pleno ejercicio de sus derechos y garantías sin que nadie perciba en dicho ejercicio peligro alguno, no sólo para la identidad e integridad personales, sino también para el cultivo y el aprovechamiento de bienes comunes que hacen a la integridad y a la felicidad de los individuos, de las familias y de las instituciones.
Tienen todo a favor. Veamos. En primer lugar, una suerte de ética pública profundamente relativista por la que cualquier opinión o punto de vista goza de absoluta e indiscutible legitimidad sólo por el hecho de que haya sido emitido por un "sujeto personal" cualquiera sea su condición, laya o ralea. En un espacio público donde el conocimiento de la verdad y la proclamación de verdades sufren constantes ultrajes y donde cualquier eunuco, patán o enteco, por ser tales, tienen todos los derechos y privilegios "con tal de que paguen puntualmente sus impuestos y cargas" es evidente que no habrá modo de «estigmatizar» el discurso homosexual como gravoso para el orden social.
También el hedonismo hace su parte pues esta ética pública que estoy describiendo ha consagrado el "ejercicio del placer" como la más poderosa máxima existencial. Nada fuera del placer, todo dentro del placer, se nos predica y enseña desde la mañana hasta la noche.
Si esta ética pública del "destape" concede legitimidad a la comunidad Igbt, el permisivismo jurídico le concede los derechos y las garantías que necesitan o quieren. El "argumento jurídico" tiene una importancia decisiva a la hora de batallar en el espacio público pues una vez que una pretensión, por desordenada o antinatural que fuere, obtiene reconocimiento y sanción jurídicos hay poco margen de acción para contraatacar. La ley positiva ejerce un tipo de docencia respecto de conductas deseables y de aquellas no deseables que contribuye a ir definiendo un "sentido" de lo que es moralmente legítimo, bueno, razonable como también de aquello que es reprobable. Desde Aristóteles sabemos que la ley no sólo legisla, sino que también enseña.
En tercer lugar, además de la ética pública del destape y del permisivismo jurídico campante, está el modelo interpretativo propuesto por los medios de comunicación social. Es bien sabido que los medios "construyen" la realidad social al determinar, o condicionar fuertemente, de qué se debe hablar y de qué no se puede o no se debe hablar. Pero más grave aún es que suelen orientar los "sentidos" con los que han de interpretarse los hechos. Los medios de comunicación social provocan y sostienen efectos psicológico-sociales en el largo plazo "conformando una mentalidad" y "generando un modo de conciencia" respecto de los hechos que, como acabo de decir, suelen ser definidos por los mismos medios. Pues bien, también en este aspecto y con este brazo, el colectivo ¡gbt tiene las de ganar. Los medios de comunicación social suelen promover interpretaciones favorables, complacientes y "humanas", por decirlo así, de las intenciones, las conductas, las acciones y las pretensiones de gays, transexuales, homosexuales, etc.
~ Y en sentido contrario, suelen desvalorizar discursivamente, con las políticas del lenguaje que sean pertinentes según los casos, las denuncias y las acciones de quienes se opusieren a los reclamos y pretensiones de Igbt.
Esto es, y para decirlo con George Orwell, los medios de comunicación social edifican una suerte de "ortodoxia" sobre las prácticas sociales de gays, lesbianas, etc., que también es extremadamente difícil resistir y contradecir.
Mas, con todos estos poderes a su favor no triunfa la razón homosexual en la batalla de los argumentos por la verdad. Tienen consigo todas las fuerzas de la persuasión, de la ley y de la acción pero no están "en la verdad". Están, sí, en el griterío y en la vociferación de sus propios derechos que no son sino los ecos bien vestidos de sus apetitos y de sus concupiscencias, de sus historias y dramas personales convertidos en el teatro ejemplar del mundo vulgar. Están triunfando pero en verdad es una penosa derrota. Es la derrota del bien público a favor del bienestar del individuo; es la pérdida de los sentidos sociales que congregan y educan a favor de una cáfila de egoístas y depredadores. Es el desmoronamiento de la visión iluminada en beneficio de miopes incapaces del recto sentido. Es el arribismo del individualismo en detrimento del buen sentido comunitario por el que el bien de la ciudad era el bien del hombre y el de su familia.
Es cierto que no es fácil convencerlos con la ominosa y potente puesta en escena de la ética del desmadre, del permisivismo jurídico y del terrorismo verbal del sofisma. Pero ellos no triunfan sino en la ciudad de las sombras. Y no habrá manera de argumentarles, ni de convencerlos, ni de encarrilarlos a menos que haya una metamorfosis profunda de los fundamentos espirituales de nuestra ciudad. A menos que el relativismo abandone sus fueros en beneficio del reino de la verdad y del buen sentido; a menos que la ley reciba como en su casa la justicia y la equidad y a menos que la palabra pública ate su vuelo y su destino al criterio recto y sabio; a menos que sucedan estos tres milagros no habrá modo de enderezar a los hombres desmadrados. El individualismo es casi invencible si cuenta con tan astutos, amplios y activos aliados. El discurso verdadero no tendrá asiento en la escuela, en los tribunales, en la plaza pública mientras no mueran el libertino desenfrenado, el escéptico macilento, el juez inicuo y el sofista mediático.
EL RETORNO DE SANCHO A SU ÍNSULA AGATHÁURICA
Quiero concluir festivamente, a la manera del cura Castellani, recordando y parafraseando los decretos y festejos del Gobernador Sancho, el Único.
En la ínsula Agatháurica si existieran pizzerías no debieran llamarse Kentucky si hay buenos nombres castellanos, o en todo caso italianos, que puedan emplearse. No se venderá más la "pizza de la abominación" hasta tanto todos los locales sean debidamente purificados del bacilo de la diversidad sexual y de la ideología del género; males, todos, peores que la presencia masiva de cucarachas y ratas en cocinas, baños y depósitos.
Por decreto de Sancho Gobernador la empresa ofrecerá estas cuatro disculpas:
1) A la inocencia de los niños, ultrajada.
2) A las familias vilipendiad sin otro aditamento pues decir -"heterosexuales" es un pecado de tautología.
3) Al orden natural y al sentido común, violentados.
4) A Dios, creador del varón y de la mujer y autor del matrimonio y de la familia, humillado.
La pizzería del nombre yankee y del pecado aborrecible de despreciar el recto juicio y negar la luz deberá subir a su perfil de Facebook estas cuatro disculpas y retirará públicamente el pedido de perdón a las lesbianas pues ha de saberse que sus empleados no cometieron acto reprobable alguno desde el punto de vista moral. Y desde el punto de vista jurídico, se aguardará el advenimiento de hombres justos que puedan derogar la iniquidad jurídica que oprime impiadosamente a familias, a niños, al orden natural y a Dios Creador.
Se planificará una capacitación en recursos humanos que tenga en cuenta los siguientes contenidos:
1) Los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre "Los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales" y del "Catecismo de ¡a Iglesia Católica" entre otros múltiples textos, Son estudio serio y dedicado mediante exposición y toma de apuntes.
2) Se leerá a Santo Tomás de Aquino, tal Vez alguna obra catequética tratándose del personal de una pizzería, al menos para saber que la razón es capaz de conocer la verdad natural con sus solas fuerzas, que no cualquier opinión tiene derecho a recorrer nuestra ciudad como si fuera una verdad y que ningún invertido ha de merecer el perdón si ha cometido una canallada contra la recta razón, contra el orden natural y contra Dios, creador de dicho orden.
3) Se estudiarán de memoria algunos cánticos de las hinchadas de fútbol para recordar a los empleados que "un puto es un puto" y no un sujeto diferente o diverso que pertenezca a la categoría de la "otredad ontológica" pasible de todos los derechos y de ninguno de los deberes.
Y entonces sí, decretado y resuelto todo, los maestros pizzeros, con ardor y fervor, pondrán manos al trabajo pues los mozos ya están pidiendo: "¡Marche una de jamón y queso sin perdón antidiscriminatorio!" •