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CAPÍTULO IX
EL BAUTISMO DE SANGRE
"Enhorabuena que al Doctor Moreno no se le conceda el atributo de la clemencia". . . Colección de arengas en el foro, etc., página 19.
. . . —dice casi con orgullo el primer biógrafo del prócer, anticipándose a defenderlo contra la inculpación de sanguinario que podría hacerle la posteridad.
En esto se engañó: la posteridad no le ha hecho cargos, sino elogios. Los que denunciaron su psicosis sanguinaria fueron los hombres de su tiempo, sus contemporáneos, que lo conocieron de cerca.
Su biógrafo no rechaza la imputación, por el contrario la acepta con cierta jactancia y se limita a explicarla por eso que llaman razón de estado, que ha servido a los déspotas de toda época para justificar los más horrendos crímenes. . .
No tenía el doctor Moreno el atributo de la clemencia para los demás, . . pero la reclamaba para sí, cuando se veía en trance de ser juzgado.
Léanse las últimas palabras de su disertación ante los profesores de la Universidad de Chuquisaca, . .en 1802, al graduarse de doctor en derecho,. . y se verá a qué extremos llegaba en su propio interés quien se jactaba de carecer de aquel nobilísimo atributo.
Palabras tan melosas y suplicantes mejor quedarían en labios de una colegiala tímida, . delante de la mesa examinadora, . que en los de un muchacho de 23 años, sobre cuya descomunal energía se hacen lenguas sus turiferarios.
"Notorios
males —dice al impetrar misericordia, aludiendo a una reciente enfermedad que
acababa de sufrir— han arruinado en mí los escasos conocimientos que había
adquirido y en mucho tiempo estaré inhábil para mi reposición. Si con este
triste recuerdo logro excitar hacia mí
vuestra conmiseración, . yo habría recogido de ellos un abundante fruto".
. . .
Es decir:
Aunque mi examen no os parezca bueno, . os suplico que me aprobéis, y creáis
que mis deficiencias se deben al haber estado enfermo.
Los contemporáneos
de Moreno, . que nunca lo vieron en los sitios de peligro y mucho menos en los
campos de batalla, . conocieron, sin embargo, su pusilanimidad y sus odios.
"El miedo
engendra el odio", dice Tertuliano.
El teniente
inglés Ramsay, mandaba la goleta Misletoe, que condujo a Moreno cuando abandonó
Buenos Aires, hasta embarcarlo en la fragata mercante La Fama, a bordo de la
cual murió
El teniente
Ramsay escribe el 17 de enero de 1811 al almirante Courey, comunicándole las
últimas noticias del Río de la Plata, cuya política interna siempre ha
interesado grandemente a los ingleses, y al darle cuenta de los recientes
cambios de gobierno, le explica:
"El Doctor
Mariano Moreno era jefe de una fracción que profesa los principios de Robespier
y a él se debe la muerte de Liniérs". . . Anexo 8 del Despacho del Marqués de
Wellesley, de 4 de marzo de 1811. Estado: América en general, Legajo 2. (19) en el Archivo de Sevilla.
Don Cornelio de
Saavedra, en carta a don Feliciano Chiclana, enviado por la Junta a regir los
asuntos de Potosí, le comunica la caída de Moreno, a raíz de la incorporación
de los diputados de las provincias, que Moreno pretendió resistir con el
absurdo y antidemocrático empeño de que Buenos Aires gobernase a todo el
Virreinato. . .¡ A las provincias había que pedirles su sangre y su dinero, mas
no su opinión!
En esa carta,
Saavedra refiere a Chiclana:
"El
sistema robespierrano que se quería implantar en ésta, a imitación de la
revolución francesa intentaba tener por modelo, gracias a Dios que ha desaparecido".
Esta denuncia
de la extraviada ocurrencia de inyectar en la revolución de Mayo el sanguinario
espíritu jacobino, repugnante por exótico y perverso, coincide exactamente con
lo que asevera el teniente Ramsay.
Y por qué
Chiclana podía tener informaciones erróneas sobre los motivos que hicieron
salir de la Junta a Mariano Moreno, . Saavedra se apresura a darle detalles.
"Este
hombre de baja esfera, . revolucionario por temperamento, . soberbio y helado
hasta el extremo, se figuró que la benevolencia que el pueblo me manifestaba,
era sólo debida a él, . y entró en celos y recelos; para esto su lengua
maldiciente y alma intrigante empezó a buscar medios de indisponer los ánimos
de algunos en la Junta y poco a poco fue ganando terreno. . Él era el que vociferaba
lo que se decía en la Junta y me lo atribuía; . él no me nombraba sino por la
segunda parte de Liniérs y su mira es que lo sea en todo; . él finalmente
valiéndose del brindis del borrachón del cuartel la noche que nos convidaron en
celebridad de nuestras armas y de un obsequio que le hicieron a Saturnina de
una corona de dulce que guarnecía una de las fuentes y ella me la pasó a mí y
yo se la devolví, ,armó el alboroto de
mi pretendida coronación y proclamación en el Cuartel y en la noche del 5 de
diciembre trató se me prendiese y aún se me asesinase y si no se hizo fue
porque no halló apoyo en ninguno. Entonces fue que salió con el reglamento de
La Gaceta del día 8. . . .Es el decreto del 6 de diciembre de 1810. . . , que
habrás visto, y yo accedí para hacerles ver su ligereza y el inicuo modo de
pensar.
"En
efecto, conseguí lo que me propuse. El pueblo todo. . . (el sensato digo)
elogió mi modo de pensar y ha mirado con execración a este demonio del
infierno.
"De aquí
resultó la incorporación de los Diputados de las Ciudades interiores, y por
conocer se le acababa el preponderante influjo que tenía en la Junta, hizo
dimisión de su cargo. Yo fui el primero en no admitirla y entonces me llamó
aparte y me pidió por favor se le mandase de Diputado a Londres: se lo ofrecí
bajo mi palabra; lo conseguí de todos: se le han asignado 8.000 pesos al año
mientras esté allí, se le han dado 20.000 pesos para que lleve para gastos; se
le ha concedido el llevar a su hermano y a Guido, tan buenos como él, con dos
años adelantados de sueldo y 500 pesos de sobresueldo, en fin, cuanto me ha
pedido tanto le he servido, y el pago ha sido hacer un partido en mi contra,
concitar a French, Beruti, y éstos actualmente a algunos alcaldes de barrio,
para qué sé yo qué ideas, todas terminadas a que se me separe de la Comandancia
de Armas... Yo me río de todos ellos, porque sé que sería otra tan bien
gobernada como la del 1º de enero de 1809...
"Matheu es
uno de los secuaces de este bárbaro por lo cruel y sanguinario. . . . . Citado por
LEVENE RICARDO, La Revolución de Mayo y Mariano Moreno, Buenos Aires, Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales, 1921,Tomo 2 Página 501.
Esta carta de
Saavedra es el más puntual retrato que se haya hecho de Mariano Moreno, "y
alumbra crudamente muchos rincones oscuros de su biografía.
El secretario
de la Segunda Junta, que hurtó el cuerpo en las invasiones inglesas, y se
arrinconó en la noche del cabildo abierto, pretendió intimidar con el asesinato
y el terror.
Y aunque los
demagogos lo presentan como una encarnación de la democracia, fue todo lo
contrario de un verdadero demócrata.
Su irritada
oposición contra los diputados de las provincias, es el gesto más
antidemocrático que ofrezca nuestra historia en aquellos años. Al lado de esa
violenta aspiración al despotismo, los fraudes electorales que ahora nos
escandalizan, son pecadillos veniales.
Nada más
contrario al espíritu criollo, siempre hostil a toda infiltración de métodos
políticos extranjeros, que el pretender implantar en el Río de la Plata los
procedimientos de la Revolución francesa.
Fue
providencial para la joven patria el que Moreno no tuviera garra política con
que realizar sus delirios.
Las pocas veces
que escribió alguna cosa pregonó con palabras campanudas amor a la libertad de
pensamiento y de imprenta, pero trató de aniquilar sin juicio previo a quien
osara hablar o escribir, o siquiera pensar de otro modo que el suyo.
A la manera de aquellos tartufos de la
libertad, a quienes la historia conoce con el nombre de Girondinos, contradecía
en los hechos sus soflamas habladas o escritas.
"Todo
hombre —proclamaban los Girondinos en su Declaración de Derechos—, es libre de
manifestar su pensamiento y sus opiniones".
Pero en su
proyecto de Constitución castigaban con pena de muerte a quienquiera se
atreviese a discutir por la prensa o de palabra los actos de gobierno. El
fusilamiento de Liniérs y de sus cuatro desventurados camaradas es clara
muestra de ello. . . . BIRE E., La Légende
des Girondins (París. Víctor Palmé. 1551), pág. 253.
Liniérs no fue
más culpable que él propio Moreno, que el 1º de enero de 1809 se alió con
Álzaga y aceptó el ser secretario de una Junta encaminada a voltear al Virrey
Liniérs, a quien sospechaban como favorable a la emancipación del Río de la
Plata.
En estricta
justicia, era cien veces peor la culpa del nativo que se oponía a la libertad
de su país, que la del infortunado francés que permanecía fiel al Rey de España
a quien había servido tantos años.
Liniérs fue
fusilado y Moreno tiene estatuas.
No toda la responsabilidad
de este absurdo crimen debe recaer sobre Moreno, pues se repartirá siempre
entre Saavedra y los demás miembros de la Junta, que carecieron de energía para
contener a quien habiendo sido tan avaro de su propia sangre en los campos de
batalla, se mostraba tan generoso de la sangre ajena en el cadalso.
Si Saavedra
apareciera como único responsable del fusilamiento de Liniérs, es seguro que
hoy la mayoría de nuestros historiadores abominarían de la más repugnante
iniquidad de la historia argentina.
Pero como se
sabe que fue una de las pocas resoluciones de la Junta inspiradas por Moreno,
discurren mil sofismas para acallar la humana repulsión y convertir ese horror
en un motivo de encomio, por la tremenda energía que allí descubren.
Es falso que
para salvar la Revolución fuera necesario sacrificar al vencedor de los
ingleses, una de las más puras glorias argentinas. Habría bastado asegurar su
persona,
Liniérs, a
quien Moreno (según antes demostramos), por cuenta del Cabildo había acusado de
criollismo en notas al rey, era menos peligroso para la Revolución que Álzaga
acérrimo realista.
Y sin embargo Álzaga
conservó su libertad y sus bienes y pudo seguir conspirando en el propio Buenos
Aires.
[No! Liniérs no
fue sacrificado por la salud de la nueva patria. La verdad histórica hay que descubrirla
y denunciarla: Liniérs fue entregado por pusilanimidad de los otros miembros de
la Junta a la venganza de Moreno que lo odiaba, con un encono que no sació ni
siquiera la muerte, y del que hacen fe los dos libros de Manuel Moreno, quien
se encarniza con esa ilustre figura y habla de "su corrupción",
"su prodigalidad", "su necia intrepidez", "sus
vicios" y "la execración que le han merecido sus manejos
públicos".
Sí no
totalmente falsas, , estas imputaciones son sobremanera exageradas y demuestran
una persistente aversión, no satisfecha ni con la matanza de Cabeza del Tigre,
lugar donde lo fusilaron.
La orden de
sacrificar a Liniérs fue una disposición que obtuvo Moreno de la complacencia
inexcusable de Saavedra y sus colegas.
La sentencia de
muerte lleva fecha del 28 de julio de 1810 y manda "arcabucear" a don
Santiago de Liniérs, a don Juan Gutiérrez de la Concha, al Obispo de Córdoba,
monseñor Orellana, al doctor don Victorino Rodríguez, al coronel don Santiago
Alejo de Allende y a don Joaquín Moreno. Documento monstruoso que no dice por
qué crimen se inmola a aquellos hombres, ni siquiera aduce el más liviano
pretexto. Unas pocas líneas ampulosas, en el estilo falaz de los terroristas,
una invocación hipócrita a "los sagrados derechos del Rey. . ." (!) y
nada más.
¡Los sagrados
derechos del Rey! En la Representación de los Hacendados hay frases parecidas.
Moreno no abandona jamás esta prosa bombástica y servilona.
Se comprende
que los historiadores, empeñados en hinchar su gloria, hayan evitado el
publicar la Diera, a fin de esconder su falta de fundamento jurídico, apenas
paliada con los lugares comunes de la literatura jacobina.
Reproduzcámosla
aquí. Es realmente el estilo de aquél, que simultáneamente y con la misma pluma
escribía informes al Rey, acusando al Virrey Liniérs por cuenta del Cabildo, y
notas al mismo Rey acusando al Cabildo por cuenta, de los Oidores. . . . Vida y Memorias del
Doctor Don Mariano Moreno (Londres 1812). Página 107.
Lo triste para el alma argentina es ver al pie de ella
las firmas ilustres de Saavedra y de Belgrano.
"Los
sagrados derechos del Rey y de la Patria —reza el escrito—, han armado el brazo
de la justicia y esta Junta ha fulminado sentencia contra los conspiradores de Córdoba,
acusados por la notoriedad de sus delitos y condenados por el voto general de
todos los buenos.
"La Junta
manda que sean arcabuceados Don Santiago de Liniérs, Don Juan Gutiérrez de la
Concha, y el Obispo de Córdoba, Don Victorino Rodríguez, el Coronel Allende y
el Oficial Real Don, Joaquín Moreno. En el momento en que todos o cada uno de
ellos sean pillados, sean cuales fuesen las circunstancias se ejecutará esta
resolución, sin dar lugar a minutos que proporcionaren ruegos y relaciones
capaces de comprometer el cumplimiento de esta orden y el honor de Vuestra Señoría.
"Este
escarmiento debe ser la base de la estabilidad del nuevo sistema y una lección
para los Jefes del Perú, que se abandonan a mil excesos por la esperanza de la
impunidad y es al mismo tiempo la prueba fundamental de la utilidad y energía
con que llena esa Expedición los importantes objetos a que se destina.
"Dios
guarde a Vuestra Señoría muchos años. Buenos Aires, 28 de Julio de 1810. Cornelio
de Saavedra, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo
Matheu, Juan Larrea, Juan José Paso, Mariano Moreno.
"A la
Junta de Comisión de la Expedición a las Provincias interiores" . . . ROSA,
ALEJANDRO, Medallas y Monedas de
la República Argentina (Buenos
Aires, Imprenta M, Biedma, 1898), páginas. 34 y 35.
Los así
condenados, . sin ley, . sin culpa, sin proceso, no eran conspiradores, ni
rebeldes; y uno de ellos, que en su desgracia envolvió a todos, había caído del
poder en 1809 por su adhesión a la causa de la emancipación, . que en aquel año
combatía uno de los firmantes de su sentencia de muerte.
¿Qué habría
costado atraer a Liniérs si precisamente se le había derrocado antes y
proscrito porque se le sabía partidario de la independencia?
No eran ni
rebeldes, ni conspiradores, sino fugitivos, a quienes su mala estrella hizo
caer en manos de la patrulla que desprendió Ocampo en su persecución.
Una vez que los
tuvieron presos, Ocampo, el jefe militar y Víeytes, el auditor, suspendieron la
ejecución y escribieron a Buenos Aires haciendo valer ante la Junta razones,
para no fusilarlos; razones no sólo de justicia y de humanidad, sino de alta
política.
El frenesí que
se apoderó de Moreno al recibir estas comunicaciones está patente en una carta
nunca citada por los historiadores, y que se conserva entre los manuscritos de
la Biblioteca Nacional, en copia autenticada por don Juan María Gutiérrez,
fervoroso liberal y como tal morenista, que tuvo en su mano el original.
A pesar de que
contiene un término de una grosería inaudita, vale la pena reproducir el
documento, aun a riesgo de escandalizar el pudor de algún fariseo melindroso.
La carta es a
don Feliciano Chiclana, que formaba parte de la expedición al interior, y está
fechada en Buenos Aires a 17 de aposto de 1810.
Empieza con un
latinajo sarcástico contra el jefe de la expedición. Encuentra ridículo, como
el ratón que parieron las montañas, el que toda una expedición de 1.000 hombres
armados no haya hecho más que tomar prisioneros, sin matar a nadie todavía.
El discípulo de
Robespier está impaciente porque se derrame sangre ajena.
"Amigo del
alma: parturient montes, nascettir ridiculas mus, Desmiés de tantas ofertas de
energía y firmeza pillaron nuestros hombres a los malvados, pero respetaron sus
galones y c . . . . Ensuciándose. . . Pero lo escribe con todas las letras de
la torpísima palabra, que no osamos transcribir aquí. . . en las
estrechísimas órdenes de la Junta, nos los remiten presos a esta ciudad. No
puede Usted figurarse el compromiso en que nos han puesto y si la fortuna no
nos ayuda, . .veo vacilante nuestra fortuna por este solo hecho,
"¿Con qué
confianza encargaremos obras grandes a hombres que se asustan de su ejecución?.
. . . .
Biblioteca Nacional, Sección Manuscritos, Documento Nº 5154. . .
A toda prisa la
Junta despachó a Castelli, . . cuyo temperamento era a propósito para
interpretar a Mariano Moreno. . Castelli no se hizo rogar, y ya veremos cómo
cumplió no solamente en esa oportunidad, sino después en Potosí, las
instrucciones despiadadas de Moreno.
El 26 de agosto
de 1810, cerca de la posta llamada Cabeza del Tigre, en la provincia de
Córdoba, . .Castelli, encontró la patrulla que conducía a los prisioneros hacia
Buenos Aires.
Inmediatamente
les comunicó que debían prepararse para morir. , El Obispo Orellana, preso con ellos por la
misma culpa, . . pero indultado por temor a que el sacrilegio de su ejecución
sublevara al pueblo, impartió los auxilios espirituales a sus desgraciados
compañeros. . . Tres horas después caían bajo el plomo de soldados a quienes
Liniérs había conducido a la victoria, en memorables batallas que enaltecen la
historia argentina.
En el lugar de
la tragedia, donde se dio sepultura a los muertos, una mano desconocida fijó un
cartel con los nombres de las cinco víctimas dispuestos en acróstico, que
formaba la palabra Clamor:
Concha
Liniérs
Allende
Moreno
Orellana
Rodríguez
Los
panegiristas de Moreno que llaman a este asesinato "el bautismo de sangre
de la revolución" son los mismos. . . —¡oh contradicción!—, que se
felicitan y nos felicitan a todos porque la revolución del 25 de Mayo fuera
incruenta, es decir, una revolución no hecha por soldados belicosos, sino por
inofensivos votantes. "Esta tragedia—dice el historiador José Manuel
Estrada—, puso sangre en la bandera revolucionaria ¿y por qué velar mi pensamiento?
Liniérs, su pacífica mansión en Alta Gracia fue atronada por el alboroto más
inmoral, porque los turbulentos agentes de la revolución, no satisfechos con
secuestrar sus propiedades, insultaron su santo hogar y sus hijos lloraron de
hambre como los hijos de Belisario". . . . ESTRADA,JUAN MANUEL, Lecciones sobre
la Historia de la República Argentina, tomo 2 Pagina 13, citado por VICENTE
GAMON, en Lecciones de Historia Argentina, Buenos Aires, Angel Estrada y Compañía.
Tomo 1 Página 15. . . .
Castelli había
empezado a cumplir los planes terroristas de Moreno, cuyos amargos frutos para
la patria veremos pronto.