AÑO 10
CAPITULO 8
¿COMPRENDIO MORENO LA REVOLUCION?
Es punto muy
dudoso.
Si vamos a
creer lo que nos dice su primer biógrafo,. . fuente casi única de todas las
biografías que se han hecho después, se murió sin comprenderla.
¿Y cómo había
de comprenderla Mariano, si en 1812, cuando Manuel publicó en Londres su libro
Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno. . se ve que todavía éste ignoraba lo
que la Revolución de Mayo tenía en sus entrañas?
En ese libro
sostiene que jamás América había dado el menor motivo para dudar de su
fidelidad hacia la Madre Patria. Y que juró con todo entusiasmo a Fernando 7º Y
que de ninguna manera excusará él. . (Manuel) a los pueblos que hayan tratado
de sustraerse a la Madre Patria.
Pero lo que más
lo aflige es pensar que alguien pueda calumniar a su hermano considerándolo metido
en este asunto de la independencia.
Como es tan
nuevo lo que estamos diciendo, si bien consta en un libro viejísimo, muy
citado, repetimos, pero poco leído, parécenos prudente reproducir las palabras
textuales del fraterno biógrafo, que fue una prolongación de Mariano, pues
había sido su confidente y participaba de sus ideas.
En 1812, y aún
años después, Manuel Moreno no tuvo la menor sospecha de que la revolución de
Mayo era una gesta emancipadora,. . y siguió creyendo que fuese nada más que un
motín doméstico contra el Virrey Cisneros,. . solamente porque su autoridad
había caducado al haberse disuelto en España, a raíz de la invasión
napoleónica, la Junta Central que lo nombró.
Según Manuel
Moreno, . reflejando las ideas de Mariano, la revolución se hizo porque era
intolerable que las "colonias" (siempre brota bajo su pluma la
abominable palabra) fuesen gobernadas por quién carecía de poderes.
"Es
indudable —dice— que la Junta Provincial de Sevilla no tenía derecho alguno
para arrogarse exclusivamente la representación del Monarca cautivo. . . Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno
etc., página 176
"Jamás ha
dado-la América un motivo fundado de poner en cuestión su fidelidad ejemplar
hacia la Madre Patria. . ." Vida y
Memorias del Dr. Mariano Moreno etc., página 177
"No ha
habido país alguno en toda la América española en que no se haya jurado a
Fernando VII con los mayores trasportes de entusiasmo y en Buenos Aires se hizo
a mediados de agosto de 1808, contra las miras de los mandatarios europeos que
maliciosamente detuvieron hasta entonces la ceremonia. . ." Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno
etc., página 178
La expresión
"contra las miras de los mandatarios europeos" (el Virrey Liniérs)
quiere dar a entender que si Buenos Aires hubiera podido actuar libremente
habría jurado a Fernando 7º mucho antes de esa fecha.
"¿Quién
debería entretanto gobernar las Provincias de América a nombre del cautivo
Monarca? ¿Cuál era el derecho que tenía Cisneros para retener un mando que en
sí no era otra cosa que una delegación de la Junta Central ya extinguida?".
. . Vida
y Memorias del Doctor Mariano Moreno etc., página 187
"Con todo,
la sombra de independencia, que tanta inquietud ha causado al gabinete de
Madrid y después al de Sevilla y Cádiz, jugada astutamente por los contrarios
de los criollos, alarmó el ánimo de la Junta Central. . ." Vida y Memorias del Dr. Mariano Moreno etc.,
página 181
Es decir: lo
ocurrido el 25 de mayo y todo lo que vino después, no significaba que los
criollos tuviesen la más mínima intención de independizarse. ¡Era apenas una
sombra...!
Y si a algún
criollo se le ha ocurrido semejante insensatez, no espere encontrar un defensor
en Manuel Moreno.
"No es mi
intención —dice— hacer la apología de los acontecimientos de las colonias
españolas, ni vindicar la conducta de los pueblos que han tratado de sustraerse
a la dependencia de la Madre Patria o reformar su constitución". . . . Vida y Memorias del Doctor Don Mariano
Moreno, etc., página 128.
Y más allá,
explicando por qué escribe su obra, añade:
"Yo no he
podido dejar de afligirme con el temor de que se le considerase [a su hermano]
agente de la rebelión". . . Vida y Memorias del
Doctor Don Mariano Moreno, etc., página 196.
En resumen, la
revolución fue para Manuel Moreno, que era la prolongación del prócer, eso que
se dice en los tribunales: una excepción de falta de personería. Había que
establecer quién gobernaba el Río de la Plata "entretanto volvía del
cautiverio Fernando VII".
Pero no se le
ocurría discutir los derechos de éste; y se indignaba de las intrigas de
"los contrarios de los criollos" que para asustar a la Junta Central,
habían hecho jugar "una sombra de independencia"; y se horrorizaba de
que alguien pudiera imaginarse que su ilustre hermano fuese un "agente de
la rebelión" y hubiese intentado sugerir a los criollos ideas de
emanciparse. Ideas que, por lo que se ve, él no tenía, ni las tuvo su hermano.
Mucho mejor que
Mariano y que Manuel vio Cisneros desde los primeros días lo que palpitaba en
las entrañas de la Revolución.
"Confieso
a Vuestra Majestad —dice en su informe al Rey—, equivoqué mi anterior concepto,
que había fundado en las repetidas seguridades que me tenían hechas los
Comandantes, especialmente Saavedra... que sostendrían mi autoridad... Tan
escandaloso atentado, cuyo objeto es el de una absoluta independencia de estas
Américas..." (22 de junio de 1810). . . Registro Oficial de la República
Argentina, tomo 1, página 41.
No, Mariano
Moreno ni quiso la Revolución, ni llegó a comprenderla.
Cuando Mariano
Moreno abandonó su primera vocación alzaguista española en que había trabajado
contra nuestra independencia y entró en las páginas de la historia argentina,
la Revolución ya estaba consumada.
Mitre dice que
"al empezar el año 1810 la revolución argentina estaba consumada en la
esencia de las cosas, en la conciencia de los hombres y en las tendencias
irresistibles de la opinión, que hacían converger las fuerzas sociales hacia un
objetivo determinado". . . MITRE BARTOLOMÉ, Historia de Belgrano, tomo 1, página 250
Iban a comenzar
las campañas guerreras; y él ni siquiera tuvo tiempo de presenciar las hazañas
de nuestros ejércitos, pues se separó del gobierno y murió antes de ellas.
La victoria de
Suipacha, en el Alto Perú (7 de noviembre de 1810) —la única de que alcanzó
noticias—, no es su obra, aunque su hermano pretende atribuírsela, como
organizador del ejército.
Mientras
Saavedra y Belgrano, como lo hizo más tarde San Martín con visión estratégica,
comprendieron la necesidad de herir al poderío español en sus puntos vitales y
lejanos (Alto Perú, Chile, Lima) el doctor Moreno —refiérenos su biógrafo—
"fue de opinión que las tropas de Buenos Aires debían ceñirse a cubrir
nuestros pueblos, y que la agresión intentada contra el territorio de
jurisdicción diferente ni era justa, ni bien meditada". . . . Vida y
Memorias del Doctor Don Mariano Moreno, etc., página 279.
Por fortuna
para la independencia de Sud-América, tan estrechísima idea no fue tenida en
cuenta y se confió la organización del ejército a Azcuénaga y se despachó la
Expedición auxiliadora, que obtuvo su primera victoria en Suipacha, pero que
fracasó cuando pudo trasponer el límite del Virreinato y penetrar en el Perú,
por los tristes motivos que pronto veremos.
También fue
desechada otra idea suya, la de que Buenos Aires debía gobernar a todo el país
sin intervención de los representantes de las provincias del interior, más allá
del municipio de Buenos Aires.
Esta concepción
antidemocrática, que violaba lo resuelto y altamente pregonado, precipitó su caída.
Se opuso
obstinadamente a la incorporación de los diputados correctamente elegidos por
las provincias, pero fue vencido en la votación y eliminado del gobierno.
La Junta no se
preocupó por su ausencia y siguió adelante, sin él.
Que sus
miembros no necesitaban de sus servicios lo demuestran los hechos.
Así como la
Revolución se había hecho sin Moreno o más bien contra las ideas de Moreno, la
guerra de la independencia se hizo sin él y no se ganó con los dos artículos de
La Gaceta que su hermano reproduce como suyos, sino en los campos de batalla,
adonde él no se acercó nunca. Y la nación se constituyó también sin Moreno y
contra sus planes totalitarios, pues en vez de un país unitario, gobernado
desde Buenos Aires, sin participación de las provincias, tenemos una nación
compuesta por estados federales.
Moreno ha sido
la más notoria expresión del liberalismo en una época profundamente católica y
a ello se debe la devoción que sienten por él los historiadores liberales.
Para ellos el
fracasado localismo de Moreno, su sectarismo intolerante, que infestó el
ejército de Castelli, no se consideran defectos, ni lo desprestigia su absoluta
incapacidad para el gobierno.
Todo se le
perdona, porque fue una semilla de futuros libre-pensadores.
Pero no se crea
que todos sus delirios fueron estériles.
Cuando la
Expedición libertadora partió al mando de Balcarce, en lo militar, pero bajo la
superintendencia de Castelli, que había presidido el fusilamiento de Liniérs,
Moreno quiso aprovechar el ejército para propagar sus doctrinas, insuflando a
sus amigos íntimos que iban con las tropas, consejos y aforismos terroristas.
Veamos de qué
manera.
Los pueblos del
Alto Perú estaban más que maduros para la independencia.
Un año antes
que en Buenos Aires —según ya dijimos— se habían alzado los criollos de
Chuquisaca y La Paz contra los gobernantes españoles. La inútil crueldad con
que el Virrey Cisneros, muy probablemente asesorado por Moreno y Leiva, castigó
aquel comienzo de revolución, confirmó en ellos la aspiración a la independencia.
El Alto Perú aguardaba, pues, con los brazos
abiertos, a los ejércitos de Buenos Aires que vendrían a reforzar su rebelión.
Pero las sanguinarias instrucciones de Moreno, autor del inicuo Plan de
operaciones, que analizaremos en el capítulo XVI, conforme a las cuales
procedió Castelli, verdadero procónsul, mataron las simpatías de los naturales
del país, y concitaron el odio y la repulsión contra los "porteños",
que entraban a sangre y fuego en poblaciones amigas, haciendo gala de una
irreligiosidad cuyo recuerdo subleva todavía ahora a los descendientes de los
que la sufrieron.
Con
extraordinaria rapidez, en muy pocos meses ocurrió este fenómeno: la demagogia
impía y desenfrenada repugnó de tal modo a los criollos, que buscaron la
defensa de su religión y de sus hogares incorporándose al ejército español del
general Goyeneche y después al de Pezuela.
"El
ejército —dice Mitre— que por dos ocasiones había derrotado a los ejércitos
argentinos, primeramente a las órdenes de Goyeneche y últimamente a las de
Pezuela, y subyugado en ambas las Provincias del Alto Perú, estaba organizado
con elementos puramente americanos, que tenían espíritus y cohesión". . . . MITRE,
BARTOLOMÉ, Historia de San Martín (2º edición) Paric-Buenos Aires, tomo 1, página
226.
Los soldados de
Buenos Aires no encontraron más que encarnizados enemigos, en donde antes
tuvieron fervientes partidarios.
Suipacha y
Aruhuma fueron en esa campaña, las únicas victorias, de los argentinos la
primera y de los cochabambinos plegados a nuestra causa la segunda. El gran
ejército argentino tuvo que retirarse derrotado y maldecido del país en donde
entrara vencedor y aclamado. Esto es más humillante, porque la victoria de
Suipacha, si bien de poca importancia como acción de guerra, tuvo una enorme influencia
política y en su momento pareció haber afianzado definitivamente nuestras armas
en el Alto Perú.
Empero la
torpeza de aquellos enviados nuestros desencadenó casi en seguida, una
insurrección general, la que condujo al ejército a la bochornosa y nunca más
remediada derrota de Huaqui o Desaguadero.
"La
derrota de Huaqui —dice Alberdi— fue debida al odio despertado en esos pueblos
por la mala conducta de los libertadores". . . . ALBERDI JUAN B, Belgrano y sus
historiadores (Buenos Aires, Imprenta Monkes,
1897), página 230.
Trataremos este punto en un
próximo capítulo, donde se establecerá claramente lo que la Argentina actual
debe a las ideas de la Revolución francesa, que propugnaban los buenos amigos
de Moreno en aquel entonces, conduciéndonos al desastre, como siguen sus buenos
amigos de hoy sosteniendo el mismo absurdo para llevarnos a peores derrotas,
materiales y espirituales.