CAPÍTULO 5º
LAS 6 OCASIONES DE SAAVEDRA Y ALGUNAS DE MORENO
. . . En seis
oportunidades previas. . trabajaron, jugándose la vida por la todavía remota
independencia,. . los patriotas de Mayo.
Iº — En las
invasiones inglesas.
2º — En las
reuniones de conspiradores.
3º — En los
cuarteles, entre el elemento militar.
4º — En el
pueblo, propagando la idea emancipadora.
5º — Ante el
Virrey Cisneros.
6º — En el
Cabildo abierto del 22 de Mayo.
Algunos de
ellos, por circunstancias especiales, como Belgrano, o Pueyrredón, o Vieytes,
tuvieron la fortuna de servir a su país en dos o tres o más situaciones de
ésas; pero sólo uno, por azar extraordinario, pudo servirlo en las seis.
Ese único
personaje, que actuó en todas partes, como factor decisivo o como jefe de los
revolucionarios, fue don Cornelio de Saavedra.
Vayamos a
cuentas.
1° — En las
invasiones inglesas. Todos los historiadores declaran que en los combates
librados contra los ingleses, el elemento criollo descubrió su capacidad para
organizarse, defenderse y gobernarse, sin desmedro, en comparación de los peninsulares.
Al adquirir
esta conciencia de que habían llegado a su mayoría de edad, se produjo el
primer hecho revolucionario, la deposición del Virrey Sobremonte, el 10 de
febrero de 1807, su envío a España prisionero y su reemplazo por Liníers.
Primero y último ejemplo en la historia, de un Virrey designado por el pueblo,
o mejor dicho por los militares, designación que luego el Rey tuvo que
confirmar.
Durante la
reconquista y la defensa de Buenos Aires, el jefe del glorioso regimiento de
Patricios, don Cornelio de Saavedra, desempeñó papel preponderante; y después
del triunfo prestó firme apoyo al nuevo Virrey, que secundó las esperanzas de
los patriotas y suscitó la desconfianza de los españoles.
2° — En las
conspiraciones. Adquirida la conciencia de su capacidad, algunos personajes
criollos comenzaron a tramar la independencia. Muy pocos fueron los iniciados
en el complot, que Saavedra controlaba. Belgrano elogia en su Autobiografía el
pulso con que Saavedra condujo la revolución. . . (BELGRANO, MANUEL, Autobiografía,
en Memorias y autobiografía tomo 1, página 108). . .
En cierto
momento sus camaradas lo apremiaron para que la hiciera estallar, y él, cauto y
prudente, respondió: "las brevas no están maduras", hasta que un
día, hallándose en su quinta de San Isidro, recibió a Viamonte que
le comunicó las noticias recién llegadas de España. Había sonado su hora;
regresó en el acto a Buenos Aires para encabezar el movimiento.
3º— En los
cuarteles. Más de un año antes, el 1º de enero de 1809, estuvo a punto de
torcerse el curso de la historia argentina, pues poco faltó para que el partido
español decapitara al partido criollo derrocando a Liníers.
"El
partido patriota —dice Mitre—, representado por los nativos, apoyaba
decididamente a Liníers, cuyo carácter indeciso y ligero, aunque fogoso,
aceptaba la popularidad, sin imprimir a los sucesos la dirección de una
poderosa voluntad.
El pueblo de
Buenos Aires veía personificada en él su gloria, veía en su autoridad su propia
hechura.. .
"El
partido español, que más tarde fue el partido realista, reconocía por cabeza al
Alcalde de primer voto Don Martín de Álzaga, carácter enérgico, lleno de
ambición y de soberbia, que reunía todas las calidades de un jefe de partido,
ya fuese para acaudillar una revolución, ya fuese para contrarrestarla". .
. (MITRE,
BARTOLOMÉ, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, 3º edición, tomo
1º, página 211). . .
Precisamente se
trataba de contrarrestar el espíritu
revolucionario, que los peninsulares, especialmente los que constituían
el Cabildo, sentían que se iba afianzando, y que en reiteradas y urgentes notas
habían denunciado a la Corte, implorando el envío de otro Virrey, que
reemplazara al sospechoso Liníers.
Una de esas
apremiantes notas a la Junta de Sevilla, muy significativa, y que Manuel Moreno
afirma fueron aconsejadas o dictadas por su hermano está fechada el 13 de
setiembre de 1808, y dice refiriéndose a Liníers: "No podemos descansar en él sin zozobras
y sobresaltos:.. Préndense sus servicios; el Cabildo lo suplica
encarecidamente, pero no sea conservándolo en el mando de esta Provincia,
porque caminaría a pasos muy veloces hasta su última ruina. . . Sírvase esa
Suprema Junta y propender sin pérdida de momento a la felicidad conservación y
defensa de estos dominios.". . . (Antecedentes políticos, económicos y
administrativos de la Revolución de Mayo. (La Plata, Taller de Impresiones
Oficiales), tomo 1, libro 3, página 112.). . .
Se comprende
que los panegiristas de Mariano Moreno se hayan olvidado de estas notas, tan
apremiantes y tan anti argentinas.
De haberlas
tomado en cuenta la Junta de Sevilla, sin pérdida de momento, como se pedía,
sabe Dios cuánto habría tardado en realizarse nuestra Revolución.
Y Mariano
Moreno —que las había aconsejado o dictado— tendría hoy tantos panegiristas en
la Madre Patria como en el país de su nacimiento. . . (MORENO, MANUEL, Vida y Memorias del
Doctor Don Mariano Moreno, página 106.). . .
Cuando llegó a
Buenos Aires la noticia de que José Bonaparte había sido coronado rey de España,
Liníers, que se aprestaba a proclamar a Fernando 7º (ceremonia fijada para el
21 de agosto de 1808) lanzó un manifiesto el 15 del mismo mes, invitando a sus
gobernados a esperar noticias más completas sobre la suerte de la Metrópoli,
para acatar la autoridad que realmente representara su soberanía.". . . LAMAS,
Colección de memorias y documentos, página 468. . .
Lo cual dio pie
a Elío, gobernador de Montevideo, para pedir la deposición del Virrey Liníers;
y los españoles de Buenos Aires se alarmaron comprendiendo que Liníers quería
dilatar la ceremonia y aprovechar cualquier circunstancia para independizarse.
La demora en proclamar a Fernando 7º fue uno de los más claros síntomas
revolucionarios.
Los realistas
pusieron el grito en el cielo, y Manuel Moreno en su libro publicado en 1812,
tres años después, todavía enrostra a Liníers esa demora, como un cargo. Porque
todavía en esa fecha el biógrafo no había comprendido los sucesos del Río de la
Plata,:. . . ¿Qué había de comprenderlos él si ni siquiera su hermano los había
comprendido?
Manuel Moreno
estampa esta inconcebible declaración: "No ha habido país alguno en toda la
América española en que no se haya jurado a Fernando 7º con los mayores
transportes de entusiasmo y en Buenos Aires se hizo a mediados de agosto de
1809, contra las miras de los mandatarios europeos que maliciosamente
detuvieron hasta entonces la ceremonia". . . (Vida y Memorias del Doctor Don
Mariano Moreno, página178.). . .
En otra obra,
Mitre, refiérese también a la discordia entre patriotas y realistas.
"Contribuyó
mucho a ello —dice—, el que los cuerpos de milicias estuviesen organizados por
nacionalidades, o más bien dicho, por denominaciones étnicas, con sus divisas y
su espíritu propio, y que los criollos fraternizando entre sí, se llamasen
desde entonces argentinos."
"Esta
rivalidad había asumido una forma militar, casi de guerra, agrupándose los
tercios españoles en torno de la personalidad de Álzaga y del Cabildo y los
batallones criollos aclamando al Virrey Liníers, como su héroe y su caudillo
natural" . . . ( MITRE, BARTOLOMÉ, Comprobaciones históricas (Buenos Aires, Casavalle, 1881), página 311.
. .
El 1º de enero
de 1809 estalló la inevitable rebelión planeada por Álzaga contra Liníers y sus
soldados argentinos, que eran los Patricios.
Los cuerpos
españoles apostados en la plaza Mayor prestaban su fuerza al Cabildo, que votó
la deposición de Liníers y su reemplazo por una
Junta de peninsulares, presididos por Álzaga, con sus secretarios, Mariano Moreno y
Julián de Leiva.
Una delegación
de ella se introdujo en el Fuerte, y afrontó al Virrey, que amedrentado por el
tumulto, redactó su abdicación y la entregó a los amotinados triunfantes.
En ese momento,
verdadera encrucijada de la historia argentina, apareció providencialmente don
Cornelio de Saavedra, que llenó la plaza con sus Patricios.
Penetró en el Fuerte, espada en mano, arrebató el papel con la malhadada renuncia, expulsó a los peninsulares, entre ellos dos criollos, Leiva y Moreno, e invitó a Liníers a continuar en el mando, imponiéndole una medida que cortó de raíz las asechanzas de los enemigos de la independencia.
Esa medida fue
la disolución de los cuerpos militares puramente españoles, en que se apoyaban
Álzaga y sus secuaces.
No es difícil
imaginar lo que habría sucedido si éstos hubieran triunfado el 1º de enero de
1809.
Álzaga, jefe
del partido español, irritado y poderoso y sostenido por los famosos tercios de
Vizcaínos, Catalanes y Gallegos, y el numeroso cuerpo de Artilleros de la
Unión, que el Cabildo mantenía a sueldo. . . (MITRE BARTOLOME, Historia de
Belgrano y de la Independencia Argentina 3º edición Buenos Aires 1876 Tomo 1
Página 211). . . , hubiera hecho más o menos, lo que seis meses después
hizo Cisneros con los amotinados en La Paz.
Los peninsulares
tenían la mano dura (y también los americanos, justo es decirlo) y así como los
criollos del Alto Perú, fueron ahorcados, lo habrían sido también los criollos
de Buenos Aires. Allí habrían terminado su historia los próceres argentinos,
soñadores de la libertad, constructores de la nación, los "sediciosos
secretos", como los llama Cisneros. Y Mariano Moreno, que fue ese día
elegido secretario de aquella Junta anti argentina, presidida por Álzaga,
probablemente tendría una reputación distinta de la que hoy tiene por esa
revolución de cuyo nombre sus panegiristas no quieren acordarse.
Por haberle
desbaratado esta confabulación, en que él entraba tan a gusto, Moreno
concibió contra Saavedra un odio implacable, que su hermano heredó y de que dio
muestras en sus dos libros.
Este
sentimiento ha corrompido durante mucho tiempo la política argentina y
contaminado las fuentes de nuestra historia, de tal manera, que ahora les es
más fácil a los niños argentinos aprender historia francesa, o inglesa, o
española, que aprender verídica historia argentina, llena como está de lagunas.
Saavedra, con
esa imprevisión y generosidad de los espíritus magnánimos, no dio importancia a
aquel odio y fue débil y en varias ocasiones, para no desairar a sus enemigos,
consistió en resoluciones precipitadas y funestas.
Disueltos por
Liníers los cuerpos peninsulares, toda la fuerza militar quedó constituida por
tropas criollas que ya se llamaban argentinas. . . (Las exequias fúnebres en honor de
los muertos de la defensa (1807) se celebraron
en el templo de Santo Domingo... Bajo la media naranja se leía esta inscripción
ornada de palmas y laureles: "A los
guerreros argentinos que por su tierra natal insultada, por sus hogares, sus
hijos y sus espósas, rindieron gloriosamente la vida." MITRE, Historia de
Belgrano y de la Independencia Argentina (3º edición, Buenos Aires, 1876,
Casavalle), página 201.),. . . bajo el mando directo de Saavedra. Su prestigio era enorme, y cuando en las
vísperas del 25 de Mayo de 1810 se sublevaron los cuarteles contra la Primera
Junta presidida por Cisneros, que se constituyó a raíz del Cabildo abierto, los
oficiales exigieron la eliminación de Cisneros y su reemplazo por Saavedra.
El jefe militar de la ciudad era, desde los tiempos de Liníers, el hombre más influyente, y entre los criollos, el primero de todos. "Nada podía hacerse entonces en Buenos Aires —declara Mitre— sin contar con el apoyo de Saavedra. Después de Liníers, era el hombre que más poder tenía, debiendo la influencia de que gozaba a la circunstancia de haber sido el domador de la revolución del 1º de enero, y estar a la cabeza del terrible regimiento de Patricios, de cuyas voluntades era dueño". . . (MITRE, BARTOLOMÉ, Historia de Belgrano, tomo 1, página 225.). . .
4º — En el
pueblo. De la popularidad de Saavedra es claro indicio el episodio que
refieren las actas del Ayuntamiento. El pueblo
(religiosos y militares, en su mayoría, movidos por oficiales), soliviantado
contra el Cabildo, se agolpaba en la plaza reclamando la inmediata disolución
de aquella 1º Junta, presidida por el Virrey. Los cabildantes asustados
llamaron a don Cornelio de Saavedra y le "suplicaron encarecidamente
pusiese en planta, sin la menor demora, los medios todos de su prudencia y celo
para hacer que se retirase de la plaza aquella gente". Y Saavedra accedió
y según reza el acta, consiguió que la gente toda se retirase de la plaza. . . (Acta capitular.
Registro Oficial de la República Argentina, páginas 3 y 4.). . .
5º— Ante el
Virrey Cisneros. Consta en los informes de Cisneros al Rey, que, a raíz de la
visita de don Juan José de Lezíca, Alcalde de 1º voto, el 20 de Mayo, y antes
de aprobar la convocatoria del vecindario
para un Cabildo abierto que
temía le resultara fatal, invitó
a los Comandantes militares para saber si podría contar con su apoyo, a fin de
resistir aquella imposición. Los Comandantes acudieron al Fuerte, y declara el
Virrey en su informe que don Cornelio de Saavedra "frustró sus esperanzas
y habló en nombre de todos". ¡No podía contar con las fuerzas militares!.
. . (Oficio
del Virrey Cisneros al Rey, refiriéndole los detalles de la Revolución, en 22
de junio de 1810. Registro Nacional de la República Argentina, página 41.). .
En la primera
reunión de aquella 1º Junta, amasada, según dijimos por el habilísimo Leiva,
don Cornelio de Saavedra, miembro de ella, planteó enérgicamente la cuestión de
la renuncia de todos los que la formaban, porque en los cuarteles se veía con
malos ojos que el Virrey depuesto conservara, merced a esa artimaña, el mando
de las tropas.
Cisneros, a
pesar del apoyo que le prestaba el Cabildo, como consta en las actas del día 25
de Mayo, no tuvo más remedio que (dimitir, porque la voluntad de Saavedra era
terminante. Lo que diremos ahora ocurrió tres días antes.
6°— En el
Cabildo abierto del 22 de Mayo. Una asamblea de vecinos, convocados por el
Ayuntamiento mediante "billetes de convite", que no se dirigían sino
a las personas de confianza, hubiera
votado la permanencia del Virrey en su puesto, pues la mayoría del vecindario de calidad era
monárquica. Pero Saavedra, trabajando
con sus oficiales, como lo refiere Císneros en el ya citado informe, y
valiéndose de billetes de convite falsos, había introducido en la reunión elementos
que le respondían. Y en el momento peligrosísimo de la votación, se pronunció categóricamente por la cesantía
del Virrey.
"El voto de Don Cornelio Saavedra —confiesa Mitre—, fue el que arrastró a la mayoría". . . (MITRE, BARTOLOMÉ, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. .3º edición, Buenos Aires, 1876, Impresora y librería Casavalle, tomo 1, página 27.). . .
Así, pues, en
las seis ocasiones o lugares donde se preparó la independencia, aparece
Saavedra en primera fila con extraordinaria eficacia, como jefe a quien todos reconocen
y acatan.
¿Y entretanto
qué hace Moreno, cómo trabaja por su patria?
Apartémonos de
las declamaciones de los que se copian unos a otros, y analicemos los
documentos.
1º — Aparece
por primera vez en aquel anticipo de la revolución de Mayo, que tales fueron la
Reconquista y la Defensa, contra los ingleses. Los gloriosos combates de esos
dos años, 1806 y 1807, dieron a los criollos la conciencia de su capacidad y de
su fuerza. No vemos a Moreno en parte alguna de peligro. Ni su nombre, ni el de
su hermano se lee en ninguna de las numerosas listas de vecinos, que aportaron
su brazo o su dinero para contribuir a la Reconquista y después a la Defensa.
Pero lo hallamos en la Plaza Mayor como él mismo nos refiere en su
Autobiografía, el día de la entrada de los ingleses, llorando amargamente: "he llorado más que otro alguno",
dice. . .
(Vida y Memorias del Doctor Don Mariano Moreno, página 100.). . .
Y para que no
se perdiera la memoria de aquellos sucesos, ni de aquellas lágrimas, se puso a
escribir un diario que su fiel hermano ha dado a luz. En el abrigo de su
bufete, hilvanaba durante la noche, la historia de lo que otros hacían en los
puestos de combate durante el día.
Los otros
dieron a la patria el oro y la sangre. Él le dio su llanto y su tinta.
2º— En los
cuarteles. Era allí un desconocido. El centinela del cuartel de los Patricios
le impidió la entrada el día de la fiesta por la batalla de Suipacha, porque
ignoraba quién fuese. No hay el menor rastro de que Moreno tuviera relación con
militares. Es de creer que abominaba las armas. La única vez que se mezcló en
una acción, fue el ya mencionado 1º de enero de 1809, día en que Moreno estuvo
en la plaza, pero no con los criollos, sino con los peninsulares que, al decir
de Mitre, intentaron decapitar en la persona del Virrey Liníers al partido
criollo.
Desde tiempo
atrás, en aquellos conflictos que despedazaban al vecindario porteño, la
Audiencia y el partido criollo se habían puesto del lado de Liníers, mientras
que el Cabildo y el partido español estuvieron con Álzaga.
Lógicamente,
Mariano Moreno, no sólo por ser criollo, sino también por ser empleado
(Relator) de la Audiencia, debió ponerse de parte de Liníers, o por lo menos
renunciar al empleo. Oigamos lo que su hermano nos cuenta con asombrosa mezcla
de candor y de frescura.
"El Doctor
Moreno se hallaba colocado entre dos partidos, en cuyas contiendas debía tomar
alguna parte: como Relator de la Audiencia era ocupado por los Oidores en
formar representaciones al Rey contra el Cabildo; y por éste, como Abogado
particular, presidía a todas sus determinaciones y reglaba los pasos que debían
darse para aniquilar una conspiración infame").
La conspiración
infame era el complot de los patriotas por la independencia del país, que el
Cabildo no se cansaba de denunciar a la corte española, clamando porque
eliminaran cuanto antes a Liníers.
Dos páginas antes, el mismo biógrafo nos había hecho esta singular confidencia:
"En todos
los puntos más delicados de aquella época arriesga da,
los consejos del Dr. Moreno reglaron generalmente la conducta del Cabildo y las
proclamas y otros documentos importantes que éste (el Cabildo) produjo entonces
fueron dictadas por aquél". . . ( Vida y Memorias del Doctor Don Mariano Moreno,
etc., páginas 107 y 108). .
Este
juego de cartas dobles significa ser secretamente abogado de las dos partes en
litigio. Y eso de confabularse con los enemigos de la libertad de su patria,
era mucho más grave que la ocurrencia que tanta ira le produjo de aquel oficial,
Atanasio Duarte, que en la fiesta del cuartel de Patricios, ofreció a la esposa
de Saavedra una corona de caramelo. Mitre lo excusa de este modo:
"Tan
indecisa era la opinión de los partidarios en aquel momento —dice el
historiador—, que don Mariano Moreno, el futuro repúblico y numen político de
la revolución, era considerado como afecto al partido español, sea por su
desafección a Liníers, sea porque buscaba su camino en las tinieblas de aquella
situación, según la imagen del poeta.
"El hecho
es que, según consta del proceso que se formó con ese motivo y lo confiesa su
mismo hermano, fue de los poquísimos criollos que concurrieron al Cabildo
abierto del complot, votando públicamente por que debía formarse una junta
gubernativa que sirviese de contrapeso al virrey y garantía de la tranquilidad
exterior". . . (MITRE, BARTOLOMÉ, Comprobaciones históricas a propósito de
la Historia de Belgrano (Buenos Aires, 1881. Impreso y Librería de Mayo), página
314). . .
Esta
justificación no nos parece satisfactoria.
No es exacto
que fuese tan indecisa la opinión de los partidarios. Desde hacía por lo menos
tres años, es decir, desde las invasiones inglesas las tendencias políticas
estaban perfectamente deslindadas: los criollos con Liníers; los peninsulares
con Álzaga. El propio Mitre confiesa que fueron poquísimos los criollos que
concurrieron al Cabildo abierto del complot
de Álzaga. Fueron poquísimos, porque nadie se llamaba a
engaño; todos sabían muy bien lo que andaban maquinando unos y otros; y los
poquísimos criollos que en aquellas horas estuvieron de parte de Álzaga, no fueron
hombres que buscasen su camino en las tinieblas, sino enemigos de la
independencia.
Mitre mismo en
su gran obra Historia de San Martin desautoriza la justificación que intenta de
la conducta del prócer al describir el estado de ánimo: "La emancipación
—dice—, era un hecho que estaba en el orden natural de las cosas, una ley que
tenía que cumplirse y en ese rumbo iban los espíritus. Cuándo y cómo eran
cuestiones de mera oportunidad y de forma. La revolución estaba en la
atmósfera, estaba en las almas y era ya no un solo instinto y una gravitación
mecánica, sino una pasión y una idea."
De las cuales
no participaba, agreguemos nosotros, Mariano Moreno, que en ese primero de
enero quiso torcer "el orden natural de las cosas". Algunas páginas
después cita Mitre una carta de uno de los generales ingleses que actuaron en
las invasiones y que ya en aquella época se dio cuenta de lo que pasaba y de la
influencia que en ello tenía el ejemplo de la independencia norteamericana.
Veamos su interesantísima carta, que dice así:
"La
opresión de la madre patria ha hecho más ansioso en los nativos el anhelo de
sacudir el yugo de España y quisieran seguir los pasos de los norteamericanos
exigiendo un estado independiente. Si les prometiéramos la independencia, se
levantarían inmediatamente contra su gobierno y la gran masa de sus habitantes
se nos uniría. Ninguna otra cosa que no sea la independencia puede
satisfacerlos" . . .(MITRE, BARTOLOME, Historia de San
Martin y de la
Emancipación Sudamericana
(Buenos Aires, Félix Lajouane 1890) tomo 1 página 50). . .
No eran pues
tan densas las tinieblas en que los hombres de entonces buscaban su camino como
para justificar el que Mariano Moreno se confabulase con Álzaga, el mayor enemigo
de la independencia argentina y trabajase contra los que arriesgaban su vida
por lograr su emancipación.
Ni era esto
nuevo para él. Al producirse en Corrientes el año 1808 un conflicto entre
criollos y españoles, Moreno patrocinó a éstos ante la Real Audiencia de Buenos
Aires. En uno de sus escritos dice: "Esta petición no necesita apoyarse
con una prolija narración de los
siniestros fines que se han propuesto en la elección de Fondevila con
manifestar el criminal complot que ha contribuido a su elección, ni con
enunciar los funestos efectos que deben temerse de su judicatura en perjuicio
de familias honradas de aquella y con total desprecio de la recta
administración de justicia." Es decir, los criollos perseguían
"siniestros fines", en "criminal complot". . . ("Papeles
de Archivo". Publicación del Archivo General de la Nación Guillermo Kraft
Limitada Escritos de Mariano Moreno. Buenos Aires, 1942 página 71 a 90). . .
3º— En las
reuniones secretas de los conspiradores. Tampoco hay rastros de la presencia de
Moreno en ninguna reunión de los que conspiraban por la independencia. Y se
comprende: ponerlo a él sobre aviso, hubiera sido entregar a Álzaga o a
Cisneros los detalles de la conspiración. No podían confiar ni en su fidelidad,
ni en su discreción. Tampoco eran necesarias sus luces.
Esto explica
por qué ni los más ardientes panegiristas de Moreno nunca han osado afirmar que
estuviese presente en ninguna de las memorables y peligrosas reuniones de los
conspiradores.
4º— Entre el
pueblo. Tampoco hay indicios de que jamás haya trabajado en el ánimo de las
clases populares, para difundir la idea de la independencia. Por el contrario;
lo que se sabe de él es que era abogado de los ricos y de los ingleses. Su
indiferencia por la emancipación de su patria fue absoluta. En las vísperas de
la revolución desapareció del escenario, y el 25 de Mayo de 1810, habiéndose
escondido en casa de un amigo, por no comprometerse, fue buscado para
comunicarle su elección de segundo secretario de la nueva Junta; y lo hallaron "entretenido
en conversaciones indiferentes".
5º— Ante el Virrey Cisneros. Algunos historiadores que nos han ponderado la influencia de Moreno sobre el Virrey Cisneros, llegan hasta presentárnoslo como abogado y consejero suyo.
Sea como fuere,
esta influencia jamás se ejercitó en favor del partido criollo y he aquí la
prueba:
Cisneros, al
llegar a Buenos Aires, se aseguró el consejo de dos abogados que por los datos
que le dieran en España, los únicos criollos que merecían su confianza: fueron
don Julián de Leiva y don Mariano Moreno.
Escuchemos lo
que nos refiere a este respecto don Mariano Moreno:
"Los
informes que el nuevo jefe (Cisneros) recibió ante su salida de Cádiz de las
luces y acendrado patriotismo del Doctor Moreno. . . ( En esos momentos el "acendrado
patriotismo" que podría dar privanza ante el nuevo Virrey no era otra cosa
que un "acendrado españolismo” virtud legítima y encomiable en un español,
pero inoportuna y sospechosa en un argentino, especialmente en vísperas de la
Revolución. . . le hicieron
formar un concepto muy ventajoso de sus conocimientos y consiguientemente lo
honró con su entera confianza eligiéndolo por uno de los dos consultores sobre los
asuntos en que se iba a pronunciar" . . . Vida y Memorias del Doctor Don
Mariano Moreno, etc., página 11
También el distinguido historiador Levene
conoce y confirma el hecho:
"Requirió.
. (Cisneros). . el informe de dos abogados de crédito juiciosidad e
ilustración", dice, citando palabras de antiguo testimonios. Y agregaba
sus nombres: "Son los doctores Julián Leyva y Mariano Moreno" . . . (LEVENE, RICARDO,
Ensayo histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno (Buenos Aires, 1921), tomo 1, página 375.). . . Cisneros
se encuentra, pues, con que tiene que resolver procesos de mucho bulto, que
aguardan su fallo.
El uno, contra
los españoles sublevados en Buenos Aires el 1° de enero de 1809.
El otro, contra
los criollos sublevados en Chuquisaca el Mayo de 1809, primer grito de
independencia en el Virreinato del Río de la Plata, que determinó, por
contagio, otro alzamiento en La Paz, el 16 de julio del mismo año.
Y Cisneros,
asesorado por Moreno y por Leiva, falla ambos procesos.
Los españoles,
rebeldes en Buenos Aires contra el Virrey Liniers tachado de criollismo, fueron
indultados o apenas castigados y el
fallo se explicó y justificó con una proclama, en que el doctor Levene cree
descubrir el estilo de Moreno. . . (LEVENE, RICARDO, Misma Obra Tomo 1, Página 377.) .
. .
Mientras que
los Criollos, alzados en el Alto Perú contra los gobernantes españoles, en su
mayoría fueron ahorcados.
Es una lástima
que el Dr. Levene no haya estudiado también el estilo de este otro fallo para
establecer quien lo redactó.
" El
pueblo de Buenos Aires recibió con irritación fallos tan contradictorios, en
que, usando las palabras de Mitre, "se puso de manifiesto la política
parcial del gobierno peninsular, que castigaba con el destierro y el último
suplicio en una parte, el mismo hecho que había alentado y premiado en
Montevideo, sólo porque unos eran americanos y otros eran españoles". . . (MITRE,
BARTOLOME, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina 3º edición Buenos Aires. Imprenta y Librería de Mayo,
1876 Tomo 1 Página 236.). . . Se refiere a la rebelión de Elío, parecida
a la de Álzaga. . .
6º En el Cabildo abierto del 22 de Mayo de 1810. ¿Cómo votó Moreno?
A pesar de que
los historiadores suelen andar a caza de menudencias para demostrar alguna
originalidad, ninguno de ellos ha analizado nunca la actuación de Mariano
Moreno en el Cabildo abierto. Y sin embargo, bien vale la pena, tratándose del
presunto numen de la revolución y de un suceso perfectamente documentado en las
Actas del Cabildo y en las Memorias de algunos principales actores del suceso.
Vamos a hacer
nosotros lo que ellos han omitido, porque el caso no tiene desperdicio.
Principió la
votación de aquella célebre noche, por los más prominentes personajes de la
reunión; y parece que hubo 150 personas consideradas de más fuste que Moreno,
pues a él le tocó votar en el 151º. Cuando se podía esperar que expusiera sus
razones, como otros lo hicieron, se expidió con estas palabras complacientes y
de menor compromiso: "Dijo que reproducía en todas sus partes el dictamen
del señor Don Martín Rodríguez". . . (Antecedentes políticos, económicos y
Administrativos de la Revolución de Mayo de 1810 Tomo 1 Libro 3º Página 220). .
.
Es todo lo que
respecto de él consta en el acta de esa magna noche. No les parecerá mucho a
los que habrán esperado que el pretendido fogoso tribuno hiciera allí un gran
discurso.
Y naturalmente,
querrán saber cómo había sido el voto de Martín Rodríguez, al cual se adhirió.
Helo aquí, según la misma acta:
"Por el
señor Comandante Don Martín Rodríguez, se dijo: que en la imposibilidad de
conciliar la permanencia de la autoridad del gobierno con la opinión pública,
reproducía en todas sus partes el dictamen del señor Don Cornelio Saavedra, y
el de que el señor Síndico tenga voto activo y decisivo en su caso, es decir
activo cuando no haya discordia y decisivo cuando la haya". . . LEVENE, RICARDO, Ensayo histórico sobre la
Revolución de Mayo y Mariano Moreno (Buenos Aires, 1921), tomo 1, página 375).
. .
Este agregado
que Rodríguez hace al voto de Saavedra, lo desvirtuaba y requiere una
explicación. . .
Saavedra había
votado rotundamente por la eliminación del Virrey y su reemplazo por el
Cabildo,. . . "interín que forma la corporación o Junta que debe ejercerlo
(al mando)".
La proposición
de Rodríguez, que agregaba al voto de Saavedra las líneas que hemos subrayado,
significaba que mientras gobernase el Cabildo, se incorporaría a sus
deliberaciones el doctor Leiva (que era el síndico) con doble voto, simple en
los casos en que no hubiera empate y decisivo en los casos en que la hubiera.
Vale decir: . . . que Leiva sería el dueño de sus resoluciones, desde que su
voto prevalecería en forma decisiva cuando hubiese empate y cuando no la
hubiera sería porque los otros miembros estarían conformes con él.
Según el
historiador López, este agregado que hizo Martín Rodríguez al dictamen de
Saavedra, fue sugerido por el propio síndico, que quería quedarse con la sartén
por el mango para hacer abortar la revolución. . . Muchos asistentes, y no de los menos
importantes, cayeron esa noche en la trampa.
"El Cabildo y el doctor Leiva -—explica López— estaban confabulados con el Virrey y con el partido conservador para que el movimiento revolucionario se detuviese en un término medio,que no importase ni el triunfo completo de los unos ni la derrota de los otros". . . LÓPEZ, VICENTE FIDEL, Historia Argentina (Buenos Aires, Carlos Casa valle, editor, 1883) tomo 3, página 43. . .
Si es verdad
que Leiva y el Cabildo y el Virrey estuvieron confabulados esa noche para hacer
abortar la revolución. Moreno, que votó por Leiva, también lo estuvo, de la misma
manera que había estado con Leiva en el complot del 1º de enero del año
anterior.
Esa noche, pues,
según el historiador López. . . Moreno que conocía muy bien a Leiva quiso poner
en sus manos la suerte del futuro gobierno, pero algunos meses después, cuando
lo vio en desgracia, pretendió ajusticiarlo.
Este rasgo de
Moreno,. . . el encarnizarse sin necesidad con el hombre caído, de quien antes
fuera cómplice,. . . merece una breve digresión. Por cierto sus biógrafos no
mencionan jamás el hecho, que empero consta en documentos oficiales: Veamos
cómo:
El 17 de
octubre de 1810, cinco meses después de la Revolución, la Junta lanzó un
decreto destituyendo a los miembros de aquel cabildo, que actuó el 25 de Mayo y
al síndico de él, don
Julián Leiva.
La Gaceta del
23 de octubre siguiente,. . . al publicar el decreto, trajo un extenso
comentario, que ha sido recopilado en las modernas colecciones de Escritos de
Mariano Moreno, considerándolo producto de su pluma. He aquí sus palabras:
"Pasarán
muchos años sin ver repetida la conducta del síndico Leiva, que insensible al
candor y buena fe, con que los patriotas ponían en sus manos la suerte del
país, combinaba secretamente con el déspota los medios de frustrar el justo
resultado de nuestro congreso" . . . (Escritos de Mariano Moreno, con un prólogo
por NORBERTO PIÑERO (Buenos Aires, Imprenta P. E. Conti, 1896, página 357.). .
.
Esto confirma
la opinión de López de que hubo una secreta combinación entre Leiva y el
Cabildo y no coloca en muy gallarda postura a Moreno, que en el mes de Mayo
votó como Leiva
deseaba y en el
mes de Octubre pretendió ajusticiarlo por un hecho parecido.
Es claro que un
hombre de nobles sentimientos se habría abstenido de encarnizarse con el que
antes fue su camarada y estaba a la sazón caído e indefenso y mucho más de que
lo señalara a él, particularmente, siendo diez los inculpados. Pero hay quienes
gustan de estas artimañas y hasta las elogian como pruebas de un carácter
firme.
Mitre siempre
honesto en su información y generalmente muy seguro en sus juicios, incurre,
sin embargo, al llegar a esta parte, en varios errores, de escasa cuantía, es
cierto, pero que han inspirado y hasta dado autoridad a socorridas láminas
pedagógicas y descripciones de la misma laya muy usadas en las escuelas.
Nos presenta
como lo haría un pintor, al describirnos la asamblea del día 22 (el Cabildo
Abierto) un cuadro de pura imaginación. Ya nos lo dice él mismo, y que se ha
valido de lo que a él le contaron algunos actores o testigos de aquellas
escenas, a quienes él conoció en su mocedad.
Ya que esa
noche "el fogoso tribuno" permaneciera callado y como aburrido, Mitre
intenta prestar algún color a esta desairada actitud.
Nos lo muestra en la sala, entre los concurrentes de primera fila, en uno de los escaños donde se hallaban sentados Castelli, Paso, Bernardino Rivadavia, Belgrano y el joven teniente (después general) Nicolás de Vedia. Moreno permanecía de pie, apoyado en el respaldo del escaño, escuchando lo que otros decían . . . (BARTOLOME MITRE, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina (Buenos Aires, 1876, C. Casavalle, tomo 1, página 267. . .
Lo cual es un
error. El solo hecho de que a Moreno le tocara votar el número 151 ya indica
que no pudo estar en las filas de los primeros votantes.
Pero es que
además no estuvo apoyado tan elegantemente en el respaldo de aquel escaño, sino
acurrucadito en un rincón de la sala en uno de los últimos bancos.
El caso está
descrito vigorosamente por el mismo historiador don Vicente Fidel López, a quien
se lo refirió su padre, don Vicente López y Planes, autor del Himno Nacional y
actor principal esa noche.
He aquí la
escena, según el historiador porteño, que fue —no está de más decirlo— gran
panegirista del prócer:
"No todos
los que habían contribuido al triunfo de la mayoría habían quedado satisfechos
del voto que habían dado. Muy tarde ya, al pasar don Vicente López por delante
de una de las bancas más excusadas, reparó en el doctor Mariano Moreno, que
acurrucado en un rincón (la noche era extremadamente fría y húmeda) parecía
cabizbajo.—¿Está usted fatigado, compañero? —Estoy caviloso y muy inquieto.
—¿Por qué? . . .Todo nos ha salido bien. —No, amigo; yo he votado con ustedes
por la insistencia y majadería de Martín Rodríguez, pero tenía mis sospechas de
que el Cabildo podía traicionarnos; y ahora le digo a usted que estamos
traicionados. . . Acabo de saberlo; y si no nos prevenimos, los godos nos van a
ahorcar antes de poco: tenemos muchos enemigos, y algunos que andan entre
nosotros y que quizás sean los primeros en echarnos el guante". . . LOPEZ, VICENTE
FIDEL, Historia de la República Argentina (Buenos Aires 1883) Tomo 3 Página 44.
. .
La preocupación
de Moreno aparece también documentada en las Memorias del general don Nicolás
de Vedia, testigo presencial y votante en el Cabildo abierto.
Tras el
discurso del Obispo Lúe y del Regente de la Audiencia, que abogaron por el
mantenimiento del Virrey con plena autoridad, se produjo un momento de
vacilación. Había que contestarles, pero era arriesgado exhibir ideas americanistas.
El recuerdo de los ahorcados en La Paz estaba fresco en la memoria de todos. Y
dice el General Vedia:
"Los
principales sujetos que habían de tomar la voz en nombre del pueblo, eran los
más próximos a las autoridades de uno y otro lado. El famoso doctor don Mariano
Moreno, se había colocado tras de los bancos del pueblo, como excusándose de
presentarse cual uno de los actores principales del momento". . . Memorias del
General de Vedia, citado por Mitre, en Nuevas comprobaciones históricas Buenos
Aires, Imprenta y Librería Mayo, 1882, Página 173.
Imaginamos, con
estos datos, la colocación de los personajes en la escena del Cabildo abierto.
En la primera fija el Obispo, los Cabildantes, las autoridades, el secretario (tomando prolijas notas), el brigadier Ruiz Huidobro, las patriotas principales que fundarían su voto: Saavedra, Paso, Castelli; Belgrano.. . En seguida sacerdotes, militares;, luego los que no eran ni militares ni sacerdotes, los comerciantes, a quienes se llamaba "el pueblo" y "tras de los bancos del pueblo, como excusándose de presentarse..." ¡el numen de la revolución!
Por lo cual se
advierte en qué grave error histórico incurren los mal informados pintores que,
al imaginar un cuadro del Cabildo abierto, nos inventan un arrogante Moreno en
primera fila semis arrebozado en una airosa capa española y con el puño en alto
declamando en pro de los derechos del hombre.
Si bien, por lo
que sabemos de su vinculación con el Virrey como asesor letrado y de su amistad
con el gran español Álzaga, sus ideas republicanas todavía no serían muy
firmes.
Los historiadores
que han rebañado tantas fruslerías de la historia para alargar un poco la
biografía de este prócer de hazañas tan cortas, han pasado por alto su
cariacontecida figura en aquella famosísima noche, en que se jugó la suerte de
su patria.
No fue muy
gallarda, como acabamos de ver, y es seguro que no le inspiró al autor del
Himno Nacional ninguna de las marciales imágenes de su canción. Y sin embargo,
esta escena olvidada es muy interesante para completar el retrato moral del que
ahora llaman "el espíritu de Mayo".
Y todavía hay
un rasgo, olvidado también, y mucho más probatorio que el que acabamos de
referir.
Ninguno de sus
biógrafos ha osado averiguar dónde se escondió Mariano Moreno desde el final
del Cabildo abierto hasta el anochecer del 25 de Mayo, cuando, habiendo pasado
todo peligro, se encontró con su hermano que lo buscaba para comunicarle las
noticias. Refiere su hermano que al cabo de mucho tiempo lo halló en casa de un
amigo ¡entretenido en conversaciones indiferentes!
Mitre,
informado, por la tradición oral, que en este caso tampoco se funda en
documentos de la época, menciona dos o tres veces a Mariano Moreno en compañía
de otros patriotas que realizaban ciertas diligencias, en esos días de tremenda
agitación.
Es otro error
de nuestro gran historiador, a quien tiene que haberle preocupado la repentina
y desairada desaparición del futuro numen, después del cabildo abierto y en los
días supremos y de mayor peligro.
Pero la verdad
es que nuestro hombre se volatilizó en aquellos días. No habiendo intervenido
jamás en las conspiraciones secretas de los patriotas (a lo menos ningún
historiador solvente le atribuye, con fundamento documental, ninguna actuación
en ellas), es inverosímil que después de su pálido voto en el cabildo abierto,
se arriesgara a mostrarse públicamente con personajes cuyos pescuezos
peligraban, en los días 23 y 24.
Y que
precisamente cuando el gran drama llegaba a un desenlace favorable, el 25 de
Mayo, abandonara el magnífico teatro y desapareciera de la escena, en forma que
ningún historiador se ha animado a mencionar dónde estuvo ese día.
Salvo su primer
biógrafo Manuel Moreno, que nos hace un relato nada honroso para el prócer.
Leámoslo, porque pocos lo han leído y nadie lo cita.
"Muchas horas hacía que estaba nombrado secretario de la nueva Junta y aún estaba totalmente ignorante de ello, entretenido en casa de un amigo en conversaciones indiferentes. Al cabo de mucho tiempo en que yo mismo lo había buscado para avisarle lo ocurrido lo vi entrar en casa, envuelto en mil meditaciones, sobre si debía o no aceptar el nombramiento. La legitimidad de los procedimientos que acababan de suceder; lo serio de las funciones que se le encomendaban. . . eran otras tantas cuestiones que ocupaban su reflexión. . . Me decía: "El sosiego que he disfrutado hasta aquí en medio de mi familia y de mis libros será interrumpido". . .( Vida y Memoria del Doctor Don Mariano Moreno, etc., páginas. 212-214.)
¿En qué podían
fundarse las dudas de Moreno acerca de la legitimidad de la revolución de Mayo?
En dos cosas: o
bien pensaba que el pueblo argentino no tenía derecho a independizarse y debía
seguir perpetuamente en el carácter de colonia, bendiciendo "el suave yugo
del Rey", que él tanto alaba en su Representación de los Hacendados.
O bien creía
que la escasa concurrencia de votantes y la aún más escasa mayoría que había
resuelto la deposición del Virrey no podía fundar una nación.
El problema es
interesante, pero ningún historiador se ha ocupado en dilucidarlo. No lo
intentaremos nosotros. Bástenos apuntar que de todos los próceres de Mayo, el
único que osó discutir "la legitimidad de los procedimientos que acababan
de suceder", es decir la Revolución, o sea los derechos a la vida
independiente, de su patria fue Mariano Moreno.
¡El único
también que, cuando lo invitaron a tomar parte en la Revolución, se preocupó,
más que de la patria, de la interrupción de su sosiego!