jueves, 22 de febrero de 2018

AÑO 10- CAPITULO 16º- EL INICUO PLAN DE OPERACIONES


AÑO 10

CAPITULO XVI

EL INICUO PLAN DE OPERACIONES
  En presencia de esta irremediable desventura, ¡cuán falsas y petulantes suenan las palabras que se atribuyen a Mariano Moreno, como pronunciadas en octubre del año 1810: "¡Estamos ciertos de que mandamos en los corazones!". . . . LEVENE, RICARDO, Ensayo histórico sobre la Revolución de Mayo Mariano Moreno, Buenos Aires,  1921, tomo 2, página 113.
Un hombre puede encaramarse a una alta posición por un azar o una intriga; y ésa es la aventura de casi todos los demagogos; pero una vez arriba le resulta imposible continuar embaucando. Tarde o temprano llega la hora de acabar con las soflamas y rendir cuentas.
La historia no se construye con peroratas.
Mandamos en los corazones, dicen que exclamaba Moreno después de los fusilamientos de Cabeza del Tigre y poco antes de los fusilamientos de Potosí. Y acabamos de ver cuán poco tardaron sus ejecutores en salir perseguidos a pedradas de esos mismos pueblos, cuyos corazones se jactaba su jefe espiritual de haber conquistado.


Por desgracia los desatinos y crímenes que los condujeron a tan lastimoso final, no afectaron sólo a sus personas, sino que pusieron a dura prueba la suerte de la patria y mutilaron para  siempre su territorio, amputándole un tercio de su superficie.
Con la pérdida del Alto Perú (la noble y bien querida nación I boliviana), se perdió una región tan extensa como Francia, Italia y España reunidas (1.350.000 kilómetros cuadrados)  opulenta en recursos naturales y poblada ahora por casi 4 millones de habitantes, que eran hermanos nuestros.
Pero más responsable que Castelli de aquel desastre fue el que lo aleccionaba en instrucciones y cartas secretísimas, hinchándolo con ese jacobinismo que manchó de sangre inútilmente derramada y de inauditos sacrilegios aquella campaña.
¿Cuáles fueron esas instrucciones y qué responsabilidad tuvo en ellas la Junta? Vamos a establecerlo.
En el año 1893 el Dr. Norberto Piñero (que no era un historiador profesional, sino un jurisconsulto de vasta cultura,    escritor de buen castellano y gran probidad), recibió del Ateneo de Buenos Aires el encargo de compilar los escritos de Mariano Moreno.
Al confiársele este cometido, se había tenido en cuenta su ferviente y casi militante devoción por el prócer.
La edición apareció en un tomo de 580 páginas, precedidas de un extensísimo prólogo, erudito y fundamental. No se había hecho hasta entonces, ni después se hizo, trabajo más completo sobre el asunto.
Sin embargo pocos libros en el país, fueron peor recibidos que ese primer volumen de la Biblioteca de aquel Club: Escritos de Mariano Moreno, a pesar de que por la justeza de las notas y la honradez de los comentarios y hasta por su esmero tipográfico, no merecía sino aplausos.
Ahora nos explicamos la desfavorable algazara que promovió la inocente compilación de escritos de Moreno,    porque debiendo haber servido para su apología,   resultó precisamente, a causa de la honestidad con que fue realizada, el retrato fiel y crudelísimo de aquel minúsculo imitador de Robespierr.
La razón de la furia que desató, fue que el doctor Piñero había incluido entre los escritos de Mariano Moreno además de la comprometedora Representación de los Hacendados uno encontrado en el Archivo de Sevilla, sólo publicado antes, en parte, pero muy extenso y muy sustancioso.   Titulábase "Plan de las operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia".
La publicación íntegra de ese extenso trabajo, que antes no habían querido realizar los apasionados devotos del semidiós, fue el pecado del doctor Piñero.
A toda costa había que desacreditar su hallazgo, alegando que el documento era apócrifo y por añadidura blasfemo, "la injuria más atroz que se haya inferido a Moreno".
Tan destemplada censura fue ciertamente exagerada. El que, sin prevención, relea la polémica, llega a sospechar que todo el barullo no fue más que un indicio de ese espíritu profesional que se escandaliza y se alarma si alguien, ajeno a la cofradía de los historiadores, se atreve a cazar en su coto cerrado    y a tirar sobre una pieza que ellos querían dejar viva.
Pocas veces se habían arrojado contra una personalidad argentina de los quilates y de la bondad del doctor Piñero,   jabalinas más mortificantes que las que le dirigieron desde la revista La Biblioteca, publicación oficial.
A tal extremo que el entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública, doctor Luis Beláustegui, creyó del caso intervenir y amonestó severamente al autor de los artículos, que era el mismo Director de la revista y a la vez de la Biblioteca Nacional . . . . Por tratarse de un suceso que tuvo en su época gran resonancia y acarreó la supresión de la interesante revista La Biblioteca,    reproduciremos aquí la nota del ministro Beláustegui y la contestación del funcionario:
"Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública de la Nación. Buenos Aires, marzo 19 de 1898.    Al señor Pablo Groussac, Director de la revista La Biblioteca.
"El número de esa revista correspondiente al mes de febrero próximo pasado, contiene un artículo que se relaciona con la edición de las obras del doctor Mariano Moreno hecha por el Ateneo, y que lleva un prólogo escrito por el doctor Norberto Piñero. . . En el citado artículo se exceden los justos límites de la crítica literaria, para llegar hasta la injuria al doctor Piñero. Esto, y las inconvenientes apreciaciones que consigna con respecto a la representación diplomática que el Gobierno le ha confiado en la República de Chile, no encuadran, de manera alguna, con los propósitos y fines de una publicación costeada por el Tesoro público, y que ha reemplazado, hasta ahora la Revista de la Biblioteca sancionada en la Ley de Presupuesto.
"He querido hacerle así presente a Usted., como protesta que el caso exige y como apercibimiento de que no tendrá repetición, a fin de que la revista del señor Groussac pueda seguir prestando los servicios que se han tenido en cuenta al fomentarla. Saluda a Usted atentamente. Firmado Luis Beláustegui."
El Director de La Biblioteca, contestó: "Buenos Aires, 20 de abril de 1898.
Al Excelentísimo señor Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, doctor don
Luis Beláustegui.
"Después de una ausencia de algunas semanas (en uso de la licencia concedida al director de la Biblioteca Nacional), he recibido la nota Nº 5220, de 19 de marzo próximo pasado, dirigida por Vuestra Excelencia al director de la revista La Biblioteca, con el objeto de censurar la forma de un artículo literario dado a luz en dicho periódico, y apercibir al que suscribe por la índole general de «una publicación costeada por el Tesoro público, y que ha reemplazado, hasta ahora la Revista de la Biblioteca, sancionada en la Ley de presupuesto».
"Acatando la autoridad del señor Ministro y conformándome con el espíritu de la mencionada comunicación, tengo el honor de avisar a Vuestra Excelencia que, desde el próximo mes de mayo, la revista La Biblioteca dejará de aparecer.
"Saludo a Vuestra Excelencia con respeto,   (Firmado.):  P. Groussac."
El señor Groussac sensible a la admonición ministerial suprimió para siempre su revista.
En mala hora se le ocurrió al doctor Piñero provocar las iras de los morenistas, publicando un documento tan significativo, no descubierto por ninguno de ellos.
¿Qué era, pues, el Plan?
El doctor Piñero lo explica muy bien. Escuchémoslo:
"En el Plan aludido, que redactó por mandato secreto de la Junta,   aconsejaba el empleo del rigor contra el enemigo, la astucia, la intriga,   la vigilancia sigilosa,    el espionaje el soborno, la seducción,   el engaño y las maquinaciones, como medios para coadyuvar al triunfo de la Revolución.   Indicaba que no se desdeñase los servicios de ningún individuo, por malos que fueran sus antecedentes y sus cualidades;   que se llamara a los criminales y prófugos y a los desertores, bajo promesa de perdonarles sus delitos, borrarles toda nota desfavorable y entregarles sus causas,   para que desapareciese cualquier rastro de sus hechos,    siempre que se alistasen en las filas revolucionarias."
"Creía que la menor infidencia, la menor falta el menor pensamiento de un hombre contra el nuevo sistema, era un delito:. .  y que la más leve denuncia de un patriota contra un opositor, debería atenderse aunque no fuera cierta, y motivar la imposición de una pena al segundo. . A la inversa, se debería ser benévolo y tolerante con los amigos con los adherentes a la revolución, y disimularles las desviaciones, . . las faltas y hasta los crímenes que cometieran. Proponía la pena capital para los adversarios principales, para los que hubieran desempeñado los primeros cargos en los pueblos no sometidos desde el principio, para los gobernadores, capitanes generales, mariscales de campo, brigadieres, coroneles y para los individuos de talento, riqueza y prestigio. Proponía el extrañamiento a Malvinas, a Patagones y a lugares determinados, para otras personas. Proponía también las confiscaciones de bienes.   Pensaba que se podría tener moderación con individuos de categoría inferior, pero nunca hasta eximirlos de pena. La penalidad aconsejada  por  Moreno  era  realmente  draconiana, era la penalidad excesiva, dura, cruenta y formidable de las épocas revolucionarias. Quería producir el terror por la crueldad y por medidas  excepcionalmente severas". . . . Tomarnos todos estos pormenores de una edición hecha en 1938 por el propio doctor PIÑERO con el título: Los Escritos de Mariano Moreno (Libros y Casa Editora de Jesús Menéndez 1938), páginas. 40 y 41. . . .
Después de explicarnos el sentido del Plan, . . el doctor Piñero lo excusa de la siguiente manera:
"Moreno obraba como político, . corno hombre de acción, . conocedor de la naturaleza humana y de las necesidades del momento histórico en que intervenía". . . . PIÑERO, NORBERTO, Ibídem, página 42.
Por lo que ocurrió a Castelli en el Alto Perú,   podemos juzgar el valor de esta justificación, puesto que las violencias y crueldades aconsejadas por Moreno, revelaban una crasa ignorancia "de las necesidades del momento histórico" y del espíritu de aquellas poblaciones y perjudicaron sin remedio la causa patriota y especialmente a los argentinos.    Con razón la Junta echó al canasto el desatinado escrito de su secretario.
Se comprende que los morenístas,   al ver revelado el misterioso documento, más que de explicarlo, tratasen de hacerlo pasar por apócrifo.
El señor Groussac lo llama aborto disforme y bestial de un malvado e imbécil, y califica su exhumación de atroz injuria o afrenta a "la memoria pura de Moreno".
Vamos a dar sus argumentos,   despojándolos de las duras expresiones que en su tiempo pudieron  causar alguna gracia, porque afrentaban a un personaje político oficial,   pero que  ahora resultan penosas de leer. Los extraemos de los dos extensos artículos publicados en "La Biblioteca", año 1, tomo 1,  1896 y año 2, tomo 2.
A renglón seguido pondremos la contestación del doctor Piñero, punto por punto, a fin de que el lector pueda juzgar por su propia cuenta.
Tomamos la respuesta del doctor Piñero de la reedición que él mismo hizo en 1938.
Digamos, ante todo, que el Plan exhumado llevaba fecha de 30 de agosto de 1810:
1º "Voy a demostrar —dice el señor Groussac— al menos así lo espero, .   que el célebre documento, extraído del Archivo de Sevilla con tanta pompa oficial, sobre no ser inédito, .   es absolutamente apócrifo; y que el historiador, sólo preocupado de la verdad, tiene el derecho y el deber de arrancar esas páginas del libro de Moreno y de lavar esa pura memoria de la afrenta con que, sin mala intención, por supuesto, mas con pavorosa ligereza, se acaba de mancharla".
"Desde luego, el hecho de no ser propiamente inédito. . . Los artículos o reflexiones del Plan habían sido publicados sesenta y siete años ha, en lugar tan visitado y visible como la obra de Torrente..." (La Biblioteca, tomo1, página 148). .
A lo cual responde el doctor Piñero que eso no prueba nada en contra de la autenticidad, . pues un documento podrá no ser inédito, pero ello no significa que sea falso. Y allí está toda la cuestión. Dice además que Torrente reprodujo sólo dos páginas, mientras que el Plan, tal como él lo ha publicado, tiene 119. Prácticamente pues, era inédito.
2º Porque en los documentos que acompañan al Plan se llama doctor a Belgrano y vocal a Moreno, siendo que "no hay documento oficial ni privado contemporáneo en que se les designe así".    (La Biblioteca, tomo 1, página 150 nota).
Contesta el doctor Piñero demostrando que el señor Groussac no debe de haber leído los documentos más importantes de aquella época,    como son las actas del Cabildo, pues en una, solemnísima, labrada nada menos que el 25 de Mayo de 1810 cualquiera puede ver las dos expresiones que él niega.    En esa acta, cien veces reproducida hasta en forma facsimilar, se expresa que el pueblo exige al Cabildo. . (y aquí vienen palabras textuales). . "proceda a hacer nueva elección de vocales que hayan de constituir la junta de gobierno; y han de ser los señores don Cornelio Saavedra, presidente de dicha Junta y comandante general de armas, el doctor don Juan José Castelli, el doctor don Manuel Belgrano, don Miguel Azcuénaga, doctor don Manuel Alberti, don Domingo Matheu y don Juan Larrea, y secretarios de ella los doctores don Juan José Paso y don Mariano Moreno". . . . Registro Nacional, tomo 1 (1810-1821), página 22. . .
Allí aparece la expresión que el señor Groussac, con "pavorosa ligereza" (manda emplear sus propias expresiones),    dice que nunca se usó en aquella época: doctor Manuel Belgrano.   Allí también se lee que debía nombrarse un Vocal con cargo específico de presidente y dos, como secretarios.
El doctor Piñero cita además la resolución de la Junta del 5 de Junio de 1810,    que establece la remuneración que han de gozar sus miembros: 8.000 pesos el presidente y 3.000 pesos los vocales y vocales-secretarios. . . Registro Nacional tomo 1, página 32.
En otro documento de la misma época se lee que "por orden de la Junta gubernativa, entró al salón principal de la Real Fortaleza en compañía del señor secretario vocal de gobierno doctor Mariano Moreno. . . . Gaceta de Buenos Aires, correspondiente al  16 de agosto de 1810, página 185.
"Moreno, por lo tanto —dice el doctor Piñero—, es siempre vocal, secretario-vocal o vocal secretario, como se prefiera. Esta es la verdad estricta. . . Es incierto en consecuencia que (cita al señor Groussac) Moreno es siempre secretario y nunca vocal.". . . . PIÑERO, obra citada, página 133.
3º Reproduce el señor Groussac algunas palabras de un párrafo del Plan, pagina 489, en las que se indica la proveniencia de sublevar la Banda Oriental, de atraer al partido de la Revolución. . . al capitán de dragones don José Rondó y al capitán de blandengues don José Artígas; y agrega que Moreno no pudo escribir eso en agosto de 1810...
¿Se preguntará el lector por qué no pudo escribir eso?

Respuesta del doctor Piñero, resumiendo las palabras del señor Groussac:
"En cuanto a Artígas, porque entonces su adhesión a la causa española era absoluta,   y porque su despacho de capitán de blandengues lleva la fecha de setiembre 5 de 1810; en cuanto a Rondó, cuyo título de capitán de dragones el señor Groussac pone en duda, porque no llegó a Montevideo procedente de Europa hasta el 26 o 28 de agosto de 1810, porque considera imposible que Moreno pudiera saber nada de este oficial entonces obscuro en todo el mes de agosto y porque juzga inadmisible, aún más que en el caso de Artígas, que hablara a la sazón del partido o prestigio que tenía Rondó en la campaña".
Veamos ahora a qué reduce el doctor Piñero estas objeciones. . . ¿Que en agosto de 1810 no se podía hablar de atraer a Artígas a la causa revolucionaria porque su adhesión a la causa española era absoluta? ¡Pues precisamente por eso!
"En buena lógica —arguye el doctor Piñero— porque Artígas no pertenecía aún de hecho al partido de los patriotas y porque su apoyo sería importante, se podía y se debía tratar de atraerlo y de incorporarlo a las filas —revolucionarias. Si hubiese pertenecido antes a éstas, habría sido inexplicable la Indicación para que se buscase su concurso." . . . . PIÑERO, obra citada página 136.
El otro argumento sobre el grado militar de Artígas es refutado por el doctor Piñero con la misma holgura y eficacia.
"Para demostrar que Moreno no pudo llamar a Artígas capitán de blandengues en agosto de 1810, se ha debido probar,   no que el despacho expedido por el brigadier Joaquín de Soria es de setiembre, sino que en aquella fecha el referido Artígas no desempeñaba o no tenía en realidad el grado de capitán, . ni se le atribuía este cargo al designarlo. Cabalmente sucedía todo lo contrario. .. El doctor López dice que los propietarios de la campaña recabaron y obtuvieron del Virrey don Joaquín del Pino que lo nombrase (a Artígas) comandante general de la campaña del Uruguay con el grado efectivo de capitán de blandengues.
Este nombramiento se produjo en 1797. Empero, . como el señor Groussac no presta mucha fe a don Vicente Fidel López el ilustre autor de la Historia de la República Argentina, invoquemos otras autoridades.
El general Vedia, contemporáneo de Moreno, en la Memoria ya citada, afirma: . . "Cuando el 25 de mayo de 1810 se instaló en Buenos Aires el primer gobierno patrio.. . don José Artígas se hallaba en la Banda Oriental sirviendo al rey en el empleo de capitán de blandengues". . . . Colección Lamas, tomo 1, página 93: PIÑERO, obra citada, página 138.
El doctor Piñero invoca además otro documento de 1804, que comprueba lo dicho: que Artígas ejercía el cargo y se le llamaba capitán de blandengues.
Se debe ser muy parco en hacer afirmaciones demasiado enfáticas, cuando no se tiene la prueba absoluta en la mano. Los que poseen alguna experiencia en esos asuntos, suelen poner en remojo hasta los dichos de los maestros.
Vaya por vía de ejemplo el siguiente caso:
El 27 de febrero de 1812 el gobierno del triunvirato nombra general en jefe del Ejército del Perú, en reemplazo de Pueyrredón,    al entonces coronel don Manuel Belgrano: "enviando al coronel Don Manuel Belgrano para que se reciba del mando del Ejército del Perú...". . . Gazeta de Buenos Ayres, Nº 28, 13 de marzo de 1812.
Pues bien, si alguien pretendiera deducir de esto que es apócrifo un documento anterior a esa fecha en que se llamase general a Belgrano,    se equivocaría grandemente.
Porque existe nada menos que un decreto de la Junta de Gobierno, del 1º de agosto de 1811 —seis meses antes— en que "se declara que el general Manuel Belgrano se ha conducido en el mando de aquel ejército con un valor, celo y constancia dignos del reconocimiento de la patria" . . . .  Gazeta de Buenos Ayres, Nº 63, jueves 22 de agosto de 1811.
Porque en aquellos tiempos no se tenía mayor cuidado en las designaciones y nomenclaturas, que después se han ido ajustando mucho.
4º De igual fuerza es el otro argumento, la duda de que Rondó en agosto de 1810 fuese capitán de dragones.
El doctor Piñero la rebate con palabras del propio Rondó quien en su Autobiografía. . . . Colección Lamas, tomo 1, páginas 5 y 12. asevera que fue "graduado de capitán el 12 de febrero de 1807". Refiere después cómo se trasladó a España donde sirvió en la guerra contra los franceses, y fue uno de los oficiales elegidos para formar un cuerpo de caballería denominado Dragones del General. . ." Regresó a América con el grado de capitán de dragones.
5° Y todavía más floja es la objeción de que no pudo Moreno aludir a Rondó en agosto de 1810, porque en esa época el futuro general era "un oficial oscuro", . .    vale decir, desconocido; y sólo llegó de Europa a Montevideo a fines de ese mismo mes de agosto.    "La circunstancia de que no arribase a Montevideo hasta fines de agosto —observa con toda razón el Dr. Piñero—, nada importa. No era menester que Rondó hubiese regresado para que Moreno pudiera hablar de él. . .
"Es enteramente inexacto que en el mes de agosto de 1810, Rondó fuese un oficial obscuro..
"El general Nicolás de Vedia en su Memoria, afirma que el 25 de mayo de 1810 los oficiales Rondó y Artígas gozaban ya de opinión,    por los servicios considerables que habían prestado en este territorio, el de la Banda Oriental,    ya en persecución de contrabandistas y malhechores, ya en la guerra contra los portugueses en 1802, también contra los ingleses en 1807". . . . PIÑERO, obra citada, página 142.
El historiador español Torrente, que publicó su obra en 1829, explica el fracaso de Elío en Montevideo, cuando combatió contra Buenos Aires, . .     porque "se le desertaron varios oficiales de valor y prestigio, cuales fueron Rondó y Artígas...". . . .  TORRENTE, M., Historia de la Revolución Hispano Americana  (Madrid. 1829) tomo 1, páginas 163 y 164; PIÑERO, obra citada, página 142.
6" El señor  Groussac cree descubrir una alusión al fusilamiento de Liniérs en estas palabras del Plan: . .    "El haber quitado algunos jefes y castigándolos,    es porque habiéndoseles encontrado contestaciones con la Francia, trataban de intrigar y adherir hacia las miras inicuas de Napoleón. . ."
Como el fusilamiento de Liniérs ocurrió el 26 de agosto en la provincia de Córdoba,    y el Plan está fechado el 30, arguye de esto su falsedad, porque en 4 días no podía llegar la noticia y aún dar tiempo a escribir tantas páginas después de aludir a ella.    El doctor Piñero desmenuza también este argumento, recordando las instrucciones a Ocampo,    entre ellas la orden de arcabucear a Liniérs y sus compañeros, expedida el 28 de julio.
¿Por qué en un documento fechado el 30 de agosto, no puede hablarse de un castigo dispuesto un mes antes?    Tanto más cuanto que allí no se dice que se haya llevado a efecto tal o cual castigo,     sino simplemente que se había separado y castigado a ciertos jefes,   sin nombrar a ninguno, ni expresar en qué forma se les había castigado.    "En el momento en que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cuales fueren las circunstancias, se ejecutará esta resolución. . ." —así rezaba la orden.
Ni hace falta el hacer argumentos de lógica,  cuando tenemos hechos rotundos demostrativos de que en Buenos Aires el gobierno creyó mucho antes del 30 de agosto,   que Liniérs y sus compañeros habían sido ejecutados.
El 14 de agosto,    tal vez antes,    había ya noticias de la prisión de algunos de ellos. Se esperaba más pormenores.   La relación de La Gaceta dice así:   "El parte de nuestro General es muy conciso; pero ofrece aprovechar los primeros momentos, para remitirnos un detalle circunstanciado de tan gloriosa empresa".
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En otro párrafo del mismo artículo se lee: "He aquí el fatal término a que conduce el egoísmo de esos hombres, que creyeron alucinar a un pueblo ilustrado, y empeñarlo en guerra y enemistad con los hermanos de la Capital. He aquí igualmente un justo castigo de la ingratitud con que Don Santiago Liniérs juró la ruina y exterminio de un pueblo generoso. . .".  .  .  Gaceta de Buenos-Ayres, 16 de agosto de 1816, página 173.
El "término fatal", el "justo castigo", significaban mucho más que la prisión, la muerte que se había ordenado y que se podía creer realizada ya, aunque todavía no hubiese confirmación de ello, porque faltaba apresar a alguno de los condenados.
Uno por uno van desfilando todos los argumentos acumulados por un ingenio erudito y minucioso, para demostrar lo apócrifo del Plan.
Y uno por uno, con mucha clase y puntería infalible, el doctor Pinero los va arrimando contra la pared y ejecutándolos.
No deja en pie ni uno solo, ni siquiera esa nimiedad que el riguroso crítico denomina "la prueba ideográfica" (en castellano se diría idiomática) según la cual el estilo del Plan no es el estilo de Moreno y por lo tanto no debe considerarse obra suya.
Nada más difícil que analizar con procedimientos policíacos los matices de un estilo, para descubrir a los fautores de un anónimo o hallar los rastros de una falsificación. Los que se creen peritos en estas investigaciones caen en trocatintas divertidísimas. La empresa se vuelve más ardua cuando la inquisición la realiza alguien que conoce el idioma, pero no lo ha mamado, sino que lo ha aprendido de grande. Forzosamente se le escapan algunos de esos elementos imponderables de la lengua, secretos de la sintaxis, que sólo se asimilan en la niñez. Una lengua aprendida a los veinte años, será siempre una lengua extraña y ése fue el caso del señor Groussac, autor de hermosos libros, escritos con singular donaire, lo cual no impedía que alguna vez en ciertos giros demostrase que pensaba en otra lengua.
El señor Groussac arguye que el Pían no puede ser de Moreno,    porque el autor de aquél escribe mal y usa términos y locuciones jamás empleados por Moreno.
Ya veremos en seguida a qué deja reducido el Dr. Piñero éste rotundo y categórico jamás empleadas.
Pero antes digamos que nadie puede, sin exceso sentimental, elogiar el estilo de Moreno.
En aquellos tiempos en que hasta los covachuelistas de la Plaza Mayor escribían clara y correctamente,   asombra el lenguaje entarascado de Moreno, de mala sintaxis, desesperadamente declamatorio,    y atiborrado de citas de colegial, que quiere mostrar sus recientes lecturas; y que para decir "sale el sol" necesita tantas páginas, que el lector llega al final de ellas en plena oscuridad.
Suplicamos al que ponga en duda nuestra afirmación que intente leer la más famosa de las producciones del personaje, la Representación de los Hacendados, que todos citan y nadie sería capaz de leer de cabo a rabo, con centinela de vista.      Es un argumento heroico y definitivo. Hablar del bello estilo de Mariano Moreno sin haber leído la Representación de los Hacendados debería considerarse ilícito.
Ni se le debe juzgar por la lectura de tal artículo publicado en La Gaceta, que puede ser excelente, pero que nadie sabe quién lo escribió y no hay razón de atribuirle a Moreno todo lo bueno que allí apareció sin firma alguna. -
A la nimia objeción de que en el Plan se usan términos nunca usados por Moreno, el doctor Piñero da una respuesta muy razonable:    "El dato —dice— si fuera efectivo nada probaría, porque no puede sorprender a nadie que, en alguna parte un escritor use, por-primera y también por única vez, ciertas palabras o locuciones. Empero, la afirmación es inexacta". . . .  PIÑERO, obra citada, página 170.
El señor Groussac había observado en el Plan el término "benéfico" puesto en lugar de "benévolo",    y afirmaba rotundamente que el empleo equivocado de esta palabra "no se encuentra una sola vez en la obra de Moreno".
El doctor Piñero, destruye la categórica afirmación de su adversario con una cita irrecusable, extraída nada menos que de la Representación de los Hacendados, donde su autor dice al Virrey: "Una reclamación de rigurosa justicia hace servir la alta autoridad de Vuestra Excelencia. a los sentimientos benéficos de su corazón". . . .      ídem. página 155.
Y como si no bastara un ejemplo, el doctor Pinero agrega otro, también de la Representación:
"Es un justo homenaje a las benéficas intenciones de Vuestra Excelencia . .". . . .        ídem, página 156.
Con la misma minuciosidad y parecida fortuna, el señor Groussac analiza el título del documento publicado para encontrar una prueba de su falsedad.
Arguye así:
"Cuando el improvisado, editor (se refiere al doctor Pinero) transcribe solemnemente. . .  ¿Por qué solemnemente?, . El doctor Piñero se había limitado a transcribir el título, sin quitarle ni ponerle, y esto no es solemnidad, sino fidelidad y si se quiere probidad, y no merece sarcasmos sino elogios. . .  el título, que él llamaría epígrafe, del famoso documento apócrifo: Plan de las operaciones que el Gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, etc." no sospecha que suministra allí mismo la prueba irrefutable de su "apocrifidad". Ante un juez informado, no habría necesidad de leer una línea más: "la expresión Provincias Unidas no puede ser de 1810". . . . . GROUSAC,  PAUL, La Biblioteca, año 2, tomo 7º, página 297.
No dice el criterio en qué se funda, porque es más prudente dejar la observación un poco esfuminada, pero es seguro que alude al hecho de que la expresión Provincias unidas del Rio de la Plata se estampó oficialmente en el artículo 8 del Estatuto provisional del 22 de noviembre de 1811, que dispuso: "El gobierno se titulará Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a nombre del señor Don Fernando 7º".
Tal fue desde ese momento, la denominación oficial del gobierno, pero es seguro que ese día ni la inventaron ni la usaron por primera vez. Lo que hicieron fue terminar con la anarquía de tantas designaciones y adoptar una sola de las muchas que se usaban.
Cuando el Presidente Sáenz Peña resolvió llamarse Presidente de la Nación Argentina en vez de la República Argentina, no inventó la primera expresión,      y sería ilógico deducir la falsedad de todo documento anterior a su decreto que contuviera la expresión oficializada, pero no creada en ese momento, como que la emplea en su texto la Constitución de 1853.
La "unidad de las provincias" fue la permanente preocupación de los hombres de Mayo, y ambas palabras, "provincias" y "unidad" se usaron ya en los primeros documentos.
La memorable circular a las autoridades del interior,    10 de junio de 1810, informa acerca de "los motivos que ha tenido el pueblo de esta capital para proceder a la instalación de su junta provisional gubernativa en que ha recaído el mando de las Provincias. . ." y "asegura a Vuestra. Excelencia que cuenta con su fidelidad.. ." y fía en la adhesión de ese pueblo. . . '' para con los de esta Capital conservándose en unidad. . ."
En aquellos tiempos las expresiones no eran muy ajustadas, lo hemos dicho ya, ni siquiera en las relaciones oficiales.
Basta echar una ojeada a los papeles antiguos para descubrir que ni la suprema autoridad, la Junta, tuvo una designación uniforme. Unas veces se denomina "Junta provisional gubernativa", otras veces "Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata", otras "Junta Gubernativa", otras "Junta Superior de Gobierno", otras "Junta de Gobierno", y muchísimas veces con más sencillez: "La Junta".
¿Puede inducirse de esa anarquía de denominaciones que unos documentos sean auténticos y otros apócrifos?
Las provincias igualmente, unas veces en los documentos se llaman "Provincias interiores", otras "Provincias del Río de la Plata", otras "Provincias Unidas del Río de la Plata" y esta denominación se oficializó a fines de 1811, pero eso no significa que un año antes en documentos reservados, como era el Plan, o conversaciones no se empleara la expresión, puesto que la idea existía.
Tenemos el derecho de ser recelosos para aceptar, sin más pruebas, las afirmaciones de los maestros, pues acabamos de palpar, su inconsistencia. Términos que ellos declaran no hallarse ni una vez en todos los escritos de Mariano Moreno, se descubren varias veces sin necesidad de leer más que uno solo de esos escritos.
Las expresiones doctor aplicada en el Plan a Belgrano, y vocal a Moreno, son para el señor Groussac una prueba eruditísima y aplastante de su falsedad. Y lo afirma tan rotundamente que el lector se impresiona: "No hay documento oficial ni privado contemporáneo —declara—, en que Belgrano y Moreno se designen así". . . . GROUSSAC, PAUL, La Biblioteca, tomo 1, 1896, página 150, nota.
Esto equivale a afirmar que el acta capitular del 25 de mayo de 1810 no es un documento oficial ni privado de aquella época, pues allí se llama doctor a Belgrano y vocal a Moreno.
¿Será también apócrifa esa acta? ¿No será más bien erróneo el argumento?
¡No, pues! La historia no puede fundarse en este chisporroteo de sutilezas. El genuino e innegable talento de un escritor se desmenuza y esteriliza de ese modo.
El verdadero argumento en contra de la autenticidad del Plan ni lo han hecho sus impugnadores;    ni siquiera lo han intentado.    Habría consistido en probar que su tendencia o su espíritu es contrario al espíritu de Mariano Moreno.
Mal podríamos suponer de San Juan de la Cruz un romance de Quevedo, ni de Perrault un cuento de Maupassant.
Pero atribuir a Moreno una pieza totalmente conforme con sus delirios, conocidos por otros documentos jamás discutidos,    es lógico y no debiera causar tanta protesta.
Cuando se comparan las ideas de gobierno vertidas en el Plan, y las que aparecen en cartas auténticas de Moreno, uno se asombra de la escandalera que los morenistas han armado alrededor de este asunto.
¿Por qué si son las mismas ideas, si es el mismo frenesí demagógico, expuesto en idéntico estilo?
Y uno se pregunta si el señor Groussac no fue demasiado lejos al afirmar que unas pocas líneas del Plan bastarían para deshonrar la causa americana en la persona de su ilustre caudillo. . .  GROUSSAC, PAUL, La Biblioteca, tomo 1, página 150.
Es decir,      que si se aceptara su autenticidad,   Moreno quedaría irremediablemente deshonrado y con él la causa americana.
En cuanto a la causa americana estemos tranquilos.    Nada de lo que deshonre a Moreno puede ni siquiera salpicar a la sagrada causa de nuestra independencia,     pues el autor de la Representación de los Hacendados, no la representa en ninguna forma, como que intentó lo que pudo por hacerla fracasar y no creyó en su legitimidad,    ni siquiera el día de su triunfo, el 25 de Mayo de 1810. No es solidario, pues, de esa causa.
Si el Plan deshonra al "ilustre caudillo" será porque propugna medidas inicuas,    y en tal caso la cuestión estriba en saber si esas ideas son o no son las mismas que aparecen en otros papeles de Moreno, de cuya autenticidad no se duda.
Vamos a probar que así es.
¿Qué es lo que caracteriza el Plan y lo hace por extremo repugnante?. . .
1º El terrorismo, para imponer a sangre y fuego el dogma revolucionario, procedimiento que los demagogos encuentran muy adecuado, siempre que se trate de difundir sus propias opiniones. 2º La perfidia, para engañar y captar voluntades. . .
3º La ingratitud y el cinismo para traicionar, si conviene, a los más íntimos amigos o benefactores. . .
¿Pero es que estas tres cosas —terrorismo, perfidia, ingratitud— sólo se descubren en el Plan? ¿No se advierten, . . por ventura, en su correspondencia, en sus papeles de puño y letra o en las instrucciones que llevan correcciones manuscritas suyas? . .   ¿No lo pinta así su proyecto de cortarles la cabeza a diez miembros del Cabildo, lo que fue atajado por Saavedra?
Habiéndose descubierto que los cabildantes porteños mantenían secretas relaciones con el Consejo de Regencia de Cádiz, Moreno plantó delante de sus compañeros de la Junta nada menos que la necesidad de cortarles la cabeza a todos, nueva manera de matar, que él deseaba introducir.
"Tamaña atrocidad, ejecutada en diez  personas principales,    hombres de bien, emparentados con la mejor sociedad de Buenos Aires,  habría hecho odiosa la causa revolucionaria y provocado un levantamiento en el pueblo, que antes eligió a los cabildantes como representantes suyos.
Al virulento alegato de Moreno respondió enérgicamente don Cornelio de Saavedra con estas palabras que podemos leer en sus Instrucciones a su apoderado en el juicio de residencia" . . . . ZIMMERMANN SAAVEDRA,  A., Don Cornelio Saavedra (J.   Lajouane  y Compañía,  Buenos Aires.  1909, página  177,". .   , y que fueron una frenada en seco:   "Eso sí doctor, eche Usted y trate de derramar sangre;   pero esté Usted cierto que si esto se acuerda no se hará;    yo tengo el mando de las armas y para tan perjudicial ejecución protesto desde ahora no prestar auxilio".
Los capitulares salvaron así sus vidas. . .
"Cuando menos pensábamos —dice Saavedra—, aparecía una lista de sujetos, . vecinos, . padres de familia, negociantes, etc.. para que se hiciese salir para estos y los otros destinos". . . .  Obras citadas, página 174.
El Deán Funes escribe a su hermano Ambrosio que está en Córdoba:
"El hijo de Viola y un panadero rico llamado Juan González fueron pasados por las armas ayer por la mañana, por tener correspondencia con los marinos del bloqueo". .
Y en otra carta: "Moreno y los de su facción se van haciendo muy aborrecibles".
Las delaciones privadas, con largas listas de presuntos enemigos a los cuales había que eliminar, llegaban a la Junta, . . apadrinadas por Moreno, aunque se fundaran en simples sospechas. Un puede ser, un se supone, bastaba para que se pretendiera condenar a un hombre. Esto provocaba violentas discusiones en que Saavedra intervenía con su acostumbrada prudencia y una firmeza indomable.
"Una noche en que sucedió un lance de esta clase —escribe Saavedra— se enardeció la disputa y habiéndose dado por razón la de que podía ser cierto lo que se decía y sospechaba por el que había formado dado la lista, en el fervor de la discusión le dije;. .     "¿Es posible que por un puede ser,    hemos de llegar a desconfiar unos de otros,    envolvernos en discusiones y recelos?     Porque puede ser no es posible que se les corte a Ustedes la cabeza.    ¿Será justo entren Ustedes en desconfianza de mí y resuelvan mi exterminio o cuando menos mi confinación al más remoto presidio?"
La resuelta actitud de Saavedra, que tenía en su mano la fuerza militar, hizo mudar de color a Moreno, que desde entonces conspiró para remover aquel obstáculo que atajaba sus planes terroristas.
Por lo visto y esto se desprende claramente de las palabras de Saavedra,    Moreno acariciaba la idea de implantar la guillotina o una imitación de aquella máquina de cortar cabezas, no satisfecho con los fusilamientos.
En el Plan de operaciones dice:. . "No debe escandalizar el sentido de mis voces,   de cortar cabezas,    verter sangre y sacrificar a toda costa. . . Y si no ¿por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un puñal?. . Porque ningún estado envejecido o provincias, pueden renegarse ni cortar sus corrompidos abusos sin verter arroyos de sangre". . . . Escritos de Mariano Moreno con un prólogo por Norberto  Piñero (Biblioteca del Ateneo, Buenos Aires, 1896, página 467).
Y en otro lugar del mismo escrito: "La menor semiplena prueba de hechos, palabras, etc., contra la causa, debe castigarse con pena capital" (página 473).
Más adelante un consejo despiadado y exactamente igual a la otra de las instrucciones que  dio por escrito a Castelli, según veremos luego. . . Aquí vuelve a aparecer su deseo de implantar la guillotina.
"Cuando caigan en poder de la Patria de estos segundos exteriores o interiores (se refiere a los enemigos declarados) como gobernadores, . capitanes generales. . . y cualquiera otra clase de personas de talento, riqueza. . . debe decapitársele" (página 475).
Castelli cumplió esta disposición en Potosí, fusilando a los jefes prisioneros.
Otro consejo del Plan.
"Los bandos y mandatos públicos deben ser muy sanguinarios. . ."  (página 477).
Otro verdaderamente abyecto.
"Debe tener el Gobierno en esta Capital seis u ocho sujetos que se empleen en escribir cartas anónimas. . . en que su contenido sea el siguiente. . ." (página 490).
¿Qué el Plan era apócrifo? ¿Y cómo es que en otros papeles indiscutiblemente de Moreno había instrucciones equivalentes? ;    Y cómo es que Saavedra, hombre probo y sin tacha, acusa a Moreno de proyectos parecidos?    ¿Cómo es que el Deán Funes lo acusa igual?
En 1924, cuando todavía era posible hablar de Mariano Moreno sin alborotar el cotarro, el insigne historiador doctor Carlos Inauguren pronunció una erudita conferencia en la Junta de Historia y Numismática sobre el terrorismo del prócer.
Al publicarse la interesante pieza en el Boletín, se anunció como parte de un libro en preparación.
Debemos lamentar que otras importantes tareas impidiesen al distinguido escritor dar a luz ese libro, que habría sido un valiosísimo aporte a la historia argentina.
Entretanto podemos aprovechar lo publicado. ."Moreno dice el doctor Ibargúren, introdujo en la Junta la lista de proscripciones contra vecinos denunciados de sospechosos por el Club revolucionario. .. El reglamento para la Junta, hecho  por Moreno el 28 de mayo de 1810 y firmado solamente por éste, en su cláusula décima invitaba a los vecinos a que se dirigieran por escrito o de palabra cualquiera de los vocales comunicando cuanto creyeran conveniente a la seguridad pública y felicidad del Estado. . Esta era la incitación a las denuncias de carácter político. Las pasiones y las venganzas encontraron un excelente instrumento en las delaciones secretas. . . . IBARGUREN, CARLOS, El terrorismo de Moreno, en Boletín de la Junta de Historia y Numismática, año 1924, tomo 1, página 181..
Según dijimos en páginas anteriores,  . . lo que caracterizaba a nuestros jacobinos era la abyecta y aparatosa declamación en favor de los derechos del pueblo, en abstracto, unida a un absoluto desprecio por los derechos concretos del mismo pueblo.  .El que clamaba, con la mano sobre el pecho, su adoración por la libertad de ideas, era el mismo que atropellaba alevosamente a los que él se imaginaba que pensarían de otro modo.
Un puede ser bastábales a aquellos tardíos imitadores de Robespier, lectores del Contrato Social, para, condenar a muerte a un hombre o para proscribirlo, sin forma de proceso. No los detenía ni el recordar los eminentes servicios que la patria debía a aquellos hombres, como en el caso de Liniérs, ni su posición social, . ni su edad, . ni siquiera el carácter sagrado de los sacerdotes, a quienes se sujetaba a iguales violencias por el ¡sólo hecho de ser españoles!.
Véase esta instrucción que envió a Chiclana, en viaje para el Alto Perú.
"Perezca Indalecio y no le valgan las antiguas relaciones con el buen patriota Alcaraz: la patria lo exige y esto, basta". . . . . Carta de Mariano Moreno a Feliciano Chiclana, Biblioteca Nacional, Sección Manuscritos, nº 5.201. ,
¿Quién es este Indalecio a quien Moreno aconseja matar sin la menor forma de proceso? . . Un acaudalado comerciante de Potosí, que no tenía más culpa que ser español.
Seguramente tratábase de persona distinguida, a la que conoció familiarmente cuando él vivió en Chuquisaca, pues la designa por su nombre de pila solamente.
Y así dispone que se la mate, mejor dicho que se la asesine, pues no tiene noticia de que haya cometido ningún delito, y carece de autoridad para disponer su muerte.
¿Y éste es un demócrata? ¿No es más bien un demagogo estilo Saint Just o Marat?   ,
Las notas a Castelli cuando fue a hacerse cargo de la Expedición Auxiliadora, son terribles y al decir de Ibarguren "parecen agitadas por un soplo de furor. Alternan en ellas la política del terror y del exterminio, la del engaño y la del halago al interés personal". . . IBARGUREN CARLOS, El terrorismo de Moreno, en Boletín de la Junta de Historia y Numismática. 1924, página 184.
En esas instrucciones dictadas por Moreno a Azcuénaga, . . que era, a ratos, por su buena caligrafía, el pendolista de la Junta, y corregidas de puño y letra por aquél, . se halla esta otra monstruosa disposición, a la cual debemos los argentinos el odio de muchos bolivianos, que heredaron el horror de sus antepasados, testigos o actores en aquella época.
“En la primera victoria que logre dejará que los soldados hagan estragos en los vencidos para infundir el terror en los enemigos".
Y esta otra no menos iracunda y cruel:
"El presidente Nieto, . Córdoba, . el gobernador Sanz, . el Obispo de la Paz, Goyeneche, y todo hombre que haya sido principal director de la expedición, deben ser arcabuceados en cualquier lugar donde sean habidos".
Con excepción del Obispo y de Goyeneche, "que no fueron habidos", a los otros los ejecutaron en Potosí.
La perfidia y el cinismo que el Plan propugna, también se aconsejan en las comunicaciones a Castelli. El estilo es el hombre. "Procurará establecer relaciones ocultas y mandar comisarios a los pueblos, establecerá negociaciones con Goyeneche y otros oficiales enemigos, alimentándolos de esperanzas, pero sin creer jamás sus promesas y sin fiar sino en su fuerza".
Por desdicha para la patria, Castelli entabló negociaciones con Goyeneche, y trató de engañarlo, pero el otro era más capaz que él como militar y más ladino, y se fingió engañado, para prepararse el formidable desquite de Huaqui o del Desaguadero.
El artículo más repugnante de esas disposiciones es aquél en que se ordena mandar a Buenos Aires a los principales españoles del Alto Perú, con diversos pretextos y engaños, destierro
que en tales tiempos y en muchos casos equivalía a una sentencia de muerte.
"Entre las víctimas —dice el doctor Ibarguren— Moreno incluía al Doctor Matías Terrazas, Deán de Charcas, que había sido su protector y que le había ayudado en su vida como un verdadero padre. El revolucionario inflamado por su pasión sacrificó todos sus sentimientos, . no sólo de afecto y gratitud, sino de piedad, para ser inexorable en el castigo que creía salvador para su obra". . .  IBARGUREN, CARLOS, El terrorismo de Moreno, en Boletín de la Junta de Historia t) Numismática, 1924, página 185.
Recordemos que el canónigo Terrazas lo alojó, . le costeó los estudios, . le facilitó su biblioteca, lo trató como a un hijo.
¿Cómo nació tan provechosa protección para Mariano Moreno?
Manuel Moreno, en la biografía con que comienza el libro de las Arengas nos refiere que un sacerdote del Perú, el doctor Felipe Insiarte, que había bajado a Buenos Aires por ciertas diligencias, conoció al joven Mariano Moreno, le tomó simpatía, y puesto que en la capital no había universidad, le propuso que fuera a estudiar a la de Chuquisaca, ofreciéndole su protección y "una regular mesada".
Moreno aceptó y marchó al Alto Perú con una carta de Insiarte para Terrazas, en la cual le decía "que le hacía presente de un joven que sería un tesoro y el ornamento de su profesión y que retribuiría con usura cualquier favor que se le confiriese". . . Colección de arengas en el Foro. etc. Londres, 1836 página 27 (El subrayado es nuestro.)
El canónigo Terrazas —añade el biógrafo y hermano, en el otro libro antecedente al de las Arengas—, lo recibió "le franqueó habitación en su propia casa y todos los demás recursos de que podía necesitar un forastero". . .MORENO, MANUEL, Vida y Memorias del Dr. Mariano Moreno, Londres, 1812, página 47.
¿Se imaginaría el digno canónigo cómo le recompensaría su protegido, aquel tesoro que su amigo Insiarte le ponderaba como un futuro ornamento de su profesión?
El motivo de salvar la obra de la revolución es hipócrita y falaz, en un caso en que la víctima señalada era un anciano inocente y venerable. En el fondo era uno de esos innobles pretextos que algunas personas discurren para pelearse con un benefactor, saldando así con la desaparición del acreedor, una vieja deuda de gratitud, que no tienen intención de pagar.
Después de haber leído lo que dicen del terrorismo de Moreno hombres como Saavedra y el Deán Funes y de hallar en los más auténticos papeles de Moreno,    incitaciones o reflexiones como las que estamos viendo y en prosa igual a la del Plan; a qué viene el escandalizarse por su publicación y el motejarlo de superchería inventada para deshonrar la causa americana? . .  ¡Si son idénticos el estilo v los sentimientos!
La misma ausencia de delicadeza profesional con que Moreno, abogado, dictaba notas acusando al Cabildo, por cuenta de la Audiencia, y notas acusando a la Audiencia, por cuenta del Cabildo, según nos lo refiere su biógrafo, brilla en el Plan y en la correspondencia privada.
Acaso no resulta impresionante que el que fue cómplice del fiscal Leiva en la rebelión de los españoles contra Liniérs, y colega y compañero como asesores ambos de Cisneros, propusiera su decapitación y la de todos los demás miembros del Cabildo apenas pasado un año, por connivencia con el enemigo?
En el Plan propone la cesión de la isla Martín García a Inglaterra. . . PIÑERO, NORBERTO, Los escritos de Mariano Moreno, Buenos Aires,1938, página 57.
 y en un artículo de La Gaceta que se le atribuye, se extasía ante el parlamentarismo inglés, y nos ofrece a Albión como "el gran modelo que los tiempos modernos presentan". . . . PIÑERO, NORBERTO, obra citada, página 68.
Se ha levantado mucha bulla alrededor de una carta que lord Percy Clinton Sydney Smith, vizconde de Strangford, embajador inglés en el Brasil, escribió a Moreno sobre los asuntos del Río de la Plata.
Esta carta, fechada en Río de Janeiro el 3 de noviembre de   1810, es muy conocida por la reproducción que ha hecho López en su texto francés. . . . LÓPEZ, VICENTE FIDEL, Historia de la República Argentina. Buenos Aires, 1883 tomo 3, página 635.
 y citada como prueba de que hasta el representante de la Gran Bretaña pensaba que Moreno era el alma de la Junta. . . . "Repárese que el Dr. Moreno fue el alma de la Junta en todo aquel tiempo", dice su hermano en su libro Vida y Memorias, página 261.
Basta leerla, sin embargo, para darse cuenta de que el inglés no sabía de Moreno sino lo que le había contado Manuel Aniceto Padilla, aquel agente criollo, que por el sueldo de 300 libras anuales, mantuvo Inglaterra bajo cuerda para averiguar las cosas del Río de la Plata. . . .  Archivo General de la Nación, Misiones Diplomáticas (Buenos Aires 1937), tomo 1, página 60.
La carta de lord Strangford comienza en esta forma: "Nuestro común amigo el señor Padilla me ha incitado a iniciar una correspondencia amistosa con usted, de quien respeto el carácter y las luces, aunque no he tenido todavía el placer de conocerlo personalmente".
Lord Strangford, que buscaba adictos para la política inglesa, se dirigió a Moreno porque el "común amigo" se lo había pintado como bien dispuesto para ello.
En otra carta de lord Strangford, que también ha dado a conocer López, del 17 de noviembre de 1810, le vuelve a hablar del amigo Padilla, agente sospechosísimo, cuyo prontuario, asaz cargado, existe en nuestros archivos diplomáticos.
Pero en ninguna de las dos cartas se advierte que lord Strangford tuviese la idea de que Moreno fuese el alma de la Junta; más bien la de que fuese un segundo Padilla, de quien pudiera servirse en Buenos Aires, así como se servía del primero en Londres y en Río y en todas partes.
Por lo demás, al mismo tiempo que a Moreno, escribía a la Junta, comprendiendo sin duda que no era bastante escribirle a aquél. Sus cartas figuran en el tomo correspondiente, publicado en 1941 por el Archivo General de la Nación.
Volviendo al Plan, citemos aquí la autoridad del historiador Antokoletz, que después de estudiarlo a fondo y extractarlo, dice:
"Los unos afirman que se trata verdaderamente de un estudio emanado del ilustre secretario, puesto que coincide con su manera de pensar y de obrar.
"Los otros niegan la autenticidad, a causa de la crueldad excesiva que se observa en las medidas aconsejadas para mantener el orden en el interior.
"Sin embargo la mayoría tiene tendencia a creer que el documento es la obra de Moreno o que por lo menos refleja fielmente las ideas políticas del primer secretario del gobierno de Mayo". . . . ANTOKOLETZ, DANIEL, Hístoire de la Diplomatie Argentine, París-Buenos Aires, 1914, tomo 1, página 94.
 En todo caso la mejor prueba de su autenticidad la ha suministrado imprevistamente el señor Groussac, al sostener que esta superchería "bastaba a deshonrar la causa americana en la persona de su ilustre caudillo" y que debió ser "obra de encargo de algún chapucero español, errante por aquí:   "algún José Presas, más degradado y menos listo que el amanuense  de la Infanta Carlota".
O en otras palabras: que los enemigos de la independencia de América inventaron esa falsificación para hacer odiosa nuestra causa ante la opinión pública del mundo entero.
Cuando el señor Groussac adujo este argumento no advirtió que esgrimía por la hoja un cuchillo de doble filo.
Si el Plan era una pieza de propaganda ¿cómo explicar que la sepultasen en archivos secretísimos, y que el propio Torrente, que la descubrió y era español, no la divulgase y se limitara a publicar apenas 2 de sus 120 páginas?
¿Se concibe mayor incongruencia que el componer una larga exposición con el propósito de deshonrar una causa, y en vez de difundirla en innumerables ediciones, según se hace con esos infundios, la ocultaran celosamente, como si el descrédito pudiera resultar de que todos la ignorasen y no de que la conociesen?
"Es inconcebible y contradictorio que se fabricara un extensísimo documento, lleno de reglas e indicaciones sobre la política externa e interna, destinado a desacreditar al jefe visible de la revolución; que después de escrito se lo mantuviera en el más absoluto secreto, substraído al conocimiento de todos, sin que persona alguna sospechara su existencia; y que descubierto en 1829 por el historiador Torrente, adversario de la Revolución, éste transcribiera de él, en nota, sólo dos páginas escasas. Para que un documento desprestigie es preciso que se publique y que sea leído". . .    PIÑERO, NORBERTO, Los escritos de Mariano Moreno, Buenos Aires, 1938, página 174.
Puesto que la Junta de Gobierno desechó la innoble pieza, no era el honor de la causa americana el que podía padecer con su publicación, sino el de su redactor, cuya persona en 1829 no interesaba mayormente a los historiadores.
El señor Groussac comprendió la fuerza de la réplica y abandonó su posición, apelando en otro artículo a una explicación todavía más sorprendente: que esta pieza forjada para desacreditar a la revolución no era de un enemigo español sino de un amigo de la revolución, desacertado y torpe, un maladroit ami...! Retirada estratégica.
Hasta que el doctor Piñero lo exhumó, el Plan permanecía inédito y sus detalles eran ignorados aún de los especialistas, pero su existencia era bien conocida, por la fragmentaria publicación de Torrente, y nadie puso en duda jamás que fuese obra de Mariano Moreno.
El señor Eduardo Madero, que lo descubrió en el Archivo de Sevilla, obtuvo una copia y se la envió al General Mitre, quien la ofreció al Ateneo para que se incluyera en la compilación de los escritos de Moreno, lo que significa que el ilustre historiador consideraba indiscutible su autenticidad.
El Ateneo aceptó el ofrecimiento, pero el general Mitre al ir en busca de la pieza halló que alguien la había escamoteado de su biblioteca, sin duda para hacerla desaparecer. . Fue necesario procurarse otra copia, la cual se obtuvo oficialmente por intermedio del Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Amando Alcorta. .
A nadie se le ocurrió entonces que el gobierno argentino estuviese complicándose en una falsificación para "deshonrar la causa de la independencia americana en la persona de su ilustre caudillo". .
Fue el señor Groussac quien proclamó la superchería fundándose en los argumentos, que uno por uno el doctor Piñero ha ido rebatiendo con eficacia.
Ahora resulta perfectamente lógico acompañar a Mitre y a Piñero en su convicción de que el Plan fue obra de Mariano Moreno tan auténtica como las instrucciones a Castelli o la carta a Chiclana, que nadie ha tachado de apócrifas. Pero además resulta indudable que la Junta, por cuyo encargo preparó Moreno su trabajo, después de leerlo no quiso apadrinarlo y lo desechó. Esta es la razón de que el documento permaneciera ignorado o apenas conocido de poquísimas personas.