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- Categoría: INVESTIGACIONES
- Publicado: 23 Febrero 2018
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“No cumplimos la
ley pero somos legítimas” Hebe de Bonafini, año 2005, ante el reclamo de
inspectores municipales de Aníbal Ibarra.
En la foto Hebe de Bonafini acompañada por su secretaria
personal, Sofía Quiñones, el día que huyó de una declaración judicial
ante un juez federal.
Desde
el 20 de junio del 2017, día en que el juez Fernando Perillo, decretó
la quiebra de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini
ordenó dejar de pagar las expensas de dos propiedades ubicadas en
Hipólito Yrigoyen 1432 y 1442. En Enero de este año, la deuda ascendía a
$ 362.536,30 según la documentación que accedió Periodismo y Punto.
Ambos departamentos representan el 25% de los metros cuadrados de la
antigua propiedad ubicada frente a la Plaza de los Dos Congresos. Los
mismos tienen entrada independiente y se comunican internamente.
Se
trata de dos departamentos ubicados en el barrio de Congreso de 361
metros cuadrados, uno de ellos, y otro de 348 situado en Hipólito
Yrigoyen 1442.
Durante
el año 2016, al segundo de los departamentos lo alquiló otra Fundación a
través de la Asociación de Locatarios Comerciales e Industriales de
Ferrocarriles Argentinos. Lo que les llamó la atención a los vecinos es
que, al igual que el departamento principal, tampoco pagó las expensas
con los nuevos inquilinos. Pero la sorpresa fue mayor cuando se
enteraron que la persona que habitaba ese departamento era Sofía
Quiñones, la secretaria personal e histórica de Hebe de Bonafini. En el
contrato de locación, el teléfono que informó la extraña Fundación que
tampoco paga las expensas, es el de la Fundación Madres de Plaza de
Mayo.
El
contrato se celebró semanas antes de la quiebra firmada por el juez
Fernando Perillo. “Como no pagan nunca, nos aumentaron a todos los
vecinos las expensas” se queja una vecina a PeriodismoyPunto. Las
expensas que debería pagar Bonafini y su secretaria es de 5733 pesos
mensuales más un pago extraordinario que tuvieron que realizar los
vecinos por un corte de gas y por las refacciones derivadas del arreglo.
“Es insólito que la Fundación no pague ni siquiera las expensas y que,
la secretaria de Bonafini, tampoco lo haga” señala otra vecina que
prefiere el anonimato. Desde la inmobiliaria SaintGenez admiten que los
vecinos de la propiedad no están contentos.
La
situación económica de la Fundación Madres de Plaza de Mayo siempre fue
anormal. Durante la gestión de Sergio Schoklender como apoderado,
relatan los vecinos, se pagaron las expensas. Sin embargo, otra vecina
recuerda su encuentro con Bonafini a comienzos del año 2004 en los
albores del kirchnerismo.
Envalentonada
por sus coincidencias políticas con la Madre de Plaza de Mayo y su
simpatía con el flamante presidente Néstor Kirchner, la vecina de
Hipólito Yrigoyen le preguntó a Bonafini si podía regularizar la
situación con el consorcio. Las bellas palabras introductorias no
sedujeron a Hebe: “Nosotras no estamos para pelotudeces, la plata que
vos me reclamas la gastamos para contarle al mundo nuestra verdad y
buscar a nuestros hijos”. La vecina que, años después, consiguió que su
hija trabajase cerca de un ex ministro kirchnerista, nunca comprendió
qué tenía que ver una cosa con la otra.
Hoy,
la Fundación de Bonafini se niega a pagarles a los ex trabajadores de
Sueños Compartidos que han reclamado sus deudas en la justicia. Es el
caso de Luis Aranda o de Miguel Ángel Benítez que reclama 123.678 pesos
por cargas sociales mal liquidadas. Su síndico, que interviene en la
Fundación pues la Universidad Popular de las Madres recibe fondos
públicos, intenta regularizar la situación.
Los
históricos trabajadores y docentes de la Universidad se han alejado
ante la falta de pagos y los contratos basura. En uno de los
departamentos ubicados en Yrigoyen 1432, propiedad de la Fundación,
actualmente, funciona como si fuese un depósito de la Universidad. Allí
se almacenan pupitres, escritorios, sillas y computadoras. En la otra
propiedad–los dos representan el 25% de los metros cuadrados del
edificio de 28 departamentos- la secretaria personal de Bonafini tampoco
paga sus expensas ni el cableoperador. Es la casa que utilizó Bonafini
para pasar sus noches hasta finales del 2001, época de esplendor de la
Universidad cuando la presidía Vicente Zito Lema. “Para evitar los
viajes diarios a la ciudad de La Plata, Hebe se quedaba en ese depto”
recuerda una ex empleada de la Fundación. En esa época se instaló una
bomba casera de agua en la entrada del edificio y se ampliaron las
instalaciones. La municipalidad miró para otro lado.
A
comienzos del 2018, los vecinos de Congreso no comprenden cómo nadie se
anima a reclamarle las expensas adeudadas a Bonafini que, no las paga,
como si se tratase de otro acto revolucionario.
Por Luis Gasulla
@luisgasulla